En la imagen final se ha tratado de que quedasen plasmadas las características esenciales de sobriedad y austeridad de esta procesión, que no son otras que las propias de la escenificación de un entierro o comitiva fúnebre, con ese sabor recio castellano que aportan los guardabrisas, la cera de las velas, las capuchas de los cofrades, el sudario, las andas artísticamente labradas en madera, la reja de la ventana palaciega, y la delicada belleza del lánguido cadáver tan magistralmente construido por el insigne escultor gallego; todo ello aderezado por un tratamiento claroscuro que vinie a acentuar el dramatismo de la escena.