Jueves, 29 abr (RV).-“La música es capaz de abrir las mentes y los corazones a la dimensión del espíritu y conduce a las personas a elevar la mirada hacia lo Alto, a abrirse al Bien y a lo Bello absolutos, que tienen su fuente última en Dios”: así lo expresó Benedicto XVI al concluir el concierto que en honor a su quinto año de Pontificado, le ofreció el presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano.Dada la numerosa presencia de jóvenes músicos pertenecientes a la Orquesta Juvenil Italiana, componente de la Fundación Escuela de Música de Fiésole, el Papa dedicó su breve discurso a la importancia del estudio de la música y su gran valor en el proceso educativo de la persona, pues produce efectos positivos en el desarrollo del individuo favoreciendo un armónico crecimiento humano y espiritual.El Santo Padre explicó que en particular se reconoce el valor formativo de la música en sus implicaciones de naturaleza expresiva, creativa, interpersonal, social y cultural, que asumen una gran relevancia, también, frente a una realidad cotidiana en la que no es fácil educar. En el actual contexto social, de hecho, cada obra de educación pareciera ser cada vez más ardua y problemática: con frecuencia entre los padres y los educadores se habla de las dificultades que se encuentran para transmitir a las nuevas generaciones los valores basilares de la existencia y de un recto comportamiento Benedicto XVI añadió que dichas situaciones problemáticas implican a la escuela y a la familia, así como también a las distintas instituciones que trabajan en el campo de la formación. Por ello, ante las actuales condiciones de la sociedad, necesitan un mayor compromiso educativo a favor de las nuevas generaciones. Los jóvenes, aunque vivan en contextos diferentes, tienen una común sensibilidad hacia los grandes ideales de la vida, pero encuentran muchas dificultades para vivirlos. No podemos ignorar sus necesidades y sus expectativas, y tampoco los obstáculos y las amenazas que encuentran. Ellos sienten la exigencia de acercarse a los valores auténticos como la centralidad de la persona, la dignidad humana, la paz, la tolerancia y la solidaridad. Buscan también, de manera a veces confusa y contradictoria, la espiritualidad y la trascendencia para encontrar equilibrio y armonía El Santo Padre al renovar su convicción de que en esa búsqueda la música es capaz de conducir a ese equilibrio y a esa armonía, recalcó que la alegría del canto y de la música son además una constante invitación a los creyentes y a los hombres de buena voluntad a comprometerse para dar a la humanidad un porvenir rico de esperanza. Pero además el Papa resaltó el valor colectivo de la experiencia de tocar en una orquesta donde con paciencia, ejercicio y escucha se trata de lograr la mejor expresión musical en conjunto- aún manteniendo las características propias – lo que “constituye una palestra formidable, no sólo en el plano artístico y profesional sino bajo un perfil humano global”. Benedicto XVI expresó su agradecimiento al presidente italiano que con su homenaje manifiesta el afecto que nutre el pueblo italiano por el Papa, “un afecto que fue igualmente férvido en Santa Catalina de Siena, patrona de Italia, y de quien hoy festejamos su memoria litúrgica. Especiales palabras de estima y valoración dirigió el Papa a la Orquesta juvenil de la Fundación Escuela de Música de Fiésole, y en particular, al maestro Nicola Paszkowski, por la excelente interpretación de las piezas de Giovanni Battista Sammartini, Wolfgang Amadeus Mozart t Ludwig van Beethoven. El Santo Padre concluyó manifestando su deseo de que la grandeza y la belleza de las piezas musicales magistralmente interpretadas puedan donar a todos una nueva y constante inspiración a aspirar a metas cada vez más altas en la vida personal y social.