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Domingo de Ramos con Maria 2018

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sábado, 23 de enero de 2016

19.01 Acta de Rendición de Lima al ejercito chileno - 1881




Acta de rendición de Lima 1881
Alcalde Rufino Torrico ruega encarecidamente al general Baquedano ingreso rápido de sus tropas para defender la propiedad de los limeños.


 
Entrada de la primera división del enemigo chileno, encabezada por el regimiento Buin. Los dueños de los negocios de Lima colocaron pabellones y enseñas extranjeras para protegerse del asalto y saqueo de los genocidas del sur.
Calle Mercaderes
Lima, 17 de enero de 1881


Antiguo Palacio de Gobierno, con la bandera del enemigo chileno
(Foto tomada desde el patio de la Catedral de Lima)
Lima, 18 de enero de 1881


Antiguo Palacio de Gobierno con la bandera de los genocidas chilenos
(Foto tomada desde la Iglesia de Santo Domingo)
Lima, 18 de enero de 1881

 

Rufino Torrico, alcalde de Lima y autoridad pierolista de mayor rango en la capital tras las batallas de San Juan y Miraflores. Entregó al enemigo chileno el acta de rendición de la ciudad de Lima

*

Acta
16 de enero de 1881
(Aranda 1892, 326)

En el Cuartel General del ejército chileno en Chorrillos, se presentaron, el 16 de enero de 1881, a las dos p. m., el señor don Rufino Torrico, Alcalde Municipal de Lima; S. E. el señor de Vorges, Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Francia; S. E. el señor Spencer St. John, Ministro Residente de su Majestad Británica; el señor Stirling, Almirante británico; el señor Du Petit Thouars, Almirante francés; y el señor Sabrano, Comandante de las fuerzas navales italianas.

El señor Torrico hizo presente que el vecindario de Lima, convencido de la inutilidad de la resistencia de la plaza, le había comisionado para entenderse con el señor General en Jefe del ejército chileno respecto de su entrega.

El señor General Baquedano manifestó que dicha entrega debía ser incondicional en el plazo de 24 horas, pedido por el señor Torrico para desarmar las fuerzas que aún quedaban organizadas. Agregó que la ciudad sería ocupada por fuerzas escogidas para conservar el orden.

Manuel Baquedano
Rufino Torrico
E. de Vorges
J. F. Vergara
B. Du Petit Thouars
Spencer St. John
E. Altamirano
J. Sabrano
J. H. Stirling

M. R. Lira, secretario

*

Carta de la Municipalidad y Alcaldía de Lima 
al general chileno Baquedano

17 de enero de 1881
(Ahumada 1888, 101)

Lima, enero 17 de 1881

Señor General:

A mi llegada ayer a esta capital, encontré que gran parte de las tropas se habían disuelto, y que había un gran número de dispersos que conservaban sus armas, las que no había sido posible recoger. La guardia urbana no estaba organizada todavía y no se ha organizado y armado hasta este momento; la consecuencia, pues, ha sido que en la noche los soldados, desmoralizados y armados, han atacado las propiedades y vidas de gran número de ciudadanos, causando pérdidas sensibles con motivo de los incendios y robos consumados.

Con estas condiciones, creo de mi deber hacerlo presente a V. E. para que, apreciando la situación, se digne disponer lo que juzgue conveniente.

He tenido el honor de hacer presente al Honorable Cuerpo Diplomático esto mismo, y ha sido de opinión que lo comunique a V. E., como lo verifico.

Con la expresión de la más alta consideración me suscribo de V. E. su atento y seguro servidor.

Firmado
Rufino Torrico

Almirante Du Petit Thouars (Francia)

Almirantes Du Petit Thouars (Francia) y Stirling (Gran Bretaña) amenazan destruir a la flota chilena si genocida Manuel Baquedano no respeta la propiedad de los neutrales residentes en Lima

Robert Ramsay Sturrock
Testigo presencial británico de la caída de Lima

Lima se encontraba en un estado de gran excitación y las noticias que recibíamos eran sólo fragmentarias. Retrotraeré las cosas al viernes 14 [de enero de 1881], el día siguiente del primer combate. Esa tarde el Cuerpo Diplomático salió al campo de batalla con los almirantes inglés y francés procurando producir un avenimiento. Ya habían ido dos veces y volvieron por tercera vez en la mañana del sábado [15 de enero de 1881] consiguiendo arreglar una tregua hasta el sábado a medianoche, primero con [Nicolás de Piérola] y después con el General Baquedano.

Estaban desayunándose en el Cuartel General peruano con Piérola cuando de repente comenzó el tiroteo. Éste fue causado por el General Baquedano y su Estado Mayor quienes, al acercarse y quedar al alcance de los peruanos, éstos últimos no pudieron resistir la tentación de dispararles y, por supuesto, de esta manera se inició la batalla. El Cuerpo Diplomático que había ido en tren, tuvo entonces que batirse en retirada a pie por el campo, a fin de salir de la zona de peligro, pero por tres cuartos de hora estuvo bajo fuego.

Debe haber sido un espectáculo bastante grotesco ver al viejo Almirante Stirling, [Spencer] St. John, al Capitán Stephens (H.M.S. Thetis) y a todos los demás ministros, saltando las murallas de adobe y corriendo a campo traviesa, para salvar sus vidas. No hay duda que estuvieron en peligro, y tanto así que a Ancón llegaron rumores que habían perecido el Almirante Británico y los Ministros de Italia e Inglaterra.

La batalla continuó hasta la tarde y, entonces, como anteriormente, los peruanos se arrancaron y los chilenos quedaron dueños del campo sin que –habiendo podido hacerlo– entraran a Lima esa noche pues, de otra manera, la capital peruana estaría hoy indudablemente hecha una ruina perfecta. La razón por la que no entraron es ahora conocida y arranca su origen del fracaso de las negociaciones de avenimiento. Entonces los almirantes británico y francés empeñaron su palabra de honor con el Cuerpo Diplomático –el que informó al General Baquedano– que si no garantizaba la propiedad de los neutrales, y los soldados la destruían, la flota neutral inmediatamente destruiría a la flota chilena en el Callao; de allí la orden dada al [H.M.S.] Shannon de prepararse para actuar y de estar listo para hacerse a la mar. Que esta amenaza salvó a Lima de ser destruida es indudable, pues si en la noche del sábado [15 de enero de 1881] los chilenos hubieran perseguido a los peruanos que se retiraban de la ciudad, habrían habido luchas callejeras y Lima habría sufrido la misma suerte de Chorrillos, Barranco y Miraflores, las que yo mismo he visto y que se encuentran reducidas a ruinas.


Obras citadas

Ahumada Moreno, Pascual. 1888. Guerra del Pacífico. Tomo Quinto. Valparaíso: Imprenta y Librería Americana.

Aranda, Ricardo. 1892. República del Perú. Colección de los tratados, convenciones, capitulaciones, armisticios y otros actos diplomáticos y políticos. Tomo Cuarto. Lima: Imprenta del Estado.

© César Vásquez Bazán, 2010
Julio 24, 2010