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Domingo de Ramos con Maria 2018

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sábado, 18 de diciembre de 2010

19.12 Homilia del Cuarto domigo de Adviento


LA MADRE Y LO INESPERADO - A04
Escrito por: Padre Javier San Martin SJ

COMENTARIO A LA LITURGIA DEL CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO, ciclo A
Mateo 1, 18-24.
Bienvenidos a nuestro encuentro dominical. Unidos a toda la Iglesia, hoy celebramos el cuarto Domingo de adviento del ciclo A. Palabras llenas de ternura y de misterio son las que hoy encontramos en la lectura del Evangelio de San MATEO 1,18 - 24.

«La Madre de Jesús estaba desposada con José, se le apareció en sueños un ángel, que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, dará a luz un hijo y tu le pondrás por nombre Jesús. Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor»

Estas palabras tan sencillas encierran todo un misterio profundo para la vida de cada uno de nosotros. Hay palabras importantes que debemos subrayar, darle vueltas y meditar. En primer lugar aparece la palabra “Madre”. Es interesante como todo este proceso de salvación pensado por Dios y realizado por Él, tiene como inicio una “Madre”. Podríamos pensar que para hacer una obra tan importante se necesitaban reuniones y muchas reuniones, consejos de administración, consejos de revisión, de la misma manera como se hacen los proyectos humanos, de la misma manera Dios haría lo suyo.
Sin embargo, ¡qué curioso!, Él, inicia el misterio de la salvación del hombre escogiendo una madre. Sin esta palabra y sin esta persona, Dios se sentiría, podríamos decir, incómodo para poder llevar este gran proyecto que se inició en Navidad. Es por eso entonces que el proyecto nuestro de la salvación personal, ¿quién es la persona que debe estar presente siempre?, ¿de dónde debe partir todo nuestro proyecto de vida?. Pues, precisamente, de una madre. Por eso, no cabe duda que sentimos una gran alegría el día de hoy al ver a María, la Madre, como la primera del misterio de salvación.
Pero junto con ella aparecen también otros personajes que son importantes de subrayar y darnos cuenta. En primer lugar “el Ángel”. Dice que se le apareció en sueños un ángel que le dijo:

«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María tu mujer»

Aparece lo inesperado, aquello que no estaba en nuestra mente ni en aquello que nosotros planificamos. El ángel es ese símbolo de lo que sucede en el momento menos pensado y de la forma menos esperada. Y lo más curioso es que la aparición del ángel, es decir de lo inesperado en el proyecto de salvación, que es el mismo proyecto de la vida personal de cada uno de nosotros, pide algo que podríamos llamar “ilógico”. Algo que podríamos pensar que no se puede realizar porque no estaba dentro de los planes, y más aún, resulta ilógico, el seguir ese consejo de lo inesperado que es el amor.
Esto que ocurrió en el primer momento de la salvación, evidentemente que ocurre en cada uno de nosotros cuando se nos aparece este “ángel de la vida nuestra”, y nos pide que realicemos algo que nosotros decimos, pero, ¡cómo vamos a hacer esto! sería una locura. Ah, pero precisamente, allí en la locura esta el camino que Dios va trazando para salvar a la humanidad y para salvarnos a nosotros mismos.
Y al mismo tiempo el ángel le dice.

«Tu darás un hijo y le pondrás por nombre Jesús»

Ahí aparece algo concreto, determinado. No es algo abstracto sino algo que nos lleva a la auténtica salvación. Podemos ver, entonces, estos momentos importantes y esta presencia importante para el Señor Jesús.

Pero ahora viene lo más importante:
Realmente que te agradezco mucho por tu presencia, pero ahora viene lo importante para ti, y es el que tu tomes en tus manos este texto, lo medites y que sea el mismo Señor el que te hable a ti. No te olvides, en San Mateo, capítulo primero, versículos 18 al 24.
Recibe, pues, mi abrazo y mi bendición, de una manera especial en estas navidades, para ti y toda tu familia, y nos despedimos hasta la próxima semana.