“El mundo es nuestra casa”
San Ignacio intuía que para vivir una espiritualidad
conectada a Dios, no hacía falta retirarse del mundo. Otro jesuita -Jerónimo
Nadal- expresó muy bien esto con la frase: “El mundo es nuestra casa”. Casa
entendida como hogar, familia, amigos, acogida, apertura y en el fondo, vida
compartida. Y eso que no siempre es fácil vivir esto en un mundo que pone
barreras, que construye muros que separan, o que identifica a unos por encima
de otros.
¿Somos ciudadanos del mundo? ¿Qué significado tiene eso?
Los medios de comunicación hoy nos inundan con noticias de abrir y cerrar
fronteras, con pertenecer o separarse de un estado, una ideología, un grupo. De
“ellos” y de “nosotros”.
Sin embargo, la espiritualidad ignaciana, la intuición de
Ignacio, y la formulación de Nadal casi cinco siglos después, nos invitan hoy,
a ser medio para que otros puedan “entrar”. Para que otros puedan estar. Pero,
sobre todo, para que puedan sentirse Hijos queridos por un Dios que nos acoge
en su casa y nos mira a todos por igual.