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Domingo de Ramos con Maria 2018

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lunes, 25 de abril de 2011

Homilia de Domingo de Resurreccion 2011



Tú nos abres las puertas de la VIDA

LA RESURRECCIÓN: EL TRIUNFO DE LA VIDA
Escrito por: Padre Javier San Martin SJ
COMENTARIO AL
DOMINGO DE RESURRECCIÓN, ciclo A
Juan 20, 1 al 9.
24 de Abril, 2011

Hoy, celebramos el DOMINGO DE RESURRECCIÓN.

[1] El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida.
[2] Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»

Sí, una mujer fue la primera que comprobó que el cuerpo de aquel hombre al que tanto amó, había desaparecido del sepulcro. Fue a buscarlo cuando todavía estaba oscuro. El ambiente estaba rodeado de misterio y tensión, por lo que era de admirar el coraje y valor que animaba a esta mujer para acercarse a un ajusticiado de la ley. Era un verdadero peligro. Pero era el amor que supera el temor, y por amor a aquel ajusticiado esta mujer se lanzó en medio de la noche a buscarlo. Y al no encontrarlo, fue inmediatamente a avisar a otros, que también lo amaban.

Fue a buscar de noche al que amaba. Cuando me enteré que María Magdalena salió en la noche a buscarte, Señor, me di cuenta lo mucho que te amaba. Yo tenía mis dudas si la hubiera acompañado o no. Porque a decir verdad, mi corazón no estaba tan lleno de ti como para lanzarme a la noche y a los peligros. Pero, te confieso, que me sentí cobarde y me preguntaba ¿Cómo María Magdalena había avanzado tanto en tu amistad, que estaba dispuesta a cualquier cosa, aun a exponerse a la noche y a los peligros?. ¿Qué había hecho ella para llegar a amarte de esa manera? Y pensar que la Magdalena había sido una mujer de la calle, pecadora. Hoy, al verla, me siento poca cosa, pero, no sé, tengo deseos de imitarla, de salir de mi cobardía y timidez para ir a buscarte a donde estés, a cualquier hora y en cualquier circunstancia. Se que esto me exigirá dejar muchas cosas, comodidades, planes personales, aun tal vez mis amigos y amigas. Pero hoy el ejemplo de la Magdalena me ha movido. Quiero salir a buscarte. Se que esto no es una palabra sino una experiencia de vida. ¿podré hacerla, Señor?

[3] Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro.
[4] Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro.
[5] Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró.
[6] Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados.





Son los dos amigos que se animaron a salir del escondrijo para correr al sepulcro. Ambos corrían. Tal vez por miedo a ser descubiertos ó para comprobar si era verdad lo que Él había dicho de que resucitaría al tercer día. Comprobar que los lienzos estaban en el lugar pero no el cuerpo los llenó de incógnitas. ¿Se han robado el cuerpo? ¿de verdad, ha resucitado?.
Las dudas de Pedro y Juan confirmaban las mías. ¿Dónde esta el maestro? Simplemente ha desaparecido ó en verdad ha resucitado. Pero esto no puede ser. Un muerto es un muerto. Nunca yo he visto que un muerto viva de nuevo. Al ver los rostros perplejos de Pedro y Juan, ante el sepulcro vacío, Yo también me llenaba de dudas. No sabía qué pensar. Es verdad que tú habías dicho tantas veces, que a los tres días resucitarías. Sentí internamente una lucha muy fuerte. Ya estaba amaneciendo y con la mañana me venía cada vez con más fuerza el sentimiento de que sí estabas vivo. Pero ante un hecho tan grande, no me podía conformar con sentimientos. Tenía que haber algo más. La fe. Me faltaba fe. ¿Me podrás dar hoy este regalo Señor?

“[8] Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó.
[9] Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡Él “debía” resucitar de entre los muertos!”

Cuántas veces dijo el Señor que resucitaría. Pero solo cuando vieron, tocaron, experimentaron, aceptaron la realidad. Las muchas profecías y los avisos que el mismo Jesús había dado no tuvieron ningún efecto en estos cercanos colaboradores del maestro. Pero, todavía ninguno de ellos se atrevió a decir que el Maestro había resucitado. Era demasiado para ellos tal afirmación.

Ahora que veo a Pedro y Juan envueltos en tantas sorpresas y preguntas, yo también me pregunto si tengo fe en la escritura. De hecho, te confieso Señor, que pocas veces he leído la escritura. Es un libro que me atrae poco, y más porque no lo entiendo muy bien. ¡Qué curioso! A Pedro y Juan les pasó lo mismo. Tampoco ellos habían entendido las escrituras. Y por eso, se angustiaron, se atemorizaron. Si la hubiesen entendido, su actitud habría sido diferente. Yo también se que podré salir de mi ignorancia en tantas cosas de mi vida si hago de la escritura una compañera de camino. Ella me irá explicando en el caminar tantas cosas de mi presente y de mi futuro. Y una de ellas es que tú, de verdad, has resucitado.

Pero lo más importante es

Así terminamos nuestra cita dominical. Agradecemos muy sinceramente tu compañía, y te dejamos ahora a solas con el Señor.

Escrito por Padre Javier San Martin SJ

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2011/04/23/la-resurreccion-el-triunfo-de-la-vida/#more-976