San Juan Eudes
|
Nuestra
disposición interior no debe ser solo basada en buenos sentimientos sino una
unión plena a la voluntad de Dios y su Pasión en nuestra vida cotidiana.
¡Oh mi Jesús! Deseo pasar esta Cuaresma con Vos y con
vuestra Madre Santísima y en la forma en que Ella y Vos la pasasteis, mediante
su gracia. Vosotros la pasaron en
soledad y alejamiento de toda humana compañía y de frívolo trato de los
hombres.
Vos , Oh Jesús mío, renunciaron aun a la
dulce conversación de vuestra querida Madre, viviendo en perpetuo silencio, en
continua oración y entregado a rigurosa penitencia, ayunando, durmiendo en el
duro suelo del desierto y soportando toda clase de mortificaciones exteriores e
interiores. En todo ello os adoro, Dios mío como también en vuestras santas
disposiciones espirituales y me doy a Vos para acompañaros e imitarlos en todo
según vuestro deseo. Quiero con vos y
por amor a Vos, amar la soledad, el silencio, la oración y la penitencia; dadme
la gracia, si tal es vuestra voluntad, dejar de lado toda conversación vana e
inútil y de abstenerme de toda palabra mala o simplemente ociosa y de fincar toda
mi dicha en conversar con Vos en la oración y de hacer todas mis acciones en
espíritu de oración y de recogimiento y de sufrir por amor vuestro alguna
penitencia o mortificación.
¡Oh Salvador mío! Os ofrezco las abstinencias y ayunos de esta
Cuaresma unidos a los de vuestra santa iglesia y a los de vuestros santos y a
los de vuestra queridísima Madre, en unión y honor de vuestros ayunos y
penitencias, en satisfacción de mis pecados y para que se cumpla vuestra divina
voluntad en vuestra Iglesia, y en mi propia persona de una manera especial.
¡Oh Madre de Jesús ¡me ofrezco a Vos, hacedme
participe de las disposiciones santas con que pasas esta Cuaresma memorable.
¡Oh ángeles, Oh santos y santas de Jesús! ,
rogad por mí y alcanzadme, os lo pido, la gracia de pasar todo este tiempo así
como todo el restante de mi vida en el servicio de mi Dios, según su santa
voluntad. Así sea.
Fuente: Revista Cristo Hoy” N° 185 p. 13