HOMILIA – III DOMINGO DE
ADVIENTO - C
«La predicación de Juan Bautista»
(Lc 3,10-18)
P. Carlos Cardó, SJ –
13 Dic 2015
El evangelio de hoy nos hace
oír la voz de Juan Bautista, una de las tres figuras del Adviento, junto con
Isaías y María. Juan, el precursor, ha recibido de Dios la misión de preparar
un pueblo bien dispuesto para la llegada inminente del Mesías esperado.
Hay un solo tema en la
predicación de Juan: el de la inminente llegada del Mesías, que estaría
precedida por un juicio divino riguroso, tal como fue anunciado por los
profetas. Dice, en efecto Malaquías (3,1-9):
Miren, yo envío mi mensajero a
prepararme el camino, y de pronto vendrá a su templo el Señor…; he aquí que ya
viene, dice el Señor. ¿Quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién se
mantendrá de pie en su presencia? Será como fuego de fundidor, como lejía de
lavandero… Purificará a los hijos de Leví como el oro y la plata para que
presenten al Señor ofrendas legítimas…”. Cf. Joel 2,2-5; Amós 5,9).
Por eso, el tono de Juan es de
urgencia y apremio: “Ya está el hacha en la raíz de los árboles” (Mt 3,10 par).
Ya no hay tiempo (para el culto, las leyes y la política), el juicio llega.
Nadie escapa, ni siquiera el piadoso. Todo Israel es pecador, no basta ser
miembro de la raza de Abraham (Mt 3,9 par), no hay privilegios. Sólo hay una
posibilidad de eludir el juicio: el “bautismo de penitencia para el perdón de
los pecados” (Mc 1,4 par) y dar los “frutos” que demuestren la conversión (Mt,
3,8 par). En Juan culmina la etapa de preparación del Israel de la antigua
alianza, la llamada penitencial hecha por los profetas.
Juan transmite esta invitación
a toda la gente que viene a oírlo. El evangelio de Lucas la divide en tres
grupos: la gente en general, no identificada; los publicanos arrepentidos
deseosos de cambio y los militares que se esfuerzan por hacer bien su denigrado
trabajo. Con esto Lucas quiere hacer ver una idea para él muy querida: que
Jesús, el Cristo, viene a buscar y salvar lo que está perdido.
A la gente en general, Juan la
invita a que compartan con los demás lo que poseen y no se cierren a las
necesidades ajenas. A los publicanos, encargados de cobrar los impuestos, les
exige que no se aprovechen de los pobres, que no cobren más de lo debido. A los
militares les dice que se conformen con su sueldo y no se aprovechen de su
posición para extorsionar a los pequeños y hacer violencia a los débiles. En
definitiva, la auténtica moral depende del respeto al prójimo y de la ayuda
prestada a sus necesidades. El buen obrar consiste en establecer relaciones
justas y preocuparse de las necesidades del prójimo.
Pero aparte de su discurso, lo
que más sobresale en la figura del Bautista es su actitud de espera. Ya no es
la espera de los antiguos profetas, que aguardaban un futuro remoto, sino la
atención a la inminente venida del Señor: “En medio de ustedes hay uno a quien
no conocen. Él viene detrás de mí, aunque yo no soy digno de desatarle la
correa de sus sandalias” (Jn 1, 26-27).
¿Qué nos dice este texto a
nosotros, hoy, en este tiempo de adviento? Nos invita a la conversión que, en
última instancia, consiste en estar atentos para cederle el paso a Aquel que es
más que nosotros y que viene a salvarnos. Adviento es tiempo de atención al
llamamiento que nos haga para seguirlo.
Dios está en Jesús. El Cristo,
Hijo de Dios, no está fuera de nuestra vida, de nuestra historia. Dios se ha
hecho hombre entre los hombres. Dios se encuentra en la historia, en las
situaciones concretas en que vivimos, en los hermanos. Conversión, por tanto,
es cambio en nuestra manera de ver e interpretar la realidad que vivimos, para
discernir en ella la presencia y acción de Dios, tanto en el plano personal
como en el social. ¡Dios está aquí! No en un más allá en el que podamos
evadirnos. Es Dios con nosotros.
* Conversión es cambio de
vida: dar frutos en obediencia a la gracia que se nos da. Esto significa
multiplicar los talentos que hemos recibido, ampliar y profundizar nuestra
entrega, vivir en santidad y justicia.
* Conversión es cambio de
mentalidad: paso de actitudes mundanas a actitudes evangélicas, de motivaciones
vanas a motivaciones consistentes, que nos llevan a ser más amables y
misericordiosos, pacíficos y acogedores, generosos y limpios de corazón.
* Conversión es cambio en el
sentir: llenar nuestro interior de sentimientos nuevos, pasar de los
sentimientos egocéntricos a sentimientos altruistas, adquirir una nueva
sensibilidad por el otro, en especial por el que necesita de mí.
* Conversión, en fin, es
procurar la verdadera alegría, a la que nos invita este domingo de Adviento con
las palabras de Pablo: “Estén siempre alegres en el Señor. Que todo el mundo
los conozca por su bondad. El Señor está cerca. Que nada los angustie; al
contrario, en toda ocasión presenten sus deseos a Dios orando, suplicando y
dando gracias. Y la paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, protegerá
sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús” (Flp 4,4-7).
Miraflores, 13 Dic 2015
P. Carlos Cardó, SJ
Parroquia de Fátima –
Miraflores -Lima
2015 - Año de la Misericordia - 2016