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domingo, 14 de julio de 2013

14.07 San Francisco Solano

San Francisco Solano y el toro

Francisco Solano.-
Nació el 10 marzo de 1549, en Montilla, Andalucía, España.
Murió el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura. Canonizado el 27 de diciembre de 1726, por el papa Benedicto XIII.
San Francisco Solano
Francisco Solano, llamado "el Taumaturgo del nuevo mundo", por la cantidad de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica, nació en 1549, en Montilla, Andalucía, España.
Francisco fue el tercer hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez. Sus dos hermanos se llamaban Diego e Inés. Creció Francisco en un hogar noble y cristiano donde se apreciaba más la hidalguía del espíritu que la de la sangre.
Montilla era un lugar eminentemente religioso. Seguramente, Solano conoció a San Juan de Ávila, que murió cuando Francisco tenía veinte años. En aquella época, había en Montilla docena y media de iglesias, así como cinco conventos y numerosas cofradías.
INGRESO A LA ORDEN FRANCISCANA
Francisco estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de esa Orden; por ello, decidió ingresar como novicio en el convento franciscano de San Lorenzo, situado en la Huerta del Adalid. Era un lugar de enorme belleza natural, con abundantes árboles, plantas y flores, jazmines, un estanque con peces, caza menor y pájaros. En medio de este paraíso natural, había varias ermitas esparcidas que invitaban a la oración y la contemplación.
En el convento la disciplina era muy estricta, conforme a la regla primitiva. Los novicios franciscanos pasaban la mayor parte del tiempo dedicados al silencio y la meditación. Hablaban muy poco, siempre de dos en dos, en voz baja y no por mucho tiempo. En cuanto a la meditación, había tres turnos diarios de media hora de duración cada uno.
Francisco era muy virtuoso, paciente y humilde. Dormía siempre en el suelo, sobre una cobija o un cañizo de palos. Usaba un cilicio durante todo el año. Andaba descalzo a no ser que estuviera enfermo y sólo comía legumbres y fruta. Se excedía a menudo en la práctica de mortificaciones y penitencias, con el resultado durante toda su vida de una salud débil y quebrantada.
El día 25 de Abril de 1570 hizo profesión religiosa para ser fraile de coro. Tenía entonces veintiún años.
ESTANCIA EN LORETO (1572-1579). ORDENACIÓN SACERDOTAL
Poco tiempo después fue destinado al convento sevillano de Nuestra Señora de Loreto, donde cursó estudios de Filosofía y Teología. En Loreto, la observancia regular era también muy estricta. Los maestros que más influyeron en el joven Francisco fueron dos: el teólogo y humanista fray Luis de Carvajal y el músico y científico padre Juan Bermudo. Durante su largo período de formación, Solano no sólo se instruyó en la teología de San Buenaventura, sino que tuvo ocasión de desarrollar sus dotes innatas para la música y el canto.
En 1576 fue ordenado sacerdote. Asistió su padre, pero no así su madre, que se encontraba enferma y casi ciega. Lo nombraron vicario de coro, es decir, encargado de dirigir el rezo y los cantos del oficio divino. Amante de la austeridad y la pobreza, Solano se hizo una pequeña celda en las inmediaciones del coro, en un diminuto rincón en el que apenas cabía. La celda estaba hecha de cañas y barro cocido, con un pequeño agujero que servía de ventana para poder rezar y estudiar.
Una vez terminados los estudios de teología, fue nombrado predicador, labor que desarrolló en pueblos cercanos, y que resultaría determinante en su futuro como misionero. La tarea de predicar no era fácil, y requería estudio continuo y dedicación permanente. Posteriormente, fue nombrado también confesor.
Hay que decir que la primera intención del santo era la de ser mártir. Solicitó sin éxito ser destinado a Berbería para morir en el intento de evangelizar a los africanos. En vista de la negativa de sus superiores, Solano se fijó otra meta: América, pero tuvo que esperar algún tiempo antes de poder ver realizado su deseo de convertirse en misionero.

REGRESO A MONTILLA
La muerte de su padre le hizo volver temporalmente a Montilla para visitar a su madre. Sin embargo, su estancia se prolongó más de lo previsto debido a una epidemia mortal que afectó incluso a varios frailes del convento franciscano.
En Montilla realizó varias curaciones inexplicables que dieron comienzo a su fama como milagrero. Un día iba pidiendo limosna por las calles cuando una mujer le pidió que leyera el evangelio a un niño de seis meses que llevaba en brazos. Solano vio que el niño tenía numerosas llagas e hinchado el rostro. Cuentan que lamió el rostro y las llagas con su boca y lengua, y que a la mañana siguiente el niño amaneció mejor y se curó.
También curó a un pobre hombre que tenía llagas en las piernas y apenas podía andar ayudado por unas muletas. Dicen que le besó las llagas y curó de inmediato.
En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa, donde solía visitar a los enfermos incluso desatendiendo algunas horas de oración, y recomendaba a los más jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y adversidades.
En 1583, fue trasladado a San Francisco del Monte, en Sierra Morena, a 30 kilómetros al noreste de Córdoba. Era un paraje de gran hermosura. Allí comía sopas de pan con agua, vinagre y un casco de cebolla.
Una de las cosas que Solano intentó imitar de San Francisco de Asís era su relación especial con los animales. Pues bien, cuentan que había una serpiente de gran tamaño que atacaba a ganados y pastores y hacía estragos en toda la región, y a la cual Solano reprendió y ordenó ir al convento, donde fue convenientemente alimentada. Dicen que después de comer la serpiente se marchó y no volvió a causar daño en la comarca.
Hubo entonces una terrible epidemia de peste en Andalucía que afectó con especial virulencia a la ciudad de Montoro. Durante un mes, y en compañía de fray Buenaventura Núñez, Francisco fue a cuidar a los enfermos, que eran llevados fuera del pueblo a la Ermita de San Sebastián.
Ambos frailes prestaban servicio a los afectados y les hacían las camas, los sacramentaban y ayudaban a morir, y después los enterraban. Los dos se contagiaron de la enfermedad pero Solano logró curarse. En Montoro, el nombre de una calle recuerda la labor humanitaria llevada a cabo por el santo.
De su estancia en Granada cabe señalar que iba a predicar a las cárceles y que visitaba a los enfermos del Hospital de San Juan de Dios. Poco después, el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica. Finalmente y para alegría suya, Francisco fue el elegido para la misión de extender la religión en estas tierras.
Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años predicando, especialmente a los indios. Pero su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie, con incontables peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000 kilómetros y sin ninguna comodidad. Sólo confiando en Dios y movido por el deseo de salvar almas.
Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles.
Estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó la voz de que se acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El peligro era sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray Francisco salió con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros atacantes y de tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su propio idioma) que los indígenas desistieron del ataque y poco después aceptaron ser evangelizados y bautizados en la religión católica.
El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra. Y en los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones. Un día llegó a un convento donde los religiosos eran demasiado serios, por lo que recordando el espíritu de San Francisco de Asís –quien decía que era necesario vivir siempre interior y exteriormente alegres- se puso a cantarles y hasta a danzar tan jocosamente que aquellos frailes terminaron todos cantando y bailando en honor de Dios.
San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. Su paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso.
Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. Y la gente vio con admiración que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral.
LLEGADA A LIMA
Llegado a Lima, Francisco fue nombrado Guardián del Convento de la Recolección. Como siempre, se resistió todo lo que pudo antes de aceptar cualquier cargo de responsabilidad, exagerando de manera deliberada su propia incapacidad para gobernar, pero finalmente tuvo que acatar la autoridad de sus superiores.
Su obsesión por la pobreza era tal que no quería que se blanqueara o enladrillara la casa, ni que se pulieran las puertas y ventanas. En su celda, tan sólo tenía un camastro, una colcha, una cruz, una silla y mesa, un candil y la Biblia junto con algunos otros libros. Era el primero en todo, y jamás ordenó una cosa que no hiciera él antes.
Sus consejos eran prudentes, y cuando tenía que reprender a alguno de los demás frailes, lo hacía con gran celo y caridad. Sus excesivas penitencias y su espíritu de oración no le impedían ser alegre con los demás. Solano era también el santo de la alegría.
SECRETARIO PROVINCIAL. GUARDIÁN EN TRUJILLO (1602-1604)
En 1601, fue elegido Secretario y acompañante del superior provincial, cargo en el que duró menos de un año. En uno de los viajes casi se muere por el camino, y en vista de su delicado estado de salud, se le asignó un nuevo destino: la ciudad de Trujillo, fundada por Francisco Pizarro apenas medio siglo antes de la llegada de Solano al Perú.
En Trujillo buscaba Solano un poco de paz y tranquilidad, y sobre todo apartarse de la gran fama que tenía en Lima. Se dedicaba a visitar a los enfermos, en especial a una anciana leprosa a la que a menudo llevaba regalos. En casa de otra enferma, había un árbol junto a la ventana en el que un pajarillo cantaba deliciosamente solamente cuando iba Solano.
Predicaba en el hospital de la ciudad y también visitaba a los presos, para hablar con ellos, confesarlos y ayudarlos a bien morir. Para rezar, se refugiaba en la huerta del convento, en la que había numerosos pajarillos. Eran tantos que cuentan que Solano les daba de comer por turnos, y que los que comían se apartaban para que pudieran comer los otros.
Su amor por la pobreza era tan grande que no consentía en cambiar de zapatos, sino sólo en remendarlos, de manera que el zapatero tuvo que engañarlo y se quedó con los antiguos zapatos como reliquia.
OTRA VEZ GUARDIÁN EN LIMA (1604). EL SERMÓN QUE CONVIRTIÓ A LIMA
En 1604, Solano volvió a Lima, ciudad donde pasaría los últimos años de su vida. A pesar de su precario estado de salud, continuaba haciendo grandes penitencias y pasaba noches enteras en oración. Sus visitas a la enfermería se hicieron cada vez más frecuentes.
Sin embargo, iba a menudo a visitar a los enfermos o salía a las calles a predicar con su pequeño rabel y una cruz en las manos. Así conseguía juntar a un gran número de personas y las congregaba en la plaza mayor, donde se dirigía a la muchedumbre en alta voz. Su predicación se fundamentaba en citas bíblicas y en la doctrina de los Padres de la Iglesia.
Predicaba en todas partes: en los talleres artesanales, en los garitos, en las calles, en los monasterios e incluso en los corrales de teatro. Especial significado tuvo su oposición a ciertos espectáculos teatrales en los que a su juicio se ofendía a Dios. En España se había producido una corriente de opinión en contra de este género, y muchos artistas se tuvieron que desplazar hacia el Nuevo Mundo, donde gozaban de mayor aceptación popular.
En Lima había tres compañías de comedias. Solano entraba en los corrales con un Cristo en la mano y mucha gente le seguía abandonando el lugar. Más de una vez consiguió que hubiera que anular la representación, porque con él se iba todo el mundo.
ÚLTIMOS AÑOS DE SU VIDA
En octubre de 1605, Solano pasó a la enfermería del convento. Postrado y gravemente enfermo del estómago, apenas si podía salir a predicar y a visitar a los enfermos. Procuraba asistir a la comida en el refectorio junto con los demás frailes, pero comía muy poco, tan sólo unas hierbas cocidas. Además, seguía excediéndose en sus penitencias y no miraba por su delicada salud.
Cuando se levantaba, le gustaba dar paseos por el claustro del convento y rezar ante los cuadros de la vida de San Francisco de Asís. En el aula de teología, pasaba muchas horas ante un cuadro que había de San Buenaventura, a quien tenía gran devoción.
En octubre de 1609, hubo un terremoto en la ciudad de Lima. La primera sacudida fue de noche, pero después se produjeron hasta 14 nuevos temblores de tierra. Cuentan que el agua se derramaba de las fuentes y que las campanas tocaban solas. Las iglesias se llenaron de gente. Solano salió a predicar, aunque apenas si podía tenerse en pie.
Durante su última enfermedad, le trataron cuatro médicos. Solano era poco más que un esqueleto viviente. Tenía mucha fiebre y fortísimos dolores de estómago. Finalmente murió el 14 de julio de 1610, día de San Buenaventura. Dicen que ese día los pájaros se despidieron de él cantando junto a la ventana de su celda desde por la mañana temprano. Murió a las once y tres cuartos de la mañana. Ese mismo día y a la misma hora se produjo un extraño toque de campanas en el convento de Loreto.
POST-MORTEM
Su cuerpo fue trasladado al oratorio de la enfermería, donde acudió gran cantidad de gente a venerarlo. Allí mismo fue retratado por dos pintores. A su entierro asistieron unas 5.000 personas.
Tan sólo 15 días después de su muerte, se abrió su proceso de canonización. Las gestiones comenzaron en Lima, donde hubo 500 testigos, y después continuaron en otras ciudades del Perú, en el Tucumán y en España. San Francisco Solano fue canonizado el 27 de diciembre de 1726.
 
Fuente: Arzobispado de Lima
 
 

 
Los Milagros de San Francisco Solano
En este día jubiloso en que celebramos los 403 años de la PASCUA de San Francisco Solano mostramos estos relieves pertenecientes a las Andas en que sale en procesión la hermosa e histórica efigie de Solano. Esta hermosa obra de arte es de un exquisito calado que representa una reliquia para la Ciudad, no solo en el arte con que ha sido labrada sino en la historia, ya que constituye una de las pocas "anda historiadas" que existen actualmente en la capital, en ella se muestran los siguientes episodios:
1.- SOLANO CONVOCA A LAS AVECILLAS: En su vida muchos episodios se relatan, basta decir que en la huerta del Convento les invitaba a alabar a su Creador y a los sones del rabelillo que siempre traía consigo empiezan a entonar cánticos de gran armonía. Les relataré el que creo es más interesante sobre todo por la fecha en que se ubica. "El día del glorioso tránsito y muerte del bendito padre, le buscaron algunas avecitas del cielo, y le dieron una música tan suave, y de tanta melodía cinco horas continuas hasta que expiró... se afirma que ni en España, ni en las Indias aquellos testigos habían oído música de pajaritos tan suave, porque arrebataba los entendimientos e inclinaba las voluntades a las cosas del cielo...".

2.- EL SANTO PREDICA UN GRAVE SERMON EN LA PLAZA MAYOR: El año 1604 el Santo sale del Convento de Recolección de N. S. de los Angeles hacia la Plaza Mayor de la Ciudad de Lima, resuelto a dar fin a las graves indecencias que se sucedían en una Ciudad que tenía una fama de santa, encubriendo los pecados grandísimos que tenía. Subido sobre una tarima de madera y en la esquina de la Calle de los Judíos empezó su prédica que no duró más de una hora, levantando la Cruz llamó a la conversión a viva voz, todos los espectadores del dramático espectáculo quedaron absortos por sus palabras, diciendo que "Dios podía castigar a Lima aquella misma noche si no pedían perdón por las ofensas".
Toda la Ciudad en corto tiempo se enteró con más o menos detalle de aquellas palabras tan encendidas, y conmocionó a la población de tal manera que los pecadores pidieron a gritos que abrieran los templos, se expusiese el Santísimo y confesiones a los frailes que no podían abastecerse, y los que podían eran felices, los que no encontraban ese consuelo gritaban sus aberrantes delitos en calles y plazas, muchos convivientes se casaron, padres se reconciliaron con sus familias, peleas fueron resueltas con gran amistad.
Las Palabras de Solano hicieron que desde Nínive no existiera una conversión de tamañas dimensiones en el Mundo, este nuevo Jonás es por ello reconocido como Patrono de la Ciudad de Lima.

3.- PREDICA EN LA REGION DEL TUCUMAN: El Santo se impuso a aquellas mentes casi infantiles y el secreto de sus éxitos estuvo en su perfecta unión con Dios. Hay un hecho que aparece referido por uno de los testigos de los procesos, el cura de la Nueva Rioja, don Manuel Núñez Maestro, pero sus biógrafos lo han desfigurado y hasta lo han hecho inverosímil. El Jueves Santo de 1593 Solano se encuentra en la población, que apenas lleva dos años de fundada. Ha venido invitado por el cura. Cuarenta y cinco caciques con su respectivo séquito se dan cita en el mismo lugar y este número de indios alarma al teniente de gobernador, quien aconseja a los vecinos preparar las armas. En la noche, como era el uso de España y de muchas ciudades del Perú, va en procesión un grupo de disciplinantes, desnudos medio cuerpo arriba, azotando sus espaldas. Los indios no salen de su asombro. Solano aprovecha la ocasión para hablarles del Redentor y de sus sufrimientos por nosotros: les cautiva y le piden que los instruya en los misterios de la fe. Algunos dieron en decir que los bautizó a poco a todos y que su número llegaría a 9.000. El cura Núñez no dice esto. Sus palabras textuales son: «Los retuvo a todos hasta que fueron bautizados».

4.- EL SANTO CALMA LA FURIA DE UN TORO: "Un día que se lidiaban toros en la Ciudad de San Miguel del Tucumán, saltó las barreras y salió del coso uno muy bravo que había matado lastimosamente a algunos indios, a ocasión que el Santo padre Solano venia por la calle donde iba el toro. El Gobernador de la Ciudad le hizo señas para que socorriesen al Siervo de Dios, lo cual no fue posible, porque las barreras lo estorbaron, y la ligereza del fiero bruto no dio lugar. No se alborotó ni turbó el bendito padre, aguardándole, poniendo por delante el cordón; y el bravo animal se acercó mansamente y llegando a la boca y olfato al cordón, mostró reverenciarle y como si fuera una oveja se apartó y pasó delante, con admiración del gentío que alabando a Dios, tenía por cierto que el animal había conocido y reverenciando al siervo de Dios la virtud de su poseedor y Creador que moraba en su bendita alma. Y el Gobernador, sin aguardar que acabe la fiesta, salió acompañado de mucha gente a recibir al varón de Dios y le dijo: ¿Así amansa Padre los toros bravos?, A esto respondió: GRACIAS DOY AL SEÑOR DE CIELO Y TIERRA POR LAS MERCEDES QUE ME HACE, QUE CIERTO EL TORO IBA ENOJADO Y LLEVABA LOS OJOS MUY ENCARNIZADOS". por ello se le tiene a este Santo como el Patrono de los Toreros.

Bibliografía:
"Vida, virtudes y milagros del Apóstol del Perú el B.P. FR. Francisco Solano" de Fray Diego de Córdoba.
San Francisco Solano en "AÑO CRISTIANO", por Rubén Vargas Ugarte S.J.

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"Cristo es mi fuerza, la Oración es mi refugio, la Fe es mi escudo"
Santa Rosa de Lima 
  Patrona de la JMJ Rio 2013