EDICTO:
Causa de Beatificación y Canonización
del Siervo de Dios
Padre Alonso de Barzana, S. J.
Causa de Beatificación y Canonización
del Siervo de Dios
Padre Alonso de Barzana, S. J.
DECRETO ARZOBISPAL NRO. 060 -
2015
RICHARD DANIEL ALARCÓN
URRUTIA, ARZOBISPO METROPOLITANO DEL CUSCO, POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE
APOSTÓLICA.
EDICTO
Causa de Beatificación y
Canonización del Siervo de Dios Padre Alonso de Barzana, S. J.
El Siervo de Dios P. Alonso de
Barzana, S.J., se ordenó de Presbítero diocesano en 1555 y fue primero enviado
a predicar en los pueblos de la Región de Andalucía, España, Luego de 10 años
de ministerio presbiteral, ingresó en la Compañía de Jesús y fue enviado al
Perú integrando el segundo grupo de misioneros por mandato del entonces
Superior General Francisco de Borja en 1569, donde los jesuitas realizaban
especialmente un trabajo misionero.
Luego de los primeros años a
las afueras de Lima, en la doctrina de Santiago del Cercado y en la de
Huarochirí, poco tiempo después es enviado a la ciudad del Cusco para continuar
su misión evangelizados y misionera. Se ganó el respeto de todos, españoles e
indígenas, y fundó junto con otros dos Padres la Cofradía del Nombre de Jesús,
con sede en la Capilla lateral del Templo de la Compañía.
También adoctrinó a los
indígenas de la etnia de los Uros en Arequipa y su fama de apóstol ya era
conocida por todo el Perú por despertar en aquellos que evangelizaba "la
fuerza de la verdad en sus almas" y que provenían de lugares muy remotos
para escuchar su predicación y recibir la gracia del sacramento de la
reconciliación.
En 1577 fue enviado a la
doctrina de Juli donde fue uno de los fundadores de esta importante misión que
llevaban los jesuitas y en la que destacó de inmediato en su aprendizaje y
manejo de la lengua aymara. Se le encomendó la predicación y confesión de los
adultos en los pueblos de Chucuito, Yunguyo, Copacabana y en otros pueblos de
la región. Las virtudes del P. Barzana resaltan de manera particular entre los
padres de Juli. El Padre Barzana escribió manuales de gramáticas, diccionarios,
catecismos, sermonarios y confesionarios en las distintas lenguas aborígenes
que trabajó para su labor evangelizadora y para el dictado del curso de lenguas
indias en Cusco y Puno.
Luego de un tiempo pasó hasta
la actual República de Bolivia hasta que el Obispo de Tucumán, en Argentina, Fray
Francisco de Vitoria, solicitó jesuitas para trabajar en su diócesis. En 1585
llegó a la provincia del Tucumán y más tarde al Paraguay. Su trabajo se
extendió hacia la región de los Calchaquíes y el Gran Chaco. En el norte
argentino y en el Paraguay se le llegó a conocer como "el Padre
Santo".
Estando en Asunción del
Paraguay escribió una carta al P. Provincial de la Provincia del Perú Juan
Sebastián de la Parra, originalmente fechada en 8 de setiembre de 1594, donde
da cuenta de todas las regiones por las que debió pasar y que para entonces ya
se encontraban constituidas. Dichas regiones corresponden a la actual República
de Argentina y son las siguientes: Santiago del Estero, Salta, Guairá, Tucumán,
Río de la Plata, Córdoba, Nueva Rioja, Jujuy, Las Juntas, Santa Fe, Concepción,
Buenos Aires, Villa Rica del Espíritu, Santa Cruz de la Sierra, etc. Dicha
carta da cuenta del profundo interés acerca de la cultura y lenguas indígenas,
por medio de las cuales realizó su gran labor evangelizadora en estos territorios.
Por motivos de salud sus
Superiores le ordenaron regresar al Perú para restablecer su salud y recuperar
fuerzas y al pasar camino a Lima por la ciudad de Cusco falleció en la mañana
del día 1 de enero de 1598, en olor de santidad, en el Colegio de la Compañía
de Jesús, con gran paz y serenidad de consciencia a los 70 años de edad y 40
años de vida en la Compañía de Jesús. Su cuerpo fue enterrado en este Colegio.
Fue un gran y reconocido apóstol y misionero ejemplar, siguiendo el ejemplo de
San Francisco Javier.
Su testimonio fue pues el de
un misionero entregado totalmente a su labor evangelizadora y con un alto
sentido profesional que lo llevó a ver en el aprendizaje de las variadas
lenguas indígenas un requisito fundamental para realizar su labor apostólica.
Misionero incansable, abrió las puertas del trabajo de inculturación del
evangelio en América del Sur. Entregó su vida de manera radical, predicando el
evangelio de Jesucristo, con un notorio desgaste físico, fruto de su labor
misionera, asumiendo con espíritu evangélico todas las dificultades que en
aquellos tiempos ello significaba.
Destacó por su obediencia y
respeto a sus Superiores, tuvo mucha movilidad por diferentes pueblos del Perú
como resultado de las distintas "misiones" que aceptó sin reservas.
También se destacó por su humildad, modestia y acentuado espíritu de pobreza,
material y espiritual y marcado espíritu ignaciano, que se reflejó en el
ejercicio de los diversos ministerios apostólicos que le confiaron. Fue hombre
de oración y contemplación. Muy probablemente, catequizó y evangelizó a los
indios apelando a la belleza del medio ambiente en el que vivían y al mundo
creado por Dios. La persuasión de la palabra es un elemento importante a
rescatar, como también su cercanía pastoral y su bondad para con los indígenas.
Por tanto, acojo la solicitud
del P. Antón Witwer, S.J, Postulador de la Compañía de Jesús, quien me ha
manifestado el deseo y voluntad del Papa Francisco de instruir la apertura de
la Causa de Canonización del Siervo de Dios P. Alonso de Barzana, quien
evangelizó a nuestros pueblos dando testimonio con el ejemplo de su vida y
anunciando con alegría el Evangelio de Jesucristo, a imagen de Jesucristo Buen
Pastor. Como dice el Papa Francisco: "De nuestra fe en Cristo hecho pobre
y siempre cercano a los pobres y excluidos brota la preocupación por el
desarrollo integral de los mas abandonados de la sociedad. Cada cristiano y
cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y
promoción de los pobres, de manera que pueda integrarse plenamente en la
sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del
pobre y socorrerlo. Basta recorrer las Escrituras para descubrir cómo el Padre
bueno quiere escuchar el clamor del pobre" (EG, 186-187), prestando "
atención a las comunidades
aborígenes con sus tradiciones
culturales" (LS, 146) y cuidando (el mundo y la calidad de vida de los más
pobres, con un sentido solidario que es al mismo tiempo conciencia de habitar
una casa común que Dios nos ha prestado" (LS, 232).
Invito a todos los fieles a
comunicar o hacer llegar al Arzobispado toda noticia o información favorable o
contraria que ayuden al proceso de investigación acerca de la vida, virtud y
fama de santidad del Siervo de Dios P. Alonso de Barzana.
DECLARO que el presente EDICTO
sea publicado en el sitio web de la Arquidiócesis y permanezca durante un mes
en los medios informativos de nuestra Arquidiócesis.
Regístrese, comuniqúese y
archívese.
Dado en el Arzobispado del
Cusco, a los treinta días del mes de diciembre del año del Señor dos mil
quince.
Arzobispo del Cusco |
Biografía
Nació en Baeza, (Jaén en
Andalucía) en 1528 y murió en Cuzco (Perú) el 15 de enero de 1598. Ordenóse
jesuita en 1565 y embarcó hacia América en fecha desconocida, pero seguramente
posterior a 1569, cuando se registra su paso por París.
En 1577 fue destinado a la
misión de Juli, a orillas del lago Titicaca, al hoy sureste del Perú. Pasó a
convertirse luego en uno de los fundadores de esta importante misión.
Permaneció en la zona central
de la actual Bolivia por once años, hasta que el provincial de la orden, Juan
de Atienza, lo envió al Tucumán. Continúa su trabajo de misionero entre los
indígenas de la región de los Valles Calchaquíes y posteriormente en el Gran
Chaco hasta 1593.
Su obra entre las muchas
tribus de esa región y las del Paraguay continuó hasta 1589, año en el que fue
hecho Comisario de la Inquisición o Santo Oficio en esas provincias. Fatigado
físicamente tras años de larga y ardua labor, Barcena murió en el Cuzco, Perú.
Wkpd.
Alonso Barzana SJ.
El Padre Alonso Barzana, fue uno de los primeros jesuitas
llegados al Perú, en 1569, a la edad de 38 años. Durante el viaje estudió el
quechua que llegó a dominar. Estando en el Cusco en 1572, catequizó a Tupac
Amaru, el último inca, condenado a muerte por el virrey Toledo. En 1573 fue uno
de los fundadores del colegio de La Paz. En 1574 predicó en Arequipa y Potosí,
en quechua, y en 1575 en aymara en la zona del lago Titicaca, en Chucuito y en
La Paz.El 19 de noviembre de 1576 el P.General Everardo Mercuriano, en
respuesta a una carta de Barzana, perdida, lo felicita por sus obras en
quechua. Le dice, además, que su voto de ir a la China queda conmutado “en esa
tierra, donde hay más disposición de predicar el evangelio que en la China”.
Las obras del P. Barzana nunca se imprimieron. En cambio, es muy probable que
hayan servido de base a las traducciones al quechua y aymara del catecismo
trilingüe del tercer concilio limense En febrero de 1594 escribió desde
Asunción, al provincial Juan Sebastián, que aunque estudiaba la lengua guaraní
cada día, y sabía más preceptos de ella que de ninguna otra de las que
estudiaba, no acertaría a pronunciarla en toda su vida.Barzana también se
caracterizó por la defensa de los indios destinados al trabajo en las minas. En
el memorial del capitán Juan González de Acebedo, se menciona al P. Barzana :
“Los matarás eran 8.000, y los convirtió y juntó en pueblo el P. Alonso
Bárcena, y en el alzamiento de los frentones y calchaquís contra la Concepción
del Bermejo, en cuyas vecindades habitaban, transmigraron al Salado, donde se
conservan como unos 300”.Barzana se destacó por su espíritu apostólico y por su
extraordinaria capacidad para el aprendizaje de idiomas. Aprendió quechua,
aymara, puquina, chiriguano (variante del guaraní), tonocoté y kakán, sobre los
que dejó apuntes manuscritos que fueron usados por los misioneros que le
siguieron. Murió muy desgastado por los excesos de su labor en la misión.(del
blog de Javier Baptista Morales)
Imagen de la carátula de una carta enviada por
el misionero al Provincial de entonces, para los interesados en temas de
Misionología, Mentalidades religiosas o Espiritualidad.
Publicada por Guillermo
Furlong, Bs. Aires, Ed. Theoria 1968).