AUTOBIOGRAFÍA DEL PADRE CASTILLO - VIII
NOTA PREVIA
En el año 1960, el historiador
jesuita padre Rubén Vargas Ugarte, publicó UN MISTICO DEL SIGLO XVII -
(AUTOBIOGRAFIA DEL VENERABLE PADRE FRANCISCO DEL CASTILLO DE LA COMPAÑIA DE
JESUS).
Considero de gran valor este
documento. Ciertamente lo es desde la perspectiva religiosa y los devotos de
este Venerable Padre lo valorarán. También los historiadores, antropólogos y
estudiosos de la vida del siglo XVII en la ciudad de Lima encontrarán materia
suficiente para afirmar que han encontrado una rica fuente de investigación.
Por lo menos, de amena conversación.
He mantenido la escritura tal
y como está en el documento original. Las notas del padre Vargas en la mayor
parte las omito y reservo para la edición impresa de este libro, de manera que
no se pierda el sabor del texto y el contacto con el mismo padre Castillo, su
autor.
En espera de la beatificación
del fiel sacerdote que la Compañía de Jesús declaró “apto para el ministerio
con los morenos” y en su época fue llamado “apóstol de Lima”, entrego este
documento por capítulos a través de mi blog, para la mayor gloria de Dios.
VIII
El primer ministerio y
exercicio espiritual que en esta santa capilla de Nuestra Señora de los
Desamparados se comenzó a exercitar, luego que entró a mi cargo y comenzó a
exercitar, fueron las comuniones generales de las morenas que cada tres o
cuatro se hacían y hacen, para lo cual algunos mozos devotos, mercaderes y
cajoneros, hicieron una hermandad entre sí, cuidando los dichos días de
comunión general, de la capilla, de la música y cera. Muchas veces ha sido tan
grande el concurso, especialmente de gente esclava y morena, que ocho o diez
confesores han tenido muy bien que hacer desde las 6 de la mañana a las 10. En
acabando los esclavos y morenos de comulgar, se les dice cinco veces en voz
alta: Alabado sea el Santíssimo Sacramento, etc., y una devota oración que
compuse y mandé imprimir para esto, que en voz alta también van repitiendo
todos, con que aprenden a dar gracias en comulgando. De cuan grande gloria de
Dios, y de cuanta pena y pesar sean estas comuniones generales de los .morenos
y esclavos para el demonio, se podrá muy bien entender con lo que me pasó un
día destos de comunión general de la gente esclava y morena; porque yendo del
Colegio de San Pablo a la capilla de la Santíssima Virgen de los Desamparados a
las cinco de la mañana, en oración y ofreciendo interiormente a Nuestro Señor
la acción y la santa obra de las comuniones de las morenas que había de haber
en la capilla aquel día, al llegar ya al emparejar con la cruz de piedra de San
Francisco, oí unos gritos y voces terribles en la plazuela; eran las voces
grandes, enteras, temerosas y aterrativas que con grande rabia y enojo decían:
Miren el apóstol, miren el apóstol, que nos ha amanecido esta mañana por estos
barrios, lo que ha madrugado hoy, y levantando más el grito y la voz decían;
¡mal haya la madre que lo parió! El hermano compañero que iba conmigo entonces
y que después salió de la Compañía, oyó muy bien estos gritos y voces también
porque volviéndose a mí, me dijo: Parece que están hablando con vuestra
Reverencia estas voces. Pero yo procuré divertirlo entonces diciendo: Que no
hiciera caso, dije. Este día no llevaba la Cruz en la mano, corno acostumbro y
así desde esta ocasión la he procurado llevar siempre no sólo cuando voy a los
ministerios, sino aún cuando se ofrece ir a hablar algún personaje grande
acerca de algún negocio del servicio y gloria de Dios.
A este ministerio de las
morenas esclavas se sigue otro que hay en esta santa capilla, de las morenas
horras y pardas horras, de las quales muchas de la ciudad acuden a esta capilla
los Jueves por las tardes del año, en donde habiendose corrido los velos y
descubierto el Santíssimo Crucifixo de la Agonía, con el psalmo de Miserere, o
con alguna devota lamentación que se canta entre tanto en harpa, se les hace
después una plática en orden a la enseñanza y reformación que deben tener de
costumbres, dándose fin después a la plática con un acto fervoroso de
contrición.
Tiene esta devota hermandad
por patrón al Patriarca gloriosíssimo San Joseph, por ser tan gran valedor con
Dios este gloriosíssimo santo y esposo puríssimo y virginal de la Virgen
Santíssima Nuestra Señora, y tan poderosa y tan efficaz su santíssima
intercesión; y ya que se ha ofrecido ocasión de haber tocado este punto, quiero
apuntar y escrebir aquí para honrra y gloria de Dios, y devoción con este
santíssimo Padre mío y Señor, y para confusión mayor mía, lo que a 31 de Julio
de 1661, me sucedió en el Colegio de San Pablo, en la celda que está sobre la
portería, acerca de la importancia grande y necessidad de la cordial devoción
que todos debemos tener con nuestro Padre y Señor San Joseph.
Había estado yo aquella noche
ahi y la tarde antes pensando tener devoción solamente con la Virgen Santíssima
al pie de la Cruz, con Christo Señor nuestro Crucificado, y dejar otra devoción
que tenía yo con el Patriarca gloriosíssimo San Joseph, por ser algo dilatada,
que era un rosario de siete décadas ordinarias, a los siete dolores y gozos de
este gloriosíssimo Santo, porque para rezar con quietud y con devoción esta
corona del Santo, y juntamente ir meditando en los siete dolores y gozos que en
su santíssima vida hubo, solía tener yo el tiempo muy corto y muy limitado, con
las ocupaciones y ministerios; estando· yo aquella noche durmiendo, a 31 de
Julio de milI seiscientos sesenta y uno, en el Colegio de San Pablo, en la
celda que tengo dicho, vi en vissión imaginaría e intelectual un suntuoso y
rico palacio, en que estaba assistiendo el Rey, hallándome en su presencia, y
viendo y oyéndome con agrado me remitía a la Reyna por el despacho de mi
memorial y propuesta. Vi sentada con gran magestad a la Reyna, y arrojándome
con gran reverencia a sus pies, le puse un Santo Christo Crucificado pequeño en
las manos, y levantándose entonces con él, la Reyna comenzó con él a llorar,
reparé en que se volvía la Reyna a un mancebo que tenía cerca a su lado, como.
Grande y Señor de su Corte, puesto por el mismo Rey para guarda fIel de la
Reyna y Zelador de su honrra; vi entonces y oi que llamando y diciéndole muchas
veces la Reyna Joseph, confería con él y le daba cuenta de todo lo que yo había
pedido con el memorial del Santíssimo Crucifíxo, no queriendo determinar ni
conceder cossa alguna sin que primero mostrase y significase su voluntad y
gusto también Joseph, a quien la Reyna decía con grande ternura y amor, ¿qué te
paresce desto, Joseph? ¿concederáse aquesta petición y propuesta? ¿dispondráse
aqueste negocio, que con este memorial santíssimo y poderoso me han suplicado y
pedido, de aquesta o de esotra suerte? ¿Que te paresce y sientes desto Joseph?
Conocía entonces mi alma con
gran claridad y certeza, que el conferir y tomar parecer primero Ia Reyna, y no
querer hacer ni determinar cosa alguna sin que interviniese primero también el
gusto de aquel gran señor de la corte, Joseph, lo hacía sólo la Reyna por dar
gusto y contento al Rey, viendo que le agradaba en aquesto, de suerte que mi
alma conocía y penetraba muy bien la intención y fin de la Reyna en esto. Dióme
Dios, y enseñóme su Magestad en esta ocasión, la inteligencia y conocimiento de
esta visión. Entendí que aquel palacio tan rico y tan suntuoso era el cielo; el
Rey, la Magestad Soberana de Dios que asiste en ese palacio; la Reyna, la
sacratíssima Virgen María Nuestra Señora; el santo Christo CrucÍficado, cuya
memoria, pasión y muerte enternece y mueve a la Santíssima Virgen María Nuestra
Señora mucho, y es muy poderoso y muy eficaz para conseguir y alcanzar
mercedes, dones y favores grandes de Dios, el memorial; el gran Señor llamado
Joseph, nuestro padre San Joseph, muy grande y gran privado, querido y amado de
Dios y muy poderoso en el Cielo, guarda y custodio fidelíssimo de la
Sereníssima Reyna del Cielo y zelador celestial de la honrra y gloria de Dios.
Entendí entonces que para
tener seguro y feliz despacho en el palacio del Cielo, hemos de acudir primero
al glorioso San Joseph, como a grande tan querido del Rey y Reyna del Cielo,
cuyo gusto e intercessión gusta preceda primero , y que acudamos después a la
Reyna que es la Sacratísima Virgen Nuestra Señora, Reyna de cielos y tierra,
ofreciendo y dando a su Magestad el memorial para el feliz suceso y despacho de
todos nuestros negocios, que es Christo Nuestro Señor Crucificado, y luego
acudiendo al rey celestial, que es Dios, por bendición y el despacho.
Finalmente conocí, entendí y observé que el consultar tantas veces la Virgen
Santíssima a San Joseph lo hacía por entender que daba muy grande gusto a Dios
en aquesto, y esto estaba viendo y conociendo mi alma en la Santíssima Virgen
nuestra Señora con grande claridad y certeza.
Con que hice concepto
entonces, y estoy también entendiendo ahora lo mucho que nuestro gran Dios y
Señor se agrada, y su sacratíssima Madre gusta, que quando queremos pedir y
alcanzar alguna cosa del Cielo procuremos entonces valernos del patrocinio
santíssimo y poderoso e intercessión soberana del Patriarca gloriosíssimo San
Joseph; y así, este santíssimo Patriarca no solamente es patrón, abogado e
intercesor de las morenas criollas y pardas horras, sino de todas las otras
personas también que acuden· a los ministerios y exercicios santos de est
capilla, los quales están debajo su amparo y su protección. La nobleza y
personas particulares de la ciudad que acuden a la escuela del Santíssimo
Crucifixo de la Agonía, todos los viernes por las tardes, del año; las mujeres que
acuden todos los sábados a las confesiones y comuniones, y a la misa cantada. y
plática de la Santíssima Virgen nuestra Señora; los niños que acuden también a
la escuela de pobres desamparados que está junto a esta Capilla, y tiene a
cargo la Compañía. Exercicios y ministerios de grande servicio y gloria de
Dios, como iré apuntando y diciendo ahora.