«Señor, ¿a quién acudiremos?», el título involucra no solo aspectos teológicos y pastorales, sino también necesidades más materiales: la crisis económica, la falta de trabajo, los temas éticos y la familia. Benedicto XVI prepara una intervención con indicaciones sobre estos desafíos
GIACOMO GALEAZZI
CIUDADA DEL VATICANO
GIACOMO GALEAZZI
CIUDADA DEL VATICANO
En Madrid, los «indignados» reprocharon al Papa no haberse reunido con una de sus delegaciones, y a los cristianos de base, el haber pasado por alto en sus discursos la plaga de la desocupación juvenil. En el XXV Congreso Eucarístico Nacional (CEN) de Ancona, que tiene como tema «Señor, ¿a quién acudiremos?», Benedicto XVI obviará la «laguna» recibiendo en el astillero naval, donde se desarrollará la concelebración eucarística, a una delegación de obreros con subsidio de desempleo y a un grupo de pobres ayudados por Caritas en el centro pastoral de Colle Ameno. Además, en la catedral de San Ciriaco, Benedicto XVI recibirá a las familias y a los sacerdotes, mientras que en la plaza del Plebiscito está previsto, por primera vez, un momento dedicado a los jóvenes prometidos. Desde el 3 de septiembre, durante una semana y en espera de la llegada del Pontífice, la capital de la región de Le Marche ofrecerá celebraciones, encuentros y reuniones de profundización. El Congreso Eucarístico reunirá a las delegaciones de 225 diócesis, prelados y abadías de Italia.
El evento reunirá al menos 250 000 fieles provenientes de toda Italia y representaciones de los países que tienen sus costas sobre el Adriático. Para la ocasión, estarán presentes también decenas de miles de jóvenes provenientes de las diócesis, que serán acogidos por las familias del territorio. Además de la capital, el congreso incluirá también a otras diócesis de la metrópoli de Ancona (Fabriano, Jesi, Loreto y Senigaglia). «La eucaristía tiene que ver con la vida cotidiana, y por lo tanto con los afectos, el trabajo y la fiesta, la fragilidad, la tradición y la ciudadanía —explica el arzobispo de Ancona, Edoardo Menichelli, presidente del Comité Organizador del CEN—, el congreso es una reunión del pueblo, una cita a la que todos están invitados, no simplemente para observar, sino también para participar.»
Y agrega: «Como cristianos, somos llamados a disolver las cadenas de un egoísmo que goza la vida, que admite al banquete a los pocos epulones sin prestar atención a los muchos lázaros, a redimir las injusticias y los escándalos procaces que estropean la dignidad del hombre, hijo de Dios». Entre las actividades del programa, se encuentran la muestra «A la Mesa del Señor: Obras maestras del arte europeo, desde Rafael hasta Tiépolo», el concierto del maestro Giovanni Allevi y de la Orquesta Filarmónica de Le Marche, el Via Crucis realizado por la Associazione Europpasione per l'Italia y la procesión eucarística. Como en la vigilia de la Jornada Mundial de la Juventud, no faltan las polémicas sobre los costes del evento, pero en realidad también en Ancona, como en Madrid, los gastos serán cubiertos enteramente por la Iglesia y por los patrocinadores. Benedicto XVI participará en la jornada de cierre del Congreso Eucarístico, «una ocasión para comprobar si se cree verdaderamente en Cristo Señor, cultivar la esperanza liberándose de los nudos peligrosos del pecado, amar a esta humanidad haciéndole redescubrir el estupor del bien», destaca el arzobispo Menichelli, que invita a «interpretar los grandes interrogantes de la existencia, introduciéndolos en la dimensión del misterio, donde la vida, la muerte, la cruz, el cansancio, la alegría, el amor encuentran una explicación beatificante» y a «sostener, como nuevos hombres de Cirene, los pasos lentos y frágiles de los pobres, de los débiles, de los últimos».
El Congreso Eucarístico también servirá a la Iglesia italiana para recapitular sobre el compromiso concreto de las diócesis en un momento de crisis económica del país, para «recibir el grito y el extravío de la sociedad contemporánea, la inquietud, la soledad de nuestra agotada generación, y ofrecer, dando testimonio de Él, a Cristo como camino de verdad y de vida», subraya Menichelli. Y, al mismo tiempo, el congreso hará de puente con los que están lejos, «una puerta abierta para cada hombre y cada mujer de buena voluntad que, si bien lejano del misterio de Dios, debe saber que Dios lo ama y lo convoca a su banquete de amor: Dios, revelándose en Cristo, no es el Dios del miedo, sino de la misericordia»
En los próximos diez años, la Conferencia Episcopal Italiana estará orientada a «pensar y vivir una pastoral para el hombre y con el hombre dentro de la trama de las relaciones cotidianas, y capaz de hacer crecer la identidad de la persona y su dimensión vocacional», puntualiza el secretario general de la CEI, Mariano Crociata: «El Congreso Eucarístico resalta el carácter interior y público del misterio, que está al centro de la Iglesia. Nadie debe sentirse excluido, porque todos están invitados a la salvación de la Iglesia». La intimidad espiritual no comporta secretos ni ocultamientos. «El Congreso Eucarístico desea ser un testimonio público de la cuenta con la que la Iglesia italiana tiene su tesoro más precioso», reafirma el portavoz y subsecretario del CEI, monseñor Domenico Pompili, que exhorta a «releer e interpretar los diferentes ámbitos de la vida, como la familia, el trabajo, la enfermedad, la inmigración, como lugares de testimonio cristiano.» En resumen, una ocasión que le permite a Italia «volver a encontrar su “alma” profunda, y que salga a la luz la nueva espiritualidad de la vida cotidiana».
http://vaticaninsider.lastampa.it/