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viernes, 18 de octubre de 2013

Homilia del Domingo XXIX del T. O. - C




Encuentra en mí, Señor, la fe de cada día


20 10 2013

COMENTARIO AL LITURGIA DEL DOMINGO 29º DEL T.O. – C

Escrito por el P. Javier San Martin sj


Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»

Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»

Palabra del Señor


¿CUÁNDO LLEGARÁ LA JUSTICIA?

Estimados amigos:

Hoy celebramos el domingo vigésimo nono del tiempo ordinario. San Lucas en un pasaje de su evangelio dice: “Aunque ni amo a Dios, ni me importan los hombres, dijo el juez injusto, haré justicia a esa viuda para que deje de molestarme. No vaya a terminar pegándome en la cara. - Y el Señor comentó, Fíjense, si este Juez injusto actúa así, Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? “.

Cuántas veces hemos querido que se nos haga justicia. Pero comprobamos que no solo no nos escuchan, sino que hacen lo contrario a lo que nosotros vemos ser justo. Y esto nos hace tragar momentos desesperantes, en los que gritamos ¡esto es una injusticia! ¡Cómo es posible que me hagan esto a mí! Son los momentos en los que descubrimos que en la vida hay espinas dolorosas, molestas, pero que sin embargo, ellas no pueden ocultar que junto también hay rosas que manifestarán su belleza.




Dios nos hará justicia. Es una promesa hecha por Él mismo. Por lo tanto, no podemos dudar de ello. Pero, ¿Qué quiere decir esto? ¿Tal vez pensamos que nuestro pedido de justicia tiene que ser atendido inmediatamente como un súper mercado atiende un pedido de compra? Ciertamente que no. Lo que Dios nos pide es que aprendamos a poner nuestra dificultad en sus manos. Y que esta sea la base de nuestra confianza. Saber que nuestro problema, está en las manos de Dios. Más aún, antes que lo formulemos, Él sabe muy bien las injusticias y dolores que sufrimos, y se identifica con ellas, porque Él las vivió también. Pero, los tiempos, momentos y métodos que Dios tiene para hacernos justicia, son suyos, propios e inesperados. Lo importante es estar convencido que no habrá ninguna injusticia que no quedará saldada por el Señor. Por eso, en los momentos de turbación, recordemos que llegará el día del Señor, cuando comprenderemos que Él es fiel a su promesa, que junto con nosotros estaban sus ángeles que nos ayudaban. En ese día la angustia de la injusticia se transformará en un: ¡gracias a Dios, porque Él actuó!

Pero, ¿por qué Dios permite que se cometan injusticias? Más que curar heridas, ¿no sería mejor no tenerlas? Amigos, no podemos olvidar que el Señor Jesús experimentó las más horribles injusticias, pero fueron estas las que le abrieron el camino hacia la liberación final, hacia el triunfo en donde se hizo la justicia. Y, por eso, El quiere que nosotros también compartamos su experiencia, con incomprensiones, salivazos, desprecios, injusticias de todo género, para que podamos, así, compartir su triunfo, y recibir como El, la justicia de Dios. Si a El le hicieron justicia, a nosotros también se nos hará. Es como beber de la fuente de Dios el agua de la vida, cuando el alma bebe del Señor el fuego del amor que es la justicia.

Nuestro Dios es, pues, un Dios de justicia. Él viene a calmar el ansia de libertad, de paz, de justicia que sienten nuestras vidas, y nuestros pueblos, Que aunque parece que tarda, Él hará la justicia a su manera y en el momento oportuno. No olvidemos que somos sus elegidos y estamos siempre en sus manos, más aún en su corazón.

Y ahora viene lo más importante

Y bien amigos, así terminamos nuestra reflexión dominical. Pero ahora viene el momento más importante: tu encuentro personal con el Señor Jesús. Te invito, pues, a tomar el texto del evangelio en tus manos: San Lucas, Capítulo 18, versículos 1 al 8, y trata de escuchar lo que el mismo Señor Jesús, a través de él, te quiere comunicarte, agradezco muy sinceramente el haber estado con nosotros, y nos encontramos el próximo domingo.

http://faculty.shc.edu/jsanmartin/




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