Ayer domingo al recorrer el Centro de Lima por el dia de la Porciuncula en la Basilica de San Francisco, me acerque a visitar a Nuestra Sra de la Soledad y cual fue mi asombro al ver a un sacerdote celebrar la misa de espaldas y recorde antiguamente, que por la Av. Salaverry celebraban la misa al rito romano clasico, el modo antiguo. Era el mismo sacerdote que vi alli el domingo ultimo, el R.P. Jose Luis Mejia. Fue muy bonito ver como nuestro padres o abuelos recibian la misa desde su infancia, misa en latin. Y
Buscando, buscando me entere que . . .
Desde marzo de este año, el motu proprio Summorum Pontificum es de aplicación en Lima, con el reconocimiento explícito del Sr. Arzobispo, cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, quien ha asignado a la Asociación de San Pío V la iglesia franciscana de Nuestra Señora de la Soledad para la celebración regular y pública de la Santa Misa según el rito romano clásico. El sacerdote encargado de la misma es un viejo amigo de ROMA AETERNA: el R.P. José Luis Mejía Power, O.P., del convento dominico del Rosario de Lima.
El Padre Mejía es consejero conventual y preside la cofradía del Dulce Nombre de María. Su oronda figura recuerda mucho la de santo Tomás de Aquino, del que es digno discípulo y epígono.
La Misa clásica no podía faltar en una tierra de tan acendrado catolicismo como el Perú y menos aún en la Ciudad de los Reyes, ilustrada por los pontificados de fray Jerónimo de Loayza y santo Toribio de Mogrovejo, los cuales aplicaron puntual y decididamente la reforma tridentina a través de los Concilios Limenses, que dieron la tónica a toda la Iglesia americana durante más de tres siglos. Pero no ha sido un camino fácil hasta llegar a este feliz resultado. Cabe aquí recordar a un luchador benemérito de la causa de la Tradición, que a lo largo de más de veinte años procuró por todos los medios la recuperación del rico tesoro litúrgico que constituye la Santa Misa codificada por san Pío V en 1570 y enriquecida por sus sucesores hasta el beato Juan XXIII. Hablámos cómo no del Excmo. Sr. Don Julio Vargas-Prada y Peirano (1921-2003), embajador del Perú y catedrático de Derecho en varias facultades, escritor proficuo y uno de los principales impulsores del Derecho del Mar.
A finales de los noventa del pasado siglo, el Dr. Vargas-Prada trabó conocimiento y amistad con el R.P. José Luis Mejía, que le asesoró con su prudencia y su experiencia en los últimos años de su larga y fecunda vida y le confortó en su última enfermedad. Don Julio fue siempre un fiel hijo de la Iglesia, de inequívoca adhesión a la Sede de Pedro, aunque algunas veces discrepara de actuaciones concretas. También fue un sincero adherente al espíritu con el que Monseñor Lefebvre había fundado su movimiento de restauración católica. Veía en él a la persona sencilla, íntegra y de firmes convicciones que fue, pero no comulgaba con el radicalismo y el fanatismo de ciertos sectores próximos al arzobispo. Sobre todo reivindicó siempre el papel de los seglares en la recuperación de la Tradición, declarándose contrario a la tendencia clericalista de algunos sacerdotes que pretendían controlar las iniciativas y los grupos de aquéllos. Era un convencido del apostolado laico, que él llamaba “del hombre por el hombre”.
lgunas de sus realizaciones en este campo fueron memorables, como la implantación en la radio del sermón de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz comentado por laicos y en cuya primera edición tuvo el apoyo de Mons. Fidel Tubino, obispo auxiliar de Lima y rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y la inapreciable colaboración de José María Pemán. También fue pionero en la emisión por Radio Selecta de un programa íntegramente dedicado a la actualidad tradicionalista llamado El Heraldo Católico.
Cuando falleció, Don Julio dejaba tras de sí una obra que recogió su buen amigo el Padre Mejía. La Liga Apostólica de Santo Toribio de Mogrovejo (cuyo boletín La Resistencia Católica escribió y publicó aquél hasta que las fuerzas se lo permitieron) desapareció con su fundador, que era quien la cohesionaba y la mantenía en los márgenes de la moderación.
El Padre Mejía, persona con un gran sentido de Iglesia, no quiso que la defensa de la Tradición se diluyera y la reivindicaran los sectores más recalcitrantes. Con un grupo de fieles que asistían a su misa, primero en una capilla lateral de la iglesia de Santo Domingo y más tarde en un oratorio familiar, fundó la Asociación de San Pío V, en honor del gran papa dominico. La labor de este grupo ha sido ímproba en un ambiente religioso siempre reticente. A Dios gracias, la ascensión al sacro solio de Benedicto XVI y sus sabias medidas de fomento de la hermenéutica de la continuidad (especialmente la dación del motu proprio Summorum Pontificum) han allanado mucho el camino en Lima y en el Perú. Es de esperar que el primer paso a favor de la misa clásica dado por el cardenal Cipriani sea seguido de muchos más y que el buen ejemplo cunda. Los buenos deseos y felicitaciones al R.P. Mejía y a la Asociación de San Pío V, a los que deseamos fervientemente toda clase de éxitos en su valioso apostolado.
La celebración de la misa en rito romano clásico tiene lugar todos los domingos y fiestas de guardar en la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad del gran conjunto monumental franciscano de Lima, a las 10 de la mañana.
De modo que ya saben, pueden acercarse a la Capilla de Ntra Sra de la Soledad y participar de esta Celebracion Eucaristica, bajo esta modalidad.
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