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Domingo de Ramos con Maria 2018

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viernes, 5 de febrero de 2010

5 Febrero 1985: Visita Iquitos y despedida del Peru



ENCUENTRO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II CON LOS NATURALES DE IQUITOS
Martes 5 de febrero de 1985
Doy gracias al Eterno Padre, porque puedo estar aquí entre vosotros. Y os expreso mí alegría, porque los mensajeros del Evangelio de Jesucristo han llegado a esta zona y han traído la gracia del bautismo a sus habitantes, la mayor riqueza existente entre estos extensos bosques, porque sois imagen de Dios ...


En primer lugar al Pastor de esta ciudad de Iquitos que me acoge, sucesora del poblado que iniciara, hace 224 años, el misionero padre José Bahamonde, con la intención de evangelizar a los naturales de estas tierras, que han legado su nombre a la ciudad.
Mí saludo se extiende también a todos los habitantes del vicariato apostólico de Iquitos, lo mismo que a los Pastores y fieles de los vicariatos de San José del Amazonas, Jaén, Yurimaguas, San Ramón, Requena, Madre de Dios, Pucallpa y de la prelatura de Moyobamba ...

Me alegra profundamente encontrarme con vosotros, que representáis a tantas y tan diversas comunidades nativas del Perú. Pero todas hermanadas en «un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos» (Eph. 4, 5). He querido venir hasta aquí, para deciros que el Papa siente profundo afecto por vosotros, precisamente porque por mucho tiempo habéis sido los más olvidados. Gracias ante todo por haber venido a este encuentro con el Papa. Conozco las dificultades, los largos e incómodos recorridos por ríos y trochas que habéis tenido que hacer muchos de vosotros



Al concluir esta visita, dedicada a todo el pueblo creyente de la Amazonia, dejo el Perú, tierra engarzada por santuarios dedicados ala Madre de Dios.
A Ella, a María, Reina de la Selva Amazónica, encomiendo las intenciones y necesidades de los responsables de la fe y pueblo todo de esta extensa área geográfica. Ella os proteja y acompañe. Ella os dé aliento y os haga sentir la gran serenidad y confianza que derivan de la Palabra de Jesús: Id, predicad a todas las gentes, bautizándolas. «Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Matth. 28, 20). + Al despedirme, sin despedirme...


El último tramo de su primera visita al Perú fue Iquitos, donde se ganó a todos afirmando que “el Papa es charapa”. Un detalle que simboliza su inmensa capacidad de comunicación y de ganarse a las multitudes con su liderazgo natural y apostólico

*






Despedida del Santo Padre


Señor Presidente, Hermanos en el episcopado, peruanos todos:
Han ido pasando con rapidez estas jornadas —casi cuatro— que he transcurrido con vosotros. Los sucesivos encuentros con el pueblo fiel peruano, me han llevado de la costa a algunas de vuestras imponentes alturas andinas.
Llega ahora el momento de despedirme del Perú, aunque he de visitar todavía vuestra selva de grandes ríos, para encontrar en Iquitos a las poblaciones nativas.
Y en esta circunstancia, al sentimiento de admiración por vuestra cultura y valores; por el acervo histórico que arranca del Imperio Inca; por la majestuosidad del Machu Picchu y tantos otros lugares, se unen el gozo por vuestro espíritu cristiano y la gratitud por vuestra hospitalaria acogida.
Los encuentros con cada grupo eclesial del Perú, el contacto con las diversas categorías del pueblo fiel, —de Lima a Arequipa, del Cuzco a Ayacucho, del Callao a Piura o Trujillo— me han hecho ver una religiosidad que se expresa en el joven y el adulto, en el enfermo y el trabajador, en los pescadores y campesinos, en los habitantes de los pueblos jóvenes o de las ciudades.
Mi viaje concluye ahora. Quiera Dios que marque un atisbo de primavera y que comience aquí la germinación de nuevos frutos de fe y de vivencia en el obrar de cada día. Estos eran los objetivos de mi venida, que van mucho más allá de la estadía en el País.
He de agradeceros a todos, de manera particular y prioritaria al Señor Presidente de la República, a sus Colaboradores a los distintos niveles, al Señor Cardenal, al Episcopado, a tantos otros servidores de la Iglesia y de la sociedad, el empeño puesto —con tanto entusiasmo y competencia— en la preparación y desarrollo de esta visita del Papa. A todos cuantos han colaborado, aunque su labor no haya sido notada y precisamente por ello, llegue mi gratitud más sincera, que se hace también oración por ellos, por sus intenciones y familias.En muchos lugares de la serranía y de la costa, en las cimas de los montes, en las encrucijadas y cercanías de los pueblos peruanos, se yergue con frecuencia la cruz, acompañada a veces de los símbolos de la Pasión de Cristo. Es una devoción muy radicada en la piedad popular. El Señor de los Milagros de Lima, de los Temblores en Cuzco, de Luren en Ica, de Burgos en Chachapoyas y Huánuco, de la Agonía y de Huamantanga en las zonas del Norte, son buena prueba de ello
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Yo quería invitaros, antes de dejar vuestro suelo, a hacer de esa cruz de la Pasión el símbolo de vuestra fidelidad a Cristo y al hombre por Él. Frente a quienes os invitan a abandonar vuestra fe o la Iglesia en que os hicisteis cristianos; frente a quienes os invitan al materialismo teórico o práctico; frente a quien os muestra caminos de violencia; frente a quien practica la injusticia o no respeta el derecho de los otros.Para favorecer estos objetivos ha venido el Papa al Perú. Desde aquí o desde lejos, él espera vuestra respuesta. Y entre tanto, con brazos de amigo os bendice cordialmente a vosotros y a todos los peruanos. +

Foto: S. S. Juan Pablo II a su llegada a la Ciudad de Iquitos
Foto: S. S. Acomodandose presente entregado por un nativo de Iquitos.
Foto: S.S Juan Pablo II besando la imagen de la Virgen Maria en Iquitos.
Foto: S.S. Juan Pablo II al subir al avion antes de partir del Peru
Foto: S. S. Juan Pablo II, Monseñor Durand Flores del Callao y el Monseñor Augusto Vargas Alzamora SJ, Futuro Arzobispo de Lima y Cardenal del Peru.
El Papa Juan Pablo II nos dejo una honda huella en nuestro pais. Nunca, al menos los que vivieron esa presencia del Vicario de Cristo, nunca olvidaremos lo cercano que estuvo con nosotros, como uno de nuestra familia, y las enseñanzas que nos dejo. Un pedazito de cielo en nuestra tierra: Peru.
Oremos pues, por su pronta beatificacion.