VISITA DEL PAPA AL ALTO PERU, hoy BOLIVIA
El «crucifijo comunista»
de Evo Morales para el Papa Francisco
Le entregó una figura de
un Jesucristo crucificado sobre una hoz y un martillo. Por su parte, el
Pontífice le entregó una copia de la encíclica «Laudato Si»
EFE / LA PAZ
Día 10/07/2015 - 02.54h
Intercambio de regalos
entre el mandatario boliviano y el Papa este miércoles en el Palacio de
Gobierno de La Paz
El Papa Francisco y el
presidente de Bolivia, Evo Morales, intercambiaron hoy varios regalos en el
Palacio de Gobierno de La Paz, entre ellos una cruz formada con una hoz y un
martillo y el «Libro del Mar» entregados por el mandatario.
El intercambio se realizó
tras la reunión privada que celebraron durante casi media hora en el Palacio
Quemado. Francisco comentó que lo suyo era «más sencillo» que lo que recibía
del mandatario.
Morales le entregó la
máxima condecoración de Bolivia, el Cóndor de los Andes, y la distinción Luis
Espinal, que fue creada para reconocer a quien profese una fe religiosa y se
destaque por defender a los pobres, los marginados y los enfermos.
Además, le entregó el
tallado de una cruz formada con la hoz y el martillo, que es una reproducción
de una que hizo el sacerdote jesuita español Espinal, asesinado en 1980 por
paramilitares por su compromiso con las luchas sociales en Bolivia, y a quien
Francisco dedicó hoy un homenaje cerca del lugar donde hallaron su cadáver.
La Virgen del Socavón
Asimismo, el pontífice
recibió el «Libro del Mar», que es un documento que resume los argumentos
históricos, diplomáticos y jurídicos que ha usado Bolivia para demandar a Chile
en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.
La demanda busca que la
CIJ obligue a Chile a negociar con Bolivia una solución para la restitución de
la salida al Pacífico que perdió en una guerra en 1879. Francisco también
recibió un cuadro que representa a la Virgen del Socavón, patrona de los
mineros, elaborado con el grano de quinua, un alimento andino cuyas virtudes
promociona Bolivia.
Morales también le regaló
una fina vestimenta adornada con motivos de las culturas andinas bolivianas y
una biografía suya. Por su parte, Francisco obsequió a Morales un mosaico que
reproduce el célebre icono Salus Populi Romani, que desde el año 1611 ocupa la
magnífica capilla Paulina de la Papal Basílica de Santa María la Mayor.
Además, le entregó la
reciente encíclica «Laudato si» («Alabado seas»), su primer documento
pontificio sobre ecología. Tras salir del Palacio, Morales y Francisco
caminaron juntos unos veinte metros hasta la catedral, donde el Pontífice hizo
un discurso antes instituciones de la sociedad civil. La multitud reunida ante
el Palacio de Gobierno pedía que Francisco y Morales salgan al balcón, pero no
ocurrió.
"Toma,
bendice y entrega", el Papa al pueblo boliviano
(RV).- La mañana de este jueves vio al Papa
Francisco dirigirse en papamóvil hasta la Plaza de Cristo Redentor, distante un
kilómetro y medio de la residencia del Arzobispo Emérito de Santa Cruz, el
Card. Julio Terrazas Sandoval.
Miles
de fieles se encontraban a lo largo de las amplias avenidas que convergen en la
plaza, deseosos de encontrarse con su Pastor.
En
la Santa Misa y Apertura del V Congreso Eucarístico Nacional, el Sucesor de
Pedro habló de las muchas madres que pudo ver en estos días “cargando a sus
hijos en las espaldas”, “llevando sobre sí la vida, el futuro de su gente, sus
motivos de alegría y esperanzas”, pero también las “desilusiones, tristezas y
amarguras”, “la injusticia que parece no detenerse y las cicatrices de una
justicia no realizada”.
El
Papa puso en guardia sobre “la tristeza que se vuelve individualista” que puede
llegar en el “cansancio del camino”, haciendo “perder la memoria de pueblo
amado”, afirmando asimismo que “para un corazón desesperado es muy fácil que
gane espacio la lógica que busca transformar “todo en objeto de cambio”,
“descartando a todos aquellos que no ‘producen’, que no se los considera aptos
o dignos” porque, dijo, haciendo alusión al pasaje del Evangelio, aparentemente
'no dan los números’.
Ante
esto, afirmó el Obispo de Roma, Jesús una vez más vuelve a hablarnos para
decir: “No es necesario que se vayan, denles ustedes de comer” (Mc 8, 1-10).
“Basta de descartes, denles ustedes de comer”.
Tres
acciones, indicó el Vicario de Cristo, “toma, bendice y entrega” con las que
Jesús, logra transformar una lógica del descarte, en una lógica de comunión, de
comunidad.
(GM
– RV)
Texto
completo de la homilía del Papa en la Plaza de Cristo Redentor
(Versión no
oficial)
Hemos
venido desde distintos lugares, regiones, poblados, para celebrar la presencia
viva de Dios entre nosotros. Salimos hace horas de nuestras casas y comunidades
para poder estar juntos, como Pueblo Santo de Dios. La cruz y la imagen de la
misión nos traen el recuerdo de todas las comunidades que han nacido en el
nombre de Jesús en estas tierras, de las cuales nosotros somos sus herederos.
En
el Evangelio que acabamos de escuchar se nos describía una situación bastante
similar a la que estamos viviendo ahora. Al igual que esas cuatro mil personas,
estamos nosotros queriendo escuchar la Palabra de Jesús y recibir su vida.
Ellos ayer y nosotros hoy junto al Maestro, Pan de vida.
Me
conmuevo cuando veo a muchas madres cargando a sus hijos en las espaldas. Como
lo hacen aquí tantas de ustedes. Llevando sobre sí la vida y el futuro de su
gente. Llevando sus motivos de alegría, sus esperanzas. Llevando la bendición
de la tierra en los frutos. Llevando el
trabajo realizado por sus manos. Manos que han labrado el presente y tejerán
las ilusiones del mañana. Pero también cargando sobre sus hombros,
desilusiones, tristezas y amarguras, la injusticia que parece no detenerse y
las cicatrices de una justicia no realizada. Cargando sobre sí, el gozo y el
dolor de una tierra. Ustedes llevan sobre sí la memoria de su pueblo. Porque
los pueblos tienen memoria, una memoria que pasa de generación en generación,
los pueblos tienen una memoria en camino.
Y
no son pocas las veces que experimentamos el cansancio de este camino. No son
pocas las veces que faltan las fuerzas para mantener viva la esperanza. Cuántas
veces vivimos situaciones que pretenden anestesiarnos la memoria y así se
debilita la esperanza y se van perdiendo los motivos de alegría. Y comienza a
ganarnos una tristeza que se vuelve individualista, que nos hace perder la
memoria de pueblo amado, de pueblo elegido. Y esa pérdida nos disgrega, hace
que nos cerremos a los demás, especialmente a los más pobres.
A
nosotros nos puede suceder lo que a los discípulos de ayer, cuando vieron esa
cantidad de gente que estaba ahí. Le piden a Jesús que los despida, “mandálos a
la casa”, ya que es imposible alimentar a tanta gente. Frente a tantas
situaciones de hambre en el mundo podemos decir: “Perdón, no nos dan los
números, no nos cierran las cuentas”. Es imposible enfrentar estas situaciones,
entonces la desesperación termina ganándonos el corazón.
En
un corazón desesperado es muy fácil que gane espacio la lógica que pretende
imponerse en el mundo, en todo el mundo en nuestros días. Una lógica que busca
transformar todo en objeto de cambio, todo en objeto de consumo, todo
negociable. Una lógica que pretende dejar espacio a muy pocos, descartando a
todos aquellos que no “producen”, que no se los considera aptos o dignos porque
aparentemente “no nos dan los números”. Y Jesús, una vez más, vuelve a
hablarnos y nos dice: “No, no, no es necesario excluirlos, no es necesario que
se vayan, denles ustedes de comer”.
Es
una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: “No es necesario
excluir a nadie. No es necesario que nadie se vaya, basta de descartes, denles
ustedes de comer”. Jesús nos lo sigue diciendo en esta plaza. Sí, basta de
descartes, denles ustedes de comer. La mirada de Jesús no acepta una lógica,
una mirada que siempre “corta el hilo” por el más débil, por el más necesitado.
Tomando “la posta” Él mismo nos da el ejemplo, nos muestra el camino. Una
actitud en tres palabras, toma un poco de pan y unos peces, los bendice, los
parte y entrega para que los discípulos lo compartan con los demás. Y éste es
el camino del milagro. Ciertamente no es magia o idolatría. Jesús, por medio de
estas tres acciones logra transformar una lógica del descarte, en una lógica de
comunión, en una lógica de comunidad. Quisiera subrayar brevemente cada una de
estas acciones.
Toma.
El punto de partida, es tomar muy en serio la vida de los suyos. Los mira a los
ojos y en ellos conoce su vivir, su sentir. Ve en esas miradas lo que late y lo
que ha dejado de latir en la memoria y el corazón de su pueblo. Lo considera y
lo valora. Valoriza todo lo bueno que pueden aportar, todo lo bueno desde donde
se puede construir. Pero no habla de los objetos, o de los bienes culturales, o
de las ideas; sino habla de las personas. La riqueza más plena de una sociedad
se mide en la vida de su gente, se mide en sus ancianos que logran transmitir
su sabiduría y la memoria de su pueblo a los más pequeños. Jesús nunca se
saltea la dignidad de nadie, por más apariencia de no tener nada para aportar y
compartir. Toma todo, como viene.
Bendice.
Jesús toma sobre sí, y bendice al Padre que está en los cielos. Sabe que estos
dones son un regalo de Dios. Por eso, no los trata como “cualquier cosa” ya que
toda vida, toda esa vida, es fruto del amor misericordioso. Él lo reconoce. Va
más allá de la simple apariencia, y en este gesto de bendecir y alabar, pide a
su Padre el don del Espíritu Santo. El bendecir tiene esa doble mirada, por un
lado agradecer y por el otro poder transformar. Es reconocer que la vida,
siempre es un don, un regalo que puesto en las manos de Dios, adquiere una
fuerza de multiplicación. Nuestro Padre no nos quita nada, todo lo multiplica.
Entrega.
En Jesús, no existe un tomar que no sea una bendición, y no existe una
bendición que no sea una entrega. La bendición siempre es misión, tiene un
destino, compartir, el condividir lo que se ha recibido, ya que sólo en la
entrega, en el “compartir” es cuando las personas encontramos la fuente de la
alegría y la experiencia de salvación. Una entrega que quiere reconstruir la
memoria de pueblo Santo, de pueblo invitado a ser y a llevar la alegría de la
salvación. Las manos que Jesús levanta para bendecir al Dios del cielo son las
mismas que distribuyen el pan a la multitud que tiene hambre. Y podemos
imaginarnos, podemos imaginar ahora cómo iban pasando de mano en mano los panes
y los peces hasta llegar a los más alejados. Jesús, logra generar una corriente
entre los suyos, todos iban compartiendo lo propio, convirtiéndolo en don para
los demás y así fue como comieron hasta saciarse, increíblemente sobró: lo
recogieron en siete canastas. Una memoria tomada, una memoria bendecida, una
memoria entregada siempre sacia al pueblo.
La
Eucaristía es el “Pan partido para la vida del mundo”, como dice el lema del V
Congreso Eucarístico que hoy inauguramos y tendrá lugar en Tarija. Es
Sacramento de comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos
el seguimiento y nos da la certeza de lo que tenemos, de lo que somos, si es
tomado, si es bendecido y si es entregado, con el poder de Dios, con el poder
de su amor, se convierte en pan de vida para los demás.
Y
la Iglesia celebra la Eucaristía, celebra la memoria del Señor, el sacrificio
del Señor. Porque la Iglesia es
comunidad memoriosa. Por eso fiel al mandato del Señor, dice una y otra vez:
“Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19) Actualiza, hace real, generación tras
generación, en los distintos rincones de nuestra tierra, el misterio del Pan de
Vida. Nos lo hace presente, nos lo entrega. Jesús quiere que participemos de su
vida y a través nuestro se vaya multiplicando en nuestra sociedad. No somos
personas aisladas, separadas, sino somos el Pueblo de la memoria actualizada y
siempre entregada.
Una
vida memoriosa necesita de los demás, del intercambio, del encuentro, de una
solidaridad real que sea capaz de entrar en la lógica del tomar, bendecir y
entregar; en la lógica del amor.
María,
al igual que muchas de ustedes llevó sobre sí la memoria de su pueblo, la vida
de su Hijo, y experimentó en sí misma la grandeza de Dios, proclamando con
júbilo que Él “colma de bienes a los hambrientos” (Lc 1,53), que Ella sea hoy
nuestro ejemplo para confiar en la bondad del Señor, que hace obras grandes con
poca cosa, con la humildad de sus siervos. Que así sea.
(MCM,
MTC, SL - RV)
Fuente: Radio vaticano