Está cerca de nosotros el reino de Dios
Evangelio del Domingo 7 de Julio 2013
XIV Domingo del Tiempo Ordinario - C
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,1-12.17-20):
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»
Palabra del Señor
Permeados por el amor de Cristo para injertarse en el árbol de la vida que es la Cruz del Señor, el Papa a los jóvenes en el camino vocacional
"Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, en cierto sentido ustedes constituyen el momento del noviazgo, la primavera de la vocación, la estación del descubrimiento, de la prueba, de la formación. Y es una etapa muy bonita, en la que se ponen las bases para el futuro. ¡Gracias por haber venido!". Con estas palabras el Papa Francisco dio la bienvenida a los son seminaristas, novicios, novicias y jóvenes que se encuentran en el camino vocacional, procedentes de todo el mundo para participar en la conclusión de su Jornada en el ámbito de las iniciativas del Año de la fe. A todos ellos el Obispo de Roma les recordó que ¡representan a la juventud de la Iglesia!
El Papa se refirió a la palabra de Dios que hoy nos habla de la misión. Y les dijo que la misión es la cruz de Cristo. El Santo Padre concluyó su homilía poniéndolos bajo la intercesión de María Santísima. Porque la Madre nos ayuda a tomar las decisiones definitivas con libertad y sin miedo. Y , en fin, pidió que Ella los ayude a dar testimonio de la alegría de la consolación de Dios, a conformarse con la lógica de amor de la Cruz, a crecer en una unión cada vez más intensa con el Señor.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
El Papa se refirió a la palabra de Dios que hoy nos habla de la misión. Y les dijo que la misión es la cruz de Cristo. El Santo Padre concluyó su homilía poniéndolos bajo la intercesión de María Santísima. Porque la Madre nos ayuda a tomar las decisiones definitivas con libertad y sin miedo. Y , en fin, pidió que Ella los ayude a dar testimonio de la alegría de la consolación de Dios, a conformarse con la lógica de amor de la Cruz, a crecer en una unión cada vez más intensa con el Señor.
(María Fernanda Bernasconi – RV).
Texto completo de la homilía del Santo Padre Francisco:
Queridos hermanos y hermanas:
Ya ayer tuve la alegría de encontrarme con ustedes, y hoy nuestra fiesta es todavía mayor porque nos reunimos de nuevo para celebrar la Eucaristía, en el día del Señor. Ustedes son seminaristas, novicios y novicias, jóvenes en el camino vocacional, provenientes de todas las partes del mundo: ¡representan a la juventud de la Iglesia! Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, en cierto sentido ustedes constituyen el momento del noviazgo, la primavera de la vocación, la estación del descubrimiento, de la prueba, de la formación. Y es una etapa muy bonita, en la que se ponen las bases para el futuro. ¡Gracias por haber venido!
Queridos hermanos y hermanas:
Ya ayer tuve la alegría de encontrarme con ustedes, y hoy nuestra fiesta es todavía mayor porque nos reunimos de nuevo para celebrar la Eucaristía, en el día del Señor. Ustedes son seminaristas, novicios y novicias, jóvenes en el camino vocacional, provenientes de todas las partes del mundo: ¡representan a la juventud de la Iglesia! Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, en cierto sentido ustedes constituyen el momento del noviazgo, la primavera de la vocación, la estación del descubrimiento, de la prueba, de la formación. Y es una etapa muy bonita, en la que se ponen las bases para el futuro. ¡Gracias por haber venido!
Hoy la palabra de Dios nos habla de la misión. ¿De dónde nace la misión? La respuesta es sencilla: nace de una llamada que nos hace el Señor, y quien es llamado por Él lo es para ser enviado. ¿Cuál debe ser el estilo del enviado? ¿Cuáles son los puntos de referencia de la misión cristiana? Las lecturas que hemos escuchado nos sugieren tres: la alegría de la consolación, la cruz y la oración.
1. El primer elemento: la alegría de la consolación. El profeta Isaías se dirige a un pueblo que ha atravesado el periodo oscuro del exilio, ha sufrido una prueba muy dura; pero ahora, para Jerusalén, ha llegado el tiempo de la consolación; la tristeza y el miedo deben dejar paso a la alegría: "Festejad… gozad… alegraos", dice el Profeta (66,10). Es una gran invitación a la alegría. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo de esta invitación a la alegría? Porque el Señor hará derivar hacia la santa Ciudad y sus habitantes un "torrente" de consolación, un "torrente" de consolación, tan lleno de consuelo, un torrente de ternura materna: "Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán". Cuando la mamá pone al niño sobre sus rodillas y lo acaricia, así hará el Señor con nosotros y hace con nosotros. Éste es el torrente de ternura que nos da tanto consuelo. "Como a un niño a quien su madre consuela, así los consolaré yo" (v. 12-13). Todo cristiano, sobre todo nosotros, estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero sólo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él. ¡Esto es importante para que nuestra misión sea fecunda: sentir la consolación de Dios y transmitirla! Yo he encontrado algunas veces a personas consagradas que tienen miedo de la consolación de Dios, y pobres, pobres, se atormentan, porque tienen miedo de esta ternura de Dios. Pero no tengan miedo. No tengan miedo, el Señor es el Señor de la consolación, el Señor de la ternura. El Señor es Padre y Él dice que hará con nosotros como una mamá con su niño, con su ternura. No tengan miedo de la consolación del Señor. La invitación de Isaías ha de resonar en nuestro corazón: "Consolad, consolad a mi pueblo" (40,1), y convertirse en misión. Encontrar al Señor que nos consuela e ir a consolar al pueblo de Dios. Ésta es la misión. La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!
2. El segundo punto de referencia de la misión es la cruz de Cristo. San Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice: "Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (6,14). Y habla de las "marcas", es decir, de las llagas de Cristo Crucificado, como el cuño, la señal distintiva de su existencia de Apóstol del Evangelio. En su ministerio, Pablo ha experimentado el sufrimiento, la debilidad y la derrota, pero también la alegría y la consolación. He aquí el misterio pascual de Jesús: misterio de muerte y resurrección. Y precisamente haberse dejado conformar con la muerte de Jesús ha hecho a San Pablo participar en su resurrección, en su victoria. En la hora de la oscuridad y de la prueba está ya presente y activa el alba de la luz y de la salvación. ¡El misterio pascual es el corazón palpitante de la misión de la Iglesia! Y si permanecemos dentro de este misterio, estamos a salvo tanto de una visión mundana y triunfalista de la misión, como del desánimo que puede nacer ante las pruebas y los fracasos. La fecundidad pastoral, la fecundidad del anuncio del Evangelio no procede ni del éxito ni del fracaso según los criterios de valoración humana, sino de conformarse con la lógica de la Cruz de Jesús, que es la lógica del salir de sí mismos y darse, la lógica del amor. Es la Cruz – siempre la Cruz con Cristo –, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión. Y desde la Cruz, acto supremo de misericordia y de amor, renacemos como "criatura nueva" (Ga 6,15).
3. Finalmente, el tercer elemento: la oración. En el Evangelio hemos escuchado: "Rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies" (Lc 10,2). Los obreros para la mies no son elegidos mediante campañas publicitarias o llamadas al servicio de la generosidad, sino que son "elegidos" y "mandados" por Dios. Es Él quien elige, es Él quien manda, es Él quien envía, es Él quien da la misión. Por eso es importante la oración. La Iglesia, nos ha repetido Benedicto XVI, no es nuestra, sino de Dios; y cuántas veces nosotros los consagrad pensamos que es nuestra ¿eh? Hacemos lo que se nos ocurre... Pero no es nuestra, es de Dios, el campo a cultivar es suyo. Así pues, la misión es sobre todo gracia. La misión es gracia. Y si el apóstol es fruto de la oración, encontrará en ella la luz y la fuerza para su acción. En efecto, nuestra misión pierde su fecundidad, e incluso se apaga, en el mismo momento en que se interrumpe la conexión con la fuente, con el Señor.
Queridos seminaristas, queridas novicias y queridos novicios, queridos jóvenes en el camino vocacional. Uno de ustedes, uno de sus formadores, me decía el otro día, évangéliser on fait en genou, la evangelización se hace de rodillas, la evangelización se hace de rodillas. Escuchen bien: "La evangelización se hace de rodillas", sean siempre hombres y mujeres de oración. ¡Sean siempre hombres y mujeres de oración! Sin la relación constante con Dios la misión se convierte en función. Pero que tú trabajes, como sastre, como cocinera, como sacerdote, ¿trabajas como sacerdote, trabajas como religiosa…? No. No es un oficio, es otra cosa. El riesgo del activismo, de confiar demasiado en las estructuras, está siempre al acecho. Si miramos a Jesús, vemos que la víspera de cada decisión y acontecimiento importante, se recogía en oración intensa y prolongada. Cultivemos la dimensión contemplativa, incluso en la vorágine de los compromisos más urgentes y acuciantes. Cuanto más les llame la misión a ir a las periferias existenciales, más unido ha de estar su corazón a Cristo, lleno de misericordia y de amor. ¡Aquí reside el secreto de la fecundidad pastoral, de la fecundidad de un discípulo del Señor!
Jesús manda a los suyos sin "talega, ni alforja, ni sandalias" (Lc 10,4). La difusión del Evangelio no está asegurada ni por el número de personas, ni por el prestigio de la institución, ni por la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar imbuidos del amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu Santo, e injertar la propia vida en el árbol de la vida, que es la Cruz del Señor.
Queridos amigos y amigas, con gran confianza les pongo bajo la intercesión de María Santísima. Ella es la Madre que nos ayuda a tomar las decisiones definitivas con libertad, sin miedo. Que Ella los ayude a dar testimonio de la alegría de la consolación de Dios, sin tener miedo de la alegría, que Ella los ayude a conformarse con la lógica de amor de la Cruz, a crecer en una unión cada vez más intensa con el Señor en la oración. ¡Así su vida será rica y fecunda!
ANGELUS: JESÚS NO ES UN MISIONERO AISLADO
Ciudad del Vaticano, 7 de julio 2013 (VIS).-Después de celebrar la santa misa en la Jornada de los seminaristas, novicios, novicias y de cuantos están en camino vocacional, en el contexto del Año de la Fe, el Papa Francisco se ha asomado a mediodía a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
El Obispo de Roma ha pedido a todos los presentes que rezasen por los participantes en dicha Jornada "para que el amor por Cristo madure cada vez más en su vida y se conviertan en verdaderos misioneros del Reino de Dios" y a continuación ha pasado a comentar el evangelio de este domingo relacionándolo con la llamada a la vocación.
"Jesús no es un misionero aislado -ha dicho- no quiere realizar solo su misión, sino que involucra a sus discípulos. Y hoy vemos que, además de los doce apóstoles, llama a otros setenta y dos, y los envía a las aldeas, de dos en dos, a anunciar que el Reino de Dios está cerca...Jesús no quiere obrar solo, ha venido a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo de la fraternidad. Por eso forma inmediatamente una comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera y los entrena a la misión, a ir".
"Pero, atención: - ha advertido- la finalidad no es socializar, pasar el tiempo juntos, no; la finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente! Y también hoy lo es, no hay tiempo que perder en chácharas, no hay que esperar el consenso de todos; hace falta ir y anunciar. A todos se lleva la paz de Cristo, y si no la acogen, se prosigue adelante. A los enfermos se les lleva la curación, porque Dios quiere curar al hombre de todo mal. ¡Cuántos misioneros hacen esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. ¡Qué hermoso ! No vivir para sí mismos... Sino vivir para ir a hacer el bien. Hay tantos jóvenes hoy en la plaza. Pensad en esto y preguntaos: ¿Jesús me llama a ir, a salir de mí, a hacer el bien?"
Ahora bien, si los Doce son los apóstoles, "y por tanto representan también a los obispos sus sucesores", los otros setenta y dos "pueden representar a los demás ministros ordenados, a los presbíteros y diáconos; pero en sentido más amplio podemos pensar en los otros ministerios en la Iglesia, en los catequistas, en los fieles laicos que se dedican a las misiones parroquiales, en quien trabaja con los enfermos, con las diversas formas de necesidad y de marginación; pero siempre como misioneros del Evangelio, con la urgencia del Reino que está cerca. Todos deben ser misioneros. Todos pueden sentir esa llamada de Jesús e ir hacia adelante a anunciar el Reino".
Dice el Evangelio que estos setenta y dos "volvieron de su misión llenos de alegría, porque habían experimentado el poder del Nombre de Cristo contra el mal...No debemos vanagloriarnos como si fuéramos nosotros los protagonistas: el protagonista es uno solo, el Señor, protagonista es la gracia del Señor.... Y nuestra alegría es sólo ésta: ser sus discípulos, ser sus amigos" ...No tengáis miedo de ser alegres... Esa alegría que nos da el Señor.... dejemos que Él entre en nuestra vida y nos invite a salir fuera de nosotros, a las periferias de la vida, a anunciar el Evangelio... ¡Alegría y valor!"
Después de rezar el Ángelus el Papa ha recordado que hace dos días se publicó su primera encíclica, "Lumen Fidei", (La luz de la fe), comenzada por el Papa Benedicto XVI para el Año de la Fe y que seguía a las dedicadas a la caridad y a la esperanza. "Yo he recogido esta bella tarea y la he llevado a término - ha observado- La ofrezco con alegría a todo el Pueblo de Dios, a todos. Efectivamente todos, especialmente hoy, tenemos necesidad de ir a lo esencial de la fe cristiana, de profundizarla, y de confrontarla con las problemáticas actuales. Pero pienso que esta encíclica, al menos en algunas partes, puede ser útil también a quien está en búsqueda de Dios y del sentido de la vida. La pongo en las manos de María, imagen perfecta de la fe, para que pueda dar los frutos que el Señor quiera".
A continuación ha saludado a los jóvenes de la diócesis de Roma que se preparan a ir a Río de Janeiro para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. "¡Queridos jóvenes, también yo me estoy preparando! Caminamos juntos hacia esta gran fiesta de la fe; que la Virgen nos acompañe y nos encontraremos allí".
Por último se ha dirigido a las religiosas Rosminianas y a las Franciscanas Angelinas, reunidas en sendos capítulos generales y a los responsables de la Comunidad de San Egidio venidos de diversos países para un curso de formación.
El Obispo de Roma ha pedido a todos los presentes que rezasen por los participantes en dicha Jornada "para que el amor por Cristo madure cada vez más en su vida y se conviertan en verdaderos misioneros del Reino de Dios" y a continuación ha pasado a comentar el evangelio de este domingo relacionándolo con la llamada a la vocación.
"Jesús no es un misionero aislado -ha dicho- no quiere realizar solo su misión, sino que involucra a sus discípulos. Y hoy vemos que, además de los doce apóstoles, llama a otros setenta y dos, y los envía a las aldeas, de dos en dos, a anunciar que el Reino de Dios está cerca...Jesús no quiere obrar solo, ha venido a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo de la fraternidad. Por eso forma inmediatamente una comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera y los entrena a la misión, a ir".
"Pero, atención: - ha advertido- la finalidad no es socializar, pasar el tiempo juntos, no; la finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente! Y también hoy lo es, no hay tiempo que perder en chácharas, no hay que esperar el consenso de todos; hace falta ir y anunciar. A todos se lleva la paz de Cristo, y si no la acogen, se prosigue adelante. A los enfermos se les lleva la curación, porque Dios quiere curar al hombre de todo mal. ¡Cuántos misioneros hacen esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. ¡Qué hermoso ! No vivir para sí mismos... Sino vivir para ir a hacer el bien. Hay tantos jóvenes hoy en la plaza. Pensad en esto y preguntaos: ¿Jesús me llama a ir, a salir de mí, a hacer el bien?"
Ahora bien, si los Doce son los apóstoles, "y por tanto representan también a los obispos sus sucesores", los otros setenta y dos "pueden representar a los demás ministros ordenados, a los presbíteros y diáconos; pero en sentido más amplio podemos pensar en los otros ministerios en la Iglesia, en los catequistas, en los fieles laicos que se dedican a las misiones parroquiales, en quien trabaja con los enfermos, con las diversas formas de necesidad y de marginación; pero siempre como misioneros del Evangelio, con la urgencia del Reino que está cerca. Todos deben ser misioneros. Todos pueden sentir esa llamada de Jesús e ir hacia adelante a anunciar el Reino".
Dice el Evangelio que estos setenta y dos "volvieron de su misión llenos de alegría, porque habían experimentado el poder del Nombre de Cristo contra el mal...No debemos vanagloriarnos como si fuéramos nosotros los protagonistas: el protagonista es uno solo, el Señor, protagonista es la gracia del Señor.... Y nuestra alegría es sólo ésta: ser sus discípulos, ser sus amigos" ...No tengáis miedo de ser alegres... Esa alegría que nos da el Señor.... dejemos que Él entre en nuestra vida y nos invite a salir fuera de nosotros, a las periferias de la vida, a anunciar el Evangelio... ¡Alegría y valor!"
Después de rezar el Ángelus el Papa ha recordado que hace dos días se publicó su primera encíclica, "Lumen Fidei", (La luz de la fe), comenzada por el Papa Benedicto XVI para el Año de la Fe y que seguía a las dedicadas a la caridad y a la esperanza. "Yo he recogido esta bella tarea y la he llevado a término - ha observado- La ofrezco con alegría a todo el Pueblo de Dios, a todos. Efectivamente todos, especialmente hoy, tenemos necesidad de ir a lo esencial de la fe cristiana, de profundizarla, y de confrontarla con las problemáticas actuales. Pero pienso que esta encíclica, al menos en algunas partes, puede ser útil también a quien está en búsqueda de Dios y del sentido de la vida. La pongo en las manos de María, imagen perfecta de la fe, para que pueda dar los frutos que el Señor quiera".
A continuación ha saludado a los jóvenes de la diócesis de Roma que se preparan a ir a Río de Janeiro para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. "¡Queridos jóvenes, también yo me estoy preparando! Caminamos juntos hacia esta gran fiesta de la fe; que la Virgen nos acompañe y nos encontraremos allí".
Por último se ha dirigido a las religiosas Rosminianas y a las Franciscanas Angelinas, reunidas en sendos capítulos generales y a los responsables de la Comunidad de San Egidio venidos de diversos países para un curso de formación.
JMJ
RIO 2013
! Faltan pocos días !