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Domingo de Ramos con Maria 2018

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miércoles, 24 de marzo de 2010

P.Rutilio Grande SJ








El Padre Rutilio Grande García (5 de julio de 1928 - 12 de marzo de 1977) fue un sacerdote jesuita de El Salvador, que fue amigo de Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Fue asesinado en 1977, junto con otros dos salvadoreños, hecho que impulsó a Monseñor Romero a insistir que el gobierno investigara la acción y, al no cumplir esa insistencia, a cambiar su posición sobre el papel de la iglesia y del individuo en la política.

Vida y Obra.-
Grande nació en El Paisnal, El Salvador, donde en su juventud fue reclutado al sacerdocio por el Arzobispo Luis Chávez y González. Fue formador en el seminario de San José de la Montaña de San Salvador. En 1967 comenzó su amistad con Romero, sacerdote diocesano. Mantuvieron esta amistad a través de los años, y en junio de 1970 Grande sirvió como maestro de ceremonias en la ordenación de Romero como obispo auxiliar de San Salvador. También pasó un tiempo de estudios en Bilbao, donde se alojó en casa de la familia Gerrikagoitia. Ellos le recuerdan todavía con cariño, y como "un hombre discreto, que hablaba muy bajito, y guapísimo"
El 24 de septiembre de 1972, el padre Grande se convirtió en párroco de Aguilares, la misma parroquia en que él había pasado su niñez y juventud. Allí fue uno de los jesuitas responsables de establecer las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) y de entrenar a los líderes, llamados Delegados de la Palabra. Este movimiento de organización campesina encontró oposición entre los terratenientes, que lo veían como una amenaza a su poder, y también entre sacerdotes conservadores quienes temían que la iglesia católica llegara a ser controlada por fuerzas políticas izquierdistas.
Grande también desafío al gobierno por su respuesta a acciones que le parecieron destinadas para perseguir a los sacerdotes salvadoreños hasta silenciarlos. El sacerdote colombiano Mario Bernal Londoño, que servía en El Salvador, había sido secuestrado el 28 de enero de 1977 frente al templo Apopa cerca de San Salvador — supuestamente por guerrillas — junto con un miembro de la parroquia, quien salió salvo. Posteriormente el padre Bernal fue expulsado del país por el gobierno. El 13 de febrero de 1977, Grande predicó un sermón que llegó a ser llamado su "Sermón de Apopa", denunciando la expulsión del padre Bernal por el gobierno (denuncia que la OEA indicó puede haber provocado el asesinato del padre Grande):

Queridos hermanos y amigos, me doy perfecta cuenta que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán cruzar las fronteras. Sólo nos llegarán las cubiertas, ya que todas las páginas son subversivas—contra el pecado, se entiende. De manera que si Jesús cruza la frontera cerca de Chalatenango, no lo dejarán entrar. Le acusarían al Hombre-Dios... de agitador, de forastero judío, que confunde al pueblo con ideas exóticas y foráneas, ideas contra la democracia, esto es, contra las minoría. Ideas contra Dios, porque es un clan de Caínes. Hermanos, no hay duda que lo volverían a crucificar. Y lo han proclamado.Y ojalá que me libre Dios a mí, que también estaría en la colada de crucificadores!... Preferimos un Cristo de los meros enterradores o sepultureros... Un Cristo mudo y sin boca, para pasearlo en andas por las calles. Un Cristo con un bozal en la boca. Un Cristo fabricado a nuestro antojo y según nuestros mezquinos intereses." Algunos no querían un Dios cuestionante que intranquilizara las conciencias. Un Dios que preguntara: Caín, qué has hecho de tu hermano Abel? Algunos prefieren el Dios de las nubes. No quieren a ese Jesús de Nazareth,". . . en el cristianismo hay que estar dispuesto a dar la vida en servicio por un orden justo, por salvar a los demás, por los valores del Evangelio."

Muerte.- El 12 de marzo de 1977, el padre Grande — acompañado por Manuel Solorzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16 — manejaba el Jeep otorgado por el Arzobispado en la carretera que conecta al Municipio de Aguilares con el municipio de El Paisnal, ya que venia de la parroquia del primero para la misa vespertina a celebrarse la novena de San José, cuándo los tres quedaron emboscados y murieron ametrallados por los Escuadrones de la Muerte.
Al saber de los asesinatos, Monseñor Romero fue al templo donde reposaban los tres cuerpos y celebró la misa. Después, Romero pasó varias horas escuchando a los campesinos locales, conociendo sus historias personales de sufrimiento, y horas también en oración. En la mañana del día siguiente, después de reunirse con los sacerdotes y consejeros, monseñor anunció que no asistiría ya a ninguna ocasión gubernamental ni a ninguna junta con el presidente — siendo ambas actividades tradicionales del puesto — hasta que la muerte se investigara. (Ya que nunca se condujo ninguna investigación nacional, resultó que Romero no asistió a ninguna ceremonia de estado, en absoluto, durante sus tres años como Arzobispo.


El domingo siguiente, para protestar por los asesinatos de Grande y sus compañeros, el recién instalado Monseñor Romero canceló las misas en toda la arquidiócesis, para sustituirlas por una sola misa en la Catedral de San Salvador. Oficiales de la iglesia criticaron la decisión, pero más de 150 sacerdotes concelebraron la misa y más de 100.000 personas acudieron a la catedral para escuchar el discurso de Romero, quien pidió el fin de la violencia.

Tres años despues del fallecimiento del P. Grande el 22 y 23 de marzo de 1,980 las religiosas que atienden el Hospital de la Divina Providencia, donde vive el Arzobispo, reciben llamadas telefónicas anónimas que lo amenazan de muerte. Finalmente, el 24 de ese mismo mes, Óscar A. Romero es asesinado por un francotirador mientras oficia misa en la Capilla de dicho Hospital. Los funerales, celebrados en la Catedral Metropolitana de San Salvador el 30 de Marzo de 1980, se convirtieron en una batalla campal en la que las fuerzas de seguridad acometieron contra miles de salvadoreños concentrados en la plaza de la Catedral, entre los que se encontraban miembros del Bloque Popular Revolucionario. El resultado: más de 40 muertos y doscientos heridos.


Homenajes al Padre Tilo.-
La biografía cinematográfica Romero ilustra la amistad entre Romero y Grande, las obras comunitarias y el activismo del padre, y su asesinato. En la película, la muerte de Grande sirve para provocar en Romero un cambio hacia un papel activista en la Iglesia y en la nación. Esta perspectiva de la conexión entre los dos sucesos es apoyada por varias biografías de Romero.