Los
primeros dos años de la “Era Francisco” en entrevista a Televisa
RV).-
¿Le gusta ser Papa?; ¿le gusta estar en Santa Marta?; o ¿se siente solo?
Son algunas de las preguntas que el Papa Francisco respondió
– en concomitancia con el segundo aniversario de
su elección como Sumo Pontífice – a la periodista y escritora mexicana Valentina Alazraki,
corresponsal de Televisa. Se trató de una amena conversación en la que ambos se
encontraban sentados ante un gran cuadro de la Virgen de Guadalupe. La entrevista fue realizada técnicamente
por el Centro
Televisivo
Vaticano y Radio Vaticano.
Transcripción y VIDEO de la entrevista al Papa Francisco:
12.03.2015 Valentina Alazraki entrevista al Papa Francisco 1-2
13.03.2015 Dice el Papa Francisco que su pontificado será breve 2-2
13.03.2015 Dice el Papa Francisco que su pontificado será breve 2-2
Papa
Francisco, ante todo, un millón de gracias, aunque llevo muchos años aquí, es
la primera vez que me siento frente a un Papa para hacer una
entrevista formal.
¡Qué miedo!
Tengo mucho miedo. A Juan Pablo
II me le escondía detrás de las plantas, me colaba por aquí, por allá, pero
nunca hubo una, una digamos entrevista así, sentados, formal. Entonces, la
verdad, sí me siento muy emocionada, pero sobre todo muy, muy, agradecida. Y lo
primero que le voy a preguntar es lo que todos los mexicanos o muchos, o la
gran mayoría de los mexicanos se preguntan: sabiendo Usted que, como México no
hay dos, ¿cómo es posible que Usted no nos visite este año? Había mucha
esperanza de que Usted viniera en septiembre…
Yo pensaba hacerlo, porque quería
entrar en los Estados Unidos por la frontera mexicana. Pero, si yo iba a Ciudad
Juárez, por ejemplo, y entraba desde ahí, o a Morelia, y entraba desde ahí, se
iba a armar un poco de barullo: ¡Cómo va ahí y no viene a ver a la Señora, a la
Madre! Además, no se puede visitar México de a pedacitos. México requiere una
semana. O sea que yo prometo un viaje a México como se lo merece y no a la
apurada y de paso. Por eso decidí no entrar por México.
Papa Francisco, Usted ha
elegido esta sala donde aparte sé que tienen reuniones muy importantes, aquí
deciden el futuro de su Iglesia, de la Iglesia. Y bajo la supervisión de la
Morenita. ¿Qué representa para Usted la Virgen de Guadalupe?
Bueno ahí tocó un tema que me llega
mucho, no. ¿Cómo se define el momento histórico de México, cuando Ella visita
México, y la herencia que deja, no? Dos veces en el campo Mompúa le dice a san
Juan Diego Madre. Yo soy la Madre de Dios por quien se vive. Y después cuando
él ahí, está un poco temeroso: ¿De qué tenés miedo? ¿No estoy acá yo que soy tu
Madre? O sea es Madre.
Después nosotros, le decimos Reina,
Reinecita, él mismo le decía eso, Juan Diego, Emperatriz de América, pero Ella
se define como Madre. En un momento en que América renacía. Y es la Madre que
nos trae la Buena Noticia a México. Es una Madre que está esperando un chico. Y
en ese momento trágico de la conquista, porque que ahí hubo de todo, Ella trae
la Salvación. Muestra que trae un chico. Pero ¿cómo lo muestra? ¿Cómo se
muestra, además de embarazada? Se muestra mestiza. Eso es toda una profecía,
nuestro mestizaje americano. Una profecía de nuestra cultura. Por eso Ella
traspasa los límites de México, y va mucho más allá y es la unidad del pueblo
americano. Es la Madre. América no es huérfana. Tiene una Madre. Una Madre que
nos trae a Jesús. O sea, la Salvación que es Cristo viene por una mujer y quiso
Ella demostrarlo a través de su mestizaje que lo traía a México de una manera
especial. Y elige un hijo de esa cultura para manifestarse. No elige un chico
español, o un colonizador, o una señora coqueta, no, no. Un simple hombre,
casado, humilde. Entonces para mí Ella es Madre. Es Madre mestiza y, me atrevo
a decir, otra cosa. Es el principio de una cosa de la cual no hablamos mucho en
América: que es el gatillaje de la santidad. O sea en la colonización
americana, en la conquista americana hubo pecado “a rolete”(popular en Argentina = mucho,
en cantidad).
Se pecó mucho. Pero también hubo
muchos santos. Santos que los tenemos sí, Santa Rosa de Lima, nos acordamos, el
negrito San Martín de Porres, ahora voy a canonizar, cuando vaya a los Estados
Unidos a este santo varón, que evangelizó la California, Junípero Sierra,
y que antes de ir a la misión de California, fue precisamente a Ella. A pedir
la bendición, ¿no? O sea, Ella de alguna manera abrió la puerta a esa corriente
de santidad. Los santos mexicanos, los santos americanos, son muchos.
O sea para mí Ella es todo esto que
le dije: es Madre, fuente de unidad cultural, puerta hacia la santidad, en
medio de tanto pecado y de tanta injusticia, y tanta explotación y tanta
muerte, es Madre, ¿no? Entonces eso es lo que yo siento cuando la veo.
Papa Francisco, Usted en el
avión volviendo de Filipinas dijo que le hubiera gustado entrar a los Estados
Unidos por la frontera con México. Esa frontera tan, tan, significativa. Usted
es hijo de emigrantes, sus papás eran italianos, viajaron a la Argentina, Usted
trae en la sangre lo que es eso. ¿Cuál sería el sentido de su presencia ahí, en
esa frontera?
Gente no sólo de México sino de
Centroamérica, de Guatemala, que cruza todo México, para buscar un futuro
mejor. Hoy día la emigración es fruto del malestar en el sentido etimológico de
la palabra, fruto del hambre, de buscar nuevas fronteras. Lo mismo sucede en
África, con toda esa cruza mediterránea de gente que viene de países que están
pasando momentos difíciles, sea por el hambre, sea por las guerras ¿no? Pero
evidentemente que la migración, hoy día, está muy relacionada al hambre, a la
falta de trabajo. A esta tiranía de un sistema económico que tiene al dios
dinero en el centro y no a la persona ¿no?
Y entonces se descarta gente.
Entonces un país crea – sea de América, de África, de donde sea – crea una
situación económica impuesta, por supuesto, que descarta gente, que va hacia
otro lado a buscar trabajo, o comida, o bienestar ¿no? O sea la migración en
este momento, es muy doloroso el problema migratorio en el mundo ¡eh! Porque
hay varias fronteras migratorias ¿no?
Me alegra que Europa esté revisando
su política migratoria. Italia fue muy generosa y quiero decirlo ¿no? La
síndico de Lampedusa se jugó entera y aun a costa de transformar esa isla, de
tierra de turismo en tierra de hospitalidad ¿no? Con lo que supone no ganar
plata ¿no? O sea hay hechos heroicos ¿no? Pero ahora gracias a Dios veo que
Europa está repensando la situación.
Volviendo a la migración allí, esa
zona, además es una zona de mucha lucha de problemas de narcotráfico ¿no?, es
decir. Los Estados Unidos me decían – no quiero tirar estadísticas que después
me crean un problema diplomático – pero, me decían, y lo vi en una revista,
creo que están entre los primeros consumidores de droga en el mundo y la
frontera por la que entra la droga, la principal, es la mexicana. Entonces ahí
también se sufre ¿no? Morelia, toda esa zona, es una zona de mucho sufrimiento
donde también las organizaciones de traficantes de droga no se van con
chiquitas ¿no?, es decir, saben hacer sus trabajos de muerte, ¿no?, son
mensajeros de muerte, sea por la droga, o sea por “limpiar”, entre comillas, a
aquellos que se oponen a la droga, los 43 estudiantes, de alguna manera están
pidiendo que, no digo venganza, justicia, y que se los recuerde.
Y por eso salgo al encuentro quizás
de una curiosidad: quise hacer Cardenal al Arzobispo de Morelia, porque está en
la sartén. O sea un hombre que está en una zona muy caliente, y es un
testimonio de hombre cristiano, de un gran sacerdote. Pero después sobre los
cardenales podemos volver después. Se lo digo de paso.
Usted como Papa
latinoamericano, el primer Papa latinoamericano, ¿siente de alguna manera
dentro de sí como una responsabilidad más, de ser la voz de todos estos
millones de personas que, que se ven en esta situación de tener que salir de
sus países, atravesar fronteras, muros, sea en América, en Asia, en Europa,
donde sea?
Sí. Ser la voz pero no de una manera
programática. Me sale solo. Me sale por la misma vivencia nuestra
latinoamericana ¿no?, y también por mi sangre migrante ¿no? O sea, mi papá, con
mis abuelos, fueron a Argentina. Tenían un buen pasar acá, pero por razones
políticas, la abuela estaba muy metida en la naciente Acción Católica y aunque
nunca le hicieron tomar el aceite de ricino, pero ese era… entonces decidieron
irse a buscar nuevos rumbos. Además tenían, los hermanos de mi abuelo, ya
tenían una buena empresa en Entre Ríos, allá, pero ellos llegaron en el 29 y en
el 32 la crisis los dejó en la calle. Sin nada. Y un cura les prestó 2.000
pesos, con lo cual compraron un almacén y mi papá, que era contador, hacía el
reparto con la canasta. Esa gente que se ganó la vida, se rehízo la vida. Y
volvieron a luchar por llevar adelante la familia. Eso a mí me dice mucho. Yo
lo mamé en casa eso.
De ahí le viene toda esta
sensibilidad que tiene…
Pienso que sí. Y sí. Además, en
Argentina yo he visto situaciones difíciles. De pobreza y de marginalidad,
incluso de drogadicción, que son las que me mueven estas cosas ¿no? Pero me
salen naturales. No me salen ideológicamente. Por eso a veces soy un poco
desprejuiciado y se me va la lengua, pero no importa…
De eso hablaremos…
Papa Francisco, Usted se
refirió a los 43 estudiantes de Iguala. Fue un momento muy difícil para México,
ha sido un luto grave para nuestro país. Recuerdo incluso ahora que estuvo aquí
el cardenal de Morelia, Monseñor Suárez Inda, él decía que cuando hay una
situación difícil todos somos culpables, todos de alguna manera somos
responsables. La Iglesia no da soluciones políticas, técnicas, pero creo que
sería necesario un mensaje de aliento para que México, por los recursos que
tiene el pueblo, los valores que tiene el pueblo, pueda salir un poco adelante,
pueda tener la esperanza, pueda pensar en la paz, en un futuro mejor.
No es el primer momento difícil que
está pasando México éste. O sea, engancho con la santidad ¿no? O sea, México
pasó momentos de persecución religiosa, donde engendró mártires. Yo pienso que
a México el diablo lo castiga con mucha bronca. Por esto. Creo que el diablo no
le perdona a México, que Ella haya mostrado ahí a su Hijo. Interpretación mía.
O sea, México es privilegiado en el martirio, por haber reconocido, defendido,
su Madre. Y esto lo sabe Usted muy bien. Usted va a encontrar a mexicanos
católicos, no católicos, ateos, pero todos guadalupanos. Es decir, todos se
sienten hijos. Hijos de la que trajo al Salvador, al que destruyó al demonio. O
sea lo de la santidad también está unido ahí. Yo creo que el diablo le pasó la
boleta histórica a México ¿no? Y por eso todas estas cosas, usted ve que en la
historia siempre ha aparecido focos de conflicto grave ¿no?
¿Quién tiene la culpa? ¿El gobierno?
Esa es la solución, la respuesta, más superficial. Siempre los gobiernos tienen
la culpa. Sí, el gobierno. Todos tenemos de alguna manera la culpa o, al menos,
el no hacernos cargo del sufrimiento. Hay gente que está bien y quizás la
muerte de estos chicos no les llegó, les resbaló. Bueno a mí no me tocó,
gracias a Dios que no me tocó. Pero la mayoría del pueblo mexicano es
solidario. Y esa es una de las virtudes que tienen ustedes ¿no? Y creo que
todos tienen que poner el hombro ahí, para resolver esto de alguna manera ¿no?
Yo sé que es muy difícil denunciar a
un narcotraficante. Porque le va la vida, es una especie de martirio ¿no? Es
duro, pero creo que todos en situaciones así, sea en México o no en México,
tenemos que poner el hombro. O sea el echarle la culpa a un solo sector, a una
sola persona, a un solo grupo, es infantil.
Papa Francisco, Usted envió un
correo privado a un amigo de Argentina expresándole su preocupación acerca de
la creciente difusión del narcotráfico en su propio país. Y utilizó el término
“tratemos de evitar la mexicanización”… Es normal, ese término digamos ha
sido tomado, ha herido susceptibilidades, sensibilidades. El Gobierno de México
pensó que se trataba de una estigmatización del país, o no reconocer los
esfuerzos que está haciendo, o que intenta hacer. La verdad es, ¿qué pasó ahí?
¿Qué quiso decir Usted?
Sí. El chico. Este chico es un
dirigente, un hombre que ha trabajado por la justicia social y trabaja mucho,
amigo mío, viene de las izquierdas, del trotskismo, viene de ahí. Es un hombre
que encontró a Jesús y trabaja por la justicia social y él me cuenta. Me
contaba allí cómo habían logrado descubrir algunas redes de narcotráfico, y
eso, y que estaban luchando y que habían cerrado también una cadena de
prostíbulos. Él trabaja mucho en lo que es esclavización de personas, o sea
fábricas esclavas, con migrantes donde le sacan el pasaporte y lo tienen de
esclavo ahí, prostitución, drogadicción, etc.
Y entonces me dice “bueno esto
queremos no llegar a la mexicanización de Argentina”. Así me ponía, ¿no?
Evidentemente que es un término, permítaseme la palabra, “técnico”. No tiene
nada que ver ya con la dignidad de México. Como cuando hablamos de la
“balcanización”, ni los serbios, ni los macedonios, ni los croatas se nos
enojan. Ya se habla de “balcanizar” algo y se usa técnicamente y los medios de
comunicación lo han usado muchas veces ¿no?
Se usaba “colombización”, por
ejemplo.
También ¿no? Así que yo contesté
rezo, los acompaño, y ojalá no lleguemos a la mexicanización, técnicamente.
Levantó pólvora, pero la mayoría, por las estadísticas que me llegaron, que
hicieron algunos periodistas de allá, el noventa por ciento del pueblo mexicano
no se sintió ofendido por eso. Lo cual me alegra. Para mí habría sido un gran
dolor que se interpretara de esa manera ¿no? Mismo un gobierno después de
haber preguntado aceptó las explicaciones. Estas que son las verdaderas
¿no? Y todo en paz. O sea eso no me cerró las puertas a México. Voy a ir
a México.
Papa Francisco, relacionada con
esta pregunta, Usted sabemos que tiene una actividad digamos entre comillas,
personal muy activa. Usted le llama por teléfono a las personas, escribe cartas
personales, preciosas por cierto. Ante lo que sucedió Usted ha pensado decir a
estas personas que, quizá, debían tener el sentido común que, si yo recibo una
carta del Papa, yo no la publico. No ha pensado Usted que, porque Usted es el
Papa, ya no es el Padre Jorge. ¿No ha pensado decirles “miren yo les llamo por
teléfono, les escribo, pero, en fin, esto es privado”?
Lo suelo hacer, normalmente.
Pero a veces la gente no, no se aguanta.
Le meten luego en problemas.
Digo una cosa es la correspondencia privada…
Este amigo mío me contestó pidiendo
perdón, que me juraba y me re-juraba que nunca más iba a publicar…
¿Siegue siendo su amigo?
Y sí… Porque además él lo hizo como
diciendo “hasta el Papa está luchando contra la droga, ¿no?”. Es verdad que el
hecho de tocar un tema tan delicado, no cierto, me puede dar consecuencias.
Pero lo tengo que decir, a veces yo me he sentido usado por la política del
país. Políticos argentinos que pedían audiencia…
Sí, comprendo su pregunta y quiero
contestar abiertamente, aunque me podría traer algún problema personal, en mí
país. Pero simplemente cuento lo que ha pasado. Claro los argentinos cuando
vieron un Papa argentino se olvidaron de todos los que estaban a favor o en
contra del Papa argentino. Y los argentinos que no somos humildes, y que somos
muy engreídos… ¿Usted sabe cómo se suicida un argentino?
No…
¿No? ¡Se sube arriba de su
ego, y de ahí se tira abajo!
Había oído muchos chistes pero
este no…
Somos muy… somos los campeones del
mundo, después campeón San Lorenzo…
Bueno yo creo campeón San
Lorenzo por Usted. Le ha ido demasiado bien.
Y nos agrandamos con facilidad
realmente. Somos en eso muy, muy poco humildes, ¿no? Es decir, nos agrandamos
con facilidad. La desmesura argentina, propia de nuestra manera de ser, un poco
compadrita, pillada, somos los mejores de América, ese tipo de cosas ¿no
cierto? Yo sé que mucha gente, sin quererlo, la mayoría, algunos queriéndolo,
usan su venir acá o una carta mía o un llamado. Hay gente a la que yo llamo y
nunca abre la boca. Y he llamado y nunca lo dijo ¿no? Enfermos, o que he
mandado una carta y nunca la publicaron, otros sí ¿no cierto? Pero, si siento
que yo debo hacer algo, lo hago y corro el riesgo. Y bueno, ¡qué va a ser!
Volviendo ya a México. ¿Hay
algo que le preocupa de México? Por ejemplo, las sectas, las sectas no es un
problema sólo de México. Usted es latinoamericano, ha sido un protagonista de
Aparecida, desgraciadamente en el sudeste de México hay ese problema, pero en
muchos países de América Latina hemos visto cómo van avanzando, van ganando,
¿no? ¿Ahí qué ha pasado? ¿Ha fallado la Iglesia en algo? ¿Cómo se retoman a
esas personas, ¿por qué? ¿Por qué dejaron a la Iglesia y se fueron hacia
las sectas, ofrecen algo diferente, más concreto? ¿Usted cómo lo ve?
Algo similar. Una cosa es que… los
movimientos evangélicos, digo, después voy a distinguir entre sectas o no.
Hablamos de todo el movimiento evangélico, sean secta o no. Lo que ofrecen, en
general, es la “projimidad”, la cercanía. Usted va un día al culto, y al domingo
siguiente lo esperan en la puerta y le saben el nombre y lo saludan. Usted es
persona.
Nosotros, los católicos, muchas
veces somos por ser multitudinarios, o sobre todo por un defecto muy grande que
tenemos en América Latina, que es el clericalismo, ponemos distancia. El
clericalismo en América Latina fue una de las trabas más grandes para el
crecimiento del laicado. El laicado en América Latina solamente creció en la
piedad popular. Ahí sí. Porque ahí es libre y el laico es creativo, y bueno, y
tiene sus procesiones, sus cultos, pero organizativamente el laico no creció lo
suficiente o no creció un poco por ese clericalismo que crea distancias.
Entonces, volviendo a la pregunta,
una de las cosas que en los movimientos evangélicos se provoca y crean es la cercanía.
“¡Hola cómo te va, fulano!”. Después hay una distinción entre movimientos
evangélicos honestos, buenos, ¡eh! y movimiento sectario, ¿no? Por ejemplo hay
propuestas religiosas que nos son cristianas, nos son cristianas, los mismos
evangélicos no las quieren ver. Y ellos… Y hay sectas, algunas vienen de la
teología de la prosperidad, no cierto. “Bueno, si vos venís, y que si yo… te va
a ir bien, y qué se yo”. Yo recuerdo una en Buenos Aires, que no fui yo, pero
les pedí a unos amigos que fueran a ver qué sucedía, en una liturgia
penitencial ¿no? Bueno, un libre y fervoroso discurso, una homilía fervorosa
sobre el pecado y que Dios perdona y realmente una cosa bien hecha, y dicen
“bueno ahora cada uno piense en sus pecados y bueno, vos que hiciste esto, y va
recorriendo los mandamientos, y bueno, pedí perdón y para esto, tenés que dar
una limosna de tanto”. Estoy simplificando, ¿no? Bueno evidentemente que los
evangélicos rechazan todo esto. Los evangélicos serios, ¿no?
Después este fenómeno de usar lo religioso
como comercio. Y bueno como en el caso de que uno hace un cursito por ahí y se
abre un culto, ¿no? Pero yo distinguiría ¿no? No metería en la misma bolsa ¿no?
O sea hay grupos que se dicen evangélicos y no son ni cristianos, y tantos
evangélicos como nosotros los reconocemos así. De esto he hablado mucho una vez
con un gran amigo mío, con quien compartí una cátedra de teología. Con esto
hablé mucho con un gran amigo mío luterano, profesor de la Facultad de Teología
luterana, sueco él, el pastor Anders Root, murió hace tres años, ya en Suecia,
había vuelto ya a Suecia, con quien compartimos la Cátedra de Teología
Espiritual.
Yo lo invité cuando enseñaba en una
Facultad católica Teología Espiritual. Hablábamos mucho. Éramos muy amigos. Y
él hizo una tesis, tesis de habilitación, no de doctorado, sino de
habilitación. La hizo sobre un movimiento, sedicente evangélico, pero que no es
cristiano en el fondo y prueba por qué no es cristiano. Sé que en esto con los
evangélicos, no sólo las Iglesias históricas, sino con los movimientos
evangélicos, estamos de acuerdo en que hay sectas que no son algunas ni
cristianas y otras que son un cachivache; para decir una palabra nuestra.
Además, quisiera también hacer una
distinción entre una palabra equívoca, sobre una palabra equívoca, el
pentecostalismo. Hay pentecostales que más bien se asimilan a estas, a estos
grupos que en el fondo no son cristianos, y hay pentecostales que trabajan con
nosotros y tenemos reuniones juntas con el movimiento de Renovación en el
Espíritu, católico. O sea que la cosa es muy, hay que ir caso por caso o saber
dividir. No podemos embolsar a todos, ¿no cierto? igual.
Bueno vuelvo a la pregunta, ¿por
qué? Y porque le dan esa cercanía, después el anuncio de la Palabra. A veces
nuestras homilías…, me contaba un sacerdote romano que fue a visitar a sus
padres que viven en un pueblo cerca de Roma. Y el papá le dijo un día: “Che
sabés estoy contento porque con mis amigos encontramos una iglesia donde dicen
misa sin homilía”. Es decir, hay homilías que son un desastre. Sí. No sé si la
mayoría, pero no llegan al corazón. Son clases de teología o son cosas
abstractas, o largas. Por eso en laEvangelii gaudium dediqué a la homilía tanto. Bueno,
en general los pastores evangélicos tienen una cercanía y llegan al corazón, y
preparan bien la homilía ¿no? Creo que en eso nosotros nos tenemos que
convertir.
Obviamente que el concepto
protestante de la homilía es mucho más fuerte que el católico. En el inicio, no
cierto, para Lutero la homilía era un sacramento casi. Para nosotros era,
bueno, una disertación o una catequesis y se la reducía a catequesis. Gracias a
Dios los católicos hemos encontrado ya la teología de la predicación, donde la
homilía tiene parte, es como un sacramental. Hay algo que lo pone Dios. Y es
algo muy serio ¿no?
Entonces claro, distancia,
clericalismo, homilías aburridas; los otros ofrecen cercanía, “trabajá”,
“movéte”, integración en el trabajo, Palabra de Dios ardiente; y se van. Un
fenómeno que se da no con las Iglesias o comunidades eclesiales más serias,
evangélicas, sino con éstos que son un poquitito flojos o que no son
cristianos, y algunos quedan a mitad de camino. Y se van de casa y después ya tampoco
no vuelven, es un problema este muy latinoamericano.
En Argentina trabajábamos mucho
juntos con los pastores. En Buenos Aires yo me reunía con un grupo de pastores
amigos, y rezábamos juntos y organizamos tres retiros espirituales para
pastores y para sacerdotes juntos. De varios días. Y venía, y predicaba o
sacerdote católico y un pastor.
Predicó una vez el obispo, que ya
murió, Gretsch, de Australia, y dos veces el Padre Cantalamessa, por parte
católica. Y por la parte de ellos, pastores también prestigiosos. Y ahí
estamos, pastores, pastoras, curas, rezando juntos, haciendo nuestro retiro
espiritual. Tres veces lo hicimos. Eso nos ayudó mucho. A los que más o menos
estamos en la línea más seria ¿no? Y también hicimos tres encuentros ya entre
católicos y evangélicos, en el Luna Park, que tiene capacidad para un poquito
más de siete mil personas. También un día entero ¿no? En tres años diversos.
Y también invitábamos a algunos
pastores de afuera, a algún cura de afuera, Cantalamessa una vez estuvo. Y eso
nos ayudaba a trabajar juntos los que estábamos en la línea seria ¿no?
Entonces, ve, la palabra “sectas” se va como diluyendo. Me detuve mucho en esto
por justicia, para no hacer una injusticia. Hermanos evangélicos que trabajan
bien.
Papa Francisco tenemos la
suerte de que esta entrevista cae en el segundo aniversario de su elección. De
esa noche inolvidable cuando Usted nos sorprendió a todos con su “buonasera”,
“los Cardenales me han ido a pescar hasta el fin del mundo”, y bueno, y ese
gesto de pedir la bendición. A mí se me enchina todavía la piel del recuerdo,
porque fue un momento muy fuerte. Muchos no le atinamos a que Usted sería el
Papa, porque nos fuimos un poco, la verdad le digo, porque pues decían que
después de la renuncia del Papa Benedicto querían un Papa joven, sabíamos
que Usted lo del Vaticano no era, como le dije una vez en el avión, santo de su
devoción, que no le gustaba tanto venir por acá, que venía lo mínimo posible,
entonces, bueno, yo la verdad, pensé que a lo mejor Usted diría que no… A ver,
¿qué pasó ese día, cuando se dio cuenta Usted de que, ya el nombre era éste, y
que Usted saldría como Papa?
La cosa fue muy sencilla. Yo me vine
con una valijita chica porque hice el cálculo, y dije el Papa no va nunca a
asumir en Semana Santa. Por lo tanto yo me puedo venir tranquilamente y estar
el Domingo de Ramos en Buenos Aires. Dejé preparada la homilía del Domingo de
Ramos sobre mi escritorio y me vine con lo necesario para esos días, aunque
pensaba que podía ser un cónclave muy corto ¿no? De todas maneras, me preparé
hasta lo más posible por si fuera largo de tal manera que tenía el boleto de
vuelta. Lo podía cambiar o adelantar ¿no? Pero tenía asegurado ese. Además no
estaba en ninguna lista de papables, gracias a Dios, pero ni se me pasó por la
cabeza. En esto quiero ser sincero para evitar cuentos y eso. En las apuestas
de Londres creo que estaba en el número 42 o 46. Un conocido mío, por simpatía
apostó, ¡y le fue muy bien!
Pero le tengo que recordar que
fue una monja mexicana la que tuvo una gran intuición. Porque Usted el sábado
antes de la elección comió en casa de su amigo, el Cardenal Lozano
Barragán, y la madre Estela le dijo: “Eminencia, si lo hacen Papa Usted nos
invita a comer allá arriba, ¡eh!
La madre Estela me dijo así. Bueno y
así empezó el cónclave. Los periodistas decían que a lo más yo era un kingmaker que, bueno, un elector, un gran
elector, que indicaría a alguno. Y estuve en paz. Empezó la primera votación,
el martes a la noche, segunda el miércoles a la mañana, tercera el miércoles
antes del almuerzo. El fenómeno de las votaciones ahí en, siempre, no sólo en
el cónclave, en estos grupos, es un fenómeno interesante. Hay candidatos ya,
fuertes. Pero mucha gente que no sabe dónde dar el voto. Entonces elige seis,
siete, que son los votos depósito. Entonces yo deposito el voto en Usted y
cuando veo ya quien va se lo doy. O sea, son, es como una
“provisoriedad”. Eso es general en las votaciones de grupos grandes, no cierto.
O sea sí, yo tenía algunos votos, pero depósito.
¿Es cierto que en el cónclave
anterior había tenido unos cuarenta? ¿Se puede decir?
No.
Eso dijeron.
Sí, bueno, dijeron.
Algún cardenal dijo.
Bueno, dejémoslo al cardenal. Aunque
yo podría decirlo porque ahora yo tengo la autoridad para decirlo. Pero mejor.
Dejémoslo que lo haya dicho el cardenal. Pero nada. Realmente, hasta ese
mediodía, nada.
Y después pasó algo, no sé. En el
almuerzo, yo vi algún signo raro, pero. Me preguntan por la salud, esas cosas
que… y ya cuando volvimos a la tarde, se cocinó el pastel ¿no? En dos
votaciones se acabó todo ¿no? O sea que para mí también fue una sorpresa.
¿Qué me pasó a mí? En la primera
votación de la tarde cuando yo vi que ya eso ya podía ser irreversible, lo
tenía al lado – y esto lo quiero contar porque hace a la amistad – al cardenal
Humes, que para mí es un grande. A la edad que tiene, es el Delegado de la
Conferencia Episcopal para la Amazonia. Y va allá y se mete y va en barca y va,
y va visitando las iglesias, y lo tenía al lado, y ya a la mitad de la primera
votación de la tarde – hubo dos, porque hubo una segunda – cuando se vio la
cosa, se me acercaba así, me decía: “No te preocupes, así obra el Espíritu
Santo”. Me causaba gracia.
Después, en la segunda votación
cuando se alcanzaron los dos tercios, siempre se aplaude ¿no? En todos los
cónclaves aplauden. Y sí el escrutinio. Y él ahí sí me besó y me dijo: “No te
olvides de los pobres”. Y eso me empezó a dar vueltas en la cabeza y fue lo que
provocó la elección del nombre, después, ¿no? Yo, mientras la votación, rezaba
el Rosario, solía rezar los tres Rosarios diarios, tenía mucha paz. Yo diría
que hasta inconciencia.
Lo mismo cuando se dio la cosa, y
para mí ese fue un signo de que Dios quería eso. La paz. Hasta el día de hoy no
la he perdido. Pero es algo de adentro, que, como un regalo ¿no? Y después, qué
es lo que hice, no sé. Me hicieron parar. Me preguntaron si aceptaba. Dije que
sí. No sé si me hicieron jurar algo, no me acuerdo.
Estaba en paz. Fui, me cambié la
sotana. Y salí y quise primero ir a saludar al cardenal Días, que estaba allá
en su silla de ruedas, y después saludé a los cardenales. Después le pedí al
Vicario de Roma y al cardenal Humes, por amigo, que me acompañaran. ¡Cosa que
no estaba prevista en el protocolo!
Ahí empezaron sus problemas con
el protocolo, creo.
¿Qué sabía? Yo puse ahí a…
Esa fue la primera de muchas.
Y fuimos a rezar a la capilla
Paulina, mientras el Cardenal Tauran anunciaba el nombre. Después salí y
yo no sabía lo que iba a decir. Y bueno, de todo lo demás son testigos ustedes.
Sentí profundamente que un ministro
necesita la bendición de Dios, pero también la de su pueblo. No me atreví a
decir que el pueblo me bendijera. Simplemente dije: “Pueblo recen para que
Dios, a través suyo, me bendiga”. Pero me fue saliendo todo espontáneo.
Igual lo de rezar por Benedicto.
Decía, no, no sé, no preparé nada. Salió solo.
¿Y le gusta ser Papa?
¡No me disgusta!
Porque uno se hubiera imaginado
que no le hubiese gustado ser Papa.
No, no. Una vez dada la cosa después
se hace.
¿Qué es lo que le gusta y qué
lo que no le gusta tanto de ser Papa? ¿O le gusta todo?
Sí, lo único que me gustaría es
poder salir un día, sin que nadie me conociera, e irme a una pizzería a comer
una pizza.
¡Eso estaría muy bien!
Voy a esto, no, esto lo digo como
ejemplo. En Buenos Aires yo era muy callejero. Iba, venía por las parroquias, y
claro cambiar de hábitos y estar… eso me cuesta un poquito, pero, no, no sé, se
arregla, se habitúa. Se encuentra otra manera de callejear: el teléfono, el…
Y lo de que no le gustaba tanto
el Vaticano, eso no es ningún secreto. No le gustaba mucho venir. Y ahora que
está desde hace dos años acá adentro, ¿le gusta un poco más o un poco menos?
No. No sólo el Vaticano. Esto lo
tengo que aclarar. Creo que mi gran penitencia son los viajes. A mí no me gusta
viajar. Yo soy muy pegado al hábitat, es una neurosis. Una vez leí un libro muy
lindo que se llama: “Alégrese de ser neurótico”.
Entonces, uno tiene que descubrir
las neurosis que tiene, cebarle mate todos los días, tratarla bien, para que no
le haga daño ¿no?
Y bueno una de mi, yo digo, de mis
neurosis, o de mi modo de ser, es estar muy pegado al hábitat. O sea todo
viaje, no me gusta. Y venía a Roma y por ahí no me gustaba, porque algún
ambiente de chisme, y eso no, por eso venía y me iba enseguida ¿no? Si
Benedicto asumió al mediodía, y a la tarde ya estaba arriba del avión ¿no? es
decir.
Y ahora no me disgusta. Acá hay
gente muy buena. El hecho de vivir acá me ayuda mucho.
¿Le gusta estar aquí en Santa
Marta?
Es simplemente porque hay gente. Yo
allá solo, no hubiera soportado. No porque sea lujoso, como algunos dicen, no.
No es lujoso. El apartamento no es lujoso. Es grande. Pero esa soledad no
la hubiera tolerado. Venir aquí, comer en el comedor, donde está toda la gente,
tener la Misa esa donde cuatro días a la semana viene gente de afuera, de las
parroquias, me da un poquitito de holgura espiritual. Me gusta mucho eso.
¿No se siente solo?
No, no, no. En serio que no.
Papa Francisco, hay algo que
nos preocupa un poco. Porque ha habido varias ocasiones en los vuelos, que es
donde nosotros tenemos la oportunidad de hablar con Usted, que Usted dice:
“Bueno, en dos o tres años vuelvo a la Casa del Padre…”; luego viene alguien
que está organizando una feria, un congreso, de aquí a cinco años, a diez. Y
usted dice: “Bueno, le deseo lo mejor, pero yo no estará ahí”. Cosas por el
estilo. ¿Por qué tenemos la sensación de que Usted, por un lado, es como si
tuviera prisa, en su forma de actuar?, y por otra, ¿por qué como que parecería
como que viera su Pontificado a breve plazo? Su edad es su edad, pero quiero
decir que con lo largo que se vive hoy, son pocos años, en realidad, no es
relativo. ¿Por qué tiene esa sensación, por qué de repente nos dice estas
cosas?
Yo tengo la sensación que mi
Pontificado va a ser breve. Cuatro o cinco años. No sé, o dos, tres. Bueno dos
ya pasaron. Es como una sensación un poco vaga. Le digo, capaz que no. Por ahí
es como la psicología del que juega y entonces cree que va a perder para no
desilusionarse después. Y si gana está contento ¿no? No sé qué es. Pero tengo
la sensación que el Señor me pone para una cosa breve, nomás y... Pero es una
sensación. Por eso tengo siempre la posibilidad abierta ¿no?
Y Usted nos ha dicho también
que seguiría el ejemplo del Papa Benedicto, en caso de que se diera cuenta de
que no… Eso cambia un poco la idea del Papado. Porque estábamos acostumbrados,
antes de la época moderna, quiero decir, para nosotros el Papa era una
Institución. Pues el Espíritu Santo… se creaba y, hasta la muerte ¿no?
Bueno, hubo algunos cardenales en el
pre cónclave, en las Congregaciones Generales, que se plantearon el problema
teológico, muy interesante, muy rico ¿no? Yo creo que lo que hizo el Papa
Benedicto fue abrir una puerta. Hace setenta años, no existían los Obispos
eméritos. Y hoy tenemos mil cuatrocientos. O sea se llegó a la idea de que un
hombre después de los 75, alrededor de esa edad, no puede llevar el peso de una
Iglesia particular. En general. Creo que, lo que hizo Benedicto con mucha
valentía fue abrir la puerta de los Papas eméritos.
A Benedicto no hay que considerarlo
como una excepción. Sino como una Institución. Por ahí sea el único en mucho
tiempo, por ahí no sea el único. Pero es una puerta abierta institucional. Hoy
día el Papa emérito no es una cosa rara, sino que se abrió la puerta, que pueda
existir esto.
Se podría pensar como en los
Obispos, no sé, un Papa que renuncia a los 80 años. Que haya esa posibilidad.
También. Se puede, pero a mí eso no
me gusta mucho, ponerle edad. Porque creo que el Papado tiene algo de, de
última instancia. Es una gracia especial. Para algunos teólogos el Papado es un
Sacramento, es un Sacramento, los alemanes son muy creativos en todas estas
cosas. Yo no creo eso pero vamos. Quiere decir que hay algo especial. Entonces
decir bueno éste está a los 80, crea una sensación de fin, de Pontificado que
no haría bien. Previsible ¿no?
Yo no soy de la idea de poner una
edad, pero sí soy de la idea de lo que hizo Benedicto. Yo lo vi el otro día en
el Consistorio. Estaba feliz, contento. Respetado por todo el mundo. Yo lo voy
a visitar. A veces le hablo por teléfono. Como dije, es como tener al abuelo
sabio, en casa. Uno puede pedir consejo. Leal a muerte. La cosa de Benedicto,
no sé si ustedes la recuerdan, cuando lo despedimos, el 28 de febrero, en la
Sala Clementina, él dijo: “Entre ustedes está mi Sucesor, le prometo lealtad,
fidelidad y obediencia”. Y lo cumple. Hombre de Dios.
Le voy a hacer una pregunta
como muy personal. La primera vez que vimos dos Papas vestidos de blanco en
Castelgandolfo, yo le voy a ser muy sincera, a mí me causó un pequeño shock
porque no estábamos acostumbrados. Que Usted diga que se ha abierto esta
institución de los Papas eméritos está bien. Decirlo ahora. Pero la primera vez
que uno ve dos Papas vivos, vestidos de blanco, dices ¿qué pasa aquí, no? Usted
a nivel personal, acababa de ponerse el vestido blanco, porque lo acababan de
elegir. Hacía pocos días y eso, supongo, que ya le conllevaría asimilarlo. Y de
repente encontrarse otro Papa vestido de blanco, a nivel íntimo, personal, ¿se
le hizo tan normal como ahora Usted lo dice, o...?
No, no, no, no. Fue el 23 de marzo,
en Castelgandolfo, y ahí me sentí como que mi papá me llevaba y me enseñaba y
me hacía sentar. Él fue el anfitrión en el sentido más humano de la palabra.
Y ahora tenemos que pasar a un
tema que es de sus preferidos, que la Curia. Porque bueno, sabemos que Usted ha
emprendido la reforma de la Curia. La reforma se puede entender como algo
técnico, vamos a decirlo así ¿no? Ver cómo hacerla funcionar mejor, las
Congregaciones, Dicasterios… Pero yo creo, tengo la sensación, de que su
ambición va más allá de la ambición o deseo, va más allá de una cuestión
técnica. Tenemos la sensación de lo que a Usted le gustaría en realidad, sería
cambiar mucho más que las estructuras, cambiar la mentalidad, cambiar el
corazón.
Esa es la palabra.
Esta, digamos, es mi sensación.
¿Quisiera saber si es así, y si cree que lo puede lograr?
Todo cambio empieza por el corazón
¿no? O sea la conversión del corazón. Por ejemplo, por eso los ejercicios
espirituales cerrados, ya dos años, ¿no? Bueno vamos ahí los de la Curia, los
Prefectos y los Secretarios de Dicasterio, alrededor de ochenta, y bueno,
estamos ahí encerrados, rezando, y oímos al predicador, ¿no? O sea una
conversión del corazón ¿no? También, alguno me va a retar por esto, pero
también una conversión del modo de vivir.
Creo que ésta es la última corte que
queda en Europa. Las demás cortes se han democratizado, incluso las más
clásicas. Hay algo en la corte Pontificia, que mantiene mucho una tradición, un
poco atávica ¿no? Y no lo digo peyorativamente, como una cultura. Y esto hay
que cambiarlo, tiene que dejar lo que pueda tener de corte todavía y ser un
grupo de trabajo, al servicio de la Iglesia. Al servicio de los obispos.
Evidentemente que eso indica una conversión personal.
Que acá adentro hubo problemas, usted
lo sabe mejor que yo. Cuando se publicaron los documentos del Vatileaks, y un juicio al asistente de
cámara, éstas no son cosas chiquitas ¿no? Que se habla de problemas morales
graves, bueno tenemos uno preso todavía por cuestiones económicas y algún “escandalete”
moral por otro lado ¿no? O sea, eso se sabe. Y es público. Sanear un poco esto.
La conversión. Empezando por el Papa, no cierto, que es el primero que tiene
que convertirse ¿no? Ir cambiando continuamente según lo que Dios le va
pidiendo ¿no? Yo trato de hacerlo. Pero no siempre me sale bien. Pero…
La acentuación de los símbolos
que Usted ha querido ¿no? Porque se ve, que Usted quiere esos símbolos, es
decir, no sólo por lo del palacio que ya hemos dicho no es por lujoso, pero,
vestir de una cierta manera, el coche de una cierta forma, llevar su
portafolio, es decir hay quienes dicen “bueno son símbolos”, no es porque él
tenga estos símbolos él sea mejor que otro, que a lo mejor iba vestido de otra
manera, o que se subía al coche, y antes era el coche habitual de los Papas,
¿me entiende lo que quiero decir? Pero esta acentuación, por su parte, de
alguna manera es como recordar todos los días a todo el mundo aquí adentro que
se puede vivir de otra manera.
Sí. No es del todo consciente. Por
ejemplo cuando, después de la elección bajé, había allá un ascensor con varios
cardenales. Y no Usted tiene que ir solo en ese ascensor. No, yo voy con ellos.
Y cuando llegué abajo había un auto esperando, el auto para eso ¿no? Que se
usaba en esas ocasiones. Y yo dije: “No yo voy en el bus con ellos”. Me salen
solas esas cosas. No es que pretenda…
Trato de ser yo, como me gusta, y a
veces por ahí exagero en alguna cosa que puede ofender a alguien. No sé en eso
me tengo que cuidar. Pero los símbolos, el modo de ser, el auto, está el
Mercedes. No yo no puedo ir en un Mercedes, en un BMW no puedo, bueno ahora
está este Focus, o no sé cómo se llama, es el que uso, que es un utilitario más
o menos al alcance de un empleado bancario, bueno entonces estaría bien ¿no? La
sencillez, en eso creo que es verdad ¿no?
Lo que Usted le dijo a la
Curia, en diciembre, yo la verdad, en cuarenta años nunca había oído tantas
enfermedades juntas: quince términos, que yo dije el Papa pasó aquí dos años
haciendo la lista de quién, una por una… Términos fuertes, Papa Francisco.
¿Está tan enferma la Curia? Usted habló de gente que se siente inmortal,
petrificados en el alma, gente que piensa sólo en sus intereses, en centros de
poder, en fin, una imagen fuerte. Eran los suyos, y uno a los suyos les habla
con cierta franqueza, es como un papá que le habla a los hijos ¿no? Pero claro,
fue público, digamos…
Quiero explicarlo, esto. Claro
quedaron las quince, después en el último Consistorio un cardenal puso una más,
la dieciséis que estuvo muy, muy bien, muy piola estuvo, fue, me gustó.
Se puede saber ¿cuál fue?
Sí, la de los que no tienen la
valentía de criticar, pero de frente. Si uno no está de acuerdo con el Papa ir
a decírselo. Está linda, linda ¿no? No está esa valentía. El marco de lo dije
es, estamos a fin de año, hagamos un examen de conciencia. Y a mi juicio las
tentaciones o las enfermedades, las usé como sinónimos, más propias de la Curia
son estas dos. Son éstas.
Y se me ocurrió, por ejemplo, una en
la que nadie se detuvo, y para mí es la principal: es el olvido del primer
amor. O sea cuando uno se transforma en un buen empleado, y se olvida de que
tiene una misión de identidad con Jesucristo, que es el primer amor, no es
cierto. Si fui recorriendo las tentaciones que yo tuve, sea como Arzobispo,
porque se dan en medios clericales, o que he visto en otros, que pueden tener.
Y las llamé tentaciones, o
enfermedades. Al terminar, se me acercó un cardenal pícaro, un poco menor que
yo, no mucho, y me dijo: “Escúcheme Santidad, ¿qué tengo que hacer ahora, ir a
confesarme, o ir a la farmacia? Es decir, es un examen de conciencia, y lo
quise hacer así plástico ¿no? Quizás no gustó, el estilo no era muy tradicional
de un mensaje de fin de año pero, no, termina el año, hagamos un examen de
conciencia. Y lo dije claro, dos veces lo dije para ir a confesarlos. Porque yo
quiero que acá todo el mundo se confiese. Y lo hacemos ¿no?
Creo que en eso son fieles ¿no? Pero
confesiones reales, concretas ¿no? Pidamos perdón a Jesús de las cosas que
hacemos mal o que ofendemos a otros o que somos injustos ¿no? Fue un examen de
conciencia que usé como sinónimo: tentación o enfermedad. Pero no es que la
Curia está cayéndose a pedazos de todas estas complicaciones o enfermedades.
¿Y Usted siente resistencia
dentro de la Curia? Porque tenemos como la sensación de que fuera Usted es muy,
muy querido, muy amado. Yo hablo mucho en la calle, porque también es mi
trabajo, y son las personas en la calle que a veces tienen esa sabiduría, ¿no?
Y lo quieren. Y te dicen “pues yo lo quiero por como es”, “lo quiero porque
habla así”, y ya hablaremos del tema, porque habla “papale papale”, como se
dice en italiano, muy franco, muy espontáneo, pero luego de repente habla,
entras por aquí, y sientes resistencias, sientes, Usted lo sabe porque Usted
nos ha dicho que antes eran como más callados, y ahora tienen quizás como más
valor de decirlo, ¿no?
Que salgan las cosas ¿no? Siempre
hay puntos de vista diversos. Son lícitos. Yo lo que quiero es que salgan y se
digan. La enfermedad dieciséis ¿no? O sea que se digan de frente, que tengan el
coraje de no callar, que se diga ¿no?
Y nunca, nunca, nunca, lo digo
delante de Dios, desde que soy Obispo, he castigado a uno por decirme las cosas
en la cara. Esos son los colaboradores que yo quiero.
¿Y los tiene?
Los hay. Acá ya encontré.
¿Pocos, muchos?
Hay bastantes. Bastantes, diría.
Hay. Y hay otros que no se atreven, que tienen miedo. Pero hay que dar tiempo
al tiempo, ¿no? Yo apuesto a la parte buena de la gente. Todos tienen mucho más
de bueno que de malo.
Papa Francisco, Usted ha tenido
que preguntar muchas veces esta pregunta: justamente por su opción preferencial
por los pobres, por su forma de vivir, Usted dice constantemente contra el dios
dinero. Dicen el Papa Francisco es marxista, el Papa Francisco es de
izquierdas, Usted lo ha aclarado. Ha dicho no. Yo sigo el Evangelio. Bueno la
gente todavía como que no lo entiende ya. Y le achaca. Y hay personas con
dinero, dinero limpio quiero decir, que se han hecho, que a veces yo he oído
que las personas han dicho que no, ¿qué pasa ahora? ¿Sólo los pobres son los
buenos, y los ricos son los malos de la película? Como que hay un sector de
personas acaudaladas, bien, que han hecho su trabajo, que tienen su fábrica, lo
que sea, que se sienten como que para el Papa Francisco los importantes son los
pobres y a nosotros no nos cuida tanto, no habla tanto de nosotros. ¿Qué hay de
todo esto, es sólo Evangelio, es su sensibilidad?
Yo vengo de una familia que después
de la quiebra del 32 se rehizo y, clase media, acomodada. O sea no es ninguna
cosa de resentimiento. Yo el 32 no lo viví, así que… Pero habría que aclarar
bastantes cosas, ¿no? Primero que tenemos que habituarnos a no calificar con
hermenéuticas demodé. O sea hoy en día izquierda y derecha es una
simplificación que no tiene sentido. Cincuenta años atrás por ahí tenía
sentido. Hoy no.
O marxista, o… Marxista hoy ¿qué es?
Porque el marxismo tiene tanta variedad de expresiones que… El problema de la
hermenéutica en la interpretación de los hechos de una persona pública para mí
es muy importante. O sea siempre hay que interpretar un hecho histórico,
pequeño o grande, con la hermenéutica del momento…, sino caemos en simplificaciones
o en desviaciones, ¿no cierto?
Yo conocí gente rica y estoy
llevando adelante acá la causa de beatificación de un empresario rico
argentino, Enrique Shaw que era rico, pero era santo. O sea, una persona puede
tener dinero. Dios se lo da para que lo administre bien. Y este hombre lo
administraba bien. No con paternalismo, sino haciendo crecer a aquellos que
necesitaban de su ayuda.
Lo que yo ataco siempre es la
seguridad en la riqueza. No pongas tu seguridad ahí. En el Evangelio Jesús en
eso es radical. El que tenía los graneros, y te vas a hacer otro, y mañana te
vas a morir. Es muy claro, ¿no? No pongas tu esperanza ahí. La injusticia de
las riquezas. Por ejemplo, cuando no se paga el sueldo justo. Es un pecado
mortal. Eso es aprovecharse de la pobreza de otro. O como cuando a la mucama de
la casa se le paga en negro, total es una sirvienta. Pero, ¿por qué? Pero no
porque la patrona o el patrón sea rico, sino por esa actitud. El dinero siempre
es traicionero. El diablo entra por el bolsillo. Siempre. San Ignacio decía que
había tres escaleritas, tres escalones.
El primero es la riqueza. El diablo
te mete la plata en el bolsillo. Segundo es la vanidad y tercero es el orgullo
y la soberbia. Y de ahí a todos los demás pecados. Cuando vos llegás a ese
nivel de orgullo sos capaz de cualquier cosa. Lo hemos visto en los dictadores,
los tiranos, los que se aprovechan de los demás, los explotadores, ¿no? Es
decir, hoy día la trata de personas, la lleva gente con mucho dinero. Esos son
los que yo ataco. El dinero que esclaviza a otros o no los deja crecer. O sirve
para engordarse a sí mismo, como el Evangelio de ayer, ¿no? Del que vive
ignorando que hay pobreza.
Una cosa que a mí me escandaliza, me
escandalizaba en Buenos Aires, es la nueva zona de Puerto Madero, ¿no? Que es
preciosa, todo ganado al río, por un lado esos edificios enormes, treinta y
seis restaurantes, si usted va a cenar le cortan la cabeza, ¿no? Porque le
hacen pagar… y después la villa miseria. Esas son las cosas que, el despilfarro
de dinero, ¿no? Eso desde el punto de vista social. Y mi denuncia desde el
punto de vista social es siempre a eso.
Pero lo que más me indigna es el
salario injusto. Porque uno se enriquece a costa de la dignidad no dada a
la persona. Lo que te da dignidad de trabajo y vos usás el trabajo para hacerlo
indigno porque le pagás, o no le pagás la pensión. Y con tranquilidad de
conciencia. Yo diría no pagar lo justo, no pagar la pensión, no pagar el
aguinaldo, ¡es pecado! ¡Es pecado! Y lo haga un rico, o lo haga un clase media
o lo haga un pobre, es pecado. Esa cosa la tenemos que decir. El diablo, como
repite, se mete en nuestra vida, metiéndonos plata en el bolsillo. No lo digo
yo.
Yo lo repito. Pero los Padres de la
Iglesia, al dinero, lo llamaban la caca del diablo. O sea el estiércol del
diablo, ¿no? ¿Por qué? Porque veían ahí algo que echaba a perder, que
ensuciaba, que te llevaba por el mal camino, ¿no? Es el primer paso, como decía
San Ignacio, para la suficiencia, para la vanidad y para el orgullo, ¿no? Bueno
esa es como una visión sociológica. ¿Uno es comunista porque piensa así? No.
Paso al segundo paso. Los pobres
están en el centro del Evangelio. Cuando Jesús se presenta toma las palabras de
Isaías: Yo fui enviado para evangelizar a los pobres. Los pobres tienen una
riqueza que, las personas que tenemos mucha seguridad, y yo me incluyo entre
los ricos entre comillas, porque a mí no me falta nada. Y tengo que andar
cuidándome de no aprovecharme de eso, para no pecar. Una riqueza que no
tenemos. La persona pobre honesta tiene una sabiduría, la dignidad del trabajo,
de cuidar a sus hijos, cuidar a la creía, como decimos en Argentina, es algo
tan lindo, tan lindo. Como una dignidad.
Y Pablo VI, en la Evangelii nuntiandi, decía, número 46 o 48, no recuerdo, dice que los pobres
son más capaces de entender ciertas virtudes cristianas. Están más preparados,
¿no? Están mucho más preparados. Y la pobreza está en el centro del Evangelio.
La bandera de la pobreza es evangélica. La robaron los marxistas porque
nosotros no la usábamos. La teníamos en el museo y vinieron, la robaron, y la
usaron ellos.
Pero vayamos al final de 1800, con
la crisis italiana. En el norte de Italia la cantidad de santos, que trabajaron
con los pobres. Don Bosco en la cabeza. O sea que buscaron salidas para
promover, tercer paso, la promoción. La promoción social. No es cuestión sólo
de dar dinero. Es promover. De ahí la importancia de la educación. Y la salida
laboral.
Que a alguno esto le parezca
exagerado quizás es por mis pecados que yo digo palabras fuertes y no soy lo
suficientemente bueno y pastor como para llegar al corazón de esa gente. Pero
son hijos de Dios. Simplemente les tendría que pedir que se conviertan, pero
pedírselo con corazón de padre y no pegándoles, es verdad. En eso sí.
Papa Francisco un tema
prioritario de estos dos años también ha sido el Sínodo de la familia,
evidentemente, con todo lo que eso ha generado, digamos. En el Sínodo Usted dio
plena libertad para que se dijera lo que cada uno pensaba. Había cardenales que
pisaban el acelerador, los otros pisaban el freno, unos decían que Usted quería
que se pisara el acelerador, ¿Qué espera de este segundo Sínodo? ¿Cree que se
ha creado demasiada expectativa a las parejas que sufren los divorciados
vueltos a casar, los homosexuales, cree que tienen unas expectativas que van
más allá de lo que luego ustedes van a poder lograr? Los divorciados vueltos a
casar podrán comulgar, qué tan grande será la aceptación para el mundo de
los homosexuales?
Creo que hay expectativas
desmesuradas, ¿no es cierto? El Sínodo de la Familia no lo quise yo. Lo quiso
el Señor. Y fue una cosa de Él. Cuando Monseñor Eterović, que era el
secretario, me trae los tres temas más votados, me decía el más votado es éste,
qué aporte, el aporte de Jesucristo al hombre de hoy. Y bueno, hagamos éste.
Así era el título del Sínodo. Seguimos hablando de la organización, y yo le
dije: “Mirá hagamos una cosa, pongamos el aporte de Jesucristo al hombre de hoy
y a la familia de hoy”. Y ahí quedó con la familia, en la cola, ahí. Cuando
fuimos a la primera reunión del Consejo postsinodal se empezó a hablar si con
ese título, y después sí porque el aporte de Jesucristo a la familia, y ya el
hombre de hoy quedó un poquito afuera. Y al final dice: “No, porque este Sínodo
sobre la Familia…”, y la misma dinámica fue cambiando el título. Yo calladito,
¡eh!
Y al final me di cuenta de que fue
el Señor el que quiso eso. Y bien querido. Porque la familia está en crisis. No
quizás la crisis más tradicional, de la infidelidad, o como llaman en México,
la “casa chica” y la “casa grande”, no, no, sino una crisis más de abajo. Se ve
que los jóvenes no quieren casarse, o conviven. Y no lo hacen por protestar de
nada, sino que expresan así sus cosas. Después a la larga se casan algunos,
otros por Iglesia.
O sea que hay una crisis familiar
dentro de la familia y desde ese punto de vista creo que lo que el Señor quiere
es que enfrentemos eso: preparación al matrimonio, acompañamiento de los que
conviven, acompañamiento de los que se casan, y llevan bien su familia,
acompañamiento de los que han fracasado, en la familia y han hecho una nueva
unión, preparación al Sacramento del matrimonio, no todos están preparados. ¡Y
cuántos matrimonios que son hechos sociales, son nulos! Por falta de fe.
Benedicto ya puso eso muy claro
que la falta de fe, de conciencia de lo que se hace, ¿no? Son problemas
graves, ¿no?
Bueno la familia en crisis, ¿cómo
integrar en la vida de la Iglesia las familias, las replay, no? es decir las de
segunda unión que a veces resultan fenómenos… que ello fue un fracaso. ¿Cómo
reintegrar, no? Que vayan a la Iglesia, entonces cada uno, ahí simplifican y
dicen ah les van a dar la Comunión a los divorciados. Con eso no se soluciona
nada. Lo que la Iglesia quiere es que vos te integres a la vida de la Iglesia.
Pero hay algunos que dicen: “No. Yo
quiero tomar la Comunión y ya está”. Una escarapela. Una honorificencia. No. O
sea reintegráte. Hay siete cosas que no pueden hacer según la legislación
actual los que están en segunda unión. Yo no me las acuerdo todas, pero una es
no ser padrinos de Bautismo. ¿Por qué? ¿Y qué testimonio le va a dar al
ahijado? El testimonio de decirle: “Mirá querido, yo en mi vida me equivoqué,
ahora estoy en esta situación. Soy católico. Los principios son éstos. Yo hago
esto y te acompaño”. Testimonio de verdad. Pero te viene un mafioso, un
delincuente, uno que mató gente, pero como está casado por la Iglesia, puede
ser padrino. O sea esas contradicciones. Una cosa que, y hay que integrarlos en
eso y no enseñar catequesis. ¿Por qué no? ¿Por qué no? Si creen, aunque estén
en una situación que se disuelve, llamada irregular, y la reconozcan y la
acepten, y sepan lo que la Iglesia piensa de esas cosas, no es impedimento.
Cuando hablamos de integrar es meter todo esto, después acompañar procesos
interiores.
Usted me preguntó que yo di
libertad. Un Sínodo, sin libertad, no es Sínodo. Es una conferencia, en cambio
el Sínodo es un espacio protegido, en el cual pueda trabajar el Espíritu Santo.
Y para eso las personas tienen que ser libres. Por eso yo me opongo a que sean
publicadas las cosas que dice cada uno con nombre y apellido. No. Que no se
sepa que lo dijo él. Que se sepa lo que se dijo, no tengo problema. Pero no
quién lo dijo. De manera que se sienta libre para decir lo que quiere.
Después, tenemos un problema muy
serio, que es la colonización ideológica sobre la familia. Por eso me referí en
Filipinas, porque es un problema muy serio. Es decir los africanos se quejan
mucho de esto, bueno, y en Latinoamérica también se da. Y a mí me pasó una vez.
Fui testigo de un caso con una Ministra de Educación, cuando uno tiene ciertos
créditos, sí pero, la enseñanza de la teoría del “gender”, entonces es una cosa
como que va atomizando a la familia ¿no? Esa colonización ideológica que destruye
la familia ¿no? Por eso yo creo que del Sínodo saldrán cosas muy claras, muy
rápidas, y que ayuden a toda esta crisis familiar, que es total ¿no?
Papa Francisco, otro tema
importante de estos dos años ha sido el de los abusos contra los menores. Los
grandes escándalos le han tocado a los Papas anteriores,Usted está intentando
seguir con la linea de tolerancia cero. Ha creado varias comisiones en defensa
de los menores, también para aboredar de un punto de vista legislativo este
tema. Nosotros en México, pues, hemos tenido un escándalo muy, muy grave que ha
sido el del Fundador de una Congregación mexicana que es, Marcial Maciel.
Durante años este tema fue tabú. Fue un tema tabú, dentro y fuera del Vaticano.
Se habló mucho de gente que encubrió, de facilidades, de grupos de poder.
¿Usted lo conoció, supo algo de él, siente que éste haya sido un caso que haya
tenido que ver también con encubrimientos, digamos, dentro del Vaticano?
Lo que sé…, yo nunca tuve contacto
con los Legionarios de Cristo. Porque no estaban en Buenos Aires y la primera
parroquia se la dio mi predecesor, en la Parroquia Santa María de Betania,
cuando la dejaron los religiosos, los Picpus (Congregación de los Sagrados
Corazones) y se la dio a ellos. Eran tres. O sea en Buenos Aires tres
religiosos, o sea, no los conocía. Oí hablar de ellos.
Cuando vine a hacer, no el curso,
porque no estaba el curso para nuevos obispos, pero sí el encuentro de
Movimientos laicales, me hospedé, o sea el curso se hacía en un edificio de
ellos, en una Universidad ¿no? Es el otro contacto que tuve. O sea que no los
conocía.
Cuando me enteré del “escandalazo”
realmente me dolió mucho, me escandalicé. ¿Cómo esta persona pudo llegar hasta
esto? Evidentemente que era una persona muy enferma, porque además de todos los
abusos, creo que también había dos o tres mujeres de por medio, hijos, con una
o con otra, no sé, o sea que había algo ahí, y mucha plata. Volviendo a lo
mismo no, lo de la corrupción empieza por los bolsillos ¿no? Pero creo que se
trataba de un enfermo. Un gran enfermo.
Acá, cuando se tomó conciencia de la
cosa, se empezó a actuar fuerte. Entonces el Cardenal Ratzinger llevó la cosa
adelante, y la llevó, la llevó, la llevó y el Papa, San Juan Pablo II le dio
luz verde para llevarla, o sea, él dio luz verde, y cuando lo hicieron Papa, ya
actuó, porque estaba maduro el proceso. Pero, quiero dejar muy claro que el
entonces Cardenal Ratzinger y San Juan Pablo II eran conscientes y dijeron:
adelante. Uno, en la investigación. Y el otro dando luz verde.
Segundo: ¿Hubo encubrimiento? Uno
puede presumir que sí, aunque siempre en justicia hay que presumir la
inocencia. Pero sería raro que no, no, tuviera algún “padrinito” por ahí, medio
engañado, medio que, que sospechaba y no supiera. Bueno, eso yo no lo he
investigado. Abusos ahora: evidentemente que desde las primeras intervenciones
de tolerancia cero, eso sigue.
La Comisión ésta no es para los
abusos, sino para la tutela del menor. O sea para prevenirlo ¿no? El problema
del abuso de menores es un problema grave, la mayoría de los abusos se dan en
el entorno familiar y vecinal. No quiero decir números, para no equivocarme. Un
solo cura, que abuse de un menor, es suficiente para mover toda la estructura
de la Iglesia y enfrentar el problema. ¿Por qué? Porque el cura tiene la obligación
de hacer crecer ese chico, esa chica, en la santidad, en el encuentro con
Jesús. Y lo que hace es destruir el encuentro con Jesús. Hay que escuchar a los
abusados. Yo los he escuchado acá. Una mañana entera la pasé con seis: dos
alemanes, dos irlandeses y dos ingleses. La destrucción interior que tiene. O
sea, son antropófagos. O sea es como si se comieran a los chicos. Los destruyen
¿no? Aunque haya un solo cura es suficiente para avergonzarnos y para hacer lo
que hay que hacer.
En esto hay que seguir adelante, y
no volver un paso atrás. O sea, destruir una criatura es, es horrible, es
horrible. Y en eso yo agradezco tanto al Papa Benedicto que tuvo esa valentía
de decirlo en público y a Juan Pablo II, que tuvo la valentía de abrir luz
verde al caso de los Legionarios ¿no?
Papa Francisco Usted ha sido
muy generoso con su tiempo, yo no sé si ya, quedarían muchas preguntas pero
supongo que Usted ya se tenga que ir. Usted en una ocasión dijo: “A mí me
gustaría ser recordado como un buen tipo”. Yo le pregunto cómo le gustaría ser
recordado por estos dos años, obviamente su pontificado durará mucho más, por
su incidencia dentro de la Iglesia en estos dos años. A lo mejor por su
lenguaje, sabemos que es muy espontáneo, poco convencional, muy espontáneo a lo
mejor ha pensado: “Alguna vez habría tenido que morderme la lengua”, ¿o
prefiere ser así, porque esto le da la cercanía?
Seguiría haciendo lo mismo. Y
hablaría como hablo yo, como un párroco, que me gusta hablar así, no sé.
Siempre he hablado así. Siempre. Por ahí es un defecto, no sé. Pero la gente
creo que me entiende. Yo le agradezco su bondad y en usted agradezco al pueblo
mexicano a quien quiero mucho.
Yo quisiera que Usted nos diera
una bendición a México.
Lo voy a hacer.
¿Ha ido a México?
Estuve dos veces en México. En el
70, que estuve en la villa, antigua, Santuario, que fui a visitar al noviciado,
la Casa de Formación, porque a mí me habían nombrado Maestro de novicios. La
segunda vez cuando San Juan Pablo II promulgó la Ecclesia in America. Y ahí ya conocí el nuevo Santuario ¿no?
Dos veces, pero el cine mexicano en
Argentina lo veíamos mucho, me acuerdo de Cantinflas… la música, me gusta
mucho, así que con mucho gusto les voy a dar la bendición a todos y les pido
que recen por mí. Pero antes de dar la bendición, vamos a pedirle a la Madre,
que es la que nos da la fuerza para dar la bendición, así es que la invito a
que recemos un Avemaría.
Dios te salve María…
Nuestra Señora de Guadalupe, Madre
de México y Madre de América, ruega por nosotros.
Que la bendición de Dios
Todopoderoso…
¡Muchas gracias!
(Transcripción de María Fernanda
Bernasconi - RV).
http://es.radiovaticana.va/
Habemus Papam
Video subido por Rodolfo Ignacio Camposeco Torres