Lima, -- El Congreso de la República distinguió a Monseñor Pedro Barreto Jimeno SJ, Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Huancayo y Presidente de la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS), en mérito a su labor pastoral en defensa de la vida, la salud y el cuidado del medio ambiente en la Región Central del país. La condecoración se realizó el jueves 23 de junio 2011 a las 4 P.M. en la Sala Miguel Grau del Parlamento Peruano.
Monseñor Pedro Barreto nació en Lima el 12 de febrero de 1944. Ingresó a la Compañía de Jesús el 31 de mayo de 1961 y realizó sus estudios de Filosofía en la Facultad de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares, España. Estudió Teología en el Seminario “San Antonio Abad” del Cusco y la Facultad Pontificia y Civil de Lima. Tiene el título de Educador por el Instituto Pedagógico Champagnat de Lima. El 17 de julio del 2004, el Papa Juan Pablo II lo nombró Arzobispo Metropolitano de Huancayo. Desde el 25 de enero del 2006 preside la Comisión Episcopal de Acción Social (CEAS) y recientemente ha sido nombrado Presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
El autor de la moción para esta distinción congresal es el legislador Hildebrando Tapia, quien sostiene lo siguiente: “Por su fructífera laboral pastoral evangelizadora, y su lucha constante en defensa del medio ambiente y la ecología -exigiendo las condiciones adecuadas para preservar la salud de la población- son estas acciones que denotan una gran sensibilidad humana y social, haciéndolo merecedor a la distinción del Parlamento Nacional”.
Fuente: Prensa Conferencia Episcopal
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MONSEÑOR PEDRO BARRETO sj RECIBIÓ DISTINCION DE ORDEN EN EL CONGRESO DE LA REPUBLICA POR SU LABOR EN DEFENSA DE LA VIDA Y DEL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE EN LA REGION JUNIN
(Lima, 23 de junio del 2011)
Mensaje de Mons. Barreto al recibir la distinción del Congreso de la República
Mi agradecimiento al Congreso de la República en la persona de su Presidente César Zumaeta Flores. Agradezco también al congresista Hildebrando Tapia Samaniego, por su iniciativa en reconocer el trabajo que vengo realizando como Arzobispo de Huancayo y Presidente de la Mesa de Diálogo Ambiental de la Región Junín, en la defensa de la vida y la salud de los pobladores, y el cuidado del ambiente en la cuenca del río Mantaro.
Este reconocimiento lo extiendo y lo comparto con mis hermanos y hermanas del campo y la ciudad de nuestra región Junín, con los sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos, del Arzobispado de Huancayo. Todos hemos asumido, como Iglesia, las orientaciones del Evangelio de Jesucristo promoviendo, de manera irrenunciable, la defensa de la vida, desde su concepción hasta su término natural; la salud y el trabajo digno de los pobladores.
Así mismo, hemos reafirmado nuestra decisión de cuidar el ambiente y la naturaleza, creada por Dios para todos, como nuestra “casa común”, y esto lo fundamentamos en la Palabra de Jesús: “Yo he venido al mundo para que tengan vida y la tengan en abundancia”.
A mis amigos y amigas de la Comisión Episcopal de Acción Social –CEAS que me acompañan en esta gestión como Presidente.
A mis hermanos, los Obispos del Perú, dignamente representados por Luis Bambarén, Salvador Piñeiro, Miguel Irizar, Raymundo Revoredo, porque sin duda alguna su presencia resalta también la Colegialidad Episcopal.
Mi agradecimiento también a las organizaciones públicas y privadas que conforman la Mesa de Diálogo Ambiental. A las Iglesias cristianas y Pastores Evangélicos que se han sumado en esta tarea que nos une. Al Gobierno Regional de Junín, Empresarios, y aquí está presente la señorita Gianina Traverso, presidenta de la Cámara de Comercio de Huancayo.
Y también quiero dar gracias a Dios, a todo el pueblo Huanca, a toda la población de la región Junín. Y por eso quiero manifestar nuevamente mi agradecimiento y mi renovada convocatoria a trabajar unidos en defensa de la vida, la salud y el ambiente en nuestra querida Región Junín y en nuestro Perú.
Ahora, por la responsabilidad que me toca en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en el Departamento de Justicia y Solidaridad, extiendo en esta tarde mi mirada a América Latina y el Caribe para afirmar con el Papa Benedicto XVI, que nuestro Continente no debe ser sólo el Continente de la esperanza, sino también, el Continente de la solidaridad y de la paz. Sin embargo, quiero terminar señalando algunas precisiones.
Preocupaciones
No puedo dejar de señalar, con enorme preocupación, desde este preclaro recinto del Poder Legislativo, y en mi condición de pastor de la Iglesia Católica, una agenda pendiente que debe ser atendida con prontitud y con la mayor sensatez, reconociendo las idiosincrasias, las experiencias propias y la cultura de cada comunidad de nuestro rico y noble país.
Preocupa la situación que viven los campesinos de la Comunidad Cruz de Mayo en la Región Huaraz, quienes están alertas por el reciente fallo emitido por el Tribunal Constitucional, respecto de la Laguna de Parón y la licencia de uso de aguas y las instalaciones de regulación de esta Laguna. ¿Podríamos agotar la vía del diálogo para llegar a mejores acuerdos? Yo creo que sí.
Preocupa también lo que se está vivido en Huancavelica, tres personas ya han muerto en esta ciudad con numerosos heridos, por una controversia que debió ser atendida con prontitud y con el mayor conocimiento del caso.
Claro que estamos de acuerdo con extender la educación al último de los rincones de nuestra patria, una educación de calidad; la cobertura es central para sostener el desarrollo de la patria, pero no podemos hacer las cosas, especialmente en el campo financiero, sin medir las consecuencias que ello pudiera tener.
Preocupa la situación de Puno, antes del proceso electoral de la segunda vuelta y ahora, ¿Qué vamos a esperar, más muertes, más violencia? Por eso Como Pastor de la Iglesia invito a todos los actores sociales a hacer los mayores esfuerzos para alcanzar soluciones pacíficas, concertadas, reconociendo la cultura, costumbres e historias locales de mucho olvido.
Todavía estamos a tiempo para reconciliarnos entre peruanos, para buscar juntos el bien de todos: dialogar con transparencia y veracidad; buscar soluciones, respetarnos como personas es la tarea urgente para cada uno de nosotros.
También es motivo de preocupación lo que viene ocurriendo en la prelatura de Sicuani en Cusco.
Por eso, debo lamentar por último, lo que viene ocurriendo en la ciudad incontrastable de Huancayo, sede de mi arquidiócesis. Hay más de quince heridos entre civiles y policías, varios detenidos.
¿Hasta dónde ha llegado la violencia? ¿Por qué nuestros jóvenes no estudian con tranquilidad y en las mejores condiciones? ¿Por qué tienen que salir a las calles de manera violenta, inaceptable en algunos casos a reclamar y denunciar situaciones extra académicas, situaciones que llaman la atención por la forma cómo se gestionan las instituciones?
Seguramente hay más cosas, basta ver el reporte de la Defensoría del Pueblo para comprender los conflictos sociales que nos sacuden como sociedad y muchos de ellos socio - ambientales.
Por eso reitero mi invocación a la concertación y el diálogo transparente y respetuoso para la solución pacifica de los conflictos. El Perú espera de nosotros una participación activa en este campo.
No debo dejar de agradecer también la presencia de todos y cada uno de ustedes, quiero agradecer de una manera muy especial la presencia de mis hermanos jesuitas, del movimiento Fe y Alegría del Perú, y a todos y a cada uno de ustedes, sería muy largo en este momento, decirles lo mucho que les agradezco su presencia en este reconocimiento que es a la Iglesia y a la sociedad civil organizada en defensa de la vida y del medio ambiente.
Pero esta tarde, y con esto sí termino, estamos aquí para mirar juntos, convocados por este reconocimiento, que el Perú, nuestra querida Patria de todos, requiere el concurso, igualmente, de todos y todas.
Nadie puede quedar excluido de esta convocatoria para trabajar por el Perú, por su gente, por el Perú y en defensa de sus recursos naturales que es una bendición de Dios para todos sus hijos e hijas.
Esa gracias que Dios nos regaló los bosques, la buena tierra, la biodiversidad, los ríos, los nevados, pero sobre todo, la calidad personal, moral de peruanos y peruanas que se merecen vivir mejor y en paz.
Muchas gracias
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