Tanto por los datos arqueológicos como por el testimonio de la tradición y los documentos que se poseen, es completamente verosímil que este hermoso vaso estuviera en las manos del Señor cuando la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió, y lo dio a sus discípulos diciendo:
“Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros”. Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”
El Santo Cáliz de Valencia suscita a la vez las sensaciones de admiración y escepticismo. El visitante se siente primero cautivado por la belleza del Grial, su forma perfecta y extraña, los detalles de oro y las perlas y piedras preciosas; viene también el observador con la mente llena de leyendas, películas e incluso prevenido por las novelas y la literatura pseudocientífica de temas “griálicos”.
Pero también con escepticismo:
¿Cómo puede ser ese cáliz de apariencia medieval la copa de la última Cena? ¿Por qué en Valencia? ¿No será acaso uno de tantos presuntos Griales? ¿Por qué no es tan famoso como
No debe engañarnos la apariencia.
En realidad, la reliquia es la parte superior, que es una taza de ágata finamente pulida, que muestra vetas de colores cálidos cuando refracta la luz; es una preciosa “copa alejandrina” que los arqueólogos consideran de origen oriental y de los años 100 al 50 antes de Cristo. Ésta es la conclusión del estudio efectuado por el profesor D. Antonio Beltrán y publicado en 1960 (“El Santo Cáliz de
Mucho más posteriores son las asas y el pie de oro finamente grabado, que encierra una copa o “naveta” de alabastro, de arte islámico, diferente a la copa; todo ello, lo mismo que las joyas que adornan la base son de época medieval. Las dimensiones son modestas:
Venecia y otros lugares conservan cálices de piedras semi preciosas de origen bizantino y en España hay ejemplares similares de los siglos XI y XII, pero se trata de vasos litúrgicos, engarzados en oro y plata y cubiertos de metal en su interior. Sin embargo, al componer el cáliz de Valencia, los orfebres destacaron la copa, desnuda de adornos, con grandes asas para llevarla sin tocar el preciado y delicado vaso de piedra traslúcida.
La tradición nos dice que es la misma Copa que utilizó el Señor en la última Cena para la institución de
Durante la invasión musulmana, a partir del año 713, fue ocultado en la región del Pirineo, pasando por Yebra, Siresa, Santa María de Sasabe (hoy San Adrían), Bailio y, finalmente, en el monasterio de san Juan de
La reliquia fue entregada en el año 1399 al Rey de Aragón, Martín el Humano que lo tuvo en el palacio real de
El Santo Cáliz en Valencia
Fue conservado y venerado durante siglos entre las reliquias de
Durante la guerra de
Durante la guerra civil (1936-1939) permaneció oculto en el pueblo de Carlet. El Beato Juan XXIII concedió indulgencia plenaria en el día de su fiesta anual, el Papa Juan Pablo II celebró
Ya hemos dicho que la crítica negativa nos dice que ya en tiempos de Jesús era una valiosa antigüedad y hay una costumbre israelita que nos da un dato positivo importante; en efecto, todavía en la actualidad cada familia judía conserva con cariño la “copa de bendición” para las cenas pascual y sabáticas. Los evangelios nos dicen que Jesús celebró el rito pascual en una sala decorosa, amueblada con divanes (Mc 14, 15) ¿Extrañaría que la familia que lo acogió no pusiese ante el Señor la preciosa copa familiar para que pronunciase las bendiciones rituales, la última de las cuales se transformó en la primera consagración eucarística del vino en
Así pues, los Apóstoles y los primeros cristianos pudieron identificar el vaso de la primera Eucaristía y conservarlo a pesar de su fragilidad ¿Cómo pudo conservarse intacto los primeros y azarosos mil años si no es porque lo protegía la memoria de un misterio sacratísimo?
Pero si bien la literatura griálica medieval encontró en la búsqueda del sagrado vaso un símbolo de purificación y de renuncia para llegar a la perfección personal y a la salvación, asistimos desde hace años a la aparición novelas fingidamente históricas y a toda una literatura esotérica que hace del Grial un oscuro objeto o una tradición ocultada a través de los siglos que conservaría la auténtica esencia del cristianismo o la verdadera historia de Jesús de Nazaret. Parece que lo que no consiguió la crítica liberal y el materialismo anti-religioso, se pretendiera ahora lograr con esta pseudo divulgación para destruir la limpia fe de la Iglesia en Jesucristo el Señor. De este modo, la sospecha y la falsedad buscan empañar lo que fue y debería seguir siendo un icono de la cultura cristiana.
Por ello, el Cáliz, con su autenticidad arqueológica y su tradición exenta de elementos maravillosos, nos remite a la época de Jesús y nos recuerda la institución de la Eucaristía como momentos históricos que transcienden el tiempo y llegan hasta nosotros como misterio de salvación. Así lo vivimos cuando la sagrada reliquia se traslada desde su preciosa capilla, la antigua sala capitular (siglo XIV), hasta el altar mayor en la celebración de la Santa Misa en la Cena del Señor, el Jueves Santo y en la fiesta solemne del último jueves del mes de octubre.
Este es el mensaje que se desea proclamar desde la Catedral de Valencia, con el apoyo de beneméritas asociaciones como la Real Hermandad y la Cofradía del Santo Cáliz que, junto con el Cabildo Metropolitano, mantienen el culto y la difusión de la devoción del Santo Cáliz, que se expresa en las peregrinaciones de parroquias y entidades religiosas y cívicas, todos las semanas, en la celebración de los “jueves del Santo Cáliz”.