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sábado, 16 de febrero de 2013

14.02 Benedicto XVI en ultimo encuentro con los parrocos de Roma 2013


 
Testimonio del Concilio
 
Noticia del 2013-02-15 12:41:09
 
(RV).- Recogemos en este espacio los puntos sobresalientes de la larga y entrañable conversación, a modo de charla, que Benedicto XVI mantuvo el jueves, 14 de febrero, con los sacerdotes de Roma, su diócesis. El Papa quiso hablar en este último encuentro con sus párrocos, de los recuerdos del Concilio Vaticano II. Un discurso importante que quedará en los anales del pontificado porque tiene los visos de testimonio espiritual, siendo él entonces un joven presbítero, como muchos de los que le escucharon, en el Aula Pablo VI, fascinados por su entretenida narración, histórica y profunda.


Discurso de Benedicto XVI a los párrocos de Roma Cuaresma 2013
Nº 1

(audio) RealAudioMP3 Como quiere la tradición el Papa se reunió este jueves con los párrocos de Roma al inicio de la Cuaresma. Un abrazo emotivo de congoja y respeto antes de la próxima renuncia del Padre. Benedicto XVI durante una hora, de manera improvisada y desenfadada, como el que cuenta algo importante a sus hijos, habló de sus recuerdos y experiencia en el Concilio Vaticano II, del que se cumplen 50 años de su inicio.
Una experiencia que él mismo Pontífice vivió en primera persona participando como joven teólogo de 1962 a 1965 y consultor del cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia.

La larga charla del Papa con los Sacerdotes de Roma empezó con una anécdota. Siendo profesor de la Universidad de Bonn en 1959, donde estudiaban los seminaristas de la diócesis de Colonia y otras diócesis vecinas, Joseph Ratzinger conoció al arzobispo de Colonia, cardenal Frings. El Cardenal Siri, de Génova, en preparación del Concilio había organizado en 1961 una serie de conferencias invitando a varios cardenales europeos, entre ellos el arzobispo de Colonia que tuvo una conferencia con el título: El Concilio y el mundo del pensamiento moderno.
Cuenta el Papa que el cardenal le invitó a él -el más joven entre los profesores- para que escribiera el proyecto. Le gustó tanto que lo envió a Génova tal como lo había escrito su colaborador.

Al poco tiempo, el Papa Juan XXIII, artífice del Concilio, llamó al arzobispo de Colonia. El cardenal Frings estaba lleno de temor tal vez por haber dicho alguna cosa incorrecta, o falsa, y temía una reprimenda. “El Papa -pensó- quizá quiere quitarme la púrpura”. (risas de los sacerdotes).

Cuando el Papa Juan lo encontró lo abrazó diciéndole: "Gracias, Eminencia, usted ha dicho las cosas que yo quería decir, pero no había encontrado las palabras". Así, el cardenal supo que estaba en el camino correcto y me invitó a ir con él al Concilio. Primero como experto, luego como perito oficial del Concilio.
(ER - RV)


Nº 2

(audio) En su apasionado relato a los sacerdotes de Roma, el Papa cuenta que fue al Concilio con alegría, con entusiasmo. Había una expectativa increíble. “Teníamos la esperanza de que todo iba a renovarse, que era realmente un nuevo Pentecostés, una nueva era de la Iglesia”.
La Iglesia en aquella época, recuerda el Papa, era todavía bastante fuerte, la práctica dominical alta, pero las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa empezaban a menguar, aunque eran suficientes. Sin embargo, se sentía que no se iba hacia adelante, que se estaba reduciendo…parecía más bien una realidad del pasado, y no una proyección del futuro.
Y por ello, en aquel momento esperamos que la situación cambiara, se renovara, y que la Iglesia fuera de nuevo una fuerza del hoy y del mañana. El encuentro de la Iglesia con el mundo moderno, reconoce el Papa en su relato, no fue de los mejores, empezando con “el error en el caso de Galileo. Se pensó en corregir este inicio equivocado, encontrar de nuevo las mejores fuerzas en el mundo, para abrir el futuro de la humanidad, para abrir el mundo al progreso real.

Llenos de esperanza, entusiasmo, y voluntad nos pusimos a trabajar. Y recuerda Benedicto XVI que un modelo negativo para ellos era el Sínodo Romano. “Se dijo -no sé si esto, explica el Papa - que los miembros del Sínodo habían leído los textos preparados en la Basílica de San Juan, y los habían aprobado, aplaudiendo sin intervenir. “Nosotros no vamos a hacer lo mismo” dijeron los padres conciliares. No queremos sólo aprobar lo que se ha hecho, sino ser nosotros el sujeto, los portadores del Concilio. Así, incluso el cardenal Frings, que era famoso por la fidelidad absoluta, casi meticulosa, al Santo Padre, dijo: El Papa nos ha convocado como sus consejeros del Concilio Ecuménico para renovar la Iglesia, ésta es nuestra función, la vamos a cumplir.

(ER-RV) Radio Vaticana