Tu Espiritu nos mueve a liberar
Comentario al Tercer Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo "C"
Escrito por el Padre Javier San Martin SJ
¿Colaboras tú en la Misión de Jesús?
San Lucas 1, 1 al 04 y 4, 14 al 21.
Estimados amigos:Bienvenidos una vez más a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor. Hoy, es el tercer DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO del CICLO C, y la Iglesia nos invita a acompañar al maestro Jesús cuando, después de haber dejado su hogar para dedicarse a predicar el reino de Dios, regresa a Galilea y a su pueblo Nazaret. Escuche:
Ahora, al regresar, su situación era diferente que cuando vivía en su casita con María y colaboraba en el taller de su padre José. Su fama de anunciador de la Buena Nueva se había extendido por toda le región y se oían muchas alabanzas de su predicación. Por eso, la expectativa de su llegada a Nazaret era grande. Todos querían verle, saludarle, escucharle, ya que todos le conocían, le habían visto crecer, ir a la sinagoga, trabajar.
Él no podía ocultar su emoción especial de volver a su tierra, saludar a los suyos, ver a su madre y a tantos amigos… Pero también no dejaba de inquietarle aquel refrán que con tanta frecuencia se cumple: "Nadie es profeta en su propia tierra". Sin embargo, el Espíritu Santo era quien impulsaba sus pasos, y le daba la fuerza para cumplir esa nueva misión. Le acompañaban todos sus discípulos y cuando vieron despuntar las primeras casas en el horizonte su alegría fue grande. Inmediatamente se dirigieron a la casa de María quien les esperaba con agua fresca para lavarse y comida caliente. El cariño de la madre no se nubla con la distancia del hijo, sino, al contrario, aumenta. Pero ella que no era persona de discursos ni ceremonias, le expuso inmediatamente su mayor preocupación. -"Hijo, por qué te has ido. Quédate con nosotros". Pero la respuesta le era también conocida: -"Madre, tu bien sabes, debo ocuparme en las cosas de mi Padre".
Llegado el sábado, todos, como era costumbre, se dirigieron a la Sinagoga. Allí la comunidad hebrea se alimentaba espiritual y culturalmente leyendo y estudiando los textos de la Escritura Sagrada. Jesús sintió con fuerza que el Espíritu Santo lo impulsaba a dejar una huella indeleble de esta visita develando uno de los secretos sobre su persona. Cuando todos estuvieron reunidos, Jesús se puso en pié y desenrollando el libro sagrado, se detuvo en un texto del profeta Isaías, y con voz clara, aunque no poco emocionada, lo leyó:
El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en Él. Y empezó a decirles: «Hoy se cumplen estas palabras proféticas que acaba de escuchar.»
Vaya emoción que sentía Señor. Era la primera vez que develaba su misión. El Mesías esperado había ya puesto su tienda en medio de su pueblo y la antigua promesa se cumplía en Él. Las puertas de la felicidad, hasta ahora cerradas, se abrían por fin. Cristo venía al mundo para anunciar a los pobres y a los que sufren, que Dios es un Padre, y que enviaba a su propio hijo para construir un mundo nuevo, una nueva era, de paz, de justicia, deamor y de verdad.
Pero un mensaje de este género puede ser entendido por los que experimentan y viven la pobreza. Jesús, el Hijo de Dios, el Maestro de Nazaret venía precísamente para llenar a los que están vacíos, de sentido, de amor, de orientación. Para anunciar a los pobres la buena noticia de que su necesidad será satisfecha, su hambre de justicia será saciada, sus profundas aspiraciones personales y grupales atendidas.
Pero, ¿Cuándo ocurrirá esto? ¿Cuándo los pobres lograrán la realización de sus aspiraciones profundas? ¿Será en esta vida o en la otra? ¿Esta buena noticia es solo un consuelo para los que ahora sufren prometiéndoles que en la otra vida gozarán? Amigos, la Buena Noticia de que llegaremos a la meta de nuestras aspiraciones más profundas con la fuerza sobrenatural de Cristo es una realidad. Pero para llegar a ella es necesario que nosotros pongamos la mano en el arado, que aremos junto con Cristo los surcos de donde brotará la nueva tierra. Esta nunca llegará si la esperamos sentados pasivamente. Vendrá si son muchos los que se comprometen a poner el hombro para luchar por una situación diferente. Y es a estos, a los que les llega la buena noticia: sus esfuerzos y su lucha no serán en balde, sino que tendrá un resultado positivo porque Dios mismo esta comprometido en la lucha. Por eso amigos, ahora sí que vale la pena soñar en un mundo mejor, porque la victoria esta asegurada en Cristo. Lograremos poseer a Dios y hacer un mundo según su corazón.
Y AHORA VIENE LO MÁS IMPORTANTEÉl no podía ocultar su emoción especial de volver a su tierra, saludar a los suyos, ver a su madre y a tantos amigos… Pero también no dejaba de inquietarle aquel refrán que con tanta frecuencia se cumple: "Nadie es profeta en su propia tierra". Sin embargo, el Espíritu Santo era quien impulsaba sus pasos, y le daba la fuerza para cumplir esa nueva misión. Le acompañaban todos sus discípulos y cuando vieron despuntar las primeras casas en el horizonte su alegría fue grande. Inmediatamente se dirigieron a la casa de María quien les esperaba con agua fresca para lavarse y comida caliente. El cariño de la madre no se nubla con la distancia del hijo, sino, al contrario, aumenta. Pero ella que no era persona de discursos ni ceremonias, le expuso inmediatamente su mayor preocupación. -"Hijo, por qué te has ido. Quédate con nosotros". Pero la respuesta le era también conocida: -"Madre, tu bien sabes, debo ocuparme en las cosas de mi Padre".
Llegado el sábado, todos, como era costumbre, se dirigieron a la Sinagoga. Allí la comunidad hebrea se alimentaba espiritual y culturalmente leyendo y estudiando los textos de la Escritura Sagrada. Jesús sintió con fuerza que el Espíritu Santo lo impulsaba a dejar una huella indeleble de esta visita develando uno de los secretos sobre su persona. Cuando todos estuvieron reunidos, Jesús se puso en pié y desenrollando el libro sagrado, se detuvo en un texto del profeta Isaías, y con voz clara, aunque no poco emocionada, lo leyó:
El Espíritu del Señor está sobre mí. Él me ha ungido para llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en Él. Y empezó a decirles: «Hoy se cumplen estas palabras proféticas que acaba de escuchar.»
Vaya emoción que sentía Señor. Era la primera vez que develaba su misión. El Mesías esperado había ya puesto su tienda en medio de su pueblo y la antigua promesa se cumplía en Él. Las puertas de la felicidad, hasta ahora cerradas, se abrían por fin. Cristo venía al mundo para anunciar a los pobres y a los que sufren, que Dios es un Padre, y que enviaba a su propio hijo para construir un mundo nuevo, una nueva era, de paz, de justicia, deamor y de verdad.
Pero un mensaje de este género puede ser entendido por los que experimentan y viven la pobreza. Jesús, el Hijo de Dios, el Maestro de Nazaret venía precísamente para llenar a los que están vacíos, de sentido, de amor, de orientación. Para anunciar a los pobres la buena noticia de que su necesidad será satisfecha, su hambre de justicia será saciada, sus profundas aspiraciones personales y grupales atendidas.
Pero, ¿Cuándo ocurrirá esto? ¿Cuándo los pobres lograrán la realización de sus aspiraciones profundas? ¿Será en esta vida o en la otra? ¿Esta buena noticia es solo un consuelo para los que ahora sufren prometiéndoles que en la otra vida gozarán? Amigos, la Buena Noticia de que llegaremos a la meta de nuestras aspiraciones más profundas con la fuerza sobrenatural de Cristo es una realidad. Pero para llegar a ella es necesario que nosotros pongamos la mano en el arado, que aremos junto con Cristo los surcos de donde brotará la nueva tierra. Esta nunca llegará si la esperamos sentados pasivamente. Vendrá si son muchos los que se comprometen a poner el hombro para luchar por una situación diferente. Y es a estos, a los que les llega la buena noticia: sus esfuerzos y su lucha no serán en balde, sino que tendrá un resultado positivo porque Dios mismo esta comprometido en la lucha. Por eso amigos, ahora sí que vale la pena soñar en un mundo mejor, porque la victoria esta asegurada en Cristo. Lograremos poseer a Dios y hacer un mundo según su corazón.
Y BIEN AMIGOS, así terminamos nuestra reflexión dominical. Pero ahora viene lo más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Toma pues, el Evangelio en tus manos y escucha lo que el Señor, a través de él, te quiere comunicar: San Lucas, Capítulo 1, versículos del 1 al 04 y capítulo 4 versos del 14 al 21.
El Padre Javier San Martín agradece muy sinceramente tu presencia, y se despide hasta el próximo domingo.
http://faculty.shc.edu/jsanmartin
Enviado - 3º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Toma pues, el Evangelio en tus manos y escucha lo que el Señor, a través de él, te quiere comunicar: San Lucas, Capítulo 1, versículos del 1 al 04 y capítulo 4 versos del 14 al 21.
El Padre Javier San Martín agradece muy sinceramente tu presencia, y se despide hasta el próximo domingo.
http://faculty.shc.edu/jsanmartin
Publicado el 23/01/2013 por verbodivinoestella·