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sábado, 28 de junio de 2014

29.06 Obolo de San Pedro




¿Qué es el "Óbolo de San Pedro"?

Donativos de los fieles al Santo Padre que se emplean en obras misioneras, iniciativas humanitarias y de promoción social, así como también a sostener las actividades de la Santa Sede.



Una práctica muy antigua que llega hasta hoy

Con el cristianismo nace la práctica de ayudar materialmente a quienes tienen la misión de anunciar el Evangelio, para que puedan entregarse enteramente a su ministerio, atendiendo también a los menesterosos (cf. Hch 4,34; 11,29).

Los anglosajones, tras su conversión, a finales del siglo VIII, se sintieron tan unidos al Obispo de Roma que decidieron enviar de manera estable una contribución anual al Santo Padre. Así nació el “Denarius Sancti Petri” (Limosna a San Pedro), que pronto se difundió por los países europeos.


Ésta, como otras costumbres semejantes, ha pasado por muchas y diversas vicisitudes a lo largo de los siglos, hasta que fue regulada de manera orgánica por el Papa Pío IX en la Encíclica “Saepe Venerabilis” (5 de agosto de 1871). 


Esta colecta se realiza actualmente en todo el mundo católico, en la “Jornada mundial de la caridad del Papa”, el 29 de junio o el domingo más próximo a la solemnidad de San Pedro y San Pablo.


El Óbolo de San Pedro hoy

Juan Pablo II ha indicado a comienzos de su pontificado el criterio general que inspira la práctica del Óbolo: “La base primaria para el sostenimiento de la Sede Apostólica está representada por los donativos que espontáneamente hacen los católicos de todo el mundo, y eventualmente también otros hombres de buena voluntad. Esto corresponde a la tradición que tiene origen en el Evangelio (cf. Lc 10,7) y en las enseñanzas de los Apóstoles (cf. 1 Co 9, 11)” (Carta al Cardenal Secretario de Estado, 20 de noviembre de 1982).

Los donativos de los fieles al Santo Padre se emplean en obras misioneras, iniciativas humanitarias y de promoción social, así como también a sostener las actividades de la Santa Sede. 


“Conocéis las crecientes necesidades del apostolado, las exigencias de las comunidades eclesiales, especialmente en tierras de misión, y las peticiones de ayuda que llegan de poblaciones, personas y familias que se encuentran en condiciones precarias. Muchos esperan de la Sede Apostólica un apoyo que, a menudo, no logran encontrar en otra parte.

Desde esta perspectiva, el Óbolo constituye una verdadera participación en la acción evangelizadora, especialmente si se consideran el sentido y la importancia de compartir concretamente la solicitud de la Iglesia universal”



(Alocución a los miembros del Círculo San Pedro, 28 de febrero de 2003)


El Santo Padre, como Pastor de toda la Iglesia, se preocupa también de las necesidades materiales de diócesis pobres, institutos religiosos y fieles en grave penuria (pobres, niños, ancianos, marginados, víctimas de guerras y desastres naturales; promoción y ayuda a instrumentos de comunicación social; ayudas particulares a Obispos o Diócesis necesitadas, educación católica, ayuda a prófugos y emigrantes).