P. Fernando Martínez Galdeano, S.J.
Has adquirido una Biblia. Es un libro bastante grande y bien presentado. Es un libro para siempre, para toda la vida. Un libro que te pertenece y que es parte de tu propia familia. Te sientes contento de haberlo comprado con tu dinero. Piensas que posees algo así como un tesoro espiritual.
Hojeas este libro. Todo su amplio texto escrito va acompañado de números. Pareciera que a cada frase le precediera un numerito. Además hay muchos subtítulos a todo lo largo del libro. Si a partir de la hoja de tu Biblia abierta pasa las páginas, una a una, llega un momento en el que aparece un titular más grande, y la numeración comienza de nuevo.
Este prolijo sistema de números que acompañan al texto escrito fue creado en la Edad Media con el fin de poder citar cualquier frase o párrafo con una precisión total.
La Biblia que ahora tengo en mis manos está dividida por títulos mayores que con frecuencia son nombres propios. A cada uno de estos titulares le sigue el texto escrito, dividido en capítulos numéricos, según su mayor o menor extensión; y cada uno de estos números grandes va seguido de una numeración más pequeña a lo largo de las frases y párrafos. Cada numerito de éstos señala un “versículo”.
Para hacer una cita precisa, hay que señalar la abreviatura del título mayor (el libro de que se trata) y a continuación los números del capítulo y versículo correspondiente. Por ejemplo: 1Pe 1,22-25 (los subtítulos que aparecen subdividiendo el texto y facilitando su lectura son hechura de los diferentes editores de la Biblia.)
1Pe: Se refiere a la primera carta de Pedro (existen dos cartas de Pedro)
1,: Capítulo 1.
22-25: Versículos del 22 al 25.
Un texto y su cita:
22 Puesto que, obedientes a la verdad, habéis suprimido cuanto impide un sincero amor fraterno, amaos de corazón e intensamente unos a otros, 23 pues habéis vuelto a nacer no de una semilla mortal, sino de una inmortal, a través de la palabra viva y eterna de Dios. 24 Porque todo mortal es como hierba y toda gloria como flor de hierba. Se seca la hierba y cae la flor, 25 pero la palabra del Señor permanece para siempre. Esta es la palabra que os ha sido proclamada como buena noticia (1Pe 1,22-25)
Es como una biblioteca
Cuando llegamos a un gran titular que sea llamativo y a partir del cual vemos que la ya comentada numeración comienza de nuevo, y ello significa que uno de los libros de la Biblia ha terminado y le sigue otro, el cual aparentemente nada tiene que ver con el anterior; entonces nos damos cuenta de que la Biblia es más que un libro, es como una vasta biblioteca. ¡Es la Biblia! Pasemos ahora a una de sus páginas iniciales, aquellas que traen las abreviaturas de los diversos libros bíblicos. Las contamos. Son setenta y tres volúmenes. Su orden, el de las abreviaturas suele seguir el abecedario.
Es probable que en las últimas páginas o más bien en las primeras de nuestra Biblia nos encontremos con un “índice general”. Y si lo observamos con alguna detención vemos que existe en él un orden básico.
La primera y es la más extendida sección de esta biblioteca se llama Antiguo Testamento y está formada por cuarenta y seis volúmenes. La segunda, más breve, el Nuevo Testamento, se compone a su vez de veintisiete volúmenes. Ninguna de las secciones sigue un orden alfabético.
Nota
A veces se presenta la llamada “Carta de Jeremías” como un libro más, y en ese caso serían setenta y cuatro volúmenes los que integran la Biblia. De ordinario, esta “Carta de Jeremías” ha venido siendo considerada como parte final del libro de Baruc, secretario de Jeremías.
Un orden de tiempo inmemorial.
Es importante percibir de forma global y a grandes rasgos la disposición de los diferentes volúmenes en nuestra Biblia Si nos centramos en el “índice general” referente al Antiguo Testamento observamos que los cinco primeros libros forman un conjunto que suele recibir el nombre griego de Pentateuco (cinco volúmenes). (En la antigüedad los libros eran conservados en rollos de pergamino).
A estos cinco libros le siguen los libros “históricos” (16 libros). En ellos se relatan historias, hechos y relatos que eran considerados importantes en cualquier formación seria de un israelita culto y piadoso. A continuación, en el índice, aparecen los libros “proféticos” (18 libros), que son la expresión escrita de los oráculos, poemas, exhortaciones, juicios de aquellos que fueron apreciados y escuchados como “profetas” en medio de la corrupción y de las infidelidades del pueblo de Israel y de sus líderes.
Para terminar, el Antiguo Testamento se complementa con los libros “poéticos” (2 libros) y los “sapienciales” (5), que recogen unas formas de hablar con Dios de gran belleza y sinceridad, y una serie de pensamientos y refranes que ayudan a captar algo de la sabiduría de Dios en la vida juiciosa y útil de las personas creyentes.
Nota
Con frecuencia los editores de Biblias colocan los libros poéticos y sapienciales antes que los proféticos. En algún caso, el libro “Lamentaciones” es incluido entre los poéticos y no precisamente entre los proféticos.
El orden en el Nuevo Testamento
En la Iglesia se ha dispuesto el orden de los libros que componen el Nuevo Testamento, conforme a unos criterios prácticos de comprensión y convivencia espiritual.
En un primer lugar está el grupo de los santos evangelios (4 libros). Le sigue como añadido esencial, el libro de “Hechos de los Apóstoles”. Y a continuación, vienen las cartas: las de Pablo (14 cartas), la de Santiago (1), las de Pedro (2), las de Juan (3) y la de Judas (1). Se cierra con el libro misterioso y sin duda sugestivo, el más difícil de interpretar con acierto, el Apocalipsis.
Biblia Judía
Está formada por los libros escritos en hebreo y arameo. Todos ellos pertenecen al Antiguo Testamento. Los redactados en griego no son admitidos como palabra inspirada por Dios: Tobías, Sirácida (Eclesiástico), 1 y 2 Macabeos, Judit, Ester (el texto griego), Baruc, Sabiduría y Daniel (cap. 13 – 14). Los judíos dividen su Biblia oficial en la Ley, los Profetas y Otros Escritos.
Biblia Protestante
Sigue el criterio de la Biblia Judía respecto de los libros del Antiguo Testamento. Rechaza, por tanto, como de origen incierto los escritos en griego, y los cataloga como escritos “apócrifos” (ocultos= de fuentes no claras). En sus ediciones, éstos suelen aparecer en una sección aparte.
Biblia Católica
Considera los escritos en griego del Antiguo Testamento (indicados más arriba) como libros inspirados, y los llama “deutero-canónicos” (segunda lista añadida a los de la Biblia hebraica). Estos llevan el calificativo de proto-canónicos” (primera lista básica). Para los católicos, los “apócrifos” son aquellos que han sido excluidos de la lista oficial. Los únicos libros inspirados son, en consecuencia, los aceptados oficialmente como canónicos (canon = norma), aquellos que provienen de una tradición fundada y auténtica de origen judío (no se excluye lo escrito en griego), y por supuesto de la posterior tradición legítima cristiana vinculada al testimonio de los apóstoles.
Los Libros de la Biblia
Antiguo Testamento: El centro es la Ley
Pentateuco
Génesis: Gn
Éxodo: Ex
Levítico: Lv
Números: Nm
Deuteronomio: Dt
Históricos
Josué: Jos
Jueces: Jue
1º de Samuel: 1 Sm
2º de Samuel: 2 Sm
1º de los Reyes: 1 Re
2º de los Reyes: 2 Re
1º de las Crónicas: 1 Cr
2º de las Crónicas: 2 Cr
Esdras: Esd
Nehemías: Neh
Rut: Rut
Tobías: Tob
Judit: Jdt
Ester: Est
1º de los Macabeos: 1 Mc
2º de los Macabeos: 2 Mc
Poéticos
Salmos: Sal
Cantar de los Cantares: Cant
Sapienciales
Job: Job
Proverbios: Prov
Eclesiastés: Ecl
Sabiduría: Sab
Eclesiástico: Eclo
Proféticos
Isaías: Is
Jeremías: Jr
Lamentaciones: Lam
Baruc: Bar
Ezequiel: Ez
Daniel: Dn
Oseas: Os
Joel: Jl
Amós: Am
Abdías: Abd
Jonás: Jon
Miqueas: Miq
Nahúm: Nah
Habacuc: Hab
Sofonías: Sof
Ageo: Ag
Zacarías: Zac
Malaquías: Mal
Nuevo Testamento: El centro es Jesucristo
Históricos
Evangelio de san Mateo: Mt
Evangelio de san Marcos: Mc
Evangelio de san Lucas: Lc
Evangelio de san Juan: Jn
Hechos de los Apóstoles: Hch
Cartas Paulinas
Carta a los Romanos: Rom
1º a los Corintios: 1 Cor
2º a los Corintios: 2 Cor
Carta a los Gálatas: Gal
Carta a los Efesios: Ef
Carta a los Filipenses: Flp
Carta a los Colosenses: Col
1 a los Tesalonicenses: 1 Tes
2 a los Tesalonicenses: 2 Tes
1º a Timoteo: 1 Tim
2º a Timoteo: 2 Tim
Carta a Tito: Tit
Carta a Filemón: Flm
Carta a los Hebreos: Heb
Otros escritos (Universales)
Carta de Santiago: Sant
1º de san Pedro: 1 Pe
2º de san Pedro: 2 Pe
1º de san Juan: 1 Jn
2º de san Juan: 2 Jn
3º de san Juan: 3 Jn
Carta de san Judas: Jds
Apocalipsis: Ap
Géneros literarios diversos
Los setenta y tres volúmenes que componen nuestra Biblia, unos son breves y otros más largos. Los hay de pocas páginas como el de Rut, y los hay que alcanzan las setenta páginas como el de Isaías.
Su género literario también es muy variado. En unos predomina los históricos y lo narrativo, en otros lo profético y misterioso, o bien lo poético y simbólico. Hay gran diferencia entre el estilo un tanto familiar de una carta y el de un libro que contiene leyes o normas rituales que afectan al culto y a los sacerdotes. Para una correcta y precisa interpretación de un texto bíblico hay que tener en cuenta en qué género literario ha sido escrito. De ordinario, conviene evitar los anacronismos, como si el punto de vista humano de hoy fuera la regla para entender toda una larga historia de salvación hacia la vida que nunca muere y que pertenece en última instancia a Dios.
No pensemos que un libro de la Biblia que es clasificado como “histórico” es sólo y nada más que histórico. Los libros que forman la Biblia se han venido escribiendo desde muy antiguo por hombres muy dispares que recogen diferentes tradiciones orales con el fin de que éstas permanezcan como luz y fuerza espiritual para las gentes creyentes que van descubriendo en su propia existencia y en la de su pueblo a ese Dios verdadero, no fabricado por los hombres, pero que en definitiva, les ofrece a esos mismos hombres su paz que da vida plena e incluso gratificante ya ahora.
Nota
Entre los diversos géneros literarios podemos identificar: Colecciones de himnos, colecciones de proverbios, Evangelios (“el viviente”), escritos didácticos, libros proféticos, colecciones de cartas, escritos litúrgicos, libros históricos y colecciones de leyes.
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Agradecemos al P. Fernando Martínez Galdeano, S.J. por su colaboración
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