Se
inicia el Adviento
PRIMER
DOMINGO DE ADVIENTO – B
P. Adolfo
Franco, S.J.
DOMINGO
I
de
Adviento.
Mc.
13, 33-37
Con este domingo 30 noviembre,
comenzó el Adviento y comienza el nuevo año litúrgico (Ciclo B).
El Adviento es tiempo de
espera y por eso tiempo de sembrar esperanza.
En este párrafo del evangelio se repite con
insistencia, y se nos advierte casi como una advertencia: estén alerta,
vigilen, estén en vela. Y con esta exhortación la liturgia nos introduce en
este hermoso tiempo del Adviento.
La vigilancia es una actitud cristiana importantísima.
Vigilar es lo contrario del abandono, del estar adormilados. Vigilar es poner
todas las facultades de la persona en alerta y en acción, tomar conciencia de
que algo importante está por ocurrir. La actitud contraria a la vigilancia es
el descuido, la pereza.
¿Y por qué se nos dice que debemos vigilar? Por la
certeza de que el Señor está para llegar, y se merece que lo estemos esperando;
y que le estemos esperando siempre, porque además no sabemos cuándo vendrá.
La venida del Señor, la espera, la vigilancia, la
alegría de esta venida es el contenido del mensaje que nos trae este hermoso
tiempo del Adviento. El Adviento es un tiempo de preparación para la llegada
del Señor.
Pero el Adviento tiene además otros significados:
litúrgicamente es el tiempo anterior a la Navidad: para recibir bien la
Navidad, hay que pasar por el Adviento, o sea el Adviento en este caso es una
preparación interior para celebrar la Navidad como cristianos. Y en este
sentido sus reflexiones tienen dos contenidos: la penitencia que nos ayude a
crecer espiritualmente, y la alegría por anticipar el encuentro hermoso con
Jesús que nacerá como un niño.
Pero también el Adviento significa la espera de la
segunda venida del Señor. Todo el tiempo de la historia, después de que Cristo
subió al cielo, es un Adviento. En este caso el Adviento le da sentido a todos
los acontecimientos, sucesos e historia del ser humano. La historia adquiere
significado, porque apunta a la segunda venida de Cristo. La historia es una
flecha que apunta a Cristo: esto es también el Adviento. Y como consecuencia el
Adviento nos dice que como cristianos, debemos tener esa actitud firme y llena
de paz que es la esperanza sobrenatural. Nuestras vidas personales, la historia
que es el conjunto de las vidas de todos, no es un río que se precipita en una
catarata, en el abismo; sino que nuestras vidas y la historia se apresuran
caminando al encuentro de Aquel que nos ama y nos busca. Este es otro sentido
del Adviento, que también debemos recordar.
Pero además el Adviento es un tiempo para recordar y
gozar el acontecimiento más hermoso que conviene recordar: el Nacimiento de
Jesús en nuestro mundo. Este hecho que ocurrió, y del que depende nuestra
salvación, lo recordamos y lo festejamos, porque es el encuentro de Dios con
los hombres en nuestro pequeño mundo, en el portal de Belén. Es un misterio de
amor, de ternura, de grandeza y de pequeñez (simultáneamente): no hay nada más
grande que Dios, y es un gesto de una grandeza increíble el que haya querido
venir a nuestro mundo. Y por otra parte nos señala la pequeñez, la infancia
como signo de Dios.
Estos sentidos tiene el Adviento, que se abre con este
domingo. Y esta debe ser la tónica de nuestras celebraciones, y de nuestras
reflexiones. Por eso el Adviento es un tiempo de alegría pero aún no completa,
aún le falta algo, porque aún no ha nacido Dios. Es un tiempo de penitencia,
pero la penitencia de alguien que se está preparando para una fiesta.
Y en el Adviento no podemos dejar de pensar en la
Virgen. Ella es la protagonista de esta espera. La que esperó la primera
Navidad es María, que vivió un Adviento de nueve meses. El Adviento debe tener
todas las ilusiones y alegrías que tenía María en su corazón sabiendo que
llevaba consigo al Salvador.
...
Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
Agradecemos al P. Adolfo Franco, S.J. por su colaboración.
http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2014/11/se-inicia-el-adviento.html