Lima, Hipódromo de Monterrico.
* "Por ellos me consagro a ti..." (Jn 17, 19).
En la lectura del Evangelio de San Juan que hemos escuchado, han sido proclamadas estas palabras que Cristo pronunció en el Cenáculo, poco antes de dirigirse al Getsemaní, donde comenzaría su pasión y sacrificio. Son palabras con las que Jesús se dirige al Padre en su "oración sacerdotal". Cristo ruega por sus discípulos, por la Iglesia, por la humanidad. Ruega para que el amor del Padre esté en nosotros...
... Con tales palabras que hoy resuenan en medio de esta asamblea del Pueblo de Dios, en el histórico centro del antiguo Imperio Inca, viene a vosotros, queridos hermanos y hermanas, el Obispo de Roma. Él agradece a la Providencia poder cumplir también aquí su ministerio de Sucesor de Pedro: confirmar a sus hermanos en la fe (cf. Lc 22, 32).
* En efecto, el 18 de enero de 1535 es fundada vuestra ciudad, que acaba de conmemorar su 450 aniversario. Pocos años después, el Papa Paulo III la erige en arquidiócesis. Y aunque los habitantes de la ciudad eran pocos, la extensión de la arquidiócesis fue enorme, pues llegaba hasta Nicaragua, Chile y el Río de la Plata. Casi toda América del sur dependió prácticamente, por algún tiempo, de esta sede metropolitana.
Pastor insigne de la misma fue Santo Toribio de Mogrovejo, segundo Arzobispo de Lima, que durante casi 25 años animó con ejemplar celo la vida religiosa de esta vasta sede, recorriendo en admirables viajes toda su extensión. En su tiempo se celebró el III Concilio Limense (1582-1583), cuyas normas de evangelización y organización eclesial han perdurado por siglos.
De aquí partió un admirable esfuerzo misionero que aun hoy causa asombro, al pensar cómo aquellos valerosos heraldos de la Buena Nueva pudieron superar tantas dificultades.
Aquel esfuerzo y la abnegación de ejemplares Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles hizo posible la floración de vida cristiana, que con el pasar de los años echó raíces hasta madurar en frutos escogidos, como Santa Rosa de Lima, Martín de Porres, Juan Macías y la nueva Beata Ana de los Angeles, honor de la Iglesia, de la nación peruana, de esta ciudad de los Santos en el Nuevo Mundo.
En esa perspectiva, presento mi saludo fraterno y afectuoso al Señor Cardenal y Pastor de esta histórica sede de Lima, a los Obispos Auxiliares, así como a todos los Hermanos obispos del Perú. Ellos han querido unirse al Papa en la cordial acogida al grupo de diáconos que van a ser ordenados sacerdotes.
Saludo igualmente a los sacerdotes, religiosos y religiosas, que con generosa dedicación prestan su servicio a la Iglesia en los diversos campos de la pastoral, así como a los laicos de los movimientos apostólicos, de las organizaciones católicas, y a todos los fieles presentes.
* De modo particular dirijo mi saludo a las familias de Lima y a todas las familias del Perú, a las que está dedicada esta Eucaristía. Ellas que son las "iglesias domésticas" (cf. Lumen gentium, 11), como se lee en los primeros textos cristianos, constituyen un lugar específico de la presencia de Dios, santificado por la gracia de Cristo en el sacramento.
El sacramento del Matrimonio nace, como de una fuente, del sacrificio redentor de Cristo, quien con su pasión y muerte comunica la gracia que santifica. Desde la majestad imponente de la cruz, el Señor parece dirigirse a todas las familias, a todos los cónyuges para decirles: "Por ellos me consagro a ti, para que también ellos sean consagrados en la verdad" (Jn 17, 19) ...
... ¡Queridos jóvenes! Habéis sido llamados para servir al Pueblo de Dios, que ya desde antiguo tiene, por instinto de fe, un sentido muy certero de la misión del sacerdote y de su necesidad en la Iglesia. Así lo reconoció en una ejemplar figura sacerdotal, el Padre Francisco del Castillo sj, nacido en esta ciudad.
Por eso, este Pueblo pide a sus sacerdotes que sean ante todo auténticos maestros en la fe, en la verdad, en la vida espiritual, y no meros dirigentes humanos; aunque también ha de preocuparles hondamente la promoción humana, cultural y social de sus hermanos, iluminados por el Evangelio. "No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros" (Jn 17, 16) os dice el Señor hoy. Habéis sido consagrados para llevar un estilo de vida que os une a Cristo con un vínculo inefable e irrevocable por el carácter sacramental. Acogiendo el mandato de la Iglesia, actuaréis "in persona Christi": consagrando su Cuerpo y su Sangre, perdonando los pecados, predicando su Palabra, administrando los demás sacramentos. El testimonio de vuestra vida ha de ser, por ello, de amor y de servicio: hombres de Dios, hombres para los demás.
En este día de vuestra ordenación sacerdotal, ruego para que el Espíritu Santo grabe a fuego en vuestros corazones aquellas palabras del Apóstol Pablo: "Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios os exhortase por medio de nosotros" (2 Cor 2, 20).
En esa tarea, sostenidas por una oración perseverante, y fieles a vuestra oblación mediante el celibato, sed colaboradores fieles y generosos de vuestros Obispos. Ellos, al igual que Moisés, como hemos escuchado en la primera lectura, tienen necesidad de colaboradores que "lleven la carga del pueblo" (Num 11, 17).
* Es necesario, sin embargo, que toda la comunidad diocesana se responsabilice de estas necesidades. De aquí mi deseo de dirigirme hoy a las familias cristianas del Perú, para que se empeñen en esa tarea. Además, si vuestros hogares no se convierten en verdaderas "iglesias domésticas", en las que los niños reciban desde sus primeros años la fe de sus padres y aprendan a través de su ejemplo el recto comportamiento moral, difícilmente florecerán las vocaciones sacerdotales que necesita la Iglesia en el Perú, para realizar su obra evangelizadora.
"Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo" (Jn 17, 18). La Iglesia en el Concilio Vaticano II ha visto en estas palabras de su Señor y Maestro no sólo la enseñanza perenne sobre la vocación y misión sacerdotal, sino también la doctrina evangélica sobre la vocación y misión de los laicos, discípulos de Cristo.
... Para poder ser fieles a ese programa exigente, que no falte en vuestros hogares la oración familiar según vuestras mejores tradiciones; la piedad hogareña hacia la Virgen María, tan arraigada entre vosotros, la devoción y consagración de la familia al Corazón de Jesús, tan amadas por el pueblo peruano. A este propósito quiero alentar y bendecir a todas aquellas familias que han entronizado en sus hogares la imagen del Corazón de Jesús, como signo de fidelidad a Cristo y como preparación a la venida del Papa.
¡Queridos esposos, esposas e hijos de familia! Renovad en esta Eucaristía vuestra fidelidad y amor mutuo, basándolo en el sincero amor a Cristo...
... Deseo repetir estas palabras, dirigiéndolas a vosotros, venerables Hermanos en el episcopado; a vosotros, queridos sacerdotes, en particular a los recién ordenados; a vosotros, religiosos y religiosas de las diversas Congregaciones; a vosotros, esposos, padres y madres, jóvenes y niños; a todo el Pueblo de Dios de Lima y del Perú.
¡A todos os encomiendo a Dios!
¡Sí! La Palabra de su gracia tiene poder para edificar la "Iglesia del Pueblo de Dios"; para obteneros "la herencia con todos los santos", en la comunión de los Santos.
¡Vuestra es esa herencia!
¡Guardadla bien!
Vosotros sois la "Iglesia de Dios, que Él ha conquistado con su sangre. ¡Permaneced en ella!
Por vosotros, Cristo se "ha consagrado a sí mismo, para que también vosotros seáis consagrados en la verdad".
¡Permaneced fieles a Él! ¡Permaneced fieles a Él!¡A Dios os encomiendo! *
Si desea escuchar las entrevistas completas, puede ingresar a: www.iglesia.org.pe/25aniversario_jpii/testimonios.htm
Papa Juan Pablo II los consagró hace 25 años, en Lima
6 sacerdotes de la Arquidiócesis de Trujillo, están cumpliendo sus Bodas de Plata Sacerdotales. Para ello, los fieles de las parroquias donde ellos trabajan, se vienen preparando con mucha alegría para celebrar el aniversario Sacerdotal de sus párrocos.
Para los padres es una gracia de Dios el tener la dicha de haber recibido el Orden Sacerdotal por la imposición de manos del, hoy venerable, Papa Juan Pablo II, quien en su primera visita Apostólica que hizo al Perú en 1985, confirió el Orden Sacerdotal a 47 Sacerdotes de Cristo de distintas jurisdicciones Eclesiásticas del país, entre ellos, seis de nuestra Arquidiócesis.
El 3 de febrero fue un día histórico para la Iglesia en el Perú, ya que el Hipódromo de Monterrico, en Lima, fue testigo de la multitudinaria convocatoria de fieles que participaron de la Eucaristíacelebrada por el Santo Padre.
Se trata de los presbíteros Sixto Linares Díaz, José Antonio Bohuytrón Solano, Roosevelt Rodríguez Rodríguez; al igual que Santiago Ramos Velásquez; Francisco Guevara Abelardo; y Wenceslao Tadeo Calvo. Cada uno ofrecerá una Eucaristía Misa de agradecimiento por los 25 años en el Ministerio Sacerdotal junto a sus comunidades parroquiales el miércoles 3 de febrero. Asimismo, el día jueves del mismo mes, los 6 padres se reunirán enel Santuario de Schonstatt, a las 7:00 pm, para agradecer a Dios por sus Bodas de Plata, ofreciendo el Sacrificio Eucarístico.
“Nunca pensé ser ordenado por el Papa. Estar al lado del Santo Padre es una gracia” afirma el padre Sixto Linares. “Es un regalo tan grande que Cristo me hizo a través de su Vicario y que me compromete a seguir siendo sacerdote de su Iglesia, tratando de hacerlo con mucho cariño”, sostiene el R.P. Linares Díaz, quien actualmente dirige la parroquia “La Santa Cruz”.
1 Ordenacion Sacerdotal en el Hipodromo de Monterrico
2 Imposicion de manos del Santo Padre Juan Pablo II
3 Foto Obispo de la Diócesis de Tacna y Moquegua, Monseñor Marco Antonio Cortez Lara.