El traslado de la Virgen de mayor riesgo10.05.10 - 00:22 -
por C. FERNÁNDEZ VALENCIA.
Hacer puenting, volar en parapente o bucear en aguas caribeñas son caros placeres que muchos practican para despertar su adrenalina y el amor a la naturaleza. Pero no todos están preparados física y económicamente para lanzarse a estas aficiones. En Valencia, sin embargo, todos los segundos domingos de mayo no se practica una afición, se celebra una tradición para la que no se necesita ni estar en forma ni tener dinero. Niños o adultos, ricos y pobres...Nada importa, sólo se requiere una condición: devoción y amor por la Virgen de los Desamparados.
Puntuales e impacientes, miles de fieles acudieron ayer a la plaza de la Virgen para formar parte de esta tradición, acompañar a la Patrona en su traslado hasta la Catedral, implorarle ayuda y ofrecerle todo su amor a la gran salvadora.
Este año, más que nunca, hubo mucha más tensión y el más del centenar de eixidors, el grupo de personas que lleva a hombros a la Patrona, tuvo serias dificultades para impedir que la Virgen cayera al suelo.
«No hemos podido alzarla tanto como hubiéramos querido porque la gente nos impedía avanzar y subirla. Ha sido bastante complicado, pero eso está bien, hay mucha devoción y eso se nota», explicaba un miembro del grupo de eixidors.
Desde la plaza de la Virgen hasta la puerta de los Hierros de la Catedral, los valencianos escogen su rincón, su baldosa, un balcón o esquina para contemplar a la más guapa, la mejor y la única: la Virgen de los Desamparados.
«Vixca la Mare de Déu, vixca, vixca. Eres la millor del mòn», gritaba fuera de sí un joven a hombros de otro mientras pasaba por su lado la Patrona.
«Yo te paso a la niña en cuanto llegue, no te preocupes que no se caerá». Así preparaban varias personas el momento en el que una pequeña de apenas cuatro años volaría por encima de las cabezas de las miles de personas que acompañaban a la Virgen para alcanzar el manto. Pero no fue el único porque todos deseaban rozarlo y acariciar la imagen.
«Es increíble, por mucho que venga, la emoción es cada día mayor. Es algo que no se puede pagar», comentaban varias mujeres mientras veían asomar la imagen de la Virgen.
«Ya está aquí, que guapa viene, ¡guapa!, ¡guapa!, pero está muy bajita, casi no la puedo ver», se lamentaba un matrimonio apostado delante de la Puerta de los Hierros.
El final del trayecto fue uno de los más complicados porque el ímpetu de los fieles impedía a los exidors girar la imagen para que entrara de espaldas a la Catedral, tal y como manda la tradición. «El problema es que la gente no se movía y casi roza el suelo la imagen. Ha sido un momento de gran tensión, pero afortunadamente ha podido pasar sin problemas», dijo uno de los Exidors.
La Virgen ya duerme en casa.
SALVE REGINA MATER … O CLEMENTS O PIA O DULCIS VIRGO MARIA
