Hay que tener FE Y HUMILDAD para seguir a Dios
Escrito por: P. Javier San Martin sj
Somos siervos dando lo que Tú nos das.
DOMINGO XXVII - “C”
03 de octubre 2010
Lucas 17, 05-10
Estimados amigos:
Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el Día del Señor. Hoy celebramos el domingo vigésimo séptimo del tiempo ordinario. El evangelio es breve, pero contiene dos lecciones de gran importancia para los que tratan de seguir las huellas del Señor: fe ciega y humildad profunda!...
Jesús en repetidas ocasiones había insistido con sus discípulos sobre la necesidad de vivir en fe. Por eso, cierto día, uno de ellos le dijo:
- ¡Señor, auméntanos la fe!
Y Jesús aprovecha esta petición para subrayar la importancia de esta actitud para el trabajo que ellos deberían emprender, y les dice:
- Miren, si vuestra fe fuera al menos como esta pequeña semilla de mostaza, Uds. podrían decirle a ese árbol: ¡Arráncate de raíz, y plántate en el mar!…Y, les aseguro, que el árbol les obedecería.
Con esto, Jesús, volvía a repetir a sus discípulos lo que en alguna ocasión anterior les dijo:
- ¡Uds. Son hombres de poca fe! Pero en esta ocasión vemos que la motivación de los discípulos había cambiado. Ahora ellos empezaban a ver la necesidad de tener fe y de aumentarla. Un paso muy significativo en su vida espiritual
Pero Jesús no se detiene en este aspecto de la fe, que aunque es esencial en su doctrina, tiene que estar acompañado de otro igualmente importante, el de la humildad. Y por eso, Jesús, utilizando su estilo tan propio, pasa a plantearles la siguiente cuestión:
- Vamos a suponer que uno de ustedes tiene un criado, y un día le dice: vete a trabajar en el campo y a apacentar el rebaño. Cuando este criado ha acabado su jornada de trabajo, y vuelve cansado, ¿quién es el que le dice: - Ahora ven, siéntate junto conmigo a la mesa y come? ¿Verdad que Uds. no lo harían así? Por el contrario, lo que le dirían es: -¿Ya estás aquí de vuelta? Muy bien. Ahora prepárame la mesa para comer. Cuando yo haya acabado, tú podrás sentarte y comer también.
Los apóstoles escuchaban y asentían porque, en verdad, todos los patronos hacían lo mismo. Y Jesús continuó preguntándoles:
- ¿Le debe algo de agradecimiento el patrono al criado porque éste ha cumplido su deber? Le paga su jornal, y basta. Darle las gracias, ni se le ocurre.
Los discípulos asienten nuevamente, Y Jesús, concluye:
- En verdad les digo, que esto se aplica también a ustedes. Porque cuando hayan hecho todo lo que se les haya mandado, tienen que decir: somos criados inútiles. Sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer.
Era esta, pues, una enseñanza directa en contra del y vanidad. Porque ¿Quiénes somos nosotros para exigir derechos y presumir delante de Dios?…
En esta experiencia que viven los discípulos con Jesús, aparecen, pues, dos lecciones de gran importancia: la primera referida a la relación con Dios, y la segunda, no menos importante, en relación con nosotros mismos.
Ambos aspectos, la fe y la humildad, resultan esenciales para el trabajo pastoral que Jesús había venido a realizar en base al pequeño grupo de discípulos. Él quería hacer un grupo “omnipotente”, que tuviera las mismas cualidades carismáticas que Él había mostrado durante su breve permanencia, su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza, su carisma para hacer milagros, resucitar muertos, confirmar la doctrina con medios maravillosos. Y para poder llegar a ser “otro Jesús” que continuase su obra con sus mismo métodos se necesitan indispensablemente estas dos actitudes fundamentales: ser hombres de fe y humildes. Con estas dos cualidades, los discípulos podrían ser “omnipotentes”. Sin ellas, no podrán hacer nada. Por eso Jesús les dice, “Si Uds. Llegan a tener fe, podrán trasladar este árbol y plantarlo en el mar”.
Y este fue el secreto de los grandes santos: realizaron obras imponentes e inexplicables, sin medios humanos, porque, por medio de la fe, tenían en su mano toda la omnipotencia de Dios, y humildemente, daban a Él toda la gloria de sus éxitos.
Por eso, se nos debe hacer cada vez más familiar la súplica espontánea de los discípulos:
- ¡Señor, auméntanos la fe!
Y aprender a repetir también la palabra de María:
- Aquí está la sierva del Señor. ¡Que sepa cumplir tu voluntad!…
O la de Pablo ante la puerta de Damasco:
- Señor, ¿qué quieres que haga?…
La fe y la humildad van siempre unidas en el alma del seguidor de Jesucristo. El humilde cree y obedece, y realiza maravillas de fortaleza, de amor, de servicio, de apostolado, de fidelidad…
Por eso, hoy brota de nuestro corazón una canción que es también un deseo: “cómo no creer en ti, Señor, cuando te veo tan presente a mi alrededor, y en mis circunstancias,…cómo no creer en ti
Canto: “cómo no creer en Dios”
Y ahora viene lo más importante:
Y bien amigos, así terminamos nuestra reflexión dominical. Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Te invito, pues, a tomar el texto del evangelio en tus manos: San Lucas, Capítulo 17, versículos 5 al 10, y trata de escuchar lo que el mismo Señor Jesús, a través de él, te quiere comunicar:
Te agradezco muy sinceramente el haber estado con nosotros,
Y nos encontramos el próximo domingo.