Benedicto XVI entre los ancianos residentes de la casa familia de la comunidad de San Egidio en Roma exalta el valor de la vejez
Como un libro abierto acerca de la vida
Y en el Ángelus el Pontífice subraya la importancia de la solidaridad y de la caridad
"¡Es bello ser anciano!". Es el mensaje que Benedicto XVI dejó el lunes 12 de noviembre por la mañana en la casa familia de la comunidad de San Egidio, en Roma —donde acudió "como anciano de visita a sus coetáneos", dijo—, pero idealmente dirigido a todos los ancianos del mundo con ocasión del Año europeo del envejecimiento activo y la solidaridad entre las generaciones.
Durante el encuentro, lleno de calidez y familiaridad, el Papa lanzó una alerta a la sociedad "dominada por la lógica de la eficiencia y del beneficio" que mortifica y margina a las personas ancianas, a las que se considera no productivas y por ello "inútiles" . Recordando, de hecho, el antiguo dicho según el cual una sociedad ("desearía decir una civilización", precisó) se juzga también por cómo trata a los ancianos, Benedicto XVI solicitó mayor compromiso de familias e instituciones para que "los ancianos puedan permanecer en sus propias casas" y ser considerados por lo que son, esto es, "portadores de una gran riqueza" gracias a la sabiduría de vida madurada. Así que "quien hace espacio a los ancianos, hace espacio a la vida", añadió.
Benedicto XVI subrayó el valor de la longevidad, que es una "bendición de Dios", y compartió con sus contemporáneos la vastedad de oportunidades que se abren en este momento particular de la vida, que hay que percibir sabiendo que, aún entre dificultades, sufrimientos y "algún achaque", cadas uno "es deseado, amado por Dios; cada uno es importante y necesario".
Y lo es sobre todo para las nuevas generaciones, las cuales pueden hallar preciosas indicaciones para el camino de la vida. A los jóvenes el Papa recomendó sustancialmente el valor de la solidaridad generacional. Ser "sostenidos y acompañados, sentir el afecto de los demás" es importante en toda fase de la vida porque "nadie puede vivir solo y sin ayuda".
Del valor de la solidaridad el Papa había hablado el ultimo domingo, 11 de noviembre, durante el Ángelus de los domingos con los fieles reunidos en la plaza de San Pedro. "Nadie es tan pobre que no pueda dar algo", expresó comentando el episodio evangélico de la viuda que presenta su oferta en el Templo de Jerusalén. La espontaneidad del gesto de aquella pobre mujer iluminada por la gracia testimonia "la unidad inescindible entre fe y caridad, así como entre el amor a Dios y el amor al prójimo".
El Papa recordó además a la beata María Luisa Prosperi —vivió en la primera mitad del siglo XIX—, monja y abadesa del monasterio benedictino de Trevi, beatificada el sábado pasado en Spoleto.
Y dirigió igualmente un pensamiento a los agricultores de toda Italia el día de acción de gracias por los frutos de la tierra, así como un saludo a los polacos por la celebración del día de la independencia.