Mártir Agustín Pro, mexicano aventado
—“No se asuste. Soy sacerdote…, por favor simule que es
mi novia”, le dijo el P. Pro SJ a una joven a la que abrazó y que iba por la
calle, mientras dos policías lo seguían para apresarlo, pero los múltiples
modos que tenía de vestirse, hacían imposible dar con él. El celo infatigable
del P. Pro SJ lo llevó de un barrio a otro, de casa en casa para ofrecer sus
servicios sacerdotales, hasta que lo fusilaran, sin juicio alguno ni desahogo
de pruebas, el 23 de noviembre de 1927.
Juan Pablo II decía en 1988 cuando lo beatificó: “Su vida
de apóstol sacrificado e intrépido estuvo inspirada siempre por un incansable
afán evangelizador. Ni los sufrimientos, ni las graves enfermedades, ni la
agotadora actividad ministerial, ejercida frecuentemente en circunstancias penosas
y arriesgadas, pudieron sofocar el gozo irradiante y comunicativo que nacía de
su amor a Cristo y que nadie le pudo quitar. En efecto, la raíz más honda de su
entrega abnegada fue su amor apasionado a Jesucristo y su ardiente deseo de
configurarse con él, incluso en su muerte."
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