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Domingo de Ramos con Maria 2018

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viernes, 21 de mayo de 2010

23.05 Pentecostes

Tu Espíritu me mueve desde dentro

EL ESPÍRITU SANTO VIENE PARA QUEDARSE
Escrito por el Padre Javier San Martin SJ
PENTECOSTÉS
Juan 20, 19 - 23
Domingo 23 de mayo 2010



ESTIMADOS HERMANOS:
Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar el Día del Señor. Hoy la Iglesia con gran gozo celebra la fiesta de PENTECOSTÉS, en la que recordamos la venida del Espíritu Santo sobre el colegio apostólico.

Este es uno de los momentos más grandes de la historia de la humanidad. Después de que Jesús había ya cumplido con su misión en este mundo, llegaba la tercera persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu Santo, para continuar la obra realizada por Jesús. Y su venida se realizó de la forma más sencilla, como al mismo tiempo, más sorprendente. Los discípulos estaban aún reunidos en una casa a puerta cerrada por miedo a los judíos, cuando Jesús, que había ya resucitado de entre los muertos, se hizo presente en medio de ellos. Podemos imaginar que los sentimientos de los discípulos al ver a Jesús fueron de lo más variados, el temor mezclado con la alegría, y la sorpresa. Pero esta vez la llegada de Jesús era para cumplir una promesa que les había hecho anteriormente. Él ya había dado todo de sí mismo para la salvación de la humanidad, incluyendo su propio cuerpo y sangre.
Pero ahora viene a los discípulos para darles algo más, muy querido para Él mismo. En esta ocasión, sin embargo, Jesús no utiliza el pan, como lo hiciera en la última cena, ni tampoco algún elemento externo, sino que ahora utiliza su propio aliento, algo que le pertenecía y que provenía de lo más íntimo de su ser. El evangelista San Juan, en un bello pasaje, nos narra aquel histórico momento cuando Jesús, dirigiéndose a sus discípulos, les dijo:

“Como el Padre me ha enviado, así también les envío yo, Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Reciban el Espíritu Santo, a quienes le perdonen los pecados, les quedarán perdonados, y a quienes se los retengan, les quedarán retenidos.



No fue, pues, una cosa la que ahora dejaba Jesús a sus discípulos antes de partir, ni tampoco una persona, por más importante y sabia que fuera, sino que les dejó un poder que fluía de lo más hondo de su ser, su propio aliento, que se convertía en camino para que el Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, llegara a los discípulos e inundara la tierra.
Qué alegría tan grande y profunda sentiría Jesús en aquellos momentos. Él se iba al Padre, pero dejaba en este mundo lo mejor que Él podía dejar, alguien que Él conocía y amaba desde toda la eternidad, alguien que había sido ya prometido por el mismo Padre para toda la humanidad. De esta manera las tres personas de la Santísima Trinidad entraban a tallar en la tarea de la salvación de la humanidad. La alegría de Jesús era inmensa al sentir que Él había ya cumplido todo lo que se le había encomendado, y que su tarea no quedaría como un acto aislado sino que ahora sería continuada hasta el final de los tiempos por el Espíritu Santo.
Jesús en este profundo suspiro, dio a la humanidad el regalo más grande e imperecedero que pudiera recibir. Con este don, dejaba en su Iglesia lo que más necesitaba el hombre: el perdón de sus pecados y de esa manera podía entrar en el Reino de Dios. Qué inmensidad de regalo. Pero también el hombre recibía la gracia de perdonar a otros. Qué difícil se nos hace muchas veces el perdonar. Pero lo que resulta difícil, a veces imposible, se hace ahora posible gracias al don dejado por Cristo que es el Espíritu Santo.
De igual manera, en cuántas exigencias de nuestra vida cotidiana. No pocas veces, nos brota decir: esto no lo puedo hacer, es muy difícil, esto es para los santos. Pero amigos, el Espíritu Santo no solo será para nosotros un abogado, un intercesor delante del padre, sino una fuerza espiritual que nos permitirá superar los pequeños y grandes escollos de la vida, y poder así conquistar la meta final.
Por eso, hoy día cobra mayor fuerza el llamado continuo de la Iglesia para que busquemos y tendamos hacia la santidad. Sí, la santidad. Pero si solo contáramos con nuestras propias fuerzas humanas, esto sería algo imposible, una verdadera utopía. Pero gracias al Espíritu Santo que trabaja constantemente en nuestras vidas, esta ansiada meta, se hace factible, realizable, alcanzable. Este gran don hará de cada uno de nosotros un hombre nuevo, y de la humanidad entera, una nueva civilización de fe, esperanza y amor.

Y AHORA VIENE LO MÁS IMPORTANTE
Y así amigos, terminamos nuestro breve comentario a la liturgia de este domingo, pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.Te invito, pues, a tomar el texto del evangelio en tus manos: San Juan, Capítulo 20, versículos 19 al 23 y trates de escuchar lo que el Señor Jesús te quiere comunicar, a través de él. Te agradezco muy sinceramente haber estado con nosotros, Y nos encontramos el próximo domingo.
http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2010/05/21/el-espiritu-santo-viene-para-quedarse/




SALVE REGINA MATER … O CLEMENTS O PIA O DULCIS VIRGO MARIA