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Domingo de Ramos con Maria 2018

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viernes, 11 de noviembre de 2011

Homilía del Domingo XXX III del Tiempo Ordinario, Ciclo A


No importa tu capacidad sino lo que te dejes llenar

MIS CUALIDADES y MIS RESPONSABILIDADES
Escrito por: Padre Javier San Martin SJ
COMENTARIO AL DOMINGO 33° - CICLO “A” del T. O.
San Mateo 25, 14 al 30
13 de noviembre 2011


Estimados amigos, Bienvenidos a nuestra cita dominical
Que la paz del Señor este con Uds.

Hoy la Iglesia celebra el Domingo trigésimo tercero del Tiempo Ordinario. Ya nos vamos acercando al final del año litúrgico, y en este momento la Iglesia nos presenta otra de las magistrales parábolas del maestro en la que responde a una pregunta que frecuentemente olvidamos de hacernos pero que es esencial para nuestra salvación
¿Estoy yo rindiendo al máximo de mis posibilidades? ¿Estoy siendo responsable de los dones que he recibido ante Dios y la comunidad? En esta parábola el Señor Jesús nos plantea tres tipos de responsabilidad, tres tipos de hombres. Veámoslos para que descubramos en cual de ellos nos situamos. Escuchemos la parábola
Un hombre estaba a punto de partir a tierras lejanas y reunió a sus servidores para confiarles todas sus pertenencias. A uno le dio cinco talentos de oro, a otro dos, y al tercero solamente uno, a cada cual según su capacidad. Y se marchó. Después de mucho tiempo, regresó y les pidió cuentas a sus servidores. El primero le dijo: «Señor, tú me entregaste cinco talentos, aquí están otros cinco más que gané con ellos.» Y el patrón le contestó: «Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de tu patrón.» Vino después el segundo, y le dijo: «Señor, tú me entregaste dos talentos, aquí tienes otros dos más que gané con ellos.» El patrón, igualmente, le dijo: «Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de tu patrón.»




Hasta aquí vemos que la actitud de los servidores había sido muy buena ya que habían cumplido con responsabilidad al encargo que el Señor les había confiado. No importaba que uno hubiera recibido más que otro, sino que ambos habían hecho fructificar los talentos con su trabajo responsable. Ambos fueron conscientes que las cualidades recibidas no eran para guardarlas y tenerlas, sino que había que trabajar con ellas en bien de la humanidad. Esto lo podemos ver en la vida diaria. Un diputado ó un parlamentario, un médico ó un profesor de universidad, como también un barrendero, o un vendedor ambulante, todos tienen cualidades diversas, pero cada uno está en capacidad de hacerlas fructificar. Pero esto, lamentablemente, no ocurre con todos.
En efecto, el Maestro, mirando a todos los que estaban junto a El, continuó diciendo:
“Por último vino el que había recibido un solo talento y dijo: «Señor, yo sabía que tu eres un hombre exigente, y por eso tuve miedo y escondí en la tierra tu dinero. Aquí tienes lo que es tuyo.» Pero el patrón le encaró: «¡Servidor malo y perezoso! debías haber colocado mi dinero en el banco, para que a mi regreso yo, al menos lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle, pues, a este el talento y entréguenselo al que tiene diez, y échenlo a la oscuridad de afuera: allí será el llorar y el rechinar de dientes.»
Yo me sentí turbado al escuchar esto. No esperaba una reacción tan fuerte del Señor, y me di cuenta que tal vez yo estaría en una situación semejante al del ocioso. Por eso me quedé muy meditativo.
La actitud del Señor es tajante y sin compasión con el que no ha hecho fructificar los dones recibidos. Y esta es la imagen que Jesús quiere que guardemos en nuestra mente para que siempre estemos haciendo trabajar nuestros talentos, sin angustias pero constantemente. Por eso, cada día, antes de irnos a descansar, dediquemos unos minutos para preguntarnos de que manera hemos empleado nuestras cualidades que hemos recibido de Dios. No todos tenemos ni las mismas cualidades ni capacidades, pero todos tenemos algunas. Nadie puede decir que no tiene talentos. Y todos pueden hacerlos fructificar mucho, más de lo que piensa, con la gracia de Dios. Por esto hoy te invito a unirte a esta oración:



Señor Jesús, sabemos que algún día nos preguntarás que hemos hecho con las cualidades que nos dejaste. Con la cualidad de sonreír y de amar, de ser social y de pintar, de estudiar y de ser científico o buen atleta. Señor, cuando veas que estamos enterrando nuestras cualidades, danos la fuerza para que con ellas te demos a ti la mayor gloria y las empleemos en bien de las personass que has puesto en nuestro camino.



Pero ahora viene lo más importante
Y bien amigos, así terminamos esta breve reflexión sobre el evangelio de este Domingo. Pero ahora viene lo más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús. Toma, pues, el evangelio en tus manos, San Mateo, Capítulo 25, versículos del 14 al 30 y trata de sentir lo que el Señor te quiere decir.
Quédate pues ahora a solas con El y cuenta con nuestras oraciones.
Te agradecemos muy sinceramente el haber estado con nosotros,
¡Y te esperamos el próximo domingo!.

Escrito por: Padre Javier San Martin SJ

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2011/11/11/mis-cualidades-y-mis-responsabilidades/#more-1072