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domingo, 26 de agosto de 2012

Homilia del XXI Domingo del T.O. - B

 
 ¿ Quieres irte o quedarte ?
 
Comentario de la Liturgia del XXI Domingo del T.O. - B
 
Escrito por el Padre Javier San Martin SJ

Estimados Amigos, Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor.

Hoy celebramos, junto con toda la Iglesia, el DOMINGO VIGÉSIMO PRIMERO DEL TIEMPO LITÚRGICO.

Hoy la Iglesia nos invita a continuar acompañando a Jesús que esta ahora en la Sinagoga de Cafarnaún, probablemente un día viernes o sábado. Es interesante recordar que esta Sinagoga fuera construida por el Centurión quien expresaría más adelante su fe en Jesucristo.
icon for podpress Domingo 21º:

Las ruinas en esta sinagoga han sido bellamente reconstruidas, posiblemente en el mismo lugar. Jesús acaba de pronunciar ese discurso tan duro e inaceptable para muchos: había que comer su carne y beber su sangre. Toda la gente murmuraba e incluso los mismos discípulos. Y se produce la primera crisis de amistad conocida como la crisis de Galilea, en la cual tantos dieron las espaldas al Señor Jesús y no volvieron más.
La crisis de Galilea, las crisis de la vida. Cuántas veces las he vivido y me han impulsado también a volver la espalda a aquel que pensaba era el que debía seguir. Son turbulencias en las que uno pierde el control de sí mismo, casi sin pensar. Se oscurecen los momentos bellos vividos anteriormente y tomamos decisiones impulsivas, de las cuales muchas veces, nos arrepentimos. Más de una vez he vivido esta experiencia y por eso comprendo la decisión que hoy tomaron muchos de abandonar al Señor. Al verlos alejarse me siento identificada pero, con un grande peso en mi corazón.
Jesús comprende que la situación no es del todo fácil y trata de hacerles comprender el sentido de sus palabras: “Las palabras que yo les he dicho, son espíritu y son vida, pero hay entre ustedes algunos que no creen.” Se había llegado a un momento crucial. Solo algunos darían el paso hacia la fe, otros en cambio, no aceptarían a Jesús. Pero el Maestro no quiere forzar a nadie. Les deja libres en su decisión. A todos. Incluso a los más allegados a Él. Y por eso, mirando a sus discípulos les dice: “¿Ustedes también quieren irse?”
Qué pregunta, qué mirada… Su mirada penetró profundamente en mí y encontró un corazón en dificultades, en angustia, con muchas dudas. En el tono de su voz pude sentir no un rechazo sino una amistad. Pero Él me dejaba libre y eso era lo que más me pesaba. ser libre de decidir. Y sobre mí caía la responsabilidad de hacer una u otra cosa. Más adelante yo no podría echar la culpa a nadie sino sólo a mí misma. Y por eso, me quedé también mirando al Señor con el deseo de que su presencia me ayudase a tomar la decisión más acertada. Pero… ¡qué momento!
Sí. El momento no era nada fácil. Se sentía en el ambiente una fuerte tensión que no se había experimentado antes. Los apóstoles se miraron unos a otros como preguntándose: ¿qué hacemos? Pero, fue entonces que Pedro, fogoso y espontáneo como de costumbre, se puso de pie y delante de todos le dijo al Maestro: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el santo de Dios.” ¡Vaya respuesta! Todos al escucharla se dieron cuenta que era exactamente lo que cada uno sentía. ¿Cómo abandonar al Maestro después que la chispa de la amistad había prendido? Hubiera sido muy difícil volverle ahora la espalda, porque tal vez, no estaban de acuerdo o no entendían bien lo que Él les decía ahora. Pero, fue gracias a Pedro que el grupo no se disolvió en aquel momento, sino que se sintieron más unidos entre ellos y con el Maestro Jesús. Tenemos que dar gracias a Pedro.
Gracias Pedro, al escuchar tus palabras yo también me he convencido que no tengo otra persona a quién recurrir sino al que tiene palabras que me conducen en la vida. Las crisis que he vivido hoy me han confirmado que sólo hay una persona en la que puedo confiar plenamente, ya que sus palabras no son un engaño, sino que son auténticas y llenas de amor por mí. Por eso hoy solo me queda decirte: Señor ¿a quién iré si tú tienes palabras de vida eterna? Tu eres el santo de Dios.

Y ahora viene lo más importante

Y bien, amigos, así terminamos esta breve reflexión dominical.
Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Toma el texto del evangelio en tus manos, San Juan, capítulo 6º, versículos del 60 al 69, y trata de sentir lo que el Señor te quiere comunicar.
Cecilia Mutual y el Padre Javier San Martín, agradecemos muy sinceramente tu presencia,
y nos despedimos hasta el próximo domingo.
 
 
 
¡Qué triste es la caída del que idolatraba a un dios que no lo puede salvar! ¿De qué sirve todo el dinero y todo el poder en la hora de la muerte? ‘Sólo tú, Señor, tienes palabra de vida eterna’” ...(Mons. Romero, 26 de agosto de 1979).