Escrito por: P. JavierSanmartin SJ
DOMINGO XXXII - “C”
07 de Noviembre 2010
Lucas 20, 27- 38
Estimados Amigos:
Bienvenidos a nuestro encuentro dominical para celebrar juntos el día del Señor. Hoy, domingo 32° del tiempo ordinario, la Iglesia presenta para nuestra reflexión y comentario un pasaje del evangelista San Lucas:
“Y que resuciten los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob” No es Dios de muertos sino, de vivos, porque para El todos están vivos”.
“No es Dios de muertos sino de vivos”. Esta es una de las enseñanzas centrales de la revelación. Dios es vida y ha impreso en todas las cosas creadas la dinámica de la vida. Dios es vida y no se arrepiente de haber creado los seres sino que los mantiene con vida. y no llegará nunca un momento en el que Dios se arrepienta de haber creado las cosas y decida llevarlas a la muerte o tornarlas a la nada. El germen de la vida puesto por Dios estará siempre presente en la creación.
Y esta vida que Dios ha impreso en todas las cosas, no es estática, sino que esta en un continuo proceso yendo hacia nuevas etapas hasta llegar a la plenitud. Es un proceso que no se detiene jamás, que no conoce miradas hacia atrás ni arrepentimientos, sino que esta siempre en camino hacia la plenitud de la vida.
Es por eso que la vida del hombre no puede concebirse como que si estuviera destinada a la destrucción ó al nihilismo. Sería un absurdo pensar en esto luego de constatar la ley de la vida que existe en toda la creación. Y la vida humana no es una excepción, sino al contrario, una manifestación patente de la voluntad de vida que Dios ha impreso en todas las cosas.
Y esta vida terrena que estamos viviendo tiene ya impresa una vida eterna, una etapa futura de “resurrección” en la que todas las limitaciones ahora presentes serán superadas y se podrá gozar de la plenitud total de la vida en nuestro ser, en la presencia eterna de Dios. ¿Y cómo sabemos que esto sucederá? Porque Dios no puede crear seres que tengan frustrados sus más hondos y profundos deseos. El haber puesto en el hombre el deseo de una vida en plenitud, para luego negarla, sería un engaño inconcebible. Por eso, toda explicación que presente al hombre como un ser destinado a desaparecer en la muerte, no tiene ningún fundamento. La misma actitud de lucha ante las dificultades, ¿No es un signo del sello de vida que lo alienta al hombre en la búsqueda de eternidad?
Amigos, es necesario ser consciente que en toda la creación, hay un hálito de vida y no de muerte. Y lo más importante es comprobar como Dios en cada momento nos esta llevando a través de las dificultades más molestas y dolorosas, hacia esa plenitud de vida. Por eso, amigos, cuando nos veamos en las dificultades más duras, cuando pensemos que ya no hay salida, recordemos la gran enseñanza de este evangelio, que nos ayudará a descubrir en esa dificultad, no un signo de muerte, de frustración ó desesperación, sino un paso más hacia la vida plena y feliz. El dolor, el sufrimiento, la angustia y la frustración no pueden verse sino bajo la luz de la vida, y de la resurrección.
Pero, nos podemos preguntar: ¿Por qué para llegar a la plenitud de la vida tenemos que pasar por caminos de muerte? Difícil responder. pero vemos que este es el camino divino, que aun el mismo Jesucristo quiso seguir. Entremos con gran confianza en las cañadas oscuras y dificultosas por las que Dios quiere que pasemos, ya que por ese camino se llega a la resurrección. No tengamos miedo. Sintamos en esos momentos difíciles la presencia de tantos que han seguido el mismo camino y que ahora gozan de la vida eterna. María, en primer lugar, quien muy cercana nos mira sonriente porque ella misma entró por el camino del dolor que la llevó a la Asunción.
¿Tú sabes que en cada experiencia humana existe como una nostalgia de Dios? Ese es un signo que nos dice en lo más secreto de nuestro ser, que Él “No es un Dios de muertos sino de vivos”.
*
Y AHORA VIENE LO MÁS IMPORTANTE
Y bien amigos, así terminamos nuestra reflexión dominical. Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús.
Te invito, pues, a tomar el texto del evangelio en tus manos: San Lucas, Capítulo 20, versículos 27 al 38, y trata de escuchar lo que el mismo Señor Jesús, a través de él, te quiere comunicar:
Te agradezco muy sinceramente el haber estado con nosotros,
Y nos encontramos el próximo domingo.
http://faculty.shc.edu/jsanmartin/2010/11/05/%c2%bfpor-que-el-dolor-es-signo-de-vida-c51/#more-900