Refrescando el Verano del Peru

PAPA Robert : LEON XIV y ESCUDO Pontificio 2025

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lunes, 11 de enero de 2016

11.01 Misa Pro-Beatificación del V.P. Francisco del Castillo sj - 2016



Misa Pro Beatificación del 
Venerable Padre
 Francisco del Castillo SJ en Lima

Podría ser el primer sacerdote peruano en llegar a los altares.


INVITACIÓN
Misa - Pro Beatificación
Lunes  11 de Enero 2016

Iglesia de San Pedro de Lima 
Hora 6 pm

10.01 Homilía del Bautismo de Jesus - Papa Francisco 2016




“La fe es la mejor herencia que se puede dejar a los hijos”. El Papa en la misa por el Bautismo del Señor

(RV).- “Queridos niños con alegría la Iglesia os da la bienvenida”. El Papa Francisco celebró la Santa Misa el segundo domingo del 2016, fiesta del Bautismo del Señor, en la capilla Sixtina, donde también administró el sacramento del Bautismo a 26 niños, quienes estaban acompañados de sus padres y padrinos.

En un ambiente de ternura y mucha emoción, con algún llanto de los bebés de fondo, el Papa Francisco preguntó a los padres qué nombre dan a los niños, y qué quieren para sus hijos, a lo que los familiares contestaron “la fe”. El Papa les recordó que pidiendo el bautizo de sus hijos se comprometen a educarles en la fe, en la observación de los mandamientos, con el fin de amar a Dios y al prójimo como Cristo nos enseñó.

El Santo Padre explicó que la fe es la mejor herencia que los padres pueden dejar, “la fe va transmitida de generación en generación como una cadena”, y añadió que estos niños en un futuro ocuparán el lugar de padres con sus hijos y quedará “la fe que da el bautismo y que lleva el Espíritu Santo en el alma de la vida de estos hijos vuestros”.

Esta tradición de que los niños sean bautizados por el Pontífice, la instauró San Juan Pablo II y la siguió Benedicto XVI, quien como dijo en la homilía del domingo 11 de enero de 2009, “con este sacramento el recién bautizado se convierte en hijo adoptivo de Dios, objeto de su amor infinito que lo tutela y defiende de las fuerzas oscuras del maligno, es preciso enseñarle a reconocer a Dios como su Padre y a relacionarse con él con actitud de hijo”.


Palabras del Papa Francisco en la homilía:
Cuarenta días después del nacimiento, Jesús fue llevado al templo. María y José lo llevaron para presentárselo a Dios. Hoy, en la fiesta del Bautismo del Señor, ustedes padres llevan a sus hijos para recibir el Bautismo, para recibir eso que han pedido al inicio cuando yo les he hecho la primera pregunta: la fe. “Yo quiero para mi hijo la fe”. Y así la fe se transmite de una generación a otra, como una cadena a largo tiempo.

Estos niños, estas niñas, pasados los años, ocuparán su lugar con otros hijos –sus nietos- y pedirán los mismo: la fe; la fe que nos da el Bautismo; la fe que lleva el Espíritu Santo hoy en el corazón, en el alma, en la vida de estos hijos, suyos. Ustedes han pedido la fe. La Iglesia cuando les dará la vela encendida, les pedirá custodiar la fe en estos niños. Y al final no olviden que la herencia más grande que ustedes pueden dar a sus hijos es la fe, busquen que no se pierda, háganla crecer y dejarla como herencia.

Les deseo este día, a ustedes, que es un día alegre para ustedes: les deseo que sean capaces de hacer crecer a estos niños en la fe, y que la herencia más grande que ellos recibirán de ustedes sea justamente la fe. 

Y les digo solo, cuando un niño llora porque tiene hambre, a las mamás las digo: “Si tu niño tiene hambre, dale de comer aquí con toda libertad”.

Hermanos y hermanas elevemos al Padre, origen de fuente de la vida, nuestra súplica por estos niños, llamados a la adopción filial en Cristo Jesús, por sus padres, los padrinos y las madrinas y por todos los bautizados.


(MZ-RV)

Y a ti cuando te bautizaron ?


10.01 Fiesta del Bautismo de Jesús


Fiesta del Bautismo del Señor, con el Papa Francisco

También este año, en la Fiesta del Bautismo del Señor, la solemnidad de la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico se adorna con la ternura de algunos recién nacidos, bautizados por el Papa Francisco, prosiguiendo una tradición instaurada por San Juan Pablo II y que prosiguió asimismo Benedicto XVI.

En vísperas del domingo con el que concluye el tiempo de Navidad, nos preparamos a la fiesta del Bautismo del Señor, en la que la Iglesia nos invita a contemplar a Jesucristo, el Hijo amado de Dios, su predilecto, para redescubrir el significado de nuestro Bautismo. Y nos preparamos con esta exhortación del Papa Francisco:

«Invito a todos a experimentar en la vida de cada día la gracia que recibimos en el Bautismo, siendo verdaderos hermanos y hermanas en Cristo y verdaderos miembros de la Iglesia»

Ésta era su invitación, dando comienzo a una serie de catequesis sobre los sacramentos que son el centro de la fe cristiana, «por los que Dios comunica su gracia, se hace presente y actúa en nuestra vida». En la audiencia general del 8 de enero de 2015, reflexionando sobre el Bautismo, hizo hincapié en que «los siete sacramentos de la Iglesia prolongan en la historia la acción salvífica y vivificante de Cristo, con la fuerza del Espíritu Santo»:
«El Bautismo es el sacramento sobre el que se fundamenta nuestra fe y nos hace miembros vivos de Cristo y de su Iglesia. No es un simple rito o un hecho formal, es un acto que afecta en profundidad la existencia. Por él, nos sumergimos en la fuente inagotable de vida, que proviene de la muerte de Jesús. Así podemos vivir una vida nueva, de comunión con Dios y con los hermanos. Aunque muchos no tenemos el mínimo recuerdo de la celebración de este sacramento, estamos llamados a vivir cada día aspirando a la vocación que en él recibimos.

Si seguimos a Jesús y permanecemos en la Iglesia, con nuestros límites y fragilidades, es gracias a los sacramentos por los que nos convertimos en nuevas criaturas y somos revestidos de Cristo».

(CdM – RV)

Recuerdas en que fecha te bautizaron ?


domingo, 10 de enero de 2016

10.01 El Dulce Nombre de Jesús en las calles de Lima - 2016


LLEGO EL REY DE REYES
EL DULCE NOMBRE DE JESÚS 
Y SU 
SACRATÍSIMO CORAZÓN

“El Doctorcito” de Santa Rosa de Lima
741 años, dedicados a la devoción de la dulzura que derrama su nombre a quienes lo invocan.

Confiándola de la Iglesia Universal a la Orden de Predicadores (Dominicos) por el Papa Gregorio XIII en 1274.




Santa Misa 
Recorrido procesional por las calles de Lima.

Días del Triduo


Después de la Homilía, entrega de recuerdos


Durante la Comunión


Bendición Final


Bendición  de decenas de Niños Jesús al pie del Altar Mayor


Momentos previos al Inicio del recorrido Procesional


Llegada del Estandarte procesional


Fieles recogiendo sus Niños luego de la Bendición.


Fieles recogiendo sus Niños luego de la Bendición.


Coro de Niños muy bien afiatados.


Niño Jesús, recorriendo por el Jirón Camaná.


Niño Jesús "El Doctorcito" camino a la Plaza Mayor de Lima


Hoy termina el Tiempo de Navidad 
con la 
Fiesta del Bautismo de Jesús


2016 - Año Santo de la Misericordia

10.01 Homilía del Bautismo de Jesús - 2016



HOMILIA «El bautismo de Jesús»
(Lc 3, 15-16.21-22) – P. Carlos Cardó, SJ – 10 Ene 2016

El bautismo de Jesús en el Jordán es un hecho especialmente significativo, razón por la cual los tres Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas)  lo traen, y el cuarto evangelio, aunque no lo cuenta, pone en labios del Bautista una frase que hace suponer que se conocía la tradición del bautismo de Jesús: “Juan dio testimonio diciendo: Yo he visto que el Espíritu descendía del cielo como una paloma y permanecía sobre él” (Jn 1,33).

Al inicio del evangelio, el relato del bautismo de Jesús sirve de ángulo de mira para entender la finalidad que tiene el evangelio: dar a conocer quién es Jesús. En el Jordán, se nos dice que Jesús es el Mesías, el Cristo, portador del Espíritu, y el Hijo amado de Dios, en quien Dios su Padre se complace.

En su bautismo, además, se manifiesta simbólicamente la misión a la que Jesús es enviado por su Padre: misión salvadora que no corresponderá a las expectativas que se habían hecho los judíos, de un libertador político que se impondría con la fuerza y el poder, sino a la del  Hijo que, siendo de condición divina, por amor a nosotros asume nuestra condición débil y pecadora. Alineado entre los pecadores, como uno más entre ellos, actualiza en su persona lo que había anunciado el profeta Isaías: “Fue contado entre los malhechores” (Is 53,2). Y esto es lo que los evangelistas observan en el hecho de aceptar Jesús ser bautizado por Juan: “un día cuando se bautizaba mucha gente, también Jesús se bautizó”, es decir, como uno más.

Bautismo significa inmersión. Y así se practicaba. Hundirse en el agua era símbolo del morir. La fe cristiana vio en ello un anuncio de que el Mesías tendría que sumergirse en la muerte para salir de ella vencedor e iniciar una vida nueva para Él y nosotros. Este es el Mesías, Hijo de Dios y hombre entre los hombres, solidario con nosotros hasta experimentar una muerte como la nuestra.

Mientras Jesús oraba después de su bautismo, se abrió el cielo. Quedó abierto el acceso directo a Dios; el muro del pecado que impedía la comunicación de los hombres con Dios, se derrumba; el futuro cerrado de la humanidad se abre en esperanza. Para Israel la comunicación de Dios a los hombres había terminado en la época de los profetas: ya no se esperaba que Dios hablase. Para el mundo del paganismo, por su parte, el horizonte de la historia estaba cerrado por el destino y la fatalidad. Con Jesús los cielos se abren. Dios se acerca de manera  definitiva, habla y actúa en Jesús. El horizonte de la realización del ser humano se extiende hasta la unión con Dios, hasta nuestra participación en la vida misma de Dios.

“Y el Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como de una paloma”, prosigue el evangelio. El mismo Espíritu que fecundó el seno virginal de María para realizar la encarnación del Hijo de Dios, desciende ahora para consagrar a Jesús y conducirlo a la obra de su ministerio (cf. Lc 3, 22; 4,1; Hech 10, 38; Vaticano II, Ad gentes 4). Por poseer plenamente al Espíritu divino, Jesús se comprenderá a sí mismo como el Hijo querido del Padre, y se sentirá impulsado a realizar el proyecto de salvación: “El Espíritu Santo está sobre mí... me ha enviado a traer la buena nueva...” (Lc 4, 18).

“Y se oyó entonces una voz que venía del cielo: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco”. Estas palabras del Salmo 2,7 las cantaba el pueblo de Israel en la celebración de la fiesta de la entronización de su rey. Pero mientras al rey de Israel se le llamaba Hijo de Dios por adopción y en cuanto representante del pueblo escogido, aplicado a Jesús este título expresa su íntima y singular vinculación con Dios: Jesús es el hijo engendrado por Dios antes del tiempo, es la presencia de su palabra y de su obrar salvador, hasta el punto que no se entiende la persona de Jesús sino como Hijo de Dios.

Asimismo, puede verse en la voz del cielo una relación con la frase del profeta Isaías 42,1: “Este es mi siervo a quien sostengo, mi elegido en quien me complazco”. Jesús asume esa conciencia de su propio ser y acepta su misión de Siervo escogido de Dios para redimir a su pueblo. Esta misión la vivirá precisamente como el paso por un bautismo: “¿Pueden beber el cáliz que voy a beber y ser bautizados en el bautismo que voy a pasar?” (Mc 10,38; cf. Lc. 12, 49s).  Se puede decir, entonces, que en el bautismo en el Jordán queda estructurado todo el camino de Jesús y del cristiano, camino contrario al que el mundo ofrece, camino del Hijo-Siervo de Dios que conduce a la exaltación.

Digamos, en fin, que el relato del bautismo de Jesús tiene también un cometido eclesial: remite al significado del bautismo en la Iglesia, con el que nos unimos a Cristo.

También nosotros fuimos bautizados [1]. Dios tomó posesión de nosotros y no sólo de nuestra parte afectiva y sentimental, o de nuestra razón, ideas y especulaciones, o de las emociones religiosas, sino que entró en lo más íntimo de nuestro ser y puso en él su propio ser divino. Esta es nuestra verdad: que ya desde los primeros días de nuestra vida, Dios se comprometió con nosotros, y de manera pública, solemne, infundiéndonos su vida, por el Espíritu del amor que derramó en nuestros corazones.

En el bautismo, también de nosotros dijo Dios: Tú eres mi hijo y te convierto en templo de mi Espíritu. A partir de entonces Dios habita en la profundidad de nuestro ser, allí donde quizá no logramos llegar con los recursos de la psicología profunda, allí, en la hondura de nuestra intimidad, en donde habita el Espíritu que nos hace decir con infinita confianza: Abba, Padre querido.

Confirmemos nuestro bautismo, demos testimonio de él con lo que hacemos y vivimos. ¡Vivamos como bautizados! Hagamos ver que por nuestro bautismo pertenecemos a Dios, estamos ungidos y configurados con Cristo –alter Christus–, para continuar su obra: hacer el bien, liberar, practicar la justicia.

[1] Estas ideas se inspiran en la meditación de Karl Rahner: Marcados con el Sello del Espíritu, en L’Homme au Miroir de l’Année Chrétienne, Paris 1966, págs, 181-182.

P. Carlos Cardó, SJ Párroco.
Parroquia Nuestra Señora de Fátima, Miraflores-Lima

2016 - Año de la Misericordia

viernes, 8 de enero de 2016

05.01 Paseo del estandarte real en Lima


El paseo del estandarte real en Lima
en la Época Colonial

La ciudad de los Reyes, primer nombre que tuvo Lima se lo debe, al haber sido avistado un 6 de enero de 1535. Luego de la fundación española de la Ciudad se instauró una costumbre en estas fechas.
El día de la Epifanía donde Jesús es reconocido por el mundo pagano, recordamos a los tres reyes magos que representaban a las tierras conocidas en esa época.
Los días 5 y 6 de enero era paseado el estandarte real, símbolo de reconocimiento de la autoridad del rey de España. El estandarte era llevado por el alférez real que era un cargo hereditario o de familia. “Iba escoltado por veinticinco jinetes con el caso y armadura de hierro que usaron los soldados en tiempos del marques conquistador”
El general Manuel de Mendiburu describe esta ceremonia en base a las relaciones de noticias de la época colonial: “La víspera del día de Pascua de Reyes, á las 4 de la tarde, se reunían en Palacio todas las corporaciones, á caballo, con gran lujo y ostentación. Allí esperaban al alférez real, que era un miembro del Cabildo, que venía también a caballo y con escolta, desde su casa, trayendo el estandarte. En cuanto llegaba salía el Virrey con las corporaciones y se dirigían a la Catedral, se apeaban y asistían á las vísperas de la festividad, que se cantaban en el coro. Esta ceremonia no duraba mucho, y volvían a montar en el mismo orden, y daban una vuelta ó paseo por muchas calles ya designadas, que estaban de antemano con colgaduras y llenas de gente. A la oración regresaban a Palacio y, después de dejar allí al Virrey, cada uno se retiraba. Al día siguiente asistían a la función de la Catedral, guardando las ceremonias establecidas.” (Mendiburu. "Apuntes históricos sobre la época del coloniaje". Revista Peruana. 1879)

El cargo de Alférez real era un cargo muy ambicionado. “El virrey Toledo dictó desde Chuquisaca, en 28 de setiembre de 1573, el ceremonial con que la víspera y día de Reyes, había de pasearse en Lima el real estandarte, así como la fórmula del juramento que debía prestar el Alférez Real”. (Mendiburu)

Era un honor perseguido por todos los vecinos de Lima, en esa época, vecino era el conquistador español o sus descendientes, dueños de solares en el damero de Pizarro.
Esta ceremonia fue abolida por decreto de las Cortés de Cádiz en 1812. Por considerarlo:
“Considerando que los actos positivos de inferioridad, peculiares a los pueblos de ultramar, monumento del antiguo sistema de conquista y de colonias, deben desaparecer ante la majestuosa idea de la perfecta igualdad”.
Cuando el rey de España Fernando VII, regresó al trono español, la ceremonia fue restablecida. Con la llegada del general José de San Martín esta ceremonia fue abolida definitivamente en 1821.
¿Y qué sucedió con el Estandarte real? Fue obsequiado al general San Martín y el 28 de julio para la proclamación de la independencia se presentó un nuevo estandarte en su lugar (no bandera) del Perú que fue presentado luego de pronunciarse las palabras “Desde este momento el Perú es libre e independiente….”
Muchas cosas sucedieron durante la procesión del Estandarte real. Ricardo Palma nos cuenta en sus Tradiciones peruanas, la triste historia de don Antonio de Errea, caballero de la orden de la Calatrava, regidor perpetuo del Cabildo, prior del consulado y tesorero de la Cofradía de la Virgen de la O, quien llevaba orgullosamente el estandarte en una de procesiones, cuando un artefacto pirotécnico encendido por algún muchacho estalló cerca de la cabeza de don Antonio. Este accidente lo dejó mal de los nervios, nunca pudo reponerse, un día subió al campanario de la iglesia de la Merced, en el actual jirón de la Unión y se suicidó arrojándose desde la torre.

FUENTES:
ALIAGA, Jessica. “Símbolos de poder en Lima. El escudo de armas, el pendón real y los arcos triunfales”. En: Lima en el siglo XVI. Lima: PUCP. 2005
MENDIBURU. Manuel de. "Apuntes históricos sobre la época del coloniaje." Revista Peruana. 1879

PALMA, Ricardo. Tradiciones Peruanas. Lima: Capelletti. 1983


REGUM EST HOC SIGNUM VERE
" Este es el verdadero signo  de los reyes"

05.01 Cabalgata de Reyes Magos en Madrid 2016



CABALGATA REYES MAGOS 2016
Reyes Magos 2016: Horario y recorrido de la cabalgata de Madrid

La cabalgata se iniciará a las 18:30 en Nuevos Ministerios. Este año estará centrada en los viajes.
Cuando la corte real finalice su recorrido tendrá lugar un espectáculo de pirotecnia, a las 20:45 tras el cual los Reyes Magos pronunciarán su tradicional discurso navideño en el escenario de Cibeles.
Melchor, Gaspar y Baltasar han confirmado su asistencia a la capital. Los tres Reyes Magos desfilarán por las calles de Madrid, donde llegarán en helicóptero, el 5 de enero acompañados por sus pajes y numerosas carrozas. Este año, la cabalgata estará centrada en los viajes.

Además, este año, la cabalgata irá acompañada de una comitiva de bicis iluminadas en la que circularán más de 150 personas. El pelotón avanzará más rápido que el resto de la comitiva ya que intentará recrear la estela de una estrella fugaz. Habrá, además, dos profesionales haciendo acrobacias sobre sus bicicletas.

La cabalgata se iniciará a las 18.30 horas de la tarde en Nuevos Ministerios, para finalizar cerca de las 20:45 en la Plaza de Cibeles, frente al Ayuntamiento. El recorrido empezará concretamente en la esquina de la plaza San Juan de la Cruz y será el siguiente:

Plaza del Doctor Marañón.
Glorieta de Emilio Castelar.
Plaza de Colón.
Paseo de Recoletos.
Plaza de Cibeles.

Cuando la corte real finalice su recorrido tendrá lugar un espectáculo de pirotecnia, tras el cual los Reyes Magos pronunciarán su tradicional discurso navideño en el escenario de Cibeles.







Pozo de los Magos



Pozo de los Magos

El llamado “Pozo de los Magos” es una gran cisterna próxima al presbiterio que en la antigüedad atrajo la curiosidad de muchos peregrinos. La tradición recuerda que en esta cisterna se reflejó la luz de la estrella que indicaba a los Magos el lugar exacto del nacimiento del Mesías. Tal como cuentan varios testimonios, la luz de la estrella permaneció impresa en el pozo: “… en el lado septentrional de la gruta existe un pozo sin fondo, y en el agua del pozo se ve la estrella que acompañó a los Magos” (monje Epifanio, siglo IX).


Pozo de los Magos

De allí (Wilibaldo) marchó a Belén, donde “el buey conoció a su dueño y el asno el pesebre de su Señor” (cf. Is 1,3). Al acercarse a aquel pozo que antes había maravillado el oído (de todos), vio en la superficie del agua la figura de una estrella que se movía de una orilla a otra; se trata de la estrella que se les apareció a los magos cuando nació el Señor y les condujo fuera de Belén a los trece días del nacimiento del Señor.
Cap. 12


03.01 Homilia Fiesta Titular de la Compañía de Jesus


HOMILÍA – FIESTA TITULAR DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.– 

D– 3 Ene 2016

Hoy se celebra en el Perú la fiesta de la Epifanía y en el calendario litúrgico de la Iglesia hoy es también la fiesta del Santísimo Nombre de Jesús. La Epifanía nos recuerda que Jesús ha venido al mundo como Salvador de todos los pueblos. Esta verdad fundamenta la acogida y respeto fraterno que debemos mostrar a todas las personas que, por encima de su ubicación social o cultural, en el tiempo o en la geografía del mundo, buscan –siempre guiados por el único Dios y por su Espíritu– darle un sentido trascendente a sus vidas, obrar con rectitud de conciencia y empeñarse en la construcción de la paz y la justicia. Para todos ellos nace el Señor.

La estrella que guía a los Magos de oriente simboliza la presencia del Salvador que brilla en el interior de los seres humanos y de las culturas, y los guía en sus caminos, por extraños que nos parezcan, en sus éxodos, tantas veces trabajosos y difíciles. El Espíritu de Dios ilumina como “luz de estrella que brilla en la noche” (Sab 10,17) a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, pequeños o grandes, pobres o sabios de todos los tiempos que buscan el logro pleno de su vida en el amor y la justicia.

Esta importante fiesta de la Epifanía no deja en penumbra el significado de la fiesta del Nombre de Jesús. Según el evangelio de San Lucas (2, 21), “al cumplirse los ocho días, cuando tocaba circuncidar al Niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción”.

Tradicionalmente, los jesuitas celebramos en esta fecha del Santísimo Nombre de Jesús, nuestra fiesta titular. Damos gracias a Dios por haber inspirado a San Ignacio este nombre para nuestra orden y pedimos la gracia de cumplir lo que en él se significa.

Ignacio de Loyola y sus primeros compañeros deliberaron entre sí cómo responderían a quien les preguntase qué congregación era la suya. Relata Juan de Polanco, secretario de Ignacio, que en Vicenza, 1537, “comenzaron a darse a la oración y pensar qué nombre sería más conveniente, y, visto que no tenían cabeza ninguna entre sí ni otro prepósito sino a Jesucristo, a quien sólo deseaban servir, parecióles que tomasen nombre del que tenían por cabeza, diciéndose la Compañía de Jesús”. Reconocen que es el Señor quien ha tomado la iniciativa de reunir en su Iglesia este grupo apostólico y desea servirse de él como un instrumento para continuar su obra.

Desde entonces, la Compañía ha mantenido su nombre, lo ha defendido frente a algunos intentos de cambiarlo. Lo ha llevado no sin cierto sentimiento de distinción, pero sobre todo con una serena confianza de que con él expresa la gracia que viene de parte de Dios y el deseo más íntimo nuestro de participar en  el destino de Jesús, en su vida y en su muerte, en sus trabajos y padecimientos para que, siguiéndole en la pena le sigamos también en la gloria (EE 95).

Pedro de Ribadeneira, discípulo y biógrafo de Ignacio, relaciona la elección de este nombre con la visión que tuvo Ignacio camino de Roma, en el sitio llamado de La Storta. Allí el Fundador se confirmó en su propósito de establecer con sus compañeros una compañía que “militara para Dios bajo el estandarte de la cruz, y se distinguiera con el nombre de Jesús, para servir solamente al Señor y a su Esposa la Iglesia bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra”.

El peregrino Ignacio va camino de Roma con el ánimo inquieto. Sabe que allí les esperan malentendidos y quizá persecuciones; el destino mismo de su orden naciente se le escapa de las manos, pero nada de esto constituye, a fin de cuentas, su preocupación de fondo. Su pasión más apremiante es la de poder hallar el medio más eficaz de asemejarse a su Señor, cargar con él su cruz y entregar todo su haber y poseer a la tarea de procurar la gloria de Dios, que es la vida de los hombres. Eso significa la plegaria insistente que dirige a María, la Madre: que le consiga la gracia de ser puesto con su Hijo. Y en una ermita a pocas leguas de Roma, siente que el Padre dice a su Hijo que reciba al peregrino en su compañía. Y el Hijo, cargado de su cruz, le dice a Ignacio: “Quiero que tú nos sirvas. Yo les seré propicio en Roma”.

Consciente de esto, la Compañía vive del deseo de Ignacio, continuamente repetido: que Dios Padre nos ponga con su Hijo, nos haga estar donde Él estuvo y está, y nos haga capaces de hacerlo todo como Él lo hizo. El nombre “Compañía de Jesús” no se nos ha dado para que nos envanezcamos, sino para que procuremos vivir un estilo de vida, un modo de proceder semejante al de Jesús y miremos al mundo desde la perspectiva de misión que su nombre significa.

Así mismo, Ignacio y todos los jesuitas con él, reconocen que el “ser puestos con el Hijo” conlleva indisociablemente un arraigo eclesial muy firme y decidido. La unión a la esposa de Cristo, “que es la santa madre Iglesia hierárchica”, es para Ignacio en toda circunstancia el signo de la fidelidad a Jesús cuyo nombre llevamos. Puesto que la Iglesia es la primera depositaria de la misión de Cristo, la Compañía quiere servir a la Iglesia y en la Iglesia. Quiere colaborar en la misión de la Iglesia que es la de anunciar la Buena Noticia que salva.

Pero sabemos bien que esta misión atraviesa el tiempo, y por tanto ha de concretarse y mediatizarse de acuerdo a los desafíos y necesidades que el tiempo ofrece. Hoy enfrentamos nuevos retos: en el campo de la lucha por la justicia y la defensa de la vida, en el campo de la nueva evangelización, en el campo del diálogo con las culturas y con las otras religiones, y en el campo de la defensa del medio ambiente. Hoy de manera particular, en respuesta a la llamada apremiante del Papa Francisco, debemos enfocar nuestros recursos a “las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea”, para anunciar y testimoniar allí la misericordia.

Pues bien, en el Nombre mismo que lleva, la Compañía ha de encontrar lo que la libera para lograr la agilidad, adaptabilidad y capacidad de sacrificio que estos nuevos desafíos exigen. Hoy como ayer, en su larga historia de casi cinco siglos (476 años), la Compañía se renueva, se inspira y fortalece en la continua y sincera vuelta al evangelio, en la mirada a Jesús, contemplado día a día para más amarlo y seguirlo.

Para el jesuita es vital repetir de continuo, en toda circunstancia, el nombre amado de Jesús porque para él es el referente y criterio de todo, y lo más íntimo y esencial de su vocación. El Nombre de Jesús es, en definitiva, lo que ha hecho y seguirá haciendo a nuestra Orden libre frente a todo: libre –como decía el P.Arrupe– respecto a sus obras y proyectos, a su prestigio y a su número (que, por cierto, como el de la mayoría de los religiosos decrece cada vez más), libre respecto a los objetivos y metas que se propone. El Nombre de Jesús la desinstala, la pone con el Hijo en la diaria y cruenta pascua del mundo. La renueva desde su raíz para que siga de veras a Jesús, para encarnar en sus personas y en sus obras la misericordia de Dios que salva.

Que esta verdad siga atrayendo a la Compañía muchos jóvenes generosos y decididos. Y que ellos, junto con nosotros, recordemos lo que decía el P. Ribaneira, que “aquellos que por vocación de Dios entran en esta familia religiosa comprendan bien que ellos no son llamados a la orden de Ignacio, sino a la Compañía de Jesús y al servicio del Hijo de Dios Jesucristo nuestro Señor, y que deben seguir sus estandartes, tomar con alegría su cruz y fijar sus ojos en Jesús, único autor”.

Mensaje por la Paz. P. Carlos Cardó, SJ – Parroco

PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA


03.01 Homilía: Fiesta de la Epifanía del Señor - 2016



HOMILÍA 
–«Fiesta de la Epifanía del Señor» (Mt 2,1-12)  

D– 3 Ene 2016
Celebramos la Epifanía, la manifestación del Señor como Salvador de todas las naciones, simbolizadas en los sabios de Oriente.

Lo importante del relato evangélico son los símbolos, a través de los cuales se nos hace comprender que el Niño nacido en Belén trae la salvación a todas los pueblos y culturas del mundo. Nuestra fe en esta manifestación universal de Dios nos hace acoger fraternalmente a todas las personas que, por encima de su ubicación social o cultural, en el tiempo o en la geografía del mundo, buscan –siempre guiados por el único Dios y por su Espíritu– el sentido que deben dar a su vida, la rectitud que debe caracterizar su conducta, el empeño que deben mantener en favor de la justicia, el amor y la paz. Para todos ellos nace el Señor. 

El primer símbolo que aparece en el relato es la luz. Designa a Jesucristo, Luz de Dios que ilumina al mundo. “Yo soy la luz del mundo”, dirá el mismo Jesús (Jn 8,12). Luz de Dios que viene para todos, pero que hay que buscarla, acogerla y dejar que transforme la vida.

Los magos representan a los sabios de todos los tiempos que, movidos por los valores de sus religiones y culturas, disciernen los signos de Dios en la naturaleza y en el devenir humano y son capaces de alcanzar el conocimiento pleno de la verdad en su encuentro con Jesús. Ellos aparecen en Jerusalén, la santa ciudad que sí posee la revelación de Dios escrita en la Sagrada Escritura pero que, en vez de aceptarla, la rechaza hostilmente.

En Jerusalén sobresale, como personaje importante, el rey Herodes, rodeado de los sumos sacerdotes y maestros de la ley: son los que “conocen las Escrituras pero son incapaces de andar pocas millas para adorar a Jesús en Belén. Los que presumen ser el verdadero Israel rechazan al Mesías que Dios les prometió. Pero los paganos lo acogen y se llenan de alegría” (J.L. Sicre, El Cuadrante).

Esto lleva a advertir que se pueden conocer los valores propios de la fe verdadera, pero no vivirlos. La fe queda entonces reducida a un conjunto de creencias y costumbres heredadas sociológicamente, que se transmiten junto con otros elementos propios de una cultura, pero que no se asumen libre y responsablemente y no ordenan la propia vida. Lo que importa de manera decisiva no es la fe heredada y recibida, sino la fe vivida y testimoniada. No basta  pertenecer a una comunidad cristiana, pues la fe verdadera se puede alcanzar fuera de ella, como en el caso de esos sabios que vinieron de lejos.

La estrella que guía a estos hombres simboliza la presencia del Salvador que brilla en el interior de todos los seres humanos y de las culturas, y los guía en sus caminos, por extraños que nos parezcan, en sus éxodos, tantas veces trabajosos y difíciles. El Espíritu de Dios ilumina como “luz de estrella que brilla en la noche” (Sab 10,17) a todos  los hombres y mujeres de buena voluntad, pequeños o grandes, pobres o sabios de todos los tiempos que buscan sin descanso el logro pleno de sus vida en el amor y la justicia.

Dice el evangelio que los magos llegaron a Belén, hallaron al Niño y a su madre, se les llenó de alegría el corazón y, abriendo sus cofres, le ofrecieron oro, incienso y mirra. Una antigua tradición dice que los magos dan a Jesús oro, incienso y mirra porque le reconocen como rey, como Dios y como hombre. Otra interpretación hace ver que con el oro, el incienso y la mirra de sus cofres, los magos entregan a Jesús lo mejor de sí mismos. El oro representa el mayor bien que uno tiene, su amor; el incienso invisible, que sube a lo alto, equivale a lo que uno más desea; la mirra, que cura las heridas y preserva de la corrupción, representa la propia condición mortal y los padecimientos. Todo lo que amamos, deseamos y tenemos, eso es nuestro tesoro. Se lo ofrecemos a Dios y Él entra a nuestro tesoro.

El relato termina con una observación importante: advertidos de que no volvieran donde Herodes, los magos retornan a su región de origen pero por otro camino. Quien se encuentra con Cristo cambia de camino, queda transformado. Estos hombres buscaban a Dios y Dios los encontró. Ahora llevan consigo al Emmanuel, al Dios-con-nosotros.

La Epifanía nos hace ver que somos peregrinos, por caminos que pueden atravesar desiertos y oscuridades, pero siempre hay una estrella que brilla y guía hasta Dios. Ella está allí, en el firmamento de nuestro corazón, en nuestro deseo de libertad interior, de bondad y de felicidad; también en el pesar que nos causan nuestras debilidades y culpas.

Sigamos nuestra estrella y llevemos nuestro tesoro; el oro de lo mejor que tenemos, que es nuestro amor, el incienso invisible de nuestros mejores deseos, y también la mirra de nuestros sufrimientos. Encontraremos al Señor y él aceptará nuestros dones.

P. Carlos Cardó, SJ  - Párroco

PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

Foto:
La adoración de los Reyes Magos, pintura anónima realizada entre 1740 y 1760, perteneciente a la Escuela Cuzqueña de Pintura.

01.01 Homilía del Primer Día del Año 2016


Homilía del Primer Día del Año.– 
Viernes - 1 Ene 2016

La primera lectura que hemos escuchado (Num 6, 22-27) nos enseña a expresar nuestros deseos de paz, unión y prosperidad con la bendición que los sacerdotes pronunciaban sobre los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor”.

La segunda lectura (Gal 4,4-7) nos recuerda que Dios, llegado el tiempo fijado por Él, hizo nacer a su Hijo de una mujer, María de Nazaret. Cristo entró en nuestra historia. Su cercanía hace que todos podamos vivir seguros en la libertad de los hijos de Dios.

El evangelio (Lc 2,16-21) resalta la figura de María como madre de Dios. Llamarla así es afirmar que Jesús, fruto bendito de su vientre, es el Hijo de Dios, de la misma naturaleza divina que el Padre. Como madre, María le dio un cuerpo, como educadora contribuyó a modelar su personalidad. El Señor hizo maravillas en ella, y la proclamamos dichosa de generación en generación.

Hoy se celebra también la Jornada Mundial por la Paz. Como todos los años, el Papa exhorta a las naciones a procurar construir las condiciones de una convivencia realmente fraterna. Extraigo de su Mensaje los siguientes párrafos importantes.

Comienza el Santo Padre expresando sus mejores deseos de bendiciones y paz para todos, junto con su esperanza de que 2016 nos encuentre a todos comprometidos en realizar la justicia y trabajar por la paz, que es don de Dios, pero confiado a todos para que lo llevemos a la práctica.

Las guerras, atentados terroristas y persecuciones por motivos étnicos o religiosos, han marcado el año pasado hasta asumir las formas de una «tercera guerra mundial en fases». Pero también algunos acontecimientos del año 2015 nos estimulan a no perder la esperanza porque demuestran la capacidad de la humanidad de actuar con solidaridad, más allá de los intereses individualistas y de la indiferencia ante las situaciones críticas. En ese sentido, el Papa recuerda de modo especial los esfuerzos realizados para buscar vías de solución al gravísimo problema de los cambios climáticos y promover un desarrollo sostenible que asegure una existencia digna para todos.

En la perspectiva del Jubileo de la Misericordia, invita a rezar y trabajar para que todo cristiano pueda desarrollar un corazón humilde y compasivo, capaz de testimoniar la misericordia, de «perdonar y de dar», de abrirse «a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuencia el mundo moderno dramáticamente crea», sin caer en la indiferencia que impide descubrir la novedad.

Los seres humanos existimos en relación y tenemos la responsabilidad de actuar en solidaridad. Fuera de esta relación, seríamos menos humanos. Sin embargo, no se puede negar que, más allá del ámbito individual, ha crecido el fenómeno de la «globalización de la indiferencia». Comienza todo con la indiferencia ante Dios, de la cual brota la indiferencia ante el prójimo y ante lo creado. El hombre piensa que no debe nada a nadie, excepto a sí mismo, y pretende tener sólo derechos.

Indiferencia ante el prójimo es mostrar desinterés por los dramas que afligen a la humanidad, porque se les considera responsabilidad de otros, no propia. «Cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás, algo que Dios Padre no hace jamás». Todo esto contribuye a la falta de paz porque alimenta el persistir de situaciones de injusticia y desequilibrio, que pueden conducir a conflictos e inseguridad.

Dicha actitud de indiferencia puede llegar también a justificar algunas políticas económicas deplorables, premonitoras de injusticias, divisiones y violencias, con vistas a conseguir el máximo de ganancia o mantener el poder, incluso a costa de pisotear los derechos y las exigencias fundamentales de los otros.

El mensaje cristiano nos muestra que la misericordia es el corazón de Dios. Por eso donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre. En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia.

Las familias constituyen el primer lugar en el que se transmiten los valores del amor y la fraternidad, de la convivencia y del compartir. Por eso es alentador ver que numerosas familias se esfuerzan en educar a sus hijos «contracorriente» en los valores de la solidaridad, la compasión y la fraternidad. Muchas familias abren sus corazones y sus casas a quien tiene necesidad, como los refugiados y los emigrantes.
Los educadores y los formadores están llamados a tomar conciencia de que su responsabilidad tiene que ver con las dimensiones morales, espirituales y sociales de la persona. Los valores de la libertad, respeto y solidaridad se transmiten desde la infancia.

Quienes se dedican al mundo de la cultura y de los medios de comunicación tienen también una responsabilidad de ponerse al servicio de la verdad y no de intereses particulares. Los medios de comunicación «no sólo informan, sino que también forman el espíritu de sus destinatarios».

Hay muchas organizaciones y asociaciones dentro de la Iglesia, y fuera de ella, cuyos miembros, con ocasión de calamidades o conflictos armados, afrontan fatigas y peligros para cuidar a los heridos y enfermos. Estas acciones son obras de misericordia, sobre las que seremos juzgados al término de nuestra vida.

Por último, menciona el Papa a los jóvenes que se unen para realizar proyectos de solidaridad, y a todos aquellos que abren sus manos para ayudar al prójimo necesitado. Aunque no se les dé publicidad, su hambre y sed de justicia será saciada, su misericordia hará que encuentren misericordia y, como trabajadores de la paz, serán llamados hijos de Dios (cf. Mt 5,6-9).

En el espíritu del Jubileo de la Misericordia, cada uno está llamado a reconocer cómo se manifiesta la indiferencia en la propia vida, y a adoptar un compromiso concreto para contribuir a mejorar la realidad donde vive, en la propia familia, en el vecindario o en el ambiente de trabajo.

Termina el Santo Padre confiando estas reflexiones, junto con los mejores deseos para el nuevo año, a la intercesión de María Santísima, para que nos obtenga de su Hijo Jesús, Príncipe de la Paz, el cumplimento de nuestras súplicas y la bendición de nuestro compromiso cotidiano en favor de un mundo fraterno y solidario.

Mensaje por la Paz. P. Carlos Cardó, SJ – Párroco

PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA

Foto: 
Virgin of Bethlehem from 1740 until 1770. Cuzqueña . Museo de Arte de Lima. 

Intenciones del Santo Padre - Enero 2016


Intenciones de oración del Papa Francisco 
 Enero del 2016

(RV).- El director de la Red Mundial de Oración del Papa, el padre jesuita Frederic Fornos explica las intenciones de oración del Papa para enero de 2016.

La intención universal se centra en el diálogo interreligioso “que el diálogo sincero entre hombres y mujeres de diversas religiones, conlleve frutos de paz y justicia” y la intención para la evangelización resalta la unidad de los cristianos “para que mediante el diálogo y la caridad fraterna, con la gracia del Espíritu Santo, se superen las divisiones entre los cristianos”.
“Dos veces se nos habla del diálogo. La importancia del diálogo, primero en la intención universal sobre el diálogo interreligioso recordemos que en este año que acabamos de terminar, 2015, hemos celebrado el aniversario de la publicación de dos documentos importantes del Concilio Vaticano II y particularmente de la declaración Nostra Aetate donde la Iglesia ha sido llamada a abrirse al diálogo con las expresiones religiosas no cristianas”.
“En un mundo donde todo empuja hacia la fragmentación, la oposición y la división, es más que nunca necesario que las religiones y las personas deseosas de paz, fraternidad y solidaridad en el mundo se movilicen juntas en proyectos comunes por los grandes desafíos de este mundo”.
“La invitación de este mes es justamente estar en una actitud de apertura, de acogida, de benevolencia hacia los demás y particularmente con los que tienen otras creencias... verles no como rivales, enemigos, sino como hermanos y hermanas. Quien está seguro de sus convicciones no tiene necesidad de imponerse, sabe que la verdad tiene su propia fuerza de irradiación… en el fondo todos somos peregrinos en esta tierra y aspiramos a la verdad”.
“La segunda intención para la evangelización es la unidad de los cristianos… la unidad entre cristianos también es más que nunca necesaria para dar testimonio al evangelio de Jesús… pide un camino de humildad, de acogida, de diálogo, de mucha benevolencia con nuestros hermanos y hermanas que creen en Jesús. Y es necesario por dos cosas, primero porque era el deseo de Jesús mismo, les dijo “que todos sean uno… para que el mundo crea que tú me enviaste” y el segundo es que nuestro testimonio depende de esta unidad”.
“Como decía Francisco: que seamos puentes de diálogo con los demás, no muros de rencor”.

(Mercedes De La Torre – Radio Vaticano).





Bienvenido 2016


Bien venido 2016


Día de Año Nuevo 2016