En Glasgow, en Escocia, san Juan Ogilvie, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, desterrado en diversos países de Europa, después de dedicar muchos años al estudio de la teología fue ordenado sacerdote y volvió ocultamente a su patria, donde se entregó diligentemente al cuidado pastoral de sus conciudadanos, hasta que, encarcelado y condenado a muerte bajo el rey Jacobo I, alcanzó en el patíbulo la gloriosa palma del martirio.
Vida y milagros de San Juan Ogilvie
El padre Juan Ogilvie procedía de una familia noble.
El padre Juan Ogilvie procedía de una familia noble.
Nació en Drum-na-Kelth (Escocia), en el año 1579 y fue educado en el calvinismo. A los trece años su padre lo envió a Francia, Italia y Alemania para darle una educación más completa.Allí tuvo los primeros contactos con el catolicismo dado que las controversias religiosas eran muy populares en esos lugares. Se convirtió al catolicismo y fue recibido en la iglesia del colegio escocés de Lovaina en 1596, a los diecisiete años. Abrazar la fe católica significaba para Juan la ruptura con la familia y la pérdida del apoyo que de ella recibía, la renuncia a una carrera brillante y la persecución reservada a los traidores.
El 15 de noviembre de 1599 ingresó al noviciado de los jesuitas en Brno, estudió filosofía en Gratz, fue profesor del colegio de los jesuitas en Viena y finalmente estudió la teología en Olmutz, siendo ordenado sacerdote en París el año 1610. Después de tres años de vida pastoral en la ciudad de Ruán consiguió permiso para ir a Inglaterra.Llegó a Escocia, bajo la guía de un exoficial, dedicado al comercio de caballos, con el seudónimo de Juan Watson y fingiéndose tratante de caballos, pues las leyes contra los sacerdotes que ingresaban en la Gran Bretaña eran muy severas. Desembarcó en noviembre de 1613 en el puerto de Leith.Concentró su actividad en Renfrewshire, Edimburgo y Glasgow, afrontando mil peligros. La comunidad católica del padre Ogilvie comenzó a crecer en la clandestinidad y se hizo famoso por la insistencia con que predicaba el fervor en la vida católica; con grandes peligros, visitaba a los católicos: sir James MacDonald recordaba con satisfacción las visitas en la prisión del padre Ogilvie, quien fue traicionado y arrestado en Glasgow el 14 de octubre de 1614.Fue sometido a torturas e interrogatorios prolongados para que denunciara a los católicos, llegando a privarle del sueño por ocho días consecutivos. Siendo interrogado sobre si la jurisdicción del Papa se extendía a la autoridad del rey en materia espiritual, lo afirmó constantemente declarando que estaba dispuesto a morir para defenderlo. En todos los juicios que se prolongaron durante meses, ya en Glasgow, ya en Edimburgo, el padre no retrocedió porque no podía, ni quería traicionar a Dios. La noticia de su heroísmo corrió por toda Escocia, de tal manera que los perseguidores y especialmente el arzobispo anglicano hubieran dado cualquier cosa para que renegara de su fe y aceptara la supremacía del rey. Aunque los guardias comenzaron a tratarlo con mayor rigor, el padre Ogilvie pudo escribir en latín un relato sobre su prisión; cuando lo terminó, consiguió deslizarlo por debajo de la puerta a algunos católicos que habían entrado en la cárcel. Al fin declaró: Salvaré mi vida solamente si puedo salvarla sin ser forzado a perder a Dios. No pudiendo conservar ambas cosas, pierdo voluntariamente el bien menor, por conservar el mayor. Fue sentenciado a morir como traidor. Los verdugos le ofrecieron la libertad si renegaba de la fe.
Murió ahorcado el 10 de marzo de 1615, en Glasgow.
Fue beatificado en 1929 por el papa Pío XI y canonizado en 1976 por el papa Pablo VI.
1615.
Fue martirizado en Glasgow San Juan Ogilvie, noble escocés de 35 años, educado en el calvinismo. En Lovaina fue convertido por el célebre jesuita Cornelio a Lapide y fue recibido en la Compañía.
Disfrazado de oficial escocés con el nombre del capitán Watson, visitaba a los católicos de casa en casa y confortaba en las cárceles a los presos por Cristo. Fue traicionado y ante los jueces declaró que el Papa, y no el rey, era en Escocia la suprema autoridad eclesiástica. Después de feroces torturas, murió ahorcado. Fue el primer jesuita escocés que murió por la Fe.
Disfrazado de oficial escocés con el nombre del capitán Watson, visitaba a los católicos de casa en casa y confortaba en las cárceles a los presos por Cristo. Fue traicionado y ante los jueces declaró que el Papa, y no el rey, era en Escocia la suprema autoridad eclesiástica. Después de feroces torturas, murió ahorcado. Fue el primer jesuita escocés que murió por la Fe.
Lo canonizó Pablo VI en 17 de octubre de 1976.
Fuente: ÁLVAREZ, Jaime, S.J. (+) Este Día en la Compañía de Jesús. Pasto: Colombia, 1995.
San Juan de Ogilvie, S. J. († 1615),
Presbítero y mártir. Es la Inglaterra de Shakespeare, entre los reinados de Isabel la Grande y Jacobo I, cuando el teatro es una fiesta inmortal, la corte resplandece y a golpes de audacia y de aventura nace un gran imperio. Una Inglaterra brillante y despótica que rebosa sangrientas intrigas y que persigue a los católicos. Escocia, a la que el calvinista Knox ha hecho adusta y férreamente presbiteriana, se distingue por su odio al papismo, y el señor de Ogilvie, noble escocés adherido a la Reforma, teme que su esposa, que es católica en secreto, pueda influir en las convicciones de su hijo John y decide que lo mejor es que a partir de los trece años se eduque en el continente, rodeado de hugonotes franceses. Si se aparta de la fidelidad al Papa, se le promete finalmente un importante cargo; y además la hija del arzobispo presbiteriano. Ogilvie replica sonriente: Prefiero la horca. Vuelve a orar de rodillas, se levanta, y proclama ante todo el pueblo: "Muero únicamente por causa de mi religión católica; y por ella, yo daría muy a gusto cien vidas; quitadme la única que tengo; ya que mi religión jamás me la podréis quitar". Se le canonizó en 1976.