AUTOBIOGRAFÍA DEL PADRE CASTILLO – III
Después de haber leído
Gramática en el Callao, me mandaron viniese a leerla otra vez a Lima, en el
aula primera de mínimos, en donde después de haber leído algunos meses
Gramática, me dió licencia el Padre Provincial Bartolomé de Recalde, para ir a
Santa Cruz de la Sierra, a la misión de Ios Chiriguanas. Estándome ya aviando,
y enseñándome juntamente la lengua de aquellos indios el apostólico y venerable
Padre Antonio Ruiz de Montoya, de quien procuraré hacer después muy dilatada
mención, y con quien dentro de pocos días debía de salir de aquesta ciudad e ir
hasta Potosí , me llamó el dicho Padre Provincial y me dijo, que el
Excelentísimo Señor Marqués de Mancera, Virrey que era de estos Reinos, gustaba
que fuese yo acompañando y sirviese de capellán al Excelentísimo Señor Marqués
de Mancera, don Antonio de Toledo, su hijo, que iba a la fundación de Valdivia,
y a echar de allí al holandés enemigo. No pudo el Padre Provincial, según su
reverencia me dijo, excusarme de aquesta acción, con cuantas razones y excusas
le propuso a su Excelencia para ello, porque el Señor Virrey instó en esto, y
así el Padre Provincial me dió su palabra, que cuando Dios me volviese con bien
de Valdivia me enviaría a la misión de los chiriguanos.
1644
Fuí y ofrecíme por órden de la
obediencia al señor Virrey y al Excelentíssimo Señor Marqués de Mancera, don
Antonio de Toledo, por capellán, y. la víspera de año nuevo de mil
y-seiscientos y cuarenta y cuatro,sábado por la tarde, salí del puerto del
Callao en la nao capitana Santiago, en que iba Su Excelencia el Señor Marqués
Don Antonio por General de la armada, que se componía de once bajeles y de la
Almiranta Jesús María, que pocos días después salió y fué siguiendo a la
armada. La segunda noche después de haber salido la armada del puerto, pudo
suceder una gran desgracia, si la celestial .estrella del mar, María
Santíssima, no interviene con su divina luz y favor, porque la nao de San
Francisco de Asís coxió el barlovento a la Capitana, la cual, como era gran
velera, en menos de medio cuarto de hora estaba ya sobre el navío de San
Francisco y le metió el bauprés por entre los árboles, sin haberse podido
prevenir ni evitar el riesgo, por muchos remedios y diligencias que hicieron
los pilotos y marineros. Parecía Un día de juicio la noche con los gritos,
clamores y voces de la una y de la otra nao, viéndose entrambas enrredadas y
embrazadas, procurando muchos del navío de San Francisco pasar a la Capitana,
recelosos y temerosos de que les podía coxer debajo. Echose de ver el favor y
santíssima intercesión de la Virgen Santísima, Nuestra Señora, y las oraciones
de los santos religiosos descalzos de San Francisco, que iban en el navío,
porque casi calmó el viento entonces, con que dio lugar y tiempo la Capitana a
los del navío de San Francisco para que pudiesen cortar los árboles y zafarse
de aquel peligro. Prosiguió la armada su viaje yendo entonces por Almiranta y
por resguardo de toda la armada, a falta del galeón Jesús María el de San Diego
del Milagro, en que iba el Padre Pedro de la Concha por superior de los tres de
la Compañía que iban en dicha armada, a petición y devoción del Señor Virrey,
para la fundación y población de Valdivia.
A los doce días, cuando estaba
la gente quieta y acomodada, publiqué en la Capitana el jubileo de las
misiones, para el cual se fué disponiendo la gente; lo primero se echó un
pregón en la nao de que ninguno jurase, amenazando al que alguna vez
delinquiese con una pena muy grave, con que no se oía juramento entre los
soldados, con ser tantos los que había. Por la tarde se hacía la doctrina
cristiana a la chusma y después, antes de la oración, se cantaba a la
Santíssima Virgen la salve y luego la letanía de Cristo Nuestro Señor al Santo
Cristo que estaba sobre popa, contábase después el exemplo a la noche, a que
luego se seguían las confesiones, por ser el tiempo más quieto y más a
propósito. Ganóse el jubileo en la Capitana, día de San Sebastián, veinte de
enero, día en que el Excelentíssimo Señor Marqués de Mancera y General de la
armada, cumplía años.·Este día empavesaron todas las naos de 'la armada, y a la
tarde hicieron todas la salva disparando la artillería y pasando, por junto a
la Capitana, dando a su Excelencia el buen viaje. Fué día de gran regocijo y
consuelo, no solo para los cuerpos, sino también para el alma, por las
confesiones y comuniones y jubileo que hubo. Muy gran concepto hice entonces de
la importancia de las misiones que se hacen ,en las armadas, por las
confesiones de muchos tiempo que se hacen, por las muchas que se reiteran y
revalidan, por las enemistades y pleitos que se componen, por los agravios e
injurias que se perdonan y por los enfermos y desamparados a que se acude.
1645
Sábado por la tarde, a cuatro
del mes de febrero de mill y seiscientos y cuarenta y cinco, se halló derepente
toda la armada en frente del puerto de Valdivia, tan deseado, sin haber visto
otra tierra desde que salió la armada del puerto del Callao hastaentonces. Viró
la Capitana y toda la armada la mar adentro, porque iba entrando la noche, y el
día siguiente por la mañana, supimos se había ido ya el enemigo del puerto, con
que comenzó a entrar, a las tres de la tarde, la armada adentro la bahía,
haciendo con toda la artillería la salva. Habiéndose dispuesto los fuertes y la
primera población en la isla de Constantino, salió de Valdivia toda la armada,
sábado, primero de abril, y bajó por la plata del Rey a Arica. Cogiónos la
semana santa en la mar, con que hubo mucho que hacer en la Capitana en disponer
a la gente para cumplir con la Iglesia, y esta fué la principal razón y motivo
que tuvo el Señor Marqués para que yo volviese con su Excelencia y no me
quedase en Valdivia, en donde quedaron el Padre Pedro de la Concha, por
Superior, y el Padre Domingo Lázaro y el Padre Antonio Muniz, por curas y
capellanes de los soldados, hasta que fuesen a asistir otros Padres después
allí de la Provincia de Chile.
Sábado quince de abril,
víspera de pascua de resurrección, dió la armada fondo en Arica; de donde salió
con la plata a fines del mes de abril y llegó con ella al Callao, sábado seis
de mayo, de suerte que sábado salió del Callao la armada, en sábado llegó y
descubrió a Valdivia, en sábado llegó a Arica y en sábado llegó al Callao y dió
fondo, con que parece quizo dar a entender la Santíssima Virgen María, Nuestra
Señora, cuan por su cuenta corría el buen suceso y acierto y viaje feliz de
esta armada. Luego que llegué de la. misión de Valdivia a esta ciudad de Lima,
pedí al Padre Bartolomé de Recalde, que era Provincial todavía de esta
Provincia, que su reverencia cumpliese la promesa que me había hecho de
enviarme luego en volviendo a la misión de los Chiriguanas, a que me respondió
su reverencia diciendo, que la misión de los Chiriguanas se deshacía, por
cuanto en nueve años que habían estado con aquellos indios infieles los Padres,
no había habido remedio de reducirse, y que así me fuese a tener la tercera
probación al Callao, hasta que la santa obediencia dispusiera y me mandara otra
cosa.
Estando en tercera probación
me mandó la santa obediencia venir a leer otro vez Gramática, a la primera
clase de minimos, de este Colegio de Lima. En este tiempo se renovaron y
comencé otra vez, de nuevo, a sentir las tentaciones y los trabajos que en el espíritu
padecí antiguamente. Estando un día muy afligido y con grandes congojas y
desconsuelos en el espíritu, yendo a medio día después de quiete a la iglesia
con la comunidad a la letanía, y entrando por la puerta de la sacristía a la
iglesia y capilla donde dan gracias, oí, en tres o cuatro ocasiones y días al
mesmo tiempo, una voz interior muy clara y distinta que me decía : Yo te
ilustraré, yo te ilustraré; esta voz era muy delicada y suave, y no solo se
percibía con el oído, sino que también pasba y se oía en el centro del corazón
y del alma, con cierta esperanza y seguridad del cumplimiento de la promesa.
Como solía tener devoción, de confesar a los morenos enfermos de casa, aunque
estuviese asistiendo a la clase, si la ocasión lo pedía, me llamaron una noche
para que fuese a confesar a un moreno que estaba a priesa muriendo en la
enfermería; hallé que estaba sin habla, afligíame mucho el ver que moría aquel
pobre moreno sin confesión y sin sacramentos, púseme a rezar una devoción de
una corona a los siete dolores y gozos del Patriarca gloriosíssimo San José a
fin de que el moreno se confesase; tocaron a segunda a cenar y después de
haberme sentado a la mesa, vi que venía un hermano estudiante a prisa hacia mí,
ofrecióseme que debía de haber vuelto el moreno en sí, y fué así, con que fui a
confesar al moreno luego, y habiendo recibido el viático se le volvió a quitar
el habla, y murió recibiendo tan señalado favor y merced por medio e
intercesión del Patriarca gloriosíssimo San José.
Oremos
por su pronta Beatificación
todos
los 11 de cada mes en la
Iglesia
de San Pedro en Lima