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miércoles, 25 de enero de 2012

Costa Concordia :Curita italiano abrió su iglesia para acoger a náufragos peruanos


Este cura italiano abrió su iglesia para acoger a náufragos peruanos


Lorenzo Pascuoti prestó túnicas y hasta el manto de la Virgen para abrigar a los sobrevivientes

GIGLIO. Guarecida por las coloridas fachadas de las casas del muelle, la parroquia de Giglio Porto ofrece consuelo a las almas del pueblo desde que los primeros rayos despuntan por el horizonte. Una larga escalinata conduce a un santuario de sencillas esculturas que guarda las huellas de la fatídica noche en que el Costa Concordia encalló a unos metros de tierra firme.

Una mesa dispuesta cerca del altar exhibe las reliquias del desastre: un chaleco salvavidas, unas cuerdas, un casco, un plástico y pedazos de pan. En las horas que sucedieron a la evacuación de la nave, medio millar de personas buscaron refugio entre las cuatro paredes del templo. “Los náufragos llegaron poco a poco. Primero las familias jóvenes con los niños, luego los adultos y los ancianos y por último la tripulación”, cuenta a El Comercio su párroco, Lorenzo Pasquotti, quien recuerda aún a los peruanos que pasaron aquella noche en la iglesia.

“Era un grupo de trabajadores del Costa Cruceros y había entre ellos un muchacho empapado. Se llamaba Ricardo, trabajaba en el casino de la nave y no podía hablar porque venía tiritando”, relata el sacerdote de 62 años. Entre risas, Pasquotti –un hombre grueso y bonachón– refiere que buscó algo de ropa en su armario y se la prestó al joven peruano. “A la mañana siguiente llevaba puestas unas bermudas enormes”. El párroco echó mano incluso del manto de la Virgen, las túnicas de misa o el traje de los monaguillos.

En las horas dramáticas que siguieron al hundimiento de la mole, los habitantes de Giglio abrieron las puertas de sus hogares y entregaron mantas, comida y bebidas calientes a una multitud traumatizada. “Ha sido una desgracia, pero no debemos olvidar que, aunque hay muertos y desaparecidos, unas 4.200 personas viven”, sostiene el religioso. Y, con las imágenes aún rondando su cabeza, lanza un ruego al peruano que llegó aquella noche hasta su casa. “Si vuelve para descansar, será bienvenido, pero dudo de que quiera regresar aquí. Si viene, por favor, que sea de vacaciones y no para una emergencia”.

CAPITÁN PIDE FIN DE ARRESTO
Una semana después del suceso, la isla aún no ha recuperado la calma. Un escalofrío recorre el cuerpo cuando el ferry desfila ante un gigante tumbado y con la quilla rota por las rocas. Las circunstancias del naufragio aún ocupan los titulares de la prensa local y animan los rifirrafes entre Costa Cruceros y el capitán, Francesco Schettino, que –a través de su abogado– declaró ayer haber avisado a la compañía del incidente y pidió el fin del arresto domiciliario que decretó la justicia tras ser acusado de homicidio involuntario múltiple y abandono de la nave.

No obstante, nuevos testimonios agravan el ya de por sí nulo crédito de Schettino. Un cocinero filipino asegura que el comandante llegó a pedir comida media hora después de que las rocas abrieran una brecha de 70 metros en el costado del barco. Impasible al desastre que se avecinaba, el capitán cenó aquella noche en un exclusivo restaurante con una joven moldava llamada Domnica Cemortan.

CLAVES
1. Después de permanecer suspendida durante varias horas, la operación de búsqueda de los 21 desaparecidos se reanudó ayer.

2. Decepcionada con el plan de rescate. Así lo reconoció ayer Madeleine Soria, hermana de Érika Soria (25), quien sigue desaparecida.

3. La familia Soria alberga pocas esperanzas de hallar con vida a Érika, pero quieren “recuperar su cuerpo, llorarle y enterrarlo”.

Escrito por FRANCISCO CARRIÓN - Corresponsal
Sábado 21 de enero de 2012 - 09:08 am
http://elcomercio.pe/mundo/1363793/noticia-este-cura-italiano-abrio-su-iglesia-acoger-naufragos-peruanos