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domingo, 15 de mayo de 2011
Homilia del IV Domingo de Pascua 2011
Jesús es la Puerta y siempre está abierta
COMENTARIO AL CUARTO DOMINGO DE PASCUA – A
Escrito por Padre Javier San Martín SJ
Mateo 3, 1 al 12.
15 DE MAYO 2011
Gracias por dejarnos entrar una vez más en su hogar. Que la PAZ del Señor sea contigo. Hoy, celebramos el CUARTO DOMINGO DE PASCUA, el domingo conocido como del buen pastor. San Juan nos narra una de las más sabrosas parábolas salidas de la boca del Señor Jesús en donde apreciamos, no solo su capacidad de narración sino la plasticidad de su imaginación que pone en un marco concreto su misión y su relación con nosotros. Jesús decía:
«En verdad les digo: El que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino que salta por algún otro lado, es un ladrón y un salteador. [2] El que entra por la puerta ese es el pastor de las ovejas. [3] El llama por su nombre a cada una, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz.”
Cuanto me agrada, Señor, escucharte hablar así, de una manera, tan simple y clara. Tu hablar es nada complicado sino transparente, y, ¿sabes?, cuando te oigo hablar así me siento transportada a ese lugar en el que te reunías con tus discípulos y te pasabas las horas contándoles estas parábolas. Qué interesante me resulta cuando tú nos dices que tus ovejas, tus seguidores conocen tu voz porque tu manera de hablar es característica. Pero yo reconozco que aún no estoy preparada para darme cuenta que esa voz que escucho es la tuya y para reconocerte cuando te acercas a mí.
Quisiera aprender cada día a reconocer tu voz y tu manera de actuar en las circunstancias de mi vida. Poder distinguir cuándo es tu voz y cuando la del ladrón y engañador. Así podré alegrarme cuando reconozca que tú eres el que me has hablado, y así también podré estar prevenida para no caer en el engaño de tantos falsos pastores. ¿Y cómo hacerlo? Se que aprender reconocer tu voz no es solo fruto de muchos estudios sino especialmente el mucho corazón. El que ama intuye la voz del amado. Por eso te pido Señor que me des tu gracia para que mi corazón aprenda a reconocer tu voz y a amarte de verdad.
“[6] Jesús usó esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir. [7] Tomó, pues, la palabra de nuevo y les dijo: En verdad les digo que yo soy la puerta de las ovejas. [8] Todos los que han venido eran ladrones y malhechores, y las ovejas no les hicieron caso. [9] Yo soy la puerta: el que entre por mí estará a salvo [10] El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir.”
Jesús pone pues una clara diferencia entre sus intenciones y las intenciones de tantos que han prometido y prometen tantas cosas pero que no buscan otra cosa sino solo su interés personal y no el bien de las personas.
Al escucharte, Señor, me pongo a recordar a tantas personas que han pasado por mi vida. Pero, hoy me pregunto, ¿cuántos se han interesado verdaderamente por mi vida? Cuando escucho ahora en las Iglesias, cómo en las diversas religiones, tanta palabrería, tantas diversas maneras de pensar, se me abren los ojos y entiendo lo que tu haz dicho, que hay muchos ladrones y malhechores, muchos impostores que pretenden tener una verdad y un camino y de hecho solo buscan su beneficio personal… Con que fuerzan resuenan tus palabras tan definidas: “Yo soy la puerta: el que entre por mí encontrará la salvación. En medio de opiniones tan diversas, esta palabra tuya me da una gran confianza. Gracias, Señor.
¿Cuál es el motivo de la venida de Jesús al mundo? ¿Para qué ha venido? El mismo nos dice: “Yo he venido para que Ustedes tengan vida y la tengan en plenitud.” No es pues por un motivo egoísta sino altruista. No ha venido para que Él tenga vida, sino para que cada hombre, cada ser en la creación pueda vivir, y pueda llegar a la culminación de su carrera en esta vida.
Te confieso, Señor, que lo único que quiero en esta vida es llegar a la meta de mis ilusiones y sueños. Pero puede ser que esta meta deseada sea un sueño equivocado. Por eso, hoy cuando tú nos revelas el por qué de tu venida me siento reconfortada: “para que tenga vida y la tenga en abundancia”. Estas palabras son para mí un gran aliento, y hacen brotar de lo más hondo de mi vida, un Sí, confío en ti. Tú me quieres más que nadie y más que lo que yo me quiero a mi misma. Gracias Señor por tu gran interés por mi vida, y por darnos esta gran promesa de la plenitud de vida. Esto hace, Señor, que valga la pena vivir.
Pero lo más importante es
Y bien amigos, así terminamos la primera parte de nuestra cita dominical.
Pero ahora viene la más importante: tratar de sentir lo que el mismo Señor Jesús te quiere comunicar.
Toma el texto del evangelio en tus manos, San Juan, Capítulo 10,versículos del 1 al 10.
Y te dejamos ahora a solas con el Señor.
Cuenta con nuestras oraciones.
Cecilia Mutual, y Javier San Martín, agradecemos muy sinceramente tu compañía, y nos despedimos…
¡Hasta el próximo domingo!.
Escrito por Padre Javier San Martín SJ
http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2011/05/13/%c2%bfcomo-reconocer-al-buen-pastor/#more-992