Francisco del Castillo sj
(Lima, 1615 –1673)
Por P. Enrique Rodríguez, S.J.
El padre Francisco del Castillo
fue reconocido como “el apóstol de Lima” desde el siglo XVII. En el año 2001 la
Iglesia reconoció beato a un gran hombre del siglo XX, el padre Luis Tezza.
Curiosamente se habla de éste también como “el apóstol de Lima”. Con
trescientos años de diferencia, son personajes coincidentes. Pero hay en el
padre Castillo una especie de llamada de la historia a no pasar la piola de la
fama.
No de otra manera fue su vida.
Huérfano de padre, menor de cinco hermanos, fue criado más por la abuela que
por la madre, acólito de la catedral y “medio sirvientito” del padre Juan de
Cabrera (manera discreta de socorrer a un hijo pobre de español y criolla),
becado en el colegio San Martín de los jesuitas de Lima, con bajas
calificaciones académicas, aquejado de migrañas y con la autoestima
permanentemente en condiciones deplorables. Más de uno lo calificaría hoy como
un “perdedor”. Riesgoso vocablo para quien desea comprender la dinámica de la
historia y sobre todo la del Evangelio.
Francisco, hombre de temperamento
profundamente religioso y sicológicamente apocado, se libera de pronto de las
inseguridades y dudas que lo habían acompañado durante treinta años. Emerge la
fuerza del apóstol y su dedicación primera son los negros esclavos, libertos y
cimarrones. Veinte de los treinta mil habitantes de Lima eran negros
procedentes principalmente de Angola y Guinea. Dondequiera estén ellos, está
él. Recorre así incansablemente plantaciones, obrajes, hospitales, huertas,
construcciones, chacras, cárceles, barrios y calles. “Obrero de negros y
españoles” es como se le designa en el lenguaje jesuita. Y en esa coherencia
vivió hasta el final de su vida.
El puente sobre el Rímac que está
detrás de Palacio de Gobierno era una de las entradas a Lima. Por ahí llegaba
el camino de la sierra y se juntaban en la entrada innumerables indígenas trayendo
productos del campo, mercachifles de toda laya. Lugar de trueque, de compra y
de venta. Era el mercado del Baratillo. Ahí el padre Castillo plantó su
cátedra, como también la cruz de madera que hasta ahora se guarda junto al
lugar donde reposan sus restos, entrando al templo de San Pedro. A la entrada
del puente sobre el Rímac, instala en la ermita de Nuestra Señora de los
Desamparados su centro de operaciones apostólicas.
Consejero de muchos, incluido el
Virrey, no hace distinción entre las personas. A todos llama al cambio de vida,
a todos muestra el camino de la santidad. Poseía el arte de hacerse comprender
por unos y otros: negros, indios, españoles, criollos o mestizos. Cuando tuvo
que hacer oír su voz ante las injusticias cometidas contra los indios, no sólo
se limitó a hablar desde el púlpito, sino que exigió directamente lo que era
justo.
En 1666 fundó la Escuela de Niños
Pobres de Nuestra Señora de los Desamparados, que funcionó, como el Colegio de
San Martín, hasta la deportación de los jesuitas en 1767. En 1670 fundó (en
medio de risitas estúpidas del vulgo maldiciente) la Casa Real de las mujeres
Amparadas de la Purísima, que de una u otra manera sobrevivió hasta mediado el
siglo XIX.
Constructor, maestro, hombre de
oración, inagotable en la acción. Maravilloso ejemplo de construcción de una
personalidad. En definitiva, un santo. ¿Llegará o no a los altares por la vía
ordinaria?. No va de acuerdo con lo que Francisco del Castillo fue. Pero: ¿qué
es un santo? El mortal alrededor del cual se teje una historia paradigmática,
mezcla de objetividades y subjetividades. La comunidad se proyecta en el héroe
o la heroína, necesita de ellos, por eso los crea. Pero independiente del
reconocimiento público, está el sentido de búsqueda y realización de la voluntad
de Dios que experimentaron como norte consciente y apasionado de sus vidas. A
eso estamos llamados todos.
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2010/02/p-francisco-del-castillo-sj-y-p-antonio.html
P.D.
No olvidemos que el próximo 11 abril del 2015, se celebraran los 400 años de su natalicio en Lima.
A tener en cuenta esta magna fecha.
Actual Templo de Ntra Sra de los Desamparados y San Jose en Lima - Perú |