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Domingo de Ramos con Maria 2018

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jueves, 19 de diciembre de 2013

Homilia del IV Domingo de Adviento - T.O. "A" - 2013


                                         Confía, ten fe, por tu vida en manos de Dios

Homilia del IV Domingo de Adviento - T.O. "A" - 2013
Domingo 22 diciembre 2013

Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):


El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.

Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»

Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Palabra del Señor


COMENTARIO AL IV DOMINGO DE ADVIENTO – CICLO A


Homilía del Papa Emérito BENEDICTO XVI

IV Domingo de Adviento,

Queridos hermanos y hermanas:

En este cuarto domingo de Adviento el evangelio de san Mateo narra cómo sucedió el nacimiento de Jesús situándose desde el punto de vista de san José. Él era el prometido de María, la cual «antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18). El Hijo de Dios, realizando una antigua profecía (cf. Is 7, 14), se hace hombre en el seno de una virgen, y ese misterio manifiesta a la vez el amor, la sabiduría y el poder de Dios a favor de la humanidad herida por el pecado. San José se presenta como hombre «justo» (Mt 1, 19), fiel a la ley de Dios, disponible a cumplir su voluntad. Por eso entra en el misterio de la Encarnación después de que un ángel del Señor, apareciéndosele en sueños, le anuncia: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21). Abandonando el pensamiento de repudiar en secreto a María, la toma consigo, porque ahora sus ojos ven en ella la obra de Dios.

San Ambrosio comenta que «en José se dio la amabilidad y la figura del justo, para hacer más digna su calidad de testigo» (Exp. Ev. sec. Lucam II, 5: ccl 14, 32-33). Él —prosigue san Ambrosio— «no habría podido contaminar el templo del Espíritu Santo, la Madre del Señor, el seno fecundado por el misterio» (ib., II, 6: CCL 14, 33). A pesar de haber experimentado turbación, José actúa «como le había ordenado el ángel del Señor», seguro de hacer lo que debía. También poniendo el nombre de «Jesús» a ese Niño que rige todo el universo, él se inserta en el grupo de los servidores humildes y fieles, parecido a los ángeles y a los profetas, parecido a los mártires y a los apóstoles, como cantan antiguos himnos orientales. San José anuncia los prodigios del Señor, dando testimonio de la virginidad de María, de la acción gratuita de Dios, y custodiando la vida terrena del Mesías. Veneremos, por tanto, al padre legal de Jesús (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 532), porque en él se perfila el hombre nuevo, que mira con fe y valentía al futuro, no sigue su propio proyecto, sino que se confía totalmente a la infinita misericordia de Aquel que realiza las profecías y abre el tiempo de la salvación.

Queridos amigos, a san José, patrono universal de la Iglesia, deseo confiar a todos los pastores, exhortándolos a ofrecer «a los fieles cristianos y al mundo entero la humilde y cotidiana propuesta de las palabras y de los gestos de Cristo» (Carta de convocatoria del Año sacerdotal). Que nuestra vida se adhiera cada vez más a la Persona de Jesús, precisamente porque «el que es la Palabra asume él mismo un cuerpo; viene de Dios como hombre y atrae a sí toda la existencia humana, la lleva al interior de la palabra de Dios» (Jesús de Nazaret, Madrid 2007, p. 387). Invoquemos con confianza a la Virgen María, la llena de gracia «adornada de Dios», para que, en la Navidad ya inminente, nuestros ojos se abran y vean a Jesús, y el corazón se alegre en este admirable encuentro de amor.

Plaza de San Pedro, Domingo 19 de diciembre de 2010

© Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana

  COMENTARIO AL IV DOMINGO DE ADVIENTO – CICLO A

Posted by P Javier San Martin sj

Bienvenidos a nuestro encuentro dominical. El día de hoy unidos a toda la Iglesia, celebramos el cuarto Domingo de adviento del ciclo A. Palabras llenas de ternura y de misterio son las que hoy encontramos en la lectura del Evangelio de San MATEO 1,18 - 24.

«La Madre de Jesús estaba desposada con José, se le apareció en sueños un ángel, que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús. Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor»

Estas palabras tan sencillas encierran todo un misterio profundo para la salvación como profundo para la vida de cada uno de nosotros. Hay palabras importantes que debemos subrayar, darle vueltas y meditar. En primer lugar aparece la palabra “Madre”. Es interesante como todo este proceso de salvación pensado por Dios y realizado por Él, tiene como inicio una “Madre”. Podríamos pensar que para hacer una obra tan importante se necesitaban reuniones y muchas reuniones, consejos de administración, consejos de revisión, de la misma manera como se hacen los proyectos humanos, de la misma manera Dios haría el suyo.

Sin embargo, ¡qué curioso!, Él, inicia el misterio de la salvación del hombre escogiendo una madre. Sin esta palabra y sin esta persona, Dios se sentiría, podríamos decir, incómodo para poder llevar ésta gran proyecto que se inició en Navidad. Es por eso entonces que en el proyecto nuestro de la salvación personal, ¿quién es la persona que debe estar presente siempre?, ¿de dónde debe partir todo nuestro proyecto de vida?. Pues, precisamente, de una madre. Por eso, no cabe duda que sentimos una gran alegría el día de hoy al ver a María, la Madre, como la primera del misterio de salvación.

Pero junto con ella aparecen otros personajes que son también importantes de subrayar y darnos cuenta. En primer lugar “el Ángel”. Dice que se le apreció en sueños un ángel que le dijo:

«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María tu mujer»

Aparece lo inesperado, aquello que no estaba en nuestra mente ni en aquello que nosotros planificábamos. El ángel es ese símbolo de aquello que sucede en el momento menos pensado y de la forma menos esperada. Y lo más curioso que la aparición del ángel, es decir de lo inesperado en el proyecto de salvación, que es el mismo proyecto de la vida personal de cada uno de nosotros, pide algo que podríamos llamar “ilógico”. Algo que podríamos pensar que no se puede realizar porque no estaba dentro de los planes, y más aún, resulta ilógico, el seguir ese consejo de lo inesperado que es el amor.

Esto que ocurrió en el primer momento de la salvación, evidentemente que ocurre en cada uno de nosotros cuando se nos aparece este “ángel de la vida nuestra”, y nos pide que realicemos algo que nosotros decimos, pero, ¡cómo vamos a hacer esto! sería una locura. Ah, pero precisamente, allí en la locura esta el camino que Dios va trazando para salvar a la humanidad y para salvarnos a nosotros mismos.

Y al mismo tiempo el ángel le dice:

«dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús»

Ahí aparece, algo concreto, determinado. No es una idea abstracta sino algo realmente que nos lleva a la auténtica salvación. Podemos, entonces, ver estos momentos importantes y esta presencia importante del Señor Jesús.

Pero ahora viene lo más importante:

Realmente que te agradezco mucho por tu presencia, pero ahora viene lo importante para ti, y es el que tú tomes en tus manos este texto, lo medites y que sea el mismo Señor el que te hable a ti. No te olvides, en San Mateo, capítulo primero, versículos 18 al 24.

Recibe, pues, mi abrazo y mi bendición, de una manera especial en estas navidades, para ti y toda tu familia, y nos despedimos hasta la próxima semana.

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/
JOSE... TU LE PONDRAS POR NOMBRE
JESUS





LA CANCIÓN DEL CARPINTERO - Feliz Navidad - Daniel Poli - Villancicos .
Tema de Daniel Poli