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PAPA Robert : LEON XIV y ESCUDO Pontificio 2025

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jueves, 3 de marzo de 2016

Primer Viernes de Mes




"Los corazones de los hombres aman un día y al otro son indiferentes. 
Sólo Dios no cambia". 
(Santa Teresa de los Andes)



Primer Viernes de mes: 
Cómo ganar el Cielo en 9 meses

Devoción de los nueve viernes dedicados al Sagrado Corazón.

Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento."

Eso le dijo el Sagrado Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque (cuyo cuerpo permanece incorrupto a pesar de los 341 años transcurridos), el 16 de junio de 1675. Ver Catecismo: punto 478 y 2669


Aprovechemos las innumerables gracias que Jesús concede a quienes desagravian su Sagrado Corazón los primeros Viernes de mes.


Las Doce Promesas del Sagrado Corazón

1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
2. Les daré paz a sus familias.
3. Las consolaré en todas sus penas.
4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.


Condiciones para ganar esta gracia:

1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción (obviamente, sin estar en pecado mortal, por ejemplo, por faltar a la Misa dominical). Se sugiere confesión con intención de reparar las ofensas al Sagrado Corazón.

2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.



ORACIÓN PARA DESPUÉS DE CADA UNA DE LAS COMUNIONES DE LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES

Jesús mío dulcísimo,
que en vuestra infinita y dulcísima misericordia
prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos,
acordaos de esta promesa
y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e
intención,
concededme que muera detestando todos mis pecados,
creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo
Corazón.
Amén.


ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS VIERNES

Jesús mío, os doy mi corazón, os consagro toda mi vida, en vuestras manos pongo la eterna suerte de mi alma y os pido la gracia especial de hacer mis nueve primeros Viernes con todas las disposiciones necesarias para ser partícipe de la más grande de vuestras promesas, a fin de tener la dicha de volar un día a veros y gozaros en el cielo. Amén.



ORACIONES PARA LOS NUEVE VIERNES

PRIMER VIERNES

Yo te prometo, en el exceso de la misericordia de mi corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que comulguen los primeros viernes de mes, durante nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final, y que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Santos Sacramentos, asegurándoles mi asistencia en la hora postrera.

¡Oh buen Jesús, que prometisteis asistir en vida, y especialmente en la hora de la muerte, a quien invoque con confianza vuestro Divino Corazón! Os ofrezco la comunión del presente día, a fin de obtener por intercesión de María Santísima, vuestra Madre, la gracia de poder hacer este año los nueve primeros viernes que deben ayudarme a merecer el cielo y alcanzar una santa muerte.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


SEGUNDO VIERNES

Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

Jesús misericordioso, que prometisteis, a cuantos invoquen confiados vuestro Sagrado Corazón, darles las gracias necesarias a su estado: os ofrezco mi comunión del presente día para alcanzar, por los méritos e intercesión de vuestro Corazón Sacratísimo, la gracia de una tierna, profunda e inquebrantable devoción a la Virgen María.

Siendo constante en invocar la valiosa providencia de María, Ella me alcanzará el amor a Dios, el cumplimiento fiel de mis deberes y la perseverancia final.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


TERCER VIERNES

Pondré paz en las familias. Bendeciré los lugares donde se venera la imagen de mi Corazón.

Jesús amantísimo, que prometisteis bendecir las casas donde se venera la imagen de vuestro Sagrado Corazón, yo quiero que ella presida mi hogar; os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos y por la intercesión de Vuestra Santa Madre que todos y cada uno de los miembros de mi familia conozcan sus deberes; los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo, llenas las manos de buenas obras.

¡Oh Jesús, que os complacéis en alejar de nuestro hogar las disensiones, las enfermedades y la miseria! Haced que, vuestra vida sea una no interrumpida acción de gracias por tantos beneficios. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


CUARTO VIERNES

Seré su consuelo en todas las tribulaciones.

Jesús mío, que prometisteis consuelo a cuantos a Vos acuden en sus tribulaciones: os ofrezco mi Comunión del presente día para alcanzar de vuestro Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Santísima la gracia de venir al Sagrario a pedir fuerza y consuelo cuantas veces me visiten las penas. ¡Oh Jesús, oh María, consolad y salvad a los que sufren! ¡Haced que ninguno de sus dolores se pierda para el cielo!
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


QUINTO VIERNES

Derramaré copiosas bendiciones en todas sus empresas.

Jesús mío, que prometisteis bendecir los trabajos de cuantos invoquen confiados Vuestro Divino Corazón: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestra Santísima Madre la gracia de que bendigáis mis estudios, mis exámenes, mi oficio, y todos los trabajos de mi vida.

Renuevo el inquebrantable propósito de ofreceros cada mañana al levantarme, y por mediación de la Santísima Virgen, las obras y trabajos del día..., y de trabajar con empeño y constancia para complaceros y alcanzar en recompensa el cielo.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


SEXTO VIERNES

Los pecadores hallarán en mi Corazón un océano de misericordia.

Sagrado Corazón de Jesús, siempre abierto a los pecadores arrepentidos: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos infinitos y por los de vuestra Santísima Madre la conversión de cuantos obran mal. Os suplico, ¡buen Jesús!, inundéis su corazón de un gran dolor de haberos ofendido. Haced que os conozcan y os amen. Dispensadme la gracia de amaros más y más y en todos los instantes de mi vida, para consolaros y reparar la ingratitud de quienes os olvidan.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


SÉPTIMO VIERNES

Las almas tibias hallarán fervor. Las almas fervorosas llegarán presto a la perfección.

Sin vuestro auxilio, Jesús mío, no podemos avanzar en el camino del bien. Señor, por mediación de la Virgen María, os ofrezco la comunión de este día para que avivéis en mi alma el amor a vuestro Corazón Sagrado y concedáis este amor a cuantos no lo sienten. Ayudado de vuestra divina gracia lucharé, Señor, para que cada semana, cada mes, avance un poco en la virtud que más necesito.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


OCTAVO VIERNES

Daré a cuantos trabajan por la salvación de las almas el don de ablandar los corazones más endurecidos.

Sagrado Corazón de Jesús, que prometisteis inspirar a los que trabajan por la salvación de las almas aquellas palabras que consuelan, conmueven y conservan los corazones; os ofrezco mi comunión de hoy para alcanzar, mediante la intercesión de María Santísima, la gracia de saber consolar a los que sufren y la gracia de volver a Vos, Señor, a los que os han abandonado.

¡Dulce Salvador mío, concededme y ayudadme a salvar almas! ¡Son tantos y tantos los desgraciados que empujan a los demás por el camino del vicio y del infierno! Haced, Señor, que emplee toda mi vida en hacer mejores a los que me rodean y en llevarlos conmigo al cielo.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...


NOVENO VIERNES

Guardaré recuerdo eterno de cuanto un alma haya hecho a mayor gloria de mi Corazón. Los que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, de donde no será borrado.

Os ofrezco, Jesús mío, la Comunión del presente día para alcanzar la gracia de saber infundir en el alma de cuantos me rodean ilimitada confianza en vuestro Corazón Divino. Dadme cuanto necesito para llevar a Vos a los que luchan, a los que lloran, a los caídos, a los moribundos. Y dignaos, ¡oh Jesús!, escribir hoy mi nombre en vuestro Corazón y decir a los ángeles que rodean vuestro Tabernáculo: Este nombre es el de un devoto que, amándome mucho, quiere consolarme del olvido e ingratitud de tantos hombres.
Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo.




Por: El equipo de voluntarios de IESVS.org | Fuente: www.iesvs.org/

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martes, 1 de marzo de 2016

04-05.03 ---- 24 horas para el Señor ----- 2016

 

 24 horas para el Señor


Celebración Penitencial
y
Adoración Eucarística


- Viernes 04/Sábado 05 Marzo 2016 -


Tiempo de Cuaresma

CELEBRACIÓN PENITENCIAL 2016.03.04
Vatican Viernes 04 marz 2016


‘Click to Pray’, la App que nos ayuda a rezar con el Papa

Con esta nueva plataforma digital se invita a rezar con el Papa por los grandes desafíos del mundo 


(RV).- Ayudar a los jóvenes (y a los no tan jóvenes) a rezar en comunión con el Papa por sus intenciones de oración, es la finalidad de la App ‘Click To Pray’ del Apostolado de la Oración, que se presenta en ocasión del evento “24 horas para el Señor”, este viernes.
Frédéric Fornos sj, director de la Red de Oración del Papa, explica para Radio Vaticano, detalles sobre esta aplicación que se ha realizado gracias al trabajo de la agencia de comunicación La Machi. “El Papa está muy contento con esta iniciativa”, asegura el jesuita. ‘Click to Pray’ ya se le había presentado  en audiencia privada por el centenario del MEJ (Movimiento Eucarístico Juvenil) y este viernes será de nuevo presentada con la nueva versión que ya está disponible en inglés, portugués, español y francés, por el momento.
Con esta nueva plataforma digital (App Iphone/Android/Windows Phone, con un blog, Facebook, Twitter y YouTube), se invita a rezar con el Papa por los grandes desafíos del mundo y por sus intenciones de oración que da a conocer cada mes.

(MZ-RV)

viernes, 7 de marzo de 2014

Oración para ofrecer la comunión de los primeros viernes



Oracion para ofrecer la comunión de los primeros viernes


Corazón Sacratísimo de Jesús, que por el grande amor que nos tienes, te has dignado prometernos la perseverancia final y la gracia de no morir sin Sacramentos, haciéndote nuestro seguro asilo en la última hora de nuestra vida; humildemente te pido que cumplas en mí tu palabra, que tanta confianza inspira a nuestros corazones.
Yo, por mi parte, prometo hacer cuanto pueda para amarte más y más y para hacerme digno de una tan grande Promesa, evitando el pecado y todo cuanto pueda desagradarte.
Te pido para ello, tu gracia, que espero alcanzar por lo méritos de tu mismo Corazón.

jueves, 3 de marzo de 2011

Los Primeros Viernes - 1º Parte: Razones a favor

P. José Luis de Urrutia, S.J. †




En esta práctica actualmente se da un hecho paradójico: sigue manteniéndose en una parte importante del Pueblo de Dios; importante no sólo por su número, sino por ser entre los cristianos más auténticos en su vida y en su adhesión al Magisterio. Pero al mismo tiempo, algunos de sus pastores, los sacerdotes, han cesado de propagarla, y aún a veces la impugnan duramente.

Fenómeno extraño que exige revisar los mismos fundamentos de esta práctica. En la revisión que vamos a intentar hacer concisamente, analizaremos:

I) las razones en las que antes se apoyó;

II) las causas de la nueva oposición;

III) el por qué de la promesa.


I. Razones a favor de los Primeros Viernes

Ante todo notemos que histórica y teológicamente sólo tiene sentido hablar de esta práctica dentro de la espiritualidad del Sagrado Corazón y para quienes la admitan. Por lo demás, los Primeros Viernes se apoyan en una doble autoridad: 1º, la de Santa Margarita María y 2º la del Pueblo de Dios (incluyendo la Jerarquía


1º En Santa Margarita María

A la Madre Saumaise escribía en 1688 que un viernes durante la comunión (quizá al tener la tercera de las grandes revelaciones, en 1674, cuando el Señor le pidió que comulgase todos los primeros viernes), le fueron dichas estas palabras: «Te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: no morirán en mi desgracia y sin haber recibido los sacramentos; mi divino Corazón será su asilo seguro en los últimos momentos». Esta promesa no fue divulgada hasta 1867, en que se publicó la carta. Por tanto, la práctica de los primeros viernes ha cumplido ya un siglo en la Iglesia.

La obtención de esta promesa, como se ve, no está condicionada (según algunos han sostenido sin probarlo), ni a que después no se desmerezca el privilegio (sería reducir a nada la promesa), ni a que las comuniones sean de elevado fervor. Basta que sean comuniones válidas y dentro de esta espiritualidad (como correspondencia al amor de Cristo, ofreciéndonos a aceptar su voluntad, por todos los que no le aman…) La segunda parte de la promesa: que recibirán los sacramentos a la hora de la muerte, por tratarse de un medio, se deberá dar únicamente si es necesario para el fin de su salvación.

¿Qué valor tiene la afirmación de Santa Margarita María? Aún admitiendo ciertas anomalías en su psicología, sin embargo se puede afirmar:

Su virtud heroica, canonizada por la Iglesia con juicio infalible, no solamente excluye la mala fe, sino que asegura su más sincera búsqueda de la verdad.

Por parte de Dios, estaría contra su promesa evangélica “buscad y hallaréis”, que la hubiese dejado perdida en una perpetua ilusión errónea, precisamente en lo que constituyó el centro de su vida y el motor de su santidad: la misión a la que se creyó llamada. Eso no sucede en la hagiografía.

Su doctrina, además de no contradecir en nada al dogma (de lo contrario su proceso de canonización se hubiera interrumpido), lo expone con un vigor y un fruto que si sus revelaciones fueran falsas se habrían conseguido sólo gracias a una fantasía delirante: lo que resulta moralmente imposible según la teología espiritual.


2º En el Pueblo de Dios

Una práctica secular ya del Pueblo de Dios y tan extendida en toda la Iglesia; práctica impulsada por el Magisterio de los Papas y los Obispos de todo el mundo, no solamente porque creían que estaba bien comulgar ciertos días, sino basados en la promesa cuya autenticidad confirmaban: todo esto, para quienes creemos en la asistencia del Espíritu Santo a su Iglesia, induce la verdad de tal doctrina, pues de lo contrario el Espíritu Santo no hubiera permitido semejante credulidad, ni levantado sobre algo falso toda una espiritualidad tradicional de perfección.

En esta misma práctica masiva del Pueblo de Dios encontramos la respuesta a una serie de objeciones que se le han opuesto:


1. «Es una presunción insostenible el creerse uno cierto de su salvación» El Concilio Tridentino (D. 806) dice: «Nadie se prometa con absoluta certeza la perseverancia…, ya que hay que procurar la salvación con temor y temblor (Fil. 2,12)… y se debe temer, sabiendo que no hemos renacido en la gloria, sino en la esperanza de la gloria». Y en el canon correspondiente (D. 826): «Si alguno dice con absoluta e infalible certeza, sin especial revelación, que tendrá el gran don de la perseverancia, sea anatema»

Respuesta: No se trata de una certeza absoluta, sino moral, no exigida por la evidencia ni por el dogma; ni aun del mismo hecho de la validez de una comunión tenemos certeza absoluta. Por otro lado, una experiencia masiva demuestra que después de comulgar nueve primeros viernes, los fieles no caen en la presunción, sino que continúan comulgando y con más temor de Dios y del pecado que antes, aunque ya más impulsados por el amor que por el miedo al infierno. Si alguno comulgase presuntuosamente, es decir, sin propósito de enmienda, pensando pecar después, está claro que su comunión sería sacrílega, no válida, y no ganaría la promesa. Respecto a los posibles presuntuosos luego de ganar la promesa, pastoralmente, para evitarlos, habrá que exponer adecuadamente el espíritu de la devoción al Sagrado Corazón; teológicamente no nos toca preocuparnos por cómo se verificará en ellos la promesa: Dios tiene infinitos medios para evitar que haya presuntuosos, o si los permite, para convertirlos después, según su misteriosa Providencia.


2. «Es una promesa increíble; una concepción mágica del cristianismo: que toda su finalidad sea comulgar nueve veces y precisamente los primeros viernes de mes. ¿No sería mejor comulgar un domingo al mes durante un año, por ejemplo?»

Respuesta: Respondemos ante todo que se trata de un problema histórico: ¿Dios lo ha prometido, sí o no? Rechazarla temerariamente a priori porque a mí y ante mí me parece al revés que a los Papas y a la Iglesia, que supone poca prudencia en Dios, es demasiada petulancia (¡el gran pecado intelectual del humanismo contemporáneo!) Por supuesto que Dios podía haber hecho la promesa de la perseverancia final de otras mil formas, o no haberla hecho. Pero si quiere prometer el cielo por nueve o por una comunión, ¿es que nos va a pedir consejo? «¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!» ¿Quién ha sido alguna vez consejero suyo? (Rom 11,33 s, también 1Cor 2,16; Is 40,13; Job 15,8; Sab 9,13) «No son mis planes los vuestros, ni vuestros caminos los míos. Como los cielos distan de la tierra, así mis caminos están sobre los vuestros y mis planes sobre vuestros planes» (Is 55,8-9) Más inverosímil nos parecería, sino fuese de fe, que Dios se quede en la Eucaristía para que le comamos, expuesto incluso a tanta irreverencias. Bien mirado, a priori nos parecería imposible (más aún que esta promesa) el que Dios se degradase tanto y no lo aceptaríamos, como tampoco lo aceptan los protestantes. Pero la creatura no debe juzgar, sino buscar el camino que Dios ha trazado (Y por algo hace Dios las cosas)

Bien puede ser además una promesa y plan de Dios lo que por todas partes da el fruto inesperado de reanimar la vida cristiana e introducir la costumbre de la comunión frecuente, ya que muestra la experiencia ser la comunión de los primeros viernes el único medio para conseguir en muchísimos cristianos la frecuencia de sacramentos y de hecho, una vez comenzada, suele generalmente continuarse, o al menos repetirse a menudo los nueve primeros viernes. Es el criterio que nos da Cristo para la discreción de espíritus: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,16)


3. «No tiene más valor esta promesa –objetan algunos- que la del escapulario del Carmen, y desde luego menos que la hecha por Cristo en San Juan (6,47ss): ‘El que cree, tiene la vida eterna’; ‘Yo soy el pan que ha bajado del cielo: si alguno lo come, vivirá eternamente’; ‘El que come mi carne vive en Mí y Yo en él, tiene la vida eterna y Yo le resucitaré el último día’; ‘El que come este pan, vivirá eternamente’»

Respuesta: Sin embargo podemos responder: La promesa del escapulario del Carmen dice que se salvarán los que mueran con él, lo cual uno no sabe hasta la hora de la muerte si se realizará. Ni presenta pruebas de autenticidad y autoridad tan claras como la promesa de los primeros viernes.

La promesa de Cristo en San Juan, estrictamente indica que quien comulgue tiene la gracia santificante (que es la vida eterna); pero no excluye que pueda perderla. Así decimos: el que tiene entrada, entrará; lo cual no excluye que llegue a perder la entrada y no pueda entrar. La promesa de los Primeros Viernes es como decir: ya tienes derecho a entrar; es decir, el condicionado se cumple al comulgar el noveno viernes; en el otro caso no se cumple hasta la hora de la muerte. Sin embargo, aquella promesa de Cristo en San Juan es el fundamento de esta otra. Según aquella lo normal es que quien comulga frecuentemente mantenga siempre en sí la vida eterna. Esta, lo vemos en la práctica, concede una gracia especial por la que, generalmente, se continúa comulgando frecuentemente (aparte de ser también válida la promesa para los que dejen de hacerlo)

Para algunos espíritus más intelectuales (ojalá que no más orgullosos), las promesas sobran. A ellos sólo les gusta obrar por razón; moverse por promesas, les parece infantil. Pero Dios nos conoce bien, y por eso multiplica las bienaventuranzas y las promesas. Y a las promesas de Dios se ha debido la gran difusión de esta práctica, como del escapulario del Carmen. Este modo nuestro de ser lo demuestra hasta la vida comercial: se compra muchas veces un producto en lugar de otro buscando regalos que promete. En términos actuales diríamos que Dios acomodándose a ese modo de ser nuestro, nos propone premios concretos como propaganda, para que vivamos según su revelación.


4. «Si esta promesa fuese verdadera sería demasiado fácil salvarse: se regalaría el cielo por una bagatela»

Respuesta: Aquí hay que distinguir dos cosas: Una, la gracia de la perseverancia. Otra, lo que cueste ganar el cielo. Que Dios conceda la gracia de la perseverancia fácilmente, no debe extrañarnos, menos ahora que según algunos casi todo el mundo se salva. A la Santísima Virgen Dios se la concedió, sin exigirle nueve comuniones ni nada, al confirmarla en gracia en el instante de su Inmaculada Concepción. Pero esto no impidió que, análogamente a Cristo, tuviese que pagar un precio tremendo para ganar el cielo para sí y para nosotros. De igual forma, que Dios prometa a uno la perseverancia, no quiere decir que no tenga que llevar su cruz. Recordemos que la espiritualidad al Sagrado Corazón, con su entrega a Dios renunciando a todo egoísmo y gusto personal a fin de vivir para los demás y aceptando todos los padecimientos de la vida como venidos de la mano de Dios, constituye la ascética más exigente, aunque sea al mismo tiempo la más fácil y más elevada.



En consecuencia, no extrañará que los Papas, a quienes compete el juicio definitivo, hayan aprobado, con las otras particularmente esta «gran promesa»: La Congregación de Ritos, en 1872 con la confirmación posterior de León XIII. El mismo Papa en la constitución “Benignae” (28 de junio de 1889) afirmó: “Jesucristo invita y atrae a todos los hombres a sí con la esperanza de magníficas promesas”. Benedicto XV en la bula de canonización de Santa Margarita María (13 de mayo de 1920) dice: “El Señor Jesús se dignó dirigir estas palabras a su fiel esposa…” y a continuación repite las que contienen esta promesa que antes citamos. Pío XI en la encíclica “Miserentissimus Redemptor” escribía: “Hoy prevalece por todo el mundo la costumbre de comulgar los primeros viernes, conforme al deseo de Cristo Jesús”. Pío XII en la “Haurietis aquas” explica: “El motivo principal de abrazar este culto no han de ser los beneficios que Nuestro Señor ha prometido en revelaciones privadas”, con lo cual implícitamente afirma que los ha prometido. Y el Sínodo Romano dirigido por Juan XXIII concede a los sacerdotes de Roma celebrar los primeros viernes misa votiva del Sagrado Corazón y les encarga que mantenga la costumbre de llevar esos días la comunión a los enfermos, lo que supone una aceptación de esta promesa.



...

El texto es una Comunicación Nacional del Apostolado de la Oración - Madrid, enero de 1969, del P. José Luis de Urrutia, S.J. †, en ese tiempo Director de la revista "Reino de Cristo" de dicho AO.

http://formacionpastoralparalaicos.blogspot.com/2011/02/los-primeros-viernes-1-parte-razones.html