ANTONIO GUARDAMINO SJ: “SI CORTAS LAS RAÍCES DE TU PROCEDENCIA, DE TU CUNA, DE TU LENGUA, ¿SOBRE QUÉ CONSTRUYES?”
Jesuitas.pe conversó con el coordinador de la Plataforma Apostólica Regional del Cusco sobre el trabajo que la Compañía de Jesús desarrolla en la provincia de Quispicanchi. En la siguiente entrevista el P. Antonio Sánchez-Guardamino muestra su visión de la problemática juvenil y denuncia la persistencia del racismo entre los pobladores de esta región andina.
Por Jorge Ruiz Z.
¿Cuál es la historia de la Compañía en Cusco?
A Cusco volvieron los jesuitas, después de la expulsión de la Compañía, en 1954. Aquí, a Quispicanchi, llegamos en marzo de 1968. En esa época el seminario San Antonio Abad del Cusco estaba encomendado a la Compañía, de tal manera que varios compañeros estudiaban ahí teología. Varios de ellos solían venir (a Quispicanchi) para apoyar en esta zona. Establemente, en marzo del 68, vinieron José María Izuzquiza, el hermano Francisco Huamaní y un hermano mío (P. Juan Ramón Sánchez-Guardamino). Monseñor Ricardo Durand, quien era arzobispo de Cusco, les encomendó en un inicio esta parte baja: Urcos, Huaro y Andahuaylillas; y al año siguiente les añadió 4 distritos: Ccatca, Ocongate, Ccarhuayo y Marcapata.
Comienzan primero a cargo de las parroquias, ¿cuál fue el siguiente paso?
Lo primero, como proyección del trabajo social, fue la creación de la ONG CCAIJO (Centro de Capacitación Agroindustrial Jesús Obrero). Esta fue la primera y más importante obra social, al margen de los apoyos que desde las parroquias se hacían desde un comienzo. Después empezaron los comedores parroquiales: primero en Ocongate, después se implementaron en Andahuaylillas, Marcapata, Urcos y en Huaro. Todo de corte social-asistencial debido a la necesidad que se veía en los chicos que venían de comunidades lejanas. Luego fue ampliándose el espectro de apoyo social con trabajos en salud, por ejemplo. En Ocongate tuvimos una experiencia interesante con la Asociación de Lucha contra la Leishmaniasis, curando a más de 500 personas y recibiendo apoyo de muchas instituciones. Después tenemos la Asociación Wayra con la Red Teresa Colque (red de defensorías), que se crearon hace 7 años y que pretenden acoger toda la proyección social de las parroquias.
¿Y los resultados de todas estas obras sociales han sido los esperados?
Es complejo. Tenemos el caso, por ejemplo, de la creación del Programa de Educación Rural de Fe y Alegría. No ha salido como hubiéramos deseado pues hay muchas dificultades. Se soñó con un colegio, con un internado que acogiera a niños de comunidades que están en la parte alta, pero no resultó y ahora acoge a los niños de la parte baja. Arriba empezó con una red de escuelas en las comunidades, con un proyecto intercultural bilingüe. No resultó como hubiéramos soñado.
Por otro lado el CCAIJO ha tenido unos logros muy buenos y otras cosas que no han salido muy bien; pero en conjunto ha sido un aporte interesante. Por ejemplo, en la parte alta se empezó con un proyecto de mejora genética de alpacas, en Ocongate. Luego se siguió con proyectos de forestación con plantas nativas y eucaliptos, que luego se extendió a Ccatca, y luego con plantones de pinos, con una posibilidad de sembrar 290 mil arbolitos. Ahora el proyecto lo han asumido los consejos municipales. En la actualidad el CCAIJO tiene un proyecto de viviendas saludables que ha empezado hace año y medio. Se han “entregado” cerca de 300 viviendas, hechas por las familias y donde el CAIJO pone una parte pequeña, brindando asesoría. Las viviendas las van haciendo las familias según el contexto de su comunidad y a su gusto; y ya hay algún municipio que está asumiendo el programa. Lo interesante es cuando el trabajo genera un movimiento que luego lo asumen los Consejos Municipales.
Las dinámicas culturales que se desarrollan en la sierra hacen las cosas más complejas. El hecho de trabajar con personas quechua hablantes, la cosmovisión andina…
Donde casi todos son quechua hablantes. Ahora recién, en la parte baja, los niños no quieren hablar quechua. El sistema educativo es una desgracia, no funciona. Si tú quieres llevar adelante una educación intercultural bilingüe debes tener una preparación previa para garantizar que aprendan las dos lenguas en primaria y lo hagan suficientemente bien. Con esto bien llevado, acabarían la primaria hablando y escribiendo bien en ambas lenguas. Pero ni una cosa ni otra. El resultado es que en quinto de media no saben ni leer ni escribir, ni las operaciones matemáticas. Por eso digo, es complejo. La Región Cusco en educación está muy atrasada y dentro de ésta la Provincia de Quispicanchi es la última.
A pesar de estos problemas, como plataforma apostólica, ¿cómo ven la región?
En estos momentos, somos 5 compañeros jesuitas en Cusco y 3 aquí en Quispicanchi. ¿Cómo lo vemos? Pues tenemos la pastoral de las Parroquias, la educación popular, la educación formal y la Red Teresa Colque de defensa de los niños, adolescentes y mujeres abandonadas o madres solteras. Estas son las oportunidades que se nos ofrecen. Desde acá tratamos de hacer las cosas del mejor modo posible. En lo educativo, en la defensa de los derechos, con una tarea subsidiaria. Lo ideal sería que ninguno de estos programas exista, porque querría decir que nadie necesita nada.
Siendo ustedes pocos buscarán algún tipo de relación con la Iglesia local.
Tratamos de articular los trabajos que se llevan, pero todavía quedan muchas cosas por hacer. Tratamos de ver cómo buscar una manera de proceder común a todas nuestras obras, juntos. En estos momentos vemos líneas transversales que nos unifican: por ejemplo, el Centro Arquidiosesano de la formación en la fe para catequistas rurales. Desde acá nosotros tratamos también de formar catequistas rurales. Desde hace muchos años tenemos nuestros grupos en cada parroquia, pero tenemos que articular las cosas para que coincidan con la formación que dan en las parroquias de otros distritos en Cusco. Si podemos generar un programa de formación que ayude a la Arquidiócesis entera sería un buen punto de articulación, allí tenemos que colaborar.
Hablemos de los problemas sociales en la provincia. En relación a los jóvenes, ¿su problemática difiere mucho por zona?
Difiere pero las cosas se van conjugando y haciéndose cada vez más cercanas. En la zona alta, en cambio, es brutal. Lo que era hace 20 años ahora, nada que ver. Los muchachos son otras cosas.
¿En qué han cambiado?
En un despego cada vez mayor de sus comunidades. Empezando por la vestimenta, la música, todo está desechado. Existe desgraciadamente el desapego y el desprecio de lo que es propio, autóctono. Claro que esto no pasa con todos, pero en conjunto la comunidad campesina en sí se ha ido desintegrando. Cuenta más lo que viene de fuera, no lo propio. Tú vas ahora a un matrimonio en Ocongate y te pueden poner un huaynito un rato, pero después es otra música.
¿Esto ha dificultado la labor de la Compañía?
Bueno, esto difiere pues en la zona baja la cosa está más urbanizada. Arriba, la urbanización es muy relativa pues la juventud está dispersa y la verdad es que no he podido hacerle seguimiento. Yo me he movido más con el mundo de las comunidades, con los catequistas rurales y he procurado apoyarme en ellos. El seguimiento de los jóvenes en los colegios no lo tenía. Acá (abajo) sí hay un pequeño movimiento con un buen grupo de jóvenes que van teniendo una articulación con Cusco y que no pierde la relación con la universidad.
¿Cuál es la proyección de trabajo con los jóvenes entonces?
El trabajo con los jóvenes siempre decimos que es una prioridad. ¿Qué perspectivas hay? Pues en la parte alta no podemos hablar de jóvenes estables pues todo el que puede se va a Cusco a estudiar. Terminan la secundaria y se van para allá y los que no pueden se quedan en su comunidad trabajando en la chacra. Por eso solo podemos hablar de los niños y de adolescentes. Yo suelo decir que se da mucha prioridad a los jóvenes y a lo mejor la prioridad deben estar en los niños pues es ahí donde se forma todo. Con los adolescentes tenemos un internado de 40 alumnos de secundaria, que es la población cautiva, que lo lleva Fe y Alegría, y con los niños un hogar para huérfanos y abandonados. No tenemos una población de jóvenes estable, pues no es fácil reunirlos viniendo de comunidades tan dispersas.
Pensando en el futuro, ¿qué le espera a la Compañía?
Nosotros como jesuitas nos definimos como gente que está al servicio de la fe y promoción de la justicia que esta misma fe exige. El servicio de la fe es el desafío más grande, pues nuestra fe es lo que nos da la fuerza, nos lleva a perseguir el ideal de humanizar este mundo y de ayudar a las personas para que crezcan como seres humanos, para que se respeten entre sí unos a otros, y esto es complicado siempre. La promoción de la justicia va unido a esto. Hacer que las personas sean solidarias, equitativas, que no se crean unos más que otros. Porque es brutal cómo se miran según el estamento social en el que se mueven. Cómo se desprecian en el mismo Ocongate, en el que existe un racismo muy brutal, el desprecio al de la puna. Por ejemplo, el actual alcalde provincial es de una comunidad de Ocongate. Antes de serlo, fue alcalde de su distrito. No tienes idea de los insultos, cosas como “cómo nos va a dirigir una llama”. Eso lo sufrió en Ocongate y de manera repugnante. Cuando se presentó a la elección provincial, le pasó lo mismo y todo por racismo. Claro, cuando les conviene le echan la mano, pero el racismo es muy fuerte y doloroso. Ahí está nuestra tarea, es un reto muy grande. Cómo llegar a que haya una relación humana, de igual a igual, de respeto. Una relación justa, hacer del mundo un mundo más humano. Inculcar esto en los niños es fundamental. A veces pasa que cuando se casan personas con apellidos castellanos con gente que tiene algún apellido quechua, en las invitaciones para la boda el que tiene el apellido quechua se lo quita y solo deja el apellido castellano.
El otro desafío es procurar una educación de calidad. Inculcar valores, pero empezando por el aprecio de lo propio. Si cortas las raíces de tu procedencia, de tu cuna, de tu lengua, si esto lo cortas, ¿sobre qué construyes? Debemos hacer posible que aflore la dignidad de lo que cada uno es. Cómo tener un orgullo sano, no “exclusivista”, sino fundado en apreciar lo tuyo y apreciar también las diferencias. Y luego, cómo realmente hacer que se pueda actuar con ética en todos los campos, con la verdad siempre por delante.
¿El racismo se presenta también en el interior de la persona misma?
El que lleva más la tragedia en estos pueblos es el mestizo, porque está en un proceso de salir de lo suyo y de querer migrar de donde proviene, pero sin poder llegar a lo otro. El campesino hasta ahora ha sido más consciente de su ser, pero cada vez esto es menos. En el año 94, cuando nos reuníamos con las comunidades de la parte alta para abrir un colegio de Fe y Alegría escuché “no queremos que nuestros hijos sean salvajes como nosotros”. Qué expresión más terrible para decir que querían que se les enseñara el castellano y no sean solo quechua hablantes. ¿De dónde han interiorizado eso? Uno no nace pensando eso, les han hecho sentir eso de mil maneras. En Ocongate, por ejemplo, se daba la paradoja de que había asamblea en la plaza del Consejo. Hablaban todas las autoridades en castellano y cuando hablaba yo, lo hacía en quechua. ¿Te das cuenta de la contradicción? Todo esto ante la cantidad de campesinos que no entendían el castellano. A algunos alcaldes yo les he dicho que ellos hablando en castellano les están diciendo “lo de ustedes es una mierda, tu lengua no vale para nada”. Ahora han comenzado mucho más a dirigirse en quechua a la gente.
Es auto negación.
Es gravísimo porque hay que preguntarnos qué es lo que se ha interiorizado, y no por ellos mismos sino por lo que se le ha metido. ¿Qué imagen de Dios se les ha dado? Y eso es responsabilidad de la Iglesia oficial. Una imagen de Dios dominador porque muchas veces conviene mantener a la gente dominada. ¿Qué clase de Iglesia somos? ¿Dónde está esa Iglesia misericordiosa, que Jesús hizo compasiva, cercana, de estar con la gente, de nada de señalar con el dedo ni condenando? Si tú preguntas si tienen miedo a Dios, ellos te van a decir que sí.
Pero hay que mirar con esperanza, que vaya surgiendo una plantita diferente. La religiosidad tradicional, entendida como toda manifestación religiosa andina de culto a la pachamama, a los apus, al mundo de los espíritus, se ha mantenido oculta pues se la ha estigmatizado y condenado como herejía. Cuando se acerca uno desde una dimensión humana, con toda naturalidad te la muestran, te hacen participar de ella y es una forma de comunión con la gente. No hay por qué rechazarla así sin más. Es peor pues entonces van paralelas las dos y no hay un diálogo posible. Pero esto se sigue condenando todavía por parte de algunos, cuando hay muchas cosas que son lindas. Todo aquello que busque la vida lo debemos promover.
Se habla de sincretismo, ¿en qué religión de nuestro mundo no hay sincretismo? Siempre se habla de esto pero en un sentido peyorativo para estas culturas. Y nosotros los occidentales, ¿de dónde venimos? El mundo romano, el mundo griego, etc. ¿y, entonces?
Desde el punto de vista de la religión Católica siempre se han condenado estas costumbres, ¿qué se debe hacer para que ambas cosmovisiones puedan dialogar?
Primero no condenar nada. Acercarte a ese mundo y participar lo más cercano posible, sin entenderlo a lo mejor, pero teniendo una comunión humana con la gente. Desde ahí es posible conversar y es posible hacer entender algunas otras cosas, sin negarle al otro lo que piensa, lo que cree, para caminar y descubrir juntos. Poco a poco la gente va descubriendo una serie de cosas y qué es lo fundamental. Pero de ninguna manera irte encima con el dedo señalando y condenando. Eso lo ha hecho la Iglesia en algún momento pero ya no lo hacemos. Algunos sectores de la Iglesia lo siguen haciendo, pero son los grupos religiosos sectarios, de otras creencias de inspiración “cristiana”.
Celebración de la Fiesta de la Ascension en la localidad de Mahuayani (Ocongate, Cusco) El P. Antonio Sánchez Guardamino, párroco de Ocongate, presidió una eucaristía ante cientos de danzantes provenientes de distintas comunidades campesinas. Luego, viajaron alrededor de 500 danzantes para al lanzamiento de la Fiesta de la Ascension en Palacio de Gobierno en Lima.