“Es mucho más fácil engañar a un adulto que a un niño”
Miércoles, 15 de octubre de 2014 | 4:30
am
Entrevista a Mago
Plomo por Maritza Espinoza
¿A la gente le
gusta que la engañen?
¡Pero claro! Vivimos
engañados en todo. Por ejemplo, en la alimentación, hoy la ciencia va
descubriendo que un montón de cosas que creíamos sanas no lo son, pero, a pesar
que nos lo dicen, seguimos comiéndolas igual.
Tu que vives de
engañar, ¿el engaño causa algún placer?
El engaño sí tiene un
placer desde el punto de vista de que estás usando una ventaja sobre el otro.
Una aventura amorosa, por ejemplo. Hay mil canciones, libros y arte sobre el
placer del engaño. No digo que esté bien o mal, digo que se genera una cuota de
placer. Luego puede venir culpa, pero eso ya es otra cosa.
Pero tú engañas sin
culpa.
Claro. Yo tengo
probablemente uno de los oficios más bonitos del mundo: tengo permiso para
engañarte. Tú sabes que te voy a engañar, me permites hacerlo y cuando lo hago
me aplaudes (risas). Entonces es como el paraíso.
¿No hay
la tentación de extender el engaño a otras áreas de tu vida?
Sí, y hay a lo largo de la
historia muchos magos que han usado sus virtudes porque a mí no me gusta decir
poderes para engañar realmente, como pretender fungir de espiritistas u otras
cosas.
¿Y tú no has sentido la tentación?
Mira, cuando estaba en la
universidad, quizás para algún examen, ¿no? (Risas) En realidad, a mí la
universidad se me hizo muy fácil. Incluso la dejé porque me aburrí del sistema
educativo. Me paré, di un discurso en mi clase y me fui caminando por la puerta
escoltado por dos miembros de seguridad.
¿Y no tuviste miedo de tu futuro?
No. Una de las cosas que me
han inculcado mi padre y mi madre es de avanzar a paso seguro en mis
decisiones, y que las dudas existen, pero no puedes dejar que te dominen.
Además la duda en un acto de magia debe ser
mortal, ¿no?
Imagínate. Yo tengo que
treparme al escenario a transmitir una seguridad absoluta. Yo creo que la magia
es un juego de percepción y un juego de emociones, porque tú llevas al público
de la risa a la emoción, a la melancolía... En mi show del 2011, por ejemplo,
la gente lloraba al final del show, porque yo le hice un homenaje a mi padre
contando una historia muy bonita, muy melancólica, de mi infancia.
Eres un mago atípico, porque el ilusionista
busca lo espectacular...
Allí es donde entra mi
duda y hasta discuto con mi psiquiatra si soy mago o no, porque yo no me siento
mago. Desde el punto de vista de que lo que hago lo podrías hacer perfectamente
tú.
Además trabajas con el truco abierto, algo que
los otros magos no hacen.
Yo trabajo mucho con el truco
abierto. También trabajo en grupo y eso no se hace en la magia. Además ando
pregonando que la magia no existe sin el público. ¿Yo puedo hacer magia solo?
No. Si yo agarro una moneda y la desaparezco en mi mano, no me sorprendo, y si
no hay sorpresa no hay magia.
¿Es esa actitud atípica frente a la magia la
que te ha ganado enemistades entre los magos más tradicionales?
Seguro que sí y antes más que
ahora, porque cuando era más chico y no me conocía nadie decía lo mismo y era el
chibolo idiota que hablaba tonterías y había que chancarlo. Cuando vas
creciendo, ya no es tan fácil chancarte y, segundo, aunque no creo ser un
personaje famoso, dentro de la magia sí me he hecho un camino medianamente
respetable.
Pero hay quienes no te validan como mago...
Hay otros que en un momento
no, en otro sí y otros que hasta ahora no. Pero yo, la verdad, no me peleo con
ellos. No sé si ellos se pelearán conmigo. Yo hago la mía y por eso yo no
pertenezco a ninguna asociación ni nada.
¿Has decidido no asociarte o no te han
asociado?
No. Yo he decidido no
asociarme en ninguna de las que hay. En general, grupos de ese estilo terminan
haciendo política y eso mí no me interesa. A mí me interesa el arte, el
entretenimiento y, además, tengo mi grupo de magos Casa Májica, donde somos un
amigos que trabajamos juntos y la pasamos bien.
¿Qué diferencia hay entre tu nuevo show y los
anteriores?
En todos mis unipersonales lo
cambio todo, y este, que es el cuarto, es el que más me gusta. Creo que este es
el más “Plomo” de los shows. Tiene humor, tiene dos monólogos sobre lo
que no entiendo del mundo, tiene una parte de mesa de técnica de cartas fina,
depurada, y tiene la parte del juego con la gente y trucos de escenario.
A mí me encantan los niños,
pero no para hacerles magia. No me siento bueno haciéndolo y hay que conocer
las limitaciones de cada uno. No tengo la conexión escénica con los niños.
A un adulto infinitas veces,
porque el adulto ya está contaminado, pero el niño no.
¿Y el niño la pesca más rápido?
Mucho más rápido. De hecho, en
este show, voy a hacer un número donde explico por qué no hago magia para
niños. Voy a disfrazar a un adulto de niño y le voy a hacer cuatro trucos que
los niños siempre descubren y le voy a apostar a que él no va a poder
descubrirlo. Y no va a poder.
FICHA
Se llama Ernesto Carpio, pero
hasta su mamá le conoce como Plomo. Aunque estudió varias carreras, es un mago
autodidacta desde hace 18 años. Ha dado más de cinco mil shows privados y con
su agrupación Casa Májica, ha hecho muchas obras de teatro-magia como Magia al
Qubo, y T.R.U.C.O. Ahora, está presentando, su nuevo unipersonal Tu mamá
haciendo Taekondo, todos los martes y miércoles de octubre y noviembre en el
Teatro Larco.