Parte final de la Homilia en su viaje a Sicilia de S. S. Benedicto XVI:
¡Queridos Palermitanos y queridos Sicilianos! Vuestra bella Isla ha estado entre las primeras regiones de Italia en acoger la fe de los Apóstoles, a recibir el anuncio de la Palabra de Dios, y a adherir a la fe de modo generoso que, también en medio de las dificultades y persecuciones, ha siempre germinado en ella la flor de la santidad. Sicilia ha sido y es tierra de Santos, pertenecientes a toda condición de vida, que ha vivido el Evangelio con sencillez e integridad. A vosotros, fieles laicos, os repito: ¡no tengáis temor de vivir y testimoniar la fe en los diversos ambientes de la sociedad, en las múltiples situaciones de la existencia humana, sobretodo en las más difíciles! La fe os dona la fuerza de Dios para ser siempre confiados y animosos, para seguir adelante con nuevas decisiones, para emprender las iniciativas necesarias para dar un rostro siempre más bello a vuestra tierra. Y cuando encontréis la oposición del mundo, escuchad las palabras del Apóstol: “No tengas miedo de dar la cara por nuestro Señor” (v. 8). ¡De lo que se debe avergonzar es del mal, de lo que ofende a Dios, de lo que ofende al hombre; de lo que se debe avergonzar es del mal que se produce a la Comunidad civil y religiosa con acciones que no aman salir a la luz! La tentación del desánimo, de la resignación, llega a quien es débil en la fe, a quien confunde el mal con el bien, a quien piensa que ante el mal, con frecuencia profundo, no haya nada que hacer. En cambio, quien está sólidamente fundado en la fe, quien tiene plena confianza en Dios y vive en la Iglesia, es capaz de llevar la fuerza avasallante del Evangelio. Así se han comportado los Santos y las Santas, florecidos en el curso de los siglos, en Palermo y en toda Sicilia, así como laicos y sacerdotes de hoy, bien conocidos a vosotros, como por ejemplo don Pino Puglisi. Que sean ellos quienes os custodien siempre unidos y alimenten en cada uno el deseo de proclamar, con las palabras y las obras, la presencia y el amor de Cristo.
Bizantino tardío, siglo XVI
Propiedad privada
El nombre de Hodigitria se remonta probablemente a una imagen de la Virgen del monasterio "ton dodegon" (el que indica el camino), de Constantinopla, donde fueron atribuidos numerosos milagros al icono original.
Tal vez también quepa buscar el significado de ese nombre en el texto del himno Akatistos: "Que se salude a los hombres que indican el camino a los hombres que caminan por las sombras". O al versículo 6 de Juan, 14, que dice: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".
Cuando le faltaron las fuerzas a Lucas, estando pintando esta imagen, imploró la ayuda celestial y el icono mismo acabó la pintura. El icono original desapareció en 1453 con ocasión de la conquista de Constantinopla por los turcos.
Hoy día se tiene como concepto fundamental de las "Vírgenes Hodigitria" a todos los iconos en donde la Virgen extiende la mano derecha, menos las que deben ser clasificadas entre las Smelenskaia, Tickvinskaia, etcétera.
En las iglesias ortodoxas se hallan a menudo representaciones de la Virgen Hodigitria a la derecha de la Puerta del Rey, mientras que su pareja a izquierda es el Pantocrator.
Las representaciones rusas de la Virgen producen un efecto severo y triste, y esto explica por qué los creyentes veneran los iconos y les rezan de manera especial.
http://www.aciprensa.com/arte/Iconos/virgenhodigitria.htm