P.Javier san Martin, S.J.
DOMINGO
III de
Adviento. – B
¡Alégrense siempre en el Señor!
Os lo repito:
¡Alégrense!
Juan.
1, 6-28 DOMINGO DE LA ALEGRIA
Estimados amigos,
Bienvenidos a nuestra cita dominical
Hoy la Iglesia se viste de color morado para celebrar el Tercer
Domingo de Adviento del ciclo B.
Pero, ¿por qué están aquí tan alegres?, preguntó un periodista
al entrar en el gimnasio donde los muchachos y muchachas de una importante
Organización no Gubernamental. Y recibió una respuesta para él inesperada del
todo:
- ¿Y cómo no vamos a estar alegres si Jesucristo está en medio
de nosotros?
Una respuesta semejante es el mejor comentario al Evangelio de
este domingo, en el que la Iglesia, por otra parte, abre la celebración con
estas palabras
- ¡Alégrense siempre en
el Señor! Os lo repito: ¡Alégrense! Palabras de Pablo que son un eco de las otras
de María, también repetidas hoy por todos: -Mi espíritu se alegra en Dios mi
Salvador. Alegría que nos impulsa a hacer lo de Isaías: -Dios me ha mandado a
llevar la alegre y buena noticia a los pobres. Estos son los sentimientos con
que escuchamos el Evangelio de hoy y son también la fuerza que nos mueve a
actuar decididamente por la causa de Jesucristo.
Las autoridades del pueblo judío, preocupadas por el fenómeno
que están viendo a las orillas del Jordán, le preguntan a Juan el Bautista:
Pero, ¿quién eres tú? Juan comenzaba a brillar como un astro
refulgente. Hacía varios siglos que no aparecía en Israel un profeta, y ahora
viene este austero solitario que predica, que bautiza, que exige conversión,
que pretende reformar las costumbres, y que, por otra parte, no pide nada, pues
vive muy pobremente y come sólo langostas y miel silvestre…
El diálogo se desarrolla vivaz:
- Yo no soy el que
ustedes piensan. Uds. se imaginan que yo soy el Cristo que esperan. Y yo no soy
el Cristo.
- Entonces, ¿eres tú
Elías, el que subió al cielo en carro de fuego y que ha de volver?
- Yo no soy Elías.
- ¿Eres acaso el
Profeta, el nuevo Moisés que ha de guiar al pueblo?
- No, tampoco soy el
Profeta.
- Entonces, ¿quién eres
tú?
Juan hace una confesión tan humilde como sincera:
- Yo soy la voz de uno
que grita en el desierto: Preparad los caminos del Señor! Yo bautizo sólo con
agua. Pero en medio de ustedes está uno a quien no conocen, uno que viene
detrás de mí, y a quien yo no soy digno de desatar ni la correa de sus sandalias…
Ese desconocido por el pueblo es Jesucristo. Igual que por los
simpáticos muchachos de la reunión, que creen en la presencia de Jesús en medio
de ellos y que se aprestan a llevar la buena noticia a todos.
¡Creer en la presencia de Jesús en medio de nosotros! He aquí el
secreto de la vida cristiana. Si no sabemos descubrir a Jesucristo que nos
acompaña en todas partes, a nuestro cristianismo y a nuestra vida espiritual
entera le falta lo esencial. Nuestra religión se parecería a la de tantos
pueblos que creen en un dios, incluso en el Dios único y verdadero, pero creen
un Dios lejano, morador de las estrellas, desentendido de nosotros…
Para nosotros, nuestro Dios es un Dios que se ha hecho presente
en Jesucristo y al que descubren con facilidad los ojos inocentes y puros. El
que tiene fe y conserva limpio el corazón encuentra a Jesucristo en todas
partes. El mismo pecador, que en medio de su debilidad es sincero consigo mismo
y con Dios, descubre sin velos en su conciencia a Jesucristo, que se le
presenta ofreciéndole el perdón y la salvación.
La presencia de Jesús se hace ostensible de modo especial en la
Eucaristía. Teniendo bien claras en el Evangelio y en Pablo las palabras del
Señor:
- Esto es mi Cuerpo,
esta es mi Sangre,
El cristiano está convencido que Dios está allí: Mis sentidos no
ven a Jesucristo, pero lo cree mi fe. Lo veo en el Altar. Lo percibo realmente
en la Comunión. Lo adoro escondido en el Sagrario. Como el testarudo Tomás,
confieso con fe inconmovible: ¡Señor mío y Dios mío!…
En nuestros días, y como un signo providencial de los tiempos,
la presencia de Jesucristo está siendo descubierta por la Iglesia en los
pobres, en los enfermos, en los detenidos, en los marginados de la sociedad… A
Jesucristo, aunque quiera jugar al escondite, lo hallamos oculto con disimulo
en medio de los más necesitados, ya que Él mismo quiso identificarse
especialmente con ellos.
¡Señor
Jesucristo! Quien no nos conoce puede extrañarse de nuestra alegría. Nosotros,
convencidos de tu presencia, vivimos con la alegría más íntima en el alma.
Nuestra felicidad estalla en nuestras reuniones, especialmente en la Misa
dominical.
La parte más importante
Y bien amigos, así
terminamos este breve comentario sobre el evangelio del Domingo. Pero ahora
viene lo más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús. Toma, pues,
el evangelio en tus manos, San Juan, Capítulo 1, versículos del 6 al 28 y trata
de sentir lo que el Señor te quiere decir.
Quédate pues ahora a
solas con El y cuenta con nuestras oraciones.
Te agradecemos muy
sinceramente el haber estado con nosotros, Recibe nuestra bendición para ti y
tu familia.
¡Y te esperamos el
próximo IV Domingo de Adviento !.
Padre Javier san Martin sj
http://faculty.shc.edu/
Villancico peruano
Cha`ska Ñawi Niñucha Villancico Cusqueño, Perú
PEDIR a San
Nicolás de Bari,
que acreciente la fe de los
católicos
y dejen de usar la fantasiosa y comercial imagen del Papa
Noel,
y se adhieran más al Niño Dios.
Cha`ska Ñawi Niñucha Villancico Cusqueño, Perú