AUTOBIOGRAFÍA DEL PADRE CASTILLO - XXVI
XXVI
Jueves, a diez y siete de Octubre,
viernes diez y ocho y sábado diez y nueve de 1669, se celebró en la Capilla
real de Palacio la: fiesta de la Asunción de Nuestra Señora titular de la
Capilla de Nuestra Señora de los Desamparados; fiesta que se había trasferido
por haberse comenzado a derribar la Capilla para la novena que·entonces se
celebró. Todos los tres días, mañana y .tarde estuvo descubierto el Santíssimo
Sacramento y la santa y devota imagen de la Virgen de los Desamparados
Santíssima; con mucho adorno y música en la Capilla, y con muy lucido, devoto y
numeroso concurso. El jueves, por la mañana; cantó la misa el Padre Jacinto de
León de la Compañia de Jesus; Rector entonces del Noviciado de San Anthonio, y
predicó el Padre Antonio Lainez, muy docta e ingeniosamente; asistiendo su
Excelencia en la capilla, mañana y tarde; el día sigüiente, viernes, hizo la
fiesta· el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos, y dijo por la mañana la misa
cantada el Padre Luis Jacinto de Contreras, Provincial entonces de esta
Provincia. Dos días antes de la fiesta; por la tarde, cuando vistieron a la
Santíssima Virgen, bajaron sus Excelencias a la Capilla trayendo el
Excelentíssimo Señor Conde de Lemos la saya y manto de la Santíssima Virgen y
el vestido del niño en el azafate de plata que dió su Excelencia para este
efecto, y la Excelentíssima Señora Condesa de Lemos, el demás adorno, con mucha
curiosidad, y un corazón con una S y clavo pequeño de oro en señal de la
esclavitud, y del amor y devoción cordial que su Excelencia profesa y tiene con
esta Soberana Señora y Reina y Madre de los Desamparados Santíssima. Asistieron
sus Excelencias todo el tiempo que estuvieron vistiendo a la Santíssima Virgen,
hasta subir el Excelentíssimo Señor Conde de Lemos sobre el altar y ayudar a
colocar y poner en su trono a esta Soberana Señora y Reina y haciendo de
sacristán su Excelencia, a quien muy bien va, pagando aquesta gran Madre y
Señora nuestra aqueste tierno afecto y. cordial devoción.
A dos de Noviembre de 1669,
sábado por la mañana, se derrumbó un pedazo del cimiento que en la capilla
nueva de la Virgen de los Desamparados Santíssima estaban haciendo, acabándose
de apartar y salir de dentro los oficiales y los peones, con que milagrosamente
no peligró y murió ninguno.
A nueve de Noviembre del mismo
año, sábado por la mañana, acabándose de apartar de junto a una grande y alta
pilca [1] (52) de adobes el indio que echaba arena en la dicha obra de la
Santíssima Virgen, cayó toda la dicha pilca en el suelo, sin que al indio, ni a
otros hiciese daño, lo cual se tuvo por gran misericordia y milagro de la
Virgen de los Desamparados Santíssima.
A 23 Y 27 de Noviembre de
1669, estando yo en el aposento y retiro de la antigua Capilla, que estaban al
lado derecho del altar mayor de Nuestra Señora de los Desamparados, en donde
vivía yo entonces, cuando se comenzó la nueva Capilla de Nuestra Señora,
levantando los ojos y poniéndolos en el Santo Christo de la Agonía, que
entonces estaba guardado en dicho retiro, sentí interiormente en mi alma una
virtud, amor y fuerza atractiva con que el santo y devoto Christo me llevaba el
alma, el corazón y el afecto; así, corrÍase mi alma, avergonzábase y confundía
de que Christo Nuestro Redentor y Señor la amase, habiendo sido tan mala y
conociendo no tener en sí cosa buena, sino mentira y pecados. Parecíale a mi
alma, y sentía quando le proponía y decía esto a su Magestad, que Christo Señor
Nuestro le respondía y decía, que los amores y los regalos que su Magestad
soberana le hacía era para mostrar y manifestar, y para que resplandeciese más
en mi alma su amor, su infinita-misericordia y piedad.
A 6 de Diciembre de 1669 se
derrumbó un pedazo del cimiento que para la nueva Capilla de Nuestra Señora de
los Desamparados se estaba entonces haciendo, y si hubiera caído antes que
levantasen de obra a las doce, hubieran quedado quizás sepultadas seis o siete
personas dentro.
A·11 de Diciembre de 1669
fuimos a vivir en Palacio y a asistir y servir en él a la Virgen de los
Desamparados Santíssima; a petición del Excelentíssimo Señor Conde de Lemos y
por mandato expreso de la obediencia, dos Padres y dos Hermanos. A 23 de
Diciembre de 1669 se acabaron los cimientos de la nueva Capilla de Nuestra
Señora de los Desamparados, habiendo precedido los milagros que están escritos.
A 27 de Diciembre de 1669,
habiendo yo entrado a la Capilla real de Palacio, por la tarde, a las 4 a dar
los puntos para el Ejercicio santo de la oración mental, que los de la Escuela
del Santíssimo Crucifixo de la Agonía tienen los viernes, por la tarde del año,
y de la Cuaresma jueves, tuve aviso de que a una esclava morena cogieron
estando huída y llevaron a su amo los cuadrilleros, estando ella para irme a
buscar primero, para que yo la llevase y apadrinase; habiendo encerrado a esta
pobre esclava sus amos, que son muy devotos de Nuestra Señora de los
Desamparados y recelosa de algún castigo, se dio en la garganta con un
instrumento de hierro, juzgando que con quitarse la vida concluiría con sus
trabajos, no advirtiendo ni ponderando que se seguían y le aguardaban otros
mayores y eternos. Otro esclavo que tuvo noticia de esto no se atrevió a
decirle nada a su amo, también receloso de algún castigo, con que estuvo la
pobre esclava desde las doce del día hasta las cuatro de la tarde, con la
herida en la garganta; a esta hora fué cuando tuve noticia de esto,
atropellando por la distribución y clausura que se tiene en los exercicios en
que actualmente estaba, y por la asistencia en la Capilla y Escuela el día .que
hay oración, fuí luego a la más extrema necesidad, que era el socorrer a
aquella alma desamparada; entré en la casa de la morena, halléla, gracias a
nuestro gran Dios y Señor, con vida, cuando temía y recelaba yo hallarla muerta
y quizás en el mayor desamparo y castigo eterno de los infiernos; díjome la
causa de su desgracla, que era el temor del castigo, díjele que diese muchas
gracias a Dios de no estar en el infierno y haberle dado vida hasta entonces,
preguntéle la causa de esto, y me respondió, que cuando se dió con el
instrumento de hierro sintió que por detrás le detenían las manos, con que fué
al soslayo la herida y no penetró ni prosiguió a quitarse la vida, diciendo que
la Santíssima Virgen de quien era devota la había librado, y luego supe y hallé
que tenía al cuello un rosario, con que el demonio quedó burlado. Yo traté lo
primero luego de la verdadera cura del alma confesándola y consolándola muy a
gusto y satisfacción, que es el principal y verdadero remedio y la cura más
eficaz, y luego le curó el cirujano la herida de la garganta con esperanzas
ciertas de vida, con que me volví muy consolado y gozoso a casa, por ver
burlado al demonio quando entendió salir con ganancia, y por ver las
misericordias y maravillas con que socorre y ampara la Santíssima Virgen a sus
devotos.
A 17 de Febrero de 1670, por
la mañana, cayó un lienzo del taller que está detrás de la capilla mayor de la
Capilla nueva de Nuestra Señora de los Desamparados, que estaban haciendo, y
siendo el lugar en donde cayó pasaje tan frecuentado, cayó la pared a tiempo en
que no pasaba ninguno, lo cual se tuvo por gran milagro de la Santíssima Virgen
Nuestra Señora. Llegándose un hombre a mí en esta ciudad de Lima, a pedirme un
día por la mañana le confesase, y diciéndole que volviese después y le confesaría,
porque las ocupaciones no me daban lugar entonces, se despidió de mí el hombre,
y apenas entró en la plaza cuando en la esquina del Cabildo de la ciudad le
halló otro hombre, diciendo cómo lo había conocido en tal pueblo fuera de Lima,
y también a su mujer y familia, y haciéndosele muy amigo le convidó a que fuese
a almorzar con él; lIevóle a-la calle de los Bodegones, y entrando en una
pulpería almorzaron; habiéndose acabado el·almuerzo le pidió al convidado el
otro que fuese con él al Callao, pero reconociendo entonces el convidado que
aquello parece tiraba a estorbarle la confesión que había quedado de hacer, y
que tanto deseaba en su corazón para salir del tormento y continuo·
remordimiento y tristeza en que estaba, no quiso admitir la propuesta de
acompañarle al Callao, con que quedó burlado el demonio y sin el interés del
almuerzo que pretendía; a la noche volvió el demonio con terribles sugestIones,
miedo y empacho de sus pecados y con desmayos y sudores grandes del cuerpo a
querer estorbarle la confesión, pero no salió con la suya tampoco entonces,
porque me volvió a buscar otra vez el hombre y me pidió que le confesase; dejé
todo cuanto tenía que hacer entonces por acudir a esta buena obra, y no enviar
a aquel pobre penitente desconsolado, comenzé a confesarlo generalmente, pero
apenas hubo comenzado la confesión quando comenzó a temblar todo y estremecerse
con un copioso sudor de rostro, que cualquiera juzgara que se moría sin poder
hablar ni articular una palabra tan sola; entendí, y penetré el ardid del
demonio luego, y así mandé al penitente que solo me respondiese, agasajándole y
confortándole para no errar y acertar la cura, comenzéle a hacer con amor y
blandura algunas preguntas, con las cuales descubrí en su corazón una
madriguera de pecados muy feos y graves que causaban al penitente muy gran
empacho y temor y apenas los pronunció y echó por boca todos cuando se deshizo
aquella tormenta, quedando el penitente con grande paz y tranquilidad en su
corazón y libre de las astucias y esclavitud del demonio; acabó su confesión
general con grande consuelo mío por haber ganado y dado aquella alma a Dios.
Publicadas por Enrique Rodríguez
SJ … a la/s 12:56 p.m.