AUTOBIOGRAFÍA DEL PADRE
CASTILLO
V
1648
En el tiempo en que estaba leyendo
Gramática en la primera clase de mínimos, andaba con unas entretelas y luces
grandes ante los ojos y una singular propensión y esperanza de alguna cosa de
gran servicio y gloria de Dios, en el barrio de San Lázaro, sin acabar de saber
ni entender lo que era, hasta que el primer domingo de la cuaresma, a primero
del mes de marzo de 1648, corrió la providencia divina la cortina y el velo al
misterio, por que yendo a hacer la doctrina cristiana a la parroquia del Señor San
Lázaro, aquella tarde, en donde se hacia la misión aquel año, y pasando como
una cuadra del Baratillo, que es como la feria en España, me dijo el hermano
compañero que iba conmigo, que volviese el rostro y viese la mucha gente que
había en el Baratillo; volví el rostro y viendo el grande gentío que había, me
dió un ansioso deseo y un gran fervor y determinación de ir allá, fuí y rompí
por entre la gente y con la cruz que llevaba en la mano, puesto sobre una
piedra y arrimado a la peana de adobes que estaba en medio de la calle, en que
estaba una cruz de mangles, comencé a levantar la voz poniendo y ponderando a
la gente las palabras del capítulo cuarto y tercero de San Mateo, en que
Christo, Redentor nuestro y su santísimo Precursor, comenzaron su sagrada predicación,
diciendo: Poenitentiam agite; appropinquavit enim regnum coelorum. Exhorté a
penitencia a la gente, y díjeles, entre otras cosas, que supuesto que aquel
lugar se llamaba del Baratillo, lo era por lo barato que se vendían allí cielo,
sólo por la penitencia y por un acto de contrición verdadera. Acabé la
exhortación y la plática cantando y ponderando un exemplo, y con un acto
fervoroso de contrición.
Proseguí el camino a San Lázaro con firme
resolución y propósito de volver el siguiente domingo al mismo puesto y a la
mesma feria material y espiritual. Volví el· domingo siguiente y poniéndome en
el mismo puesto, sobre un escaño, hice Una exhortación a la gente acabando con
un exemplo y con un acto de contrición. Proseguí los demás domingos platicando
sobre una mesa, por espacio de cinco años, hasta que el año de mil seiscientos
y cincuenta y tres, a dos de marzo, se enarboló y colocó en la hermosa peana
que hay hoy, la santa cruz que está en ella; la cual bendijo la mesma tarde·en
la parroquia de Señor San·Lázaro el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Pedro
de Villagomez, Arzobispo de esta ciudad, y se llevó en una solemnísima
procesión, en hombros de sacerdotes, con sobrepellices y estolas y la música de
la Cathedral, y se enarboló y colocó por manos de los mesmos sacerdotes que la
llevaron, en la peana en que está; Y para que la cruz· estuviese con más
decencia y con más comodidad de los oyentes que suelen asistir a las pláticas,
se hizo una grande y hermosa ramada en que se han gastado y en la peana en que
está colocada la santa cruz y en lo demás necesario para el ministerio del
Baratillo, hasta este presente año de 1666, cinco mil y tantos pesos, de los
cuales los mil dieron "de limosna personas pias y los cuatro mil dió mi
hermano el licenciado Alonso Rico, el cual fomentó mucho este ministerio en
particular, y los demás que he tenido, con su persona y limosnas.
El estilo y distribución que
en el ministerio del Baratillo se guarda es como aquí se sigue: Todos los días
que hay plática en el dicho lugar, que son todos los domingos del año y
cuaresma y las festividades de la Santissima Virgen, una hora antes de la
plática, que es a las cuatro de la tarde, se lee un libro espiritual, media
hora, a los hombres y a las mujeres que asisten en dicho lugar, luego se gasta
otra media hora en hacer la doctrina christiana a los niños de la escuela para
que la oigan, y aprendan también con esta ocasión muchos hombres que la
ignoran, o porque no saben leer, o por que no tienen quien se la enseñe, y se avergüenzan
de preguntarla, de que se sigue el no confesarse por esto muchos, juzgando que
el confesor les ha de reprender y reñir o negar la absolución. Acabada la
doctrina christiana se hace la plática encima de la peana, en pie, si se puede.
La materia, argumentos y asuntos de las exhortaciones y pláticas son los
misterios de nuestra santíssima fe, la malicia y gravedad del pecado mortal,
los novíssimos, la hermosura, el aprecio y estima que hemos de tener de la
gracia, los mandamientos de la ley de Dios y de Iglesia, la necesidad e
integridad de la confesión, las obras satisfactorias, oración, limosna, ayuno y
obras penales, y finalmente la necesidad y utilidad de la contrición. El estilo
de aquestas pláticas no es muy realzado y pulido, ni adornado y enriquecido de
conceptos y pensamientos muy sutiles y delicados, sino claro, que todos lo
entiendan, adornado de lugares de la Sagrada Escritura y Santos, de razones,
exemplos que enciendan y muevan las voluntades, guardando y observando la regla
del glorioso Apóstol San Pablo en el segundo capítulo de la primera epístola a
los Corintios: Cum venirem, ad vos, Fratres, Veni non in persuasibilibus
humanae sapientiae annuntians vobis testimonium Christi. Ergo et sermo meus, et praeadicatio mea non in
persuasibilibus humanae sapientiae verbis, sed in ostensione spiritus, et
virtutis, ut fides vestra non sit in sapientia hominum, sed in virtute Dei. Al
fin de las pláticas se cuenta un exemplo de la Santísima Virgen, exhortando a
su dulcíssima y cordial devoción, acabando con un acto fervoroso de contrición
y con esta devota salutación a la Santíssima Virgen María nuestra Señora:
"Dios te salve hija de Dios Padre, Dios te salve Madre de Dios hijo. Dios
te salve Esposa del Espíritu Santo. Dios te salve templo de la Santíssima
Trinidad. Padre nuestro Ave María. Madre admirable, consoladora de los
afligidos, Reina de todos los santos. abogada nuestra, vuelve a nosotros esos
tus misericordiosíssimos ojos, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén,
Jesús.
Acabada esta devota
salutación; se da al pueblo la. bendición convidando y pidiendo a todos que
vayan a la capilla de la Santíssima Virgen de los Desamparados, en donde se
corren los velos y se descubre la santa y devota imagen del santíssimo
crucifixo de la agonía, y mientras se van corriendo los velos se canta el tibi
soli peccavi, en arpa, y se cantan dos o tres versos de alguna devota y tierna
lamentación, con que se compunge y mueve la gente a hacer un acto fervoroso de
contrición, con que se vuelven a correr otra vez los velos y antes que se
levante y salga de la capilla la gente, saludan a la Santíssima Virgen todos
con la mesma salutación: Dios te salve etc. con Un Padre nuestro y Ave María y
una sábana santa por las ánimas benditas del purgatorio, y Alabado sea el Santíssimo
Sacramento del altar, etc. También solicité y procuré que en la mesma plazuela
del Baratillo se hiciese la doctrina Christiana y se predicase en su mesma
lengua a los indios, por ser muchos los que allí acuden, así serranos como
ladinos, con ocasión de la feria. Para que se eche de ver y sepa de cuan gran
servicio y gloria de Dios sea este ministerio del Baratillo, apuntaré algunos
casos de los muchos que han sucedido.