Provincial de la Compañía de Jesús en el Perú
Estamos hoy reunidos para agradecer a Dios por la vida de Vicente Santuc. Pensador y formador. Jesuita. Amigo cercano de tantas y tan diversas personas. Vicente ha fallecido en Paris y yace en el Mausoleo Jesuita del Cementerio de Montparnasse. No tenemos hoy aquí su cuerpo, para sentir que le decimos directamente adiós; pero esta ausencia que nos cuesta, nos permite sin embargo hablar directamente a la presencia intensa de su palabra y sus gestos, vivos, entre nosotros.
Fuiste un hombre de frontera, a veces controversial, sumamente libre, profunda y plenamente jesuita. Formador e inspirador de muchos jóvenes jesuitas. La Compañía de Jesús en el Perú, lo sabemos todos -aún quienes alguna vez no coincidieran contigo- ha sido muy influenciada por tus trabajos y tu modo personal de ser. Fuiste de los iniciadores de la presencia jesuita en Educación popular, acompañante espiritual y formador de muchos, promotor del trabajo intelectual entre nosotros. Los jesuitas también, con tantos otros amigos, damos gracias a Dios por tu vida Agradeciendo a Dios por el regalo de tu vida entre nosotros resuenan palabras y gestos, que a través tuyo nos han sido regalados.
El texto del evangelio que hoy hemos leído fue el mismo de la misa de exequias en Paris y el de la eucaristía del lunes pasado en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Hoy leemos los mismos textos porque sabemos con qué frecuencia te referías a ellos. La lectura de Qohelet “hay un tiempo para cada cosa bajo el sol´ y las palabras de Jesús en el evangelio “confíen en la vida que su Padre les regala”, eran textos que solías leer para recordarnos el Espíritu de Dios está en la vida, y que acogiéndola con naturalidad acogemos el misterio de la presencia divina entre nosotros.
“Obedece, sé fiel, a la vida que habita en ti´, nos decías una y otra vez. La libertad se juega en la obediencia al gesto de la vida, que crea y recrea, pone en forma y sentido, ama y busca. Ser fiel al Principio y Fundamento que nos constituye es el gesto de mayor libertad, decías junto con Ignacio de Loyola. No confianza en los egos, sino en la vida en uno. Ni en los reconocimientos, ni en la acumulación de poder y de cosas. No buscarle razones y porqués al ser en la vida, simplemente acoger la maravilla. Jesús de Nazareth nos lo mostró, y citabas el evangelio de hoy: se trata de ser fiel una y otra vez al gesto creador, armonio soy amante de la vida que es regalo y presencia de Dios.
Por eso trataste de acoger y ser fiel a aquello que la vida fue poniendo ante ti. Ante el espanto de lo vivido en la guerra de Argelia, respondiste con la opción por la vida religiosa como camino creador de vida y te hiciste jesuita en 1960. Luego, el mundo y la Iglesia empezaron a cambiar aceleradamente, el mundo pedía más justicia y libertad, la Iglesia quería acoger mejor su propia humanidad. En ese momento, 1969, te ordenaste sacerdote y sin dejar de ser fiel a la opción original, buscaste nuevos rumbos y llegaste al Perú. En Piura, con los campesinos piuranos, la vida pedía dignidad. Tus primeros escritos son cartillas para enseñar a leer y escribir a campesinos y campesinas del medio y bajo Piura. Junto a un grupo entrañable de compañeros jesuitas crearon el Centro Social CIPCA y una radio educativa: Cutivalu.
Entonces, al lado de tus amigos y compadres del campo piurano, compartiendo la vida con ellos, reconociendo la gratuidad y generosidad con que vivían a pesar de la pobreza y el maltrato, confirmaste que la dignidad de la vida es inalienable y que no hay injusticia que pueda con ella. No se trata sólo de sublevarse contra lo injusto ni de simplemente acudir a principios morales, decías, sino de asentar en cada uno una nueva sensibilidad que, exigiendo justeza, escucha del otro y acogida de la vida, haga que lo injusto devenga intolerable. Tu ética se sostenía en la confianza absoluta de que el sufrimiento del mundo y el mal que nos hacemos caerán, porque son deformación y violencia de aquello irrenunciable que nos constituye.
“No hay epifanía posible sin confianza”.
No es posible encontrarse con uno mismo, con Dios y su justicia, sin el gesto gratuito de la confianza. La confianza radical como modo de estar en la vida era probablemente tu palabra y tu gesto más frecuente. Confiabas y predicabas la confianza como modo de estar en la vida, desde ella lo más hondo y lo más bello puede revelarse y ser en nosotros, decías.
Sin embargo, no era fácil seguirte, Vicente. A veces tanta confianza parecía ingenuidad; otras, era exigencia excesiva para nuestra mente urgida por respuestas. A veces parecía arriesgado caminar por la vida con tanta libertad. ¿Ante la fuerza del mal nos bastará la confianza, Vicente? ¿Podremos acaso vivir la vida entera del mismo modo? Entonces podías decir -te cito de memoria-: “No te dejes dividir por el espíritu falso de los egos, que temen, que no soportan la Encarnación y te impiden habitar sencillamente la vida. La vida sólo se habita en el presente, no lo olvides. Sólo el presente es vivo, alegre, lleno, él es la eternidad en el tiempo” Luego de 20 años en Piura y con los campesinos, el Provincial te pidió asumir un nuevo proyecto: la creación de una Escuela Jesuita de formación humanista y filosófica en Lima: la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Y casi naturalmente, te sumergiste en el mundo académico. Tus cursos y seminarios se convirtieron pronto en una experiencia vital para jóvenes y adultos, y junto contigo cada uno se sumergía en sus propios sentidos heredados y trataba de pensar lo razonable posible para sí y para el mundo.
“ El acto humano de puesta en forma y sentido” es aquello a lo que hay que rastreábamos contigo en la historia de la humanidad y del pensamiento. El acto razonable que busca poner en sentido, comprobábamos, no es exterior a la vida sino que brota de ella. La vida misma al hacerse palabra y encuentro deviene puesta en sentido.
Tu filosofía y tus reflexiones sobre la ética eran parte de la misma experiencia espiritual que de Argelia te llevó a las fuentes Ignacianas y de allí a América Latina y al campo de Piura. Se trataba de la experiencia honda de que la vida quiere hacerse sentido y no espanto, que lo razonable en nosotros puede hermanarnos y no enfrentarnos. La pregunta por el sentido y la convivencia razonable volvía una y otra vez en tus reflexiones de estos años. La palabra funda en nosotros el mundo, el mundo se hace en cada uno al nombrarlo: por tanto ± nos decías- busca tener una palabra propia respecto del mundo en que vives. No repitas palabras y gestos que no hayas comprendido por ti mismo. Fue así que inauguraste entre nosotros un pensar valiente en el que, nuevamente, no era siempre fácil seguirte. En la búsqueda de la propia palabra podíamos soltar amarras y perdernos en mares de sin sentidos; otras veces sin darnos cuenta entendíamos lo propio como distancia del otro y de la propia historia que nos constituye. Entonces, como Ignacio de Loyola en los EE.EE., nos prevenías de los riesgos del camino: las trampas de la razón, los espejos de los egos, los remedos de libertad.
Luego de 20 años en la Universidad consideraste que otra etapa concluía y una nueva debía comenzar. Hace pocos meses empezamos a formular contigo un nuevo gran proyecto. Estabas entusiasmado y la Compañía lo estaba contigo: ibas a estudiar los nuevos rumbos de las ciencias hoy. Estabas convencido que termina una época y podría empezar otra, potencialmente portadora de la institucionalización de un mundo sostenible y más humano para todos. Debías trabajar un año al lado de las últimas investigaciones en las distintas ciencias, y a tu vuelta crear seminarios de reflexión crítica del momento actual. Esperabas también, en esta que sabías la última etapa de tu vida, dedicar buena parte de tu tiempo a la espiritualidad y los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Esta nueva etapa se truncó en Paris hace una semana. No iniciaste la nueva etapa que teníamos pensada, sino otra, decisiva, que no habíamos previsto.
No podemos evitar el dolor de tu ausencia, Vicente, gran amigo y compañero. Todo pareció hacerse más difícil este lunes cuando supimos que dejaste de estar con nosotros. Sin embargo, con el paso de los días, y siguiendo el hilo de tus palabras, va invadiéndonos la certeza de que estás con nosotros, porque estás definitiva y plenamente presente en Aquel que nos sostiene, de donde brotan todos los sentidos y todas las palabras. No estás en ningún lugar fuera de aquí, no estás simplemente en Montparnasse, estás en la Vida de Dios, definitiva y plenamente presente en aquél a quien buscaste la vida entera. A Él pues, y aún en medio de la pena, agradecemos emocionados por lo que has sido y eres para cada uno de nosotros.
A.M.D.G.
Homilía del P. Miguel Cruzado S.J., Provincial del Perú, en la Misa celebrada en memoria de Vicente en la Iglesia de Fátima el 09 de Abril 2011.
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Fotografías de la Eucaristía de Exequias. Ir a la presentación. www.flickr.com/photos/jesuitasperu/sets/72157626331976203/show/
Espacio web con agradecimientos y recuerdos en memoria de Vicente. Ir al blog Esejotas http://www.jesuitasperu.org/noticia.php?id=849
Eucaristía por P. Vicente Santuc S. J. Universidad Antonio Ruíz de Montoya 2011
Subido por. de gavios012 | Fecha de creación: 15/04/2011
Pasajes de la celebración de la Eucaristía por el descanzo eterno del P. Vicente Santuc S. J. Fue preparada por la familia de la Universidad Antonio Ruíz de Montoya en la capilla de San Lucas, Pueblo Libre, Lima.